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España. Los libros prohibidos circulaban con la mayor facilidad, á despecho de las amenazas y de los anatemas, y se devoraban con ansia los periódicos estranjeros igualmente prohibidos, no solo en Madrid sino tambien en las provincias. En el recinto mismo del real palacio se estudiaba la química, de cuya ciencia habia fundado una cátedra el infante don Antonio y plantificó el sistema de enseñanza mútua una sociedad de grandes de España, que la divulgó y protejió con una atencion y un celo digno de los mayores elojios.

Desgraciadamente apenas se percibian en la masa de la nacion tan laudables esfuerzos : la influencia del partido contrario habia causado una impresion demasiado fuerte en el ánimo del pueblo, y apenas es creible hasta que punto llegaron los infortunios de un pais, donde los fanáticos convertian la relijion en instrumento de sus malvados designios y de sus pasiones. La poblacion disminuia tanto, cuanto mas se llenaban los con. ventos de hombres separados de la sociedad, y despreciábanse las profesiones útiles para gozar de las gollerías del estado eclesiástico. Las cla ses íntimas eran de dia en dia mas estúpidas, y sin disfrutar de los beneficios que proporciona á los pueblos la práctica de una fe pura, devoraban la Península todas las plagas que provienen del fanatismo y de la supersticion.

HACIENDA.

De cuantas administraciones ecsistian en España antes de 1808, ninguna presentaba un cúmulo tan grande de abusos, de errores y de marcas de ignorancia.

Las guerras civiles que habian desolado la Península, la diferencia de leyes, de hábitos Ꭹ de costumbres en las diversas provincias, la falta de una representacion nacional fundada en leyes positivas y revestida de derechos legalmente reconocidos, la distribucion viciosa y desigual de las propiedades, la ignorancia de los principios elementa

les de la economía política, y quizás mas que todo la corrupcion de los funcionarios públicos, eran otras tantas causas poderosas que contribuían mas ó menos á dejar la España atrás de las demás naciones en un punto tan delicado y tan importante del sistema social. Las contribuciones ecsijidas á los españoles del tiempo de Cárlos IV, se reducian á los mismos recursos que en el reinado de Cárlos V, de los Felipes y de sus succesores; pero habíanse aumentado á proporcion de las necesidades del estado sin fijar la atencion en mas consideraciones que la ecsijencia del momento. Tales impuestos habian de ser pues arbitrarios porque no se funda. ban en leyes fijas, en principios ciertos ni en bases razonables; porque se imponian al pueblo de una manera tiranica á medida que apremiaban los apuros del gobierno. La aplicacion del producto de las alcabalas era tan irregular como el modo de cobrarias, y lejos de aplicarse al servicio del estado, únicamente aprovechaban para enriquecer á las personas que viven de los abusos. Asi España con un suelo fértil, un clima templado y una multitud de primeras materias tan variadas y abundantes como útiles y preciosas, España cuyos habitantes sacrificaban la mayor parte de sus riquezas al te soro público, se veía en la época de que hablamos, sin dinero, sin crédito y abrumada por una deuda inmensa, que todos los dias se creía obligada á au mentar en vez de disminuir. Puede decirse que durante la guerra de la independencia carecía de

que

tesoro público: las provincias pagaban las contribuciones que los vencedores y los vencidos les imponian en virtud de leyes militares, y el gobierno defendía la causa de Fernando recibia de América y de los ingleses el dinero con que hacía frente á las necesidades mas urjentes. Por otro lado el gobierno del rey José sacaba cuanto podia de las provincias que dominaban sus armas, y que vinieron á un aniquilamiento tan grande que se vió obligado el tesoro imperial de Francia á suministrar á José el dinero necesario para sostener su córte y pagar las jentes empleadas en su servicio.

Durante su corta ecsistencia, las córtes carecieron de tiempo y de ocasion para ocuparse en la mejora de esta parte de las instituciones públicas; y es probable que aunque se hubiese presentado una coyuntura propicia, la carencia absoluta de hombres capaces de emprender tan árdua tarea les hubiera impedido llevar á cabo la obra. No será inútil indicar aquí la causa de la falta de conoci mientos económicos en España, como tambien la ninguna importancia que los gobiernos que se habian succedido en aquel pais dieron á un sistema regular de rentas, y al destino que se daba á las contribuciones del estado.

Entre todos los pueblos de Europa ninguno tie ne menos necesidades físicas que el español: naturalmente sobrio, dotado de una constitucion vigorosa y robusta, viviendo en un clima muy

suave y sobre un suelo fértil que en un corto espa. cio produce muchas sustancias nutritivas, necesita muy poco para vivir, y se halla bien sin las precauciones y las comodidades que el rigor del clima, los progresos del lujo y el refinamiento de las ideas han hecho indispensables en el dia en las • otras naciones.

De donde proviene que los españoles sienten muy poco las privaciones, y por consiguiente la causa que las produce no irrita vivamente los ánimos, ni escita sérios descontentos como en otros paises. Los empleados del gobierno permanecen algunas veces años enteros sin recibir el sueldo, y no se oyen quejas: los rejimientos viven en algu nas ocasiones únicamente de la racion, y sin embargo no desiertan de sus banderas. Semejante espíritu de paciencia hace á la autoridad perezosa, y como el peligro no sea muy inminente ó muy grave no opone esfuerzo alguno para precaverlo así se perpetúan los males de toda especie que acompa ñan siempre á la indolencia y á la pobreza.

Fernando á su vuelta al suelo patrio, no adoptó plan ó principio alguno capaz de poner un término á tantas calamidades. La nacion habia soste nido la carga de una guerra desastrosa, y sin embargo no estaban enteramente agotados sus recursos. Las tropas francesas habian esparcido por el reino una cantidad muy grande de dinero entre las clases industriosas, y las vicisitudes de los negocios políticos habian producido notables mu том. 1.

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