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consejos reales sobre puntos de jurisdiccion, y sobre las facultades y privile gios que el Santo Oficio iba usurpando y arrogándose en todas las materias, para tomar el rey, en vista de su informe, la resolucion mas conveniente.

La junta, despues de examinados los antecedentes que obraban en los consejos de Castilla, de Aragon, de Italia, de Indias y de las Ordenes, decia: «Reconocidos estos papeles, se halla ser muy antigua y muy universal en to«dos los dominios de V. M., en donde hay tribunales del Santo Oficio, la tur«bacion de las jurisdicciones, por la incesante aplicacion con que los inquisido«res han porfiado siempre en dilatar la suya con tan desar eglado desórden «en el uso, en los casos y en las personas, que apenas han dejado ejercicio á la «jurisdiccion real ordinaria, ni autoridad á los que la administran. No hay es«pecie de negocio, por ageno que sea de su instituto y facultades, en que con «cualquier flaco motivo no se arroguen el conocimiento. No hay vasallo por mas «independiente que sea de su potestad, que no lo traten como á súbdito in«mediato..... No hay ofensa casual, ni leve descomedimiento contra sus do«mésticos, que no le venguen y castiguen como crímen de religion... . No so«lamente estienden sus privilegios á sus dependientes y familiares..... no les «basta eximir las personas y las haciendas de los oficiales de todas las cargas «y contribuciones públicas, por mas privilegiadas que sean, pero aun las casas «de sus habitaciones quieren que gocen la inmunidad de no poderse estraer de «ellas ningunos reos.... En la forma de sus procedimientos y en el estilo de «sus despachos usan y afectan modos con que deprimir la est macion de «los jueces reales ordinarios, y aun la autoridad de los magistrados superio«res; y esto no solo en las materias judiciales y contenciosas, pero en los pun «tos de gobernacion política y económica ostentan esta independencia y des «conocen la soberanía.>>

Hacía luego la junta una curiosa y erudita reseña histórica de los escesos y abusos cometidos por los inquisidores en su afan de invadir los derechos y atribuciones de la autoridad real y de la potestad civil, desde la creacion del tribunal de la Fé hasta aquellos dias; recordaba las competencias que en cada reinado se habian motivado en materia de jurisdiccion; enumeraba las diferentes medidas que para contener aquel espíritu invasor habia sido menester tomar en cada época; quejábase de la inobservancia de aquellas providencias por parte de los inquisidores; lamentábase de la frecuente estralimitacion de sus facultades, de la usurpacion de inmunidades y privilegios, del abuso que habia hecho siempre de las censuras y de sus ilegales y tiránicos procedimientos; demostraba que no tenia la Inquisicion otra jurisdiccion en lo temporal que la que los reyes le habian dado y le podian retirar, y que lo que en otro tiempo

habia otorgado una piedad confiada podia ahora mejorarlo una esperiencia advertida; y concluia diciendo:

<«<Señor: reconoce esta junta que á las desproporciones que ejecutasen los «tribunales del Santo Oficio corresponderian bien resoluciones mas vigorosas. «Tiene V. M. muy presentes las noticias que de mucho tiempo á esta parte «han llegado y no cesan de las novedades que en todos los dominios de V. M. «intentan y ejecutan los inquisidores, y de la trabajosa agitacion en que tienen «<á los ministros reales. ¡Qué inconvenientes no han podido producir los casos «de Cartagena de las Indias, Méjico y la Puebla, y los cercanos de Barcelona y «Zaragoza, si la vigilantísima atencion de V. M. no hubiera ocurrido con tem«pestivas providencias! Y aun no desisten los inquisidores, porque están ya <«<tan acostumbrados á gozar de la tolerancia, que se les ha olvidado la obedien«cia........... A la junta parece, por lo que V. M. se ha servido de cometerla, que «satisface á su obligacion proponiendo estos cuatro puntos generales: Que la <<Inquisicion en las causas temporales no proceda con usuras: Que si lo hiciese, «usen los tribunales de V. M. para reprimirlo el remedio de las fuerzas: Que «se modere el privilegio del fuero en los ministros y familiares de la Inquisicion «y en las familias de los inquisidores: Que se dé forma precisa á la mas breve "espedicion de las competencias. Esto será mandar V. M. en lo que es todo «suyo; restablecer sus regalías; componer el uso de las jurisdicciones; redimir «de intolerables opresiones á los vasallos, y aumentar la autoridad de la In«quisicion, pues nunca será mas respetada que cuando se vea mas contenida «<en su sagrado instituto, creciendo su curso con lo que ahora se derrama sobre «las márgenes, y convirtiendo á los negocios de la fé su cuidado, y á los enc→ «migos de la religion su severidad. Este será el ejercicio perpétuo del Santo <«<Oficio; santo y saludable cauterio, que aplicado á donde hay llaga la cura, pe«ro donde no la hay la ocasiona (4).»

Semejante consulta hecha á un monarca tan supersticioso como Cárlos II. y tales doctrinas emitidas por una junta de hombres doctos á los diez y seis años de haberse ejecutado el célebre auto de fé de la Plaza Mayor de Madrid, podian sin duda considerarse como el anuncio de que la casi-omnipotencia inquisitorial, que llevaba mas de dos siglos de un predominio siempre creciente, iba á entrar en el período de su declinacion y de su decadencia

(4) Coleccion de leyes y reales cédulas; Reinado de Cárlos II. MM. SS. de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, tomo XXX.-La consulta es de 21 de mayo de 1696.

Es tan importante este documento, y es tá escrito con tanta erudicion y con tan

abundante y provechosa copia de datos, que á pesar de su mucha estension nos hemos decidido á darle por apéndice á la historia de este reinado, mucho mas cuando no sabemos que haya sido dado basta ahora á la estampa, y llamamos hácía él la atencion de nuestros lectores.

CAPITULO XI.

GUERRA CON FRANCIA.

R

De 1692 á 1697.

Campañas de Flandes.-Asiste Luis XIV. en persona al sitio y conquista de Namur.Derrota Luxemburg á los aliados en Steinkerque.-Desastre de la armada francesa en la Hogue.-Célebre triunfo del ejército francés en Neerwinde.-Victoria naval del almirante Tourville.-Muerte de Luxemburg: sucédele Villeroy.-Recobran los aliados á Namur.-Campañas de Italia.---Triunfos de Catinat.-Tratado particular entre Luís XIV. y el duque de Saboya.-Campañas de Cataluña.-Vireinato del duque de Medinasidonia. —Piérdese la plaza de Rosas.—Vireinato del marqués de Villena.-Derrota de los españoles orillas del Ter.-Piérdense Gerona, Hostalrich y otras plazas.-Vireinato del marqués de Gastañaga.-Proezas de los miqueletes.-Recibe grandes refuerzos el ejército español.-Es derrotado orillas del Tordera.-Vireinato de don Francisco de Velasco.Sitio y ataque de Barcelona por los franceses.-Flojedad y cobardía del virey.-Ardor de los catalanes.-Barcelona se rinde y entrega al duque de Vendôme.-Tratos y negociaciones para la paz general.-Capítulos y condiciones de la paz de Riswick.-Desconfianza de que descanse la Europa de tantas guerras.-Objeto y miras del francés en el tratado de paz de Riswick.

La guerra que con los ejércitos de Luis XIV. estábamos hacia años sosteniendo en todos los dominios españoles, y que dejamos pendiente en 1691, continuó mas viva al año siguiente, cuando á la falta ordinaria de recursos en que habitualmente estábamos se añadia la desgracia de haberse perdido la mitad de la flota que venia de Indias, con ocho millones con que se contaba para la próxima campaña.

El poderoso monarca francés, que deseaba acabar de aniquilar nuestra po

tencia para sujetarla después sin obstáculo al designio que sobre ella tenia, no abrigando ya temores, ni por la parte de la Alemania ni por la de Saboya, resolvió caer con el grueso de sus fuerzas sobre Flandes y sobre Cataluña, habiendo además equipado dos poderosas flotas, la una con destino á obrar en el Occéano é impedir que pasáran á Flandes tropas de Inglaterra, la otra en el Mediterráneo para estorbar que entrasen convoyes en España. Quiso mandar él mismo en persona el ejército de los Paises Bajos, con el cual puso sitio á Namur (mayo, 1692), que defendia el príncipe de Barbanzon con ocho mil doscientos españoles, alemanes, holandeses é ingleses. Encomendó, como acostumbraba, la direccion de las operaciones del sitio al famoso ingeniero Vauban, y la plaza fué rendida (junio) despues de una defensa vigorosa, sin que pudieran socorrerla el príncipe de Orange, rey de Inglaterra, y el elector de Baviera, quo mandaban las tropas de los aliados.

Despues de algunos movimientos y de haberse estado algun tiempo observando los ejércitos de Francia y los de la confederacion, dióse al fin una sangrienta y famosa batalla en un lugar llamado Steinkerque (3 de agosto, 4692), ó por mejor decir, muchos sangrientos combates en un mismo dia, puesto que en cada uno de ellos se tomaban y recobraban baterías espada en mano, y caian á las descargas regimientos enteros; sin que tal mortandad sirviera para otra cosa que para acreditar el valor y la inteligencia de los dos generales (era eldo los franceses el mariscal de Luxemburg), para sacrificar ocho ó diez mil hombres de cada parte entre muertos y heridos, y para llevar el luto y el llanto al seno de muchas familias distinguidas. Por lo demás los dos ejércitos se retiraron á sus respectivos campos, sin que ninguno de ellos pudiera templar el dolor de tanta pérdida con la satisfaccion del triunfo. Lo demas de la campaña de aquelaño se redujo á reencuentros parciales y pequeñas acciones con éxito vario, á arrojar los franceses algunas bombas sobre Bruselas, y á fortificar cada cual sus respectivas plazas (1),

En cambio de las ventajas que Luis XIV. habia obtenido en Flandes, su proyecto de restablecer al rey Jacobo en el trono de Inglaterra le costó la pérdida de su escuadra en la gran batalla naval de la Hogue (1692), una de las mas terribles que en los últimos siglos se habian dado en los mares. Cincuenta navíos franceses tuvieron que luchar contra ochenta y uno de línea in leses, que llevaban cerca de seis mil cañones y treinta y seis mil soldados. Los franceses, obligados á retirarse, fueron arojados por los vientos á las costas de Bretaña y Normandia, donde el almirante inglés les quemó trece navíos,

(1) Memorias para la Historia de la vida Unidas.-Gacetas de Madrid de 4694 y 92. militar de Luis XIV.-Hist. de las Provincias

ademas de los catorce que fueron quemados en la rada de la Hogue. El rey Jacobo perdió enteramente la esperanza de volver á ceñir la corona, y aquel desastre señaló una de las primeras épocas de la decadencia del poder marítimo de la Francia y de la preponderancia de la marina inglesa (1).

Acusaba Luis XIV. á los aliados de perturbadores de la paz pública, porque no le dejaban gozar con quietud de lo que les habia usurpado, cuando ellos en verdad no hacian sino procurar contener su ambicion y defenderse de sus agre siones. Grandes eran los preparativos de unos y otros para la siguiente campaña en los Paises Bajos. El francés tenia distribuidos en la frontera ochenta mil hombres, que se podian reunir en menos de veinte y cuatro horas. Las pri meras operaciones, que comenzaron este año mas tarde y pasada ya la primavera (1693), fueron en general desfavorables á los aliados. Pero todo el interés de esta campaña le absorbió la famosa batalla de Neerwinde, en que pelearon desesperadamente franceses, ingleses, holandeses, alemanes, italianos y españoles, en que el mariscal de Luxemburg ganó una de las mas insignes y señaladas victorias, y en que los aliados perdieron, ademas de muchos millares de guerreros valerosos, setenta y seis cañones, ocho morteros, nueve pontones, y ochenta y dos estandartes (29 de julio, 1693). Los españoles maravillaron alli por la obstinacion y la constancia con que sostuvieron por tres veces en el ala derecha otros tantos sangrientos combates contra los franceses ya victoriosos de los de Brandeburg y de Hannover; y el príncipe de Orange mostró quo merecia ser contado entre los mas famosos generales de su tiempo, no tanto por su arrojo en la pelea como por la prudencia y la habilidad con que ejecutó la retirada. El ejército francés habia sido una tercera parte superior en número al de los confederados. Lo mas notable que ocurrió despues de esto triunfo fué la rendicion de Charleroy al mariscal de Luxemburg (10 de noviembre, 1693), cuando ya los cuatro mil hombres que la guarnecian habian quedado reducidos á mil doscientos: despues de lo cuál unos y otros se retiraron á descansar en cuarteles de invierno (2).

Vengáronse tambien este año los franceses del desastre naval que en el anterior habian sufrido. Luis habia hecho construir y armar otros tantos navíos como los que perdió en la Hogue. Una escuadra formidable al mando del almirante Tourville salió de los puertos de Francia á cruzar el Mediterráneo; detúvose en el golfo de Rosas, tomó rumbo hacia el cabo de San Vicen

(4) John Lingard, Hist. de Inglaterra, de 18 de agosto, 1693: Refiérese el suceso tom. V. c. 5. de la sangrienta batalla, etc. De Bruselas, á 1.o de agosto.

(2) Vida militar de Luis XIV.-Hist. de Las Provincias Unidas. Gaceta de Madrid

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