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modo que en poco tiempo pudieron ponerse sobre las fronteras de Portugal veintiocho mil infantes y diez mil caballos, fuerza muy superior á la que habia esparcida en todos los dominios españoles á la muerte de Cárlos II.

A estas pruebas de adhesion y de amor que Felipe V. recibia de sus pueblos, correspondia él trabajando con maravillosa actividad para buscar de la manera menos onerosa posible medios y recursos con que subvenir á todas las necesidades, cuidando de la organizacion, instruccion y conveniente distribucion de las tropas; fortificando las plazas; cubriendo las fronteras, segun el mayor peligro de cada una; nombrando los vireyes, gobernadores, generales y gefes de mas crédito y reputacion, y destinándolos á los puntos y á los cuerpos en que cada uno podia ser mas útil; fomentando y aumentando las fuerzar de mar al propio tiempo que las de tierra, para cuyo sostén y mantenimiento le sirvió mucho la capacidad rentística y la aplicacion infatigable del ministro de Hacienda Orri. De este modo, España que al advenimiento de Felipe apenas podia mantener unas miserables y casi desnudas compañías de soldados, se vió otra vez como por encanto cubierta y defendida por respetables cuerpos de ejército, vestidos y disciplinados, aunque en su mayor parte todavía bisoños (1).

Todo era necesario. Porque ademas de la guerra que los enemigos de la nueva dinastía le habian movido ya en Italia y en Flandes; de la que hacian las escuadras inglesas y holandesas á nuestras posesiones trasatlánticas para apoderarse de los dominios españoles del Nuevo Mundo; de los ataques continuos que los reyes moros de Marruecos y de Mequinez, excitidos y auxiliados por aquellas potencias, daban á nuestras plazas de Ceuta y Qran, obligando á nuestras escasas guarniciones á sostener diarias peleas y á estar en jaque siempre; de los frecuentes choques de nuestras naves con las flotas angloholandesas en ambos mares, amenazaba muy próxima la invasion de los confederados contra España en el territorio de nuestra propia península.

Este plan habia sido fraguado en Lisboa. La defeccion del almirante de Castilla, su ida á aquella ciudad, y sus excitaciones fueron de gran provecho á los confederados contra Francia y España. El rey don Pedro de Portugal entró con ellos en la liga, no obstante el tratado de paz y amistad, celebrado ántes

Alava; la de Guipúzcoa suministró un tercio de seiscientos hombres armados y equipados; Granada mil infantes y quinientos caballos; y asi por este órden las demás segun su posibilidad.

(4) En el capitulo 11 de las Memorias manuscritas de Macanáz, se da una noticia bastante minuciosa de los nombramientos

que iba haciendo Felipe para el mando de los ejércitos, asi como de las personas en quienes proveía las embajadas, las plazas en los consejos, los obispados y demas cargos públicos, en los cuales se nota el cuidado que ponía en la eleccion de los sugetos y lo que atendia al mérito de cada uno.

con el francés, y el de neutralidad que posteriormente habia hecho. En vano el estado eclesiástico de Portugal en un memorial qne presentó á su monarca le espuso con fuertes, enérgicas y copiosas razones los gravísimos inconvenientes y daños que traeria á aquel reino la liga con Alemania, Inglaterra y Holanda; los desastres de la guerra en que tendria que tomar parte, los peligros de la religion, del trono y de la independencia portuguesa. Nada escuchó el monarca lusitano, y adhirióse á la confederacion. El emperador Leopoldo, por consejo del almirante, habia hecho cesion de sus derechos á la corona de España en su hijo el archiduque Cárlos, y la salida de éste para España quedó decidida. Una escuadra inglesa condujo al archiduque á Lisboa con ocho mil ingleses y seis mil holandeses de desembarco. El rey de Portugal le recibió como al soberano legítimo de España, y él tomó el nombre de Carlos III (7 de mayo, 1704). A los pocos dias publicaron cada uno su manifiesto, espresando su resolucion de acudir á las armas para libertar á España de la usurpacion y tiranía de Felipe de Anjou, y concediendo una amnistía general á todos los que á los treinta dias de su entrada en territorio español abandonaran la causa de los Borbones. Acusábase en este documento á la dinastía de Borbon de querer establecer en España el despotismo, como si esta clase de gobierno no hubiera sido introducida y sostenida por los reyes de la casa de Austria, hasta acabar con todas las libertades españolas (1).

Pero habíase ya anticipado á ellos el rey don Felipe, que con noticia de lo que se tramaba en Portugal y de haberse acordado la venida del archiduque, no solo habia hecho grandes aprestos para la guerra sino que determinó hacer por sí mismo la campaña á la cabeza de sus ejércitos y dió tambien un manifiesto demostrando la nulidad de los pretendidos derechos del príncipe austriaco, y haciendo patente la mala correspondencia y desleal conducta del monarca portugués. Y mientras que asi se cruzaban de una y otra parte los papeles, adelantábanse las armas españolas por todas las fronteras del vecino reino. Alli las dejaremos en tanto que damos cuenta de los principales acontecimientos que en otras partes de Europa tuvieron lugar en el año 1703, y del estado en que se hallaba la lucha de España y Francia contra los aliados cuando comenzó la guerra de Portugal.

(1) En el concierto celebrado entre el Plata. En aquellas se contaban Badajoz, Alaustriaco y el portugués habian convenido cántara, Alburquerque, Vigo, Bayona, Tuy, en que tan pronto como aquél se hiciera La Guardia y otras.-Macanáz, Memorias, dueño de España cedería al de Portugal las c. 17.-Belando, Historia civil de España, principales plazas de la frontera, asi por la P. I., c. 27.-Sucesos acaecidos entre Espaparte de Extremadura como por la de Galiña y Portugal con motivo de las guerras de cia, igualmente que las ricas provincias de sucesion, desde 1701 á 1701, Lisboa, 1707. la India española del otro lado del rio de la

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En Alemania, acometido el duque de Baviera, partidario de los Borbones, en sus propios estados por superiores fuerzas del Imperio, fué preciso á Luis XIV. enviar en su auxilio un ejército de mas de treinta mil hombres mandados por el denodado mariscal Villars, el cual por medio de un hábil movimiento cruzó la Selva Negra, y burlando al príncipe Luis de Baden logró incorporarse con el bávaro, cosa que no habian podido creer los enemigos (mayo, 1703). Otro cuerpo de veinte mil franceses conducido por el duque de Vendôme partió tambien para Italia á reunirse con el de Baviera, que obraba ya en el Tirol, y sometia el ducado de Neuburg, habiendo dejado á Villars en el Danubio, poniendo en contribucion todo el pais hasta el círculo de Suabia, y batiendo y derrotando al príncipe Luis de Baden. Vuelto á Italia el de Vendôme, y reforzado el de Baden con un considerable cuerpo de tropas alemanas, sostuvo alli la guerra contra el de Baviera y el de Villars, hasta que derrotado en una batalla en que perdió siete mil hombres y treinta y tres piezas (20 de setiembre, 4703), tuvo que retirarse cerca de Augsburgo, donde procuró atrincherarse. Por otro lado, otro cuerpo de cuarenta mil hombres, españoles y franceses, que á las órdenes del duque de Borgoña operaba en el Rhin, tomó á los alemanes la importante plaza de Brissac. Y habiendo regresado el de Borgoña á Versalles, y quedado con el mando de aquel ejército el mariscal de Tallard, rindió éste la plaza de Landau, despues de haber desbaratado á los príncipes de Hesse-Casel y de Nassau cerca de Spira (45 de noviembre, 1703), en cuya accion perdieron los alemanes treinta piezas y tuvieron mas de diez mil bajas. En cambio tomaron los imperiales en esta campaña las plazas de Bona y Limburgo.

Aunque corto el ejército español de Italia, todavía fué bastante para rendir á Vercelli (julio, 1703), dos años antes ocupada por los alemanes, é iguaì tiempo bloqueada por los españoles. Hiciéronse mil prisioneros, se tomaron sesenta piezas de artillería, y quedó libre la navegacion del Pó. El duque de Vendôme, que habia ido al Trentino y estrechaba el sitio de Trento, tuvo que retroceder para desarmar las tropas del duque de Saboya, de quien se supo que andaba en dobles tratos y habia hecho liga con los alemanes. Las tropas piamontesas fueron desarmadas (29 de setiembre, 4703), no obstante el socorro que les llevó el general Visconti; apoderóse después Vendôme de la ciudad de Asti (8 de noviembre), que salieron á entregarle el obispo y magistrado, y estableciendo cuarteles de invierno en el Piamonte, llegaba en sus correrías á las puertas de Turin, en tanto que el mariscal francés Tessé con tropas de la Provenza y del Delfinado penetraba en la Saboya y se apoderaba de Chambery.

En los Paises Bajos fué donde ardió menos viva este año la guerra, InTOMO IX. 48

gleses y holandeses tenian alli un poderoso ejército, con el cual emprendieron el sitio de Amberes. Pero acudiendo con celeridad las tropas francesas y españolas que habia disponibles, mandadas aquellas por el mariscal de Bouflers, éstas por el marqués de Bedmar, lograron un señalado triunfo sobre los aliados (30 de junio, 1703), en que las tropas de Francia y del elector de Colonia se condujeron con admirable valor, y las españolas y walonas asombraron á nuestros aliados y aterraron á los enemigos. De sus resultas los holandeses quitaron el mando á su general. Despues de aquel sangriento combate el escaso ejército franco-español hubo de limitarse á estar á la defensiva.

Tal era el estado de la guerra de sucesion en los Estados de fuera de España, cuando con la venida del archiduque Cárlos de Austria comenzó á encenderse dentro de nuestra península (1).

ad ann.-Belando, Historia civil de España, P. II., cs. 45 y 16.—Idem, P. III., capitulo 3 á 14.-Gacetas de Madrid de los años

(1) Historia de la casa de Austria, tom. I. -Historia de Europa, ad ann.-Id. de las Provincias Unidas de Flandes.-Leo y Botta, Istoria d'Italia.-Macanáz, Memorias, capi- correspondientes. tulo 12 y 18.-San Felipe, Comentarios.

CAPITULO IV.

GUERRA DE PORTUGAL.

NOVEDADES EN EL GOBIERNO DE MADRID.

De 1704 à 1708.

Ilusiones del archiduque y de los aliados.-Mal estado de aquel reino.-Grandes preparativos militares en España.-Salo á campaña el rey don Felipe.-El duque de Berwick. -Triunfos de los españoles. —Apodéranse de varias plazas portuguesas.-Retiranse á cuarteles de refresco.-Regresa el rey á Madrid.-Fiestas y regocijos públicos.-Empresa naval de los aliados.-Dirigese la armada anglo-holandesa á Gibraltar.- Piérdeso esta importante plaza.-Funesta tentativa para recobrarla.-Sitio desastrosq.-Levántase despues de haber perdido un ejército.-Recobran algunas p'azas los portugueses.— Intrigas de las cortes de Madrid y de Versalles.-Separacion de la princesa de los Ursinos.-Profundo dolor de la reina. - Nuevo embajador francés-Carácter y conducta de Grammont.-Cambio de gobierno.-Habilidad de la princesa de los Ursinos para captarse de nuevo el afecto de Luis XIV.-Va á Versalles.-Obsequios que le tributan en aquella córte.-Vuelve á Madrid, y es recibida con honores de reina.-El embajador Amelot.El ministro Orri.-Campaña de Portugal.-Tentativa de los portugueses sobre Badajoz. -Nueva politica del gabinete de Madrid.-El Consejo de gobierno.-La grandeza.— Conspiraciones.-Notable proposicion del embajador francés.-Es desechada.-Disgusto de los reyes.-Mudanzas en el gobierno.-Situacion de los ánimos.

Dejamos en el capítulo anterior hecha por ambas partes la declaracion de guerra entre Portugal y España, y muy próximas á romperse las hostilidades. El almirante de Castilla, alma de los planes de los enemigos en Lisboa, habiarepresentado al archiduque Cárlos de Austria y á todos los aliados como muy fácil la empresa de apoderarse de este reino y de ceñir la corona de

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