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maravillados de su prudencia y su valor, y la ceremonia se ejecutó como si nada hubiera sucedido. Túvose por conveniente no formar proceso á los culpables de la calamidad de Vigo, que hubieran sido muchos, sin esceptuar los ministros, y todavía pudo sacarse no despreciable cantidad de oro y plata de los buques que se habian ido á fondo (1).

Aunque al almirante de Castilla le alcanzaba tanta responsabilidad por la desgracia de Vigo, como consecuencia de la espedicion contra Andalucía, sin duda solo se tenian de él sospechas, cuando el cardenal Portocarrero para alejarle de la córte y siendo tan contrario suyo no se atrevió á hacerlo sino bajo un pretesto honroso, nombrándole embajador cerca de la córte de Versalles, donde no podia hacer daño, y cuyo nombramiento aprobó el soberano francés. Vaciló algun tiempo el orgulloso magnate en aceptar aquel cargo, recelando que fuese una emboscada política, y temiendo hasta verse preso en llegando allá. Pero después, discurriendo que aquello mismo podia facilitarle burlar mejor á sus contrarios, admitió la embajada, y tomando públicamente sus disposiciones para emprender el viage, y sin revelar su oculto pensamiento sino al embajador de Portugal don Diego de Mendoza su amigo, despidióse de la reina y de la córte, y partió camino de Francia. Mas á las pocas jornadas, figurando haber recibido nuevas instrucciones de la reina para pasar ántes á Portugal, varió de rumbo y encaminándose á aquel reino penetró en él y se dirigió á Lisboa, donde ya desembozadamente esplicó las razones de aquel proceder, y aun publicó un manifiesto, que era una verdadera invectiva contra el gobierno de Madrid, bien que protestando todavía fidelidad á su rey. Sin embargo, el embajador de España en Portugal le proclamó rebelde, y de serlo dió hartas pruebas en adelante siendo uno de los mas eficaces partidarios y auxiliares del archiduque de Austria. Formósele proceso, y le fueron confiscados los bienes.

La defeccion del almirante, uno de los mas poderosos magnates de Castilla, y de los mas emparentados con casi toda la grandeza y nobleza de España, hombre además de bastante ingenio, travesura y expedicion, fué de un ejemplo funestísimo, y todos consideraron su fuga como la señal de una defeccion general en la grandeza y como el preludio de la guerra civil.

Todos estos acontecimientos habian hecho y hacian cada dia mas necesario el pronto regreso de Felipe V. á España. Detúvose no obstante todo el mes de octubre en Milan hasta poder pasar revista á un regimiento de caballería española y otro de infanteria walona, con una compañía de mosqueteros flamencos,

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Macanáz, Memorias manuscritas, ca--Belando, Historia civil, P. I., c. 23. pitulo 9.-San Felipe, Comentarios, A. 1702.

que creó para guardia de su real persona. Hizo alli merced del Toison á los principes sus hermanos y á algunos otros caballeros franceses; otorgó varias mercedes de títulos y grandezas de España, distribuyó los mandos del ejércitɔ de Italia, y designó las personas que le habian de acompañar á la península. La ciudad de Milan le regaló una corona y un cetro de oro en señal de su fidelidad, único presente que S. M. aceptó de aquellos naturales. Alli recibió tambien al cardenal d'Estrées, enviado por Luis XIV. como embajador extraordinario de España en reemplazo del conde de Marsin. Las instrucciones dadas por el monarca francés al nuevo embajador manifiestan que, mas conocedor ya del carácter del pueblo español, habia determinado seguir una nueva y diferente política para con la España: puesto que en ellas le exponia sus quejas de Marsin y de Louville por su funesta influencia con Felipe, á causa de la excesiva preferencia que le hacian dar á los franceses, con justa ofensa y manifiesto agravio de la dignidad y del orgullo español, cuyo amor y simpatías corria grande riesgo de enagenarse. Añadiale que la mejor consejera del rey debia ser la reina su esposa, cuyo talento y discrecion elogiaba, en union con la princesa de los Ursinos (4).

Partió pues Felipe V. de Milan (7 de noviembre, 1702), acompañado del nuevo embajador, y encaminándose por Pavía y Alejandría á Génova, detúvose algunos dias en esta ciudad, recibiendo los obsequios y atenciones del dux y del senado de aquella república enemiga. Llególe alli por estraordinario la fatal noticia de la catástrofe de Vigo, y aunque pareció que deberia ser un aguijon para acelerar su viage, hízole mas lentamente de lo que era de esperar. Puesto que desde Génova, donde se reembarcó el 16, hasta Figueras empleó un mes cumplido (hasta el 16 de diciembre). Esperábale alli el conde de Palma, virey de Cataluña. Desde aquella ciudad despachó un estraordinario á la reina, con un decreto en que mandaba cesase la junta de gobierno que habia

(1) Desvia el rey de su servicio á los es«pañoles (le decia entre otras cosas) á causa ade una preferencia demasiado manifiesta á alos franceses. Diríase que sus súbditos son apara él insoportables; á lo menos de esto se quejan ellos, asegurando que por esta «razon muchos se volvieron á Madrid en luagar de acompañarle al ejército: añaden aque desde que S. M. ha salido de la capital ha cesado completamente de hablar su idioma...... El rey es frio, y los españoles «circunspectos: nada por lo tanto sirve de lazo entre el soberano y sus súbditos, y ast ese aumenta la natural antipatia entre fran«ceses y españoles. Es preciso que ponga el

arey de España el mayor conato en ganar ala voluntad de sus vasallos: si estima poco cá los españoles, es fuerza que lo oculte «cuidadosamente, reflexionando que ellos «son los que gobierna y con ellos tiene que «vivir..... La nacion española no ha dado al «mundo menos hombres eminentes que otra «cualquiera, y puede dar muchos más toda«via..... Su amistad á Francia debe inspirar«<le el deseo de que vivan en la mas estrecha «union españoles y franceses, y si prefiere á estos, se aumentará el ódio de aquellos, ay harto fuerte es ya por desgracia la an«tipatia.-Memas de Noailles, tom. II

creado al tiempo de pasar á Italia, agradeciendo mucho el celo con que durante su ausencia habian desempeñado su cargo todos los ministros, el cual tendria presente para remunerar sus servicios, y ordenando que se le enviasen los negocios para despacharlos por sí mismo, á escepcion de los que por su urgencia hubiera de despachar la reina (1).

Prosiguió el rey su viage por Cataluña y Aragon, descansando algunos dias en Barcelona y Zaragoza; y no empleando mas celeridad que antes en el camino llegó el 13 de enero á Guadalajara, donde habia salido la reina á recibirle, y juntos hicieron su entrada en Madrid (47 de enero, 1703), siendo aclamados por el pueblo con las mismas ó mayores demostraciones de regocijo que cuando por primera vez entró en la córte de España (2).

(1) Macanáz, Memorias, cap. 9.-San Felipe, Coment. A. 4702.-El itinerario de su viage hasta salir de Italia puede verse en el opúsculo Journal de Philippe V. en Italie.

(2) San Felipe, Comentarios.-Belando, Historia civil.—Macanáz, Memorias, MSS.Diario de sucesos de 1701 á 1706. MS. de la Biblioteca Nacional.

CAPITULO III.

LUCHA DE INFLUENCIAS EN LA CORTE.

ACTIVIDAD DEL REY.

1703.

Conducta del rey á sú regreso á España.-Rivalidad entre la princesa de los Ursinos y cl embajador francés.—Intrigas del cardenal.-Contestaciones entre Luis XIV. y los reyes de España sobre este punto.-Triunfo de la princesa sobre sus rivales.-Separacion del cardenal embajador.-Retirada de Portocarrero.-Nuevas intrigas en las dos córtes.— El abate Estrées.-Aplicacion del rey á los negocios de Estado.-Reorganiza el ejército.-Espontaneidad de las provincias en levantar tropas y aprontar recursos -Actividad de Felipe. Anuncios de guerra.-Ligase el rey de Portugal con los enemigos de España.-Viene el archiduque de Austria á Lisboa.-Declaracion de guerra por ambas partes.-Estado de la guerra general en Alemania, en Italia y en los Paises Bajos

Tan pronto como Felipe regreso a la córte de España, y se desembarazó de las primeras ceremonias de los besamanos, de los plácemes y de los festejos con que se celebró su entrada, puso en ejecucion su decreto espedido en Figueras consagrándose á despachar por sí mismo todos los negocios de gobierno, sin dar entrada en el despacho á ningun consejero, ni de los que le habian asistido en su jornada, ni de los que habiar formado el de la reina durante su ausencia; pues no queriendo servirse de todos, ni hacer preferencias que suscitáran celos y rivalidades, tuvo por mejor no admitir á ninguno Veremos luego los saludables efectos de esta conducta del jóven monarca, que causó gran novedad y estrañeza, especialmente al cardenal Portocarrero, que

tanta influencia estaba acostumbrado á ejercer. Que aunque todavía siguieron dándose los mejores empleos á sus deudos y criaturas, mortificábale mucho no tener entrada en el gabinete del despacho. En cambio tenia en su casa una junta compuesta de varios eclesiásticos y letrados para tratar de todas las cosas de gobierno, los cuales eran muy buenos y muy esperimentados en materias eclesiásticas y de justicia, pero ni versados ni entendidos, y casi completamente agenos á las de hacienda, guerra y gobernacion general de un Estado; y por lo tanto no hicieron otra cosa que cuidar de los adelantos y medros de sus hechuras, y crearse enemigos entre los magnates, y hacer mas odioso al cardenal (4).

Mas no por eso dejaron de rodear á los nuevos monarcas encontradas influencias como en los reinados anteriores. Eran no obstante influencias de otro género; porque eran personages de otro y mas superior talento, de otras y mas elevadas miras los que figuraban en la escena del teatro politico de la córte de España, como eran tambien otras las cualidades y otro el proceder de los dos soberanos. Hasta entonces la princesa de los Ursinos con su reconocida habilidad se habia captado el favor de la reina, é influido de tal manera con sus consejos en los negocios, políticos, que no sin razon, y con el donaire que ella sabia usar en su correspondencia escrita, llamaba aquel período de su privanza mi ministerio. Pero la venida del cardenal Estrées, con todas las infulas de confidente de Luis XIV., enviado, no ya para dar consejos, sino para gobernar; con todo el orgullo de un diplomático acreditado en las córtes de Roma y Venecia, y con la presuncion que traia de su mérito, colocó á la de los Ursinos en una posicion nueva y muy delicada. Porque no tardó el cardenal en mostrar que le ofendia el influjo de la princesa, y ésta tuvo que luchar, no solo con la rivalidad del embajador, sino tambien con los celos y envidias de su sobrino el abate Estrées, del confidente del rey Louville, y de su confesor el jesuita Daubenton.

No se acobardó por eso la princesa, y ponia en juego los recursos de su ingenio para disputar á todos el terreno del favor. Por fortuna suya perjudicó al embajador purpurado su impaciencia por hacer alarde de su superioridad, pues negándose á entenderse con Portocarrero, con Arias y con el marqués de Rivas, se atrajo la enemistad de aquellos antiguos ministros; con sus disputas sobre preferencia paralizaba la marcha de los negocios, y con quejas de que no se le permitia cierta familiaridad en la cámara del rey,

(1) Formaban esta junta, don Juan Antonio de Urraca, canónigo de Toledo, la persona de mas confianza del cardenal, y comensal suyo, don Alonso Portillo vicario de

Madrid, don Sebastian de Ortega, consejero de Castilla y gran jurisconsulto, y algunos

otros.

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