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hablaba bajo nombres supuestos de la alianza proyectada entre Fernando y su cuñado el príncipe de la Paz; una carta escrita por Escoiquiz; la clave que habia servido para la correspondencia de la princesa de Asturias María Antonia con su madre, y en fin un despacho de generalísimo en favor del duque del Infantado, dándole amplios poderes para obrar en nombre de Fernando, en el caso en que muerto Carlos, quisiera alguno oponerse á su elevacion al trono.

Al día siguiente Fernando sabiendo que su padre habia salido á caza, envió á un individuo de la servidumbre á su madre rogándola que pasara á su prision, ó que le permitiese visitarla para correr el velo á muchos secretos de la mayor importancia. La reina mandó responderle que no le era posible acceder á sus deseos; pero que podia comunicar cuanto juzgase oportuno al marques Caballero, ministro de gracia y justicia. Presentóse en seguida Caballero en el cuarto del heredero del trono, quien escribió y firmó en su presencia una relacion en que revelaba espontáneamente todos los detalles del suceso por el que habia perdido su libertad. Dió cuenta de la carta que habia escrito al emperador de los franceses; descubrió la parte que habia tomado Escoiquiz en la redaccion de la memoria que habia de poner en manos del rey, y las otras medidas relativas à la conspiracion, y espresó los nombres de los que habian servido de confidentes en la empresa. En virtud de esta declaracion

fueron arrestadas algunas personas que hasta entonces habian estado al abrigo de las sospechas.

Carlos IV participó á Napoleon este suceso en términos que demostraban fácilmente el ascendiente que habia tomado sobre su ánimo el príncipe de la Paz. La carta escrita toda de puño del monarca encerraba la terrible acusacion contra Fernando de haber intentado destronar á su padre, y haber tenido el designio de hacerle morir juntamente con su madre. A mas declara que la ley de sucesion al trono debe ser revocada, y que debe ocupar el lugar de Fernando en el sólio y en el corazon de sus parientes un hermano suyo. (Apéndice número 2o).

Al propio tiempo el rey mandó publicar un manifiesto dirijido al pueblo español, en que decia que la Providencia acababa de salvarle de un peligro inminente; que su vida servia de obstáculo á la elevacion de su sucesor, que violando los principios de la religion habia formado el proyecto de destronarle; que su majestad habia querido convencerse por sí mismo de la verdad de los hechos; que habia descubierto la clave de la correspondencia que mantenia Fernando con sus parciales; y finalmente, que no queria ocultar á sus súbditos una desgracia tan cruel, y que le harian soportar mas fácilmente las seguridades de su amor al monarca.

Mandaron comparecer á Fernando en presencia del rey y la reina, de los ministros y del presidente del consejo de Castilla, y quisieron hacer. le confesar que habia tenido el designio de asesi

narlos y de destronarlos. Mas fueron vanos tantos esfuerzos: el príncipe de Asturias sostuvo con constancia y fortaleza que no habia abrigado otros proyectos que los contenidos en los papeles que se habian encontrado en su cuarto.

Sin embargo, luego que volvió á su prision, algunos personajes de la corte que habian ido á visitarle, le manifestaron que no ecsistian otros medios de libertarse del castigo mas severo, que confesar francamente el crímen que le imputaban. Siguien do sus consejos Fernando lo confesó con las palabras mismas que le dictaron; y escribió dos cartas, una para su padre y otra para su madre, pidiéndoles perdon del modo mas sumiso, declarándose culpable no solo del crimen enorme de que le acu saban contra los autores de sus dias, sino tambien de culpable obstinacion por haber hasta aquel momento persistido en negar la verdad. Concluia rogando á sus padres que le permitiesen arrojarse á sus pies. (Apéndice número 3°). Otorgáronle la gracia solicitada, en presencia del príncipe de la Paz, que intercedió con el rey y con la reina para que le perdonasen sin restriccion: así es que Fernando dió á Godoy las mayores seguridades de su estima. cion y de su confianza. Carlos IV mandó publicar al otro dia las dos cartas en toda España; declarando al propio tiempo que aunque habia perdonado á su hijo, no por eso dejaria de continuar el curso de la causa, y que instruiría á la nacion de sus resultados para disipar la alarma que habia ori.

jinado el peligro del monarca. En su consecuencia continuóse el proceso; mas los jueces á pesar del terror que les habia inspirado la omnipotencia del príncipe de la Paz, no encontraron motivos suficientes para imponer á los acusados el mas lijero castigo no obstante el monarca los desterró gubernativamente á diferentes puntos del reino.

D. Manuel Godoy envió al gran duque de Berg una relacion detallada de estos acontecimientos para que la enseñase al emperador Napoleon: no es dificil adivinar la aspereza y el espíritu de parcialidad que caracterizaría su relato. Sin embargo apuntó una circunstancia propia para dar pie á importantes resultados; esto es, la intelijencia que ecsistia entre Escoiquiz y el embajador frances Beauharnais, con la promesa que este habia hecho á Fernando de la proteccion del emperador. Desagradó en alto grado á Napoleon el último estremo, y riñó severamente á Beauharnais, privándole del conocimiento confidencial y auténtico de los planes que formaba su amo sobre España,

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Tenian su orijen estos planes en los artículos secretos del tratado de Tilsit, en el que se habian concluido estipulaciones para destronar la rama de Borbon que reina ba en la Península, y para colocar en el sólio á uno de los hermanos de Napoleon. Para llevar á cima semejante empresa, Napoleon fingia prestarse á los designios que la ambicion de Godoy habia hecho adoptar al gabinete español; y en 27 de octubre de 1807 firmóse en Fontaine

bleau un tratado secreto (Apéndice número 4°), entre el emperador representado por el mariscal Duroc y Carlos IV, representado por D. Eugenio Izquierdo, consejero de Estado (1): tratado que debe mirarse como el manantial de los espantosos acontecimientos de que no tardó en ser tea. tro la nacion española.

En virtud de este convenio el rey de Austria de bia ceder á Napoleon sus posesiones en Toscana, y recibia en cambio la provincia de entre Duero y Miño y la ciudad de Oporto en Portugal, con el título de rey de la Lusitania Septentrional. La pro. vincia de Alentejo y el reino de los Algarves en el mismo Portugal, debian pasar al dominio del príncipe de la Paz con el título de príncipe de los Algarves las otras provincias portuguesas quedarian en depósito hasta la paz general, firmada la cual Carlos IV y Napoleon podrian disponer de ellas como juzgasen mas conveniente. Contenia tambien el tratado otros arreglos que tendian todos á favorecer el vasto proyecto que habia concebido

(1) D. Eugenio Izquierdo, natural de Zaragoza, pertenecia á una familia pobre y oscura. Encargóse de los gastos de su educacion el conde de Fuentes, quien Je presentó despues en la corte á título de protector. No tardó en ser consejero de Estado y ajente confidencial del príncipe de la Paz. Despues del tratado de Fontainebleau no tomó ya parte en los negocios políticos: puede colocarse á Izquierdo en el catálogo de los españoles que han contribuido á las desgracias de su pátria.

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