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HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA.

PARTE SEGUNDA.

EDAD MEDIA.

LIBRO II.

CAPITULO VI. ·

MARCHA Y SITUACION DE ESPAÑA

DESDE LA RECONQUISTA DE TOLEDO HASTA LA UNION DE
ARAGON CON CATALUÑA.

De 1085 á 1137.

I. Reinado de Alfonso VI. de Castilla.-Funesto resultado que trajo á
los árabes de España el llamamiento de los Almoravides de Africa
como auxiliares.-Importante leccion para el gobierno de los pue-
blos, sacada de este y otros análogos sucesos históricos.-Conflicto
en que puso á los cristianos la venida de los Almoravides.—A qué
estraordinarios incidentes debieron su salvacion los españoles.-
Cómo supieron aprovecharlos para reparar sus desastres y hacer
nuevas conquistas.-Influencia de la de Toledo.-De la de Valen-
cia.-Juicio crítico del Cid Campeador.-Por qué ha sido el héroe
de los cantos y de los romances populares.-Comparaciones.-II. Rei-
nado de doña Urraca.-Lamentables resultados de su matrimo-
nio con el rey de Aragon.-Agitaciones, disturbios, guerras y cala-
midades.-Dáse la razon y esplícanse las causas de estos sucesos.—
Revista crítica de los personages que figuraron en este tempestuoso
reinado.-Don Alfonso de Aragon.-Doña Urraca.-Don Enrique y

doña Teresa de Portugal.-El obispo Gelmirez.-Los condes de Ga licia y de Castilla.-Cómo expió cada cual ó sus flaquezas ó sus crímenes.—Sublevaciones populares.—III. Reinado de Alfonso VII.— Rápida mudanza en la situacion de Castilla.-Sus causas.-IV. Aragon y Cataluña.-Cómo y por qué medios se engrandecieron estos estados en este período.—Conducta y proceder de cada uno de sus soberanos.-Sancho Ramirez, Pedro I., Alfonso I. y Ramiro II. de Aragon: Berenguer Ramon II., Ramon Berenguer III. y Ramon Berenguer IV. de Barcelona.-Estraña combinacion y concurso de circunstancias que prepararon la union de Aragon con Cataluña.— Reflexiones sobre este punto.-Importancia y conveniencia de la union.

I. Al llegar á esta época en nuestro discurso preliminar dijimos: «Era destino de España tener que luchar y combatir siglos y siglos; con tan extrañas gentes antes de alcanzar su independencia, con sus propios hijos antes de lograr la unidad.»

Parecia en efecto que con la reconquista de Toledo, el mas glorioso suceso que habia presenciado la ̧ España desde el levantamiento y triunfo de Pelayo, y el mas importante que en cerca de cuatro siglos habia acaecido; que ondeando el estandarte de la fé sobre los muros de la antigua córte de los godos, y resplandeciendo la cruz en la insigne basílica de los Ildefonsos y los Julianes, recobrado el baluarte central de España, disuelto el califato y desconcertados y divididos entre sí los musulmanes, hubiera debido decidirse la lucha de los dos pueblos en favor de los cristianos. Asi hubiera sucedido si los hijos de Ismael, comprendiendo que amenazaba sonar la última hora para la causa del islamismo en España, no hubieran

apelado al remedio extremo á que recurren los pueblos en su abatimiento y agonía, al de invocar un auxilio extraño. ¿Mas qué fruto recogieron ellos de este llamamiento? Estudiemos los grandes hechos históricos.

Los árabes de Sevilla y Badajoz acudieron en demanda de socorro á sus hermanos los Almoravides de Africa, como en otro tiempo los fenicios de Cádiz habian acudido á sus hermanos los Cartagineses. Los unos y los otros vinieron á combatir á los españoles independientes cuando estaban á punto de lanzar de su suelo á los enemigos de la libertad. Terribles y funestas fueron las primeras acometidas de los Almoravides en Zalaca y en Uclés, como en otro tiempo lo habian sido las de los Cartagineses en Cádiz y en Tarteso. Los unos y los otros inauguraron su arribo á España con triunfos felices sobre los españoles. Mas asi como los de Cartago se convirtieron pronto de auxiliares y amigos en enemigos y tiranos de los mismos que habian implorado su ayuda, lanzando de Cádiz y de la Turdetania á los fenicios sus hermanos, asi los de Lamtuna se trocaron muy en breve en opresores y enemigos de sus hermanos los musulmanes de Andalucía y Algarbe, arrojando del suelo de España á los mismos que los habian llamado como auxiliares. En la célebre asamblea de emires y vazzires de Sevilla solo hubo uno que comprendiera y se atreviera á exponer esta máxima que no deberian olvidar nunca los pue

:

blos «las armas que como auxiliares entran en un país estraño son por lo comun las cadenas con que han de ser aherrojados los mismos que para salvarse las pidieron.» El que así habló fué el walí de Málaga, y todo el consejo le cubrió de denuestos y anatemas. Tambien el jóven príncipe Alrachid, el hijo de EbnAbed de Sevilla, pronosticó todo lo que aconteció después. ¡Cuán obcecado estaba el ilustre emir, cuando á la discreta advertencia de su hijo le dió por toda contestacion: «Preferiré, hijo mio, guardar los camellos del ejército de Yussuf, á ser vasallo del rey Alfonso!» Pues bien, ni aun el humilde honor de guardar sus camellos le concedió aquel Yussuf cuyo auxilio con tan vivas instancias habia solicitado. Cuando se vió en Marruecos gimiendo en mísera servidumbre, cubierto con los harapos de un viejo albornoz, descalzas sus hijas, hilando dia y noche para ganar un escaso alimento, sin otra compañía que los recuerdos de su grandeza pasada y de los bellos alcázares de Sevilla para siempre perdidos, sin otro alivio á sus penas que el de desahogar en armoniosas y poéticas consonancias un arrepentimiento tardío, entonces pudo conocer cuán amargo fruto habia recogido de llamar á España al conquistador africano: entonces recordaria con estéril dolor las proféticas palabras de su hijo: «¿Sabeis la suerte que nos reserva Yussuf? La misma que ha deparado á los pueblos de Magreb; el destierro y la esclavitud.» Entonces pudo comprender cuán

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