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CAPITULO V.

GUERRA CIVIL.

VALENCIA: CATALUÑA: ARAGON: CASTILLA.

De 1705 á 1707.

Formidable armada de los aliados en la costa de España.-Comienza la insurreccion en el reino de Valencia.-Embiste la armada enemiga la plaza de Barcelona.-El archiduque Cárlos: el principe de Darmstadt: el conde de Peterborough.-Crítica posicion del virey Velasco-Espíritu de los catalanes.-Ataque á Monjuich.-Muerte de Darmstadt. -Toman los enemigos el castillo.-Bombardeo de Barcelona.-Estragos.-Capitulacion. -Horrible tumulto en la ciudad.-Proclámase en Barcelona á Cárlos III. de Austria.Declárase toda Cataluña por el archiduque, á escepcion de Rosas.-Decidese el Aragon por el austriaco.-Terrible dia de los Inocentes en Zaragoza.-Guerra en Valencia.Ocupan los insurrectos la capital.-Sale Felipe V. de Madrid con intento de recobrar á Barcelona.-Combinacion de los ejércitos castellano y francés con la armada francesa. -Llega la armada enemiga y se retira aquella.-Sitio desgraciado.-Retírase el rey don Felipe. Jornada desastrosa.-Vuelve el rey à Madrid.-El ejército aliado de Portugal se apodera de Alcántara.-Marcha sobre Madrid.-Sálense de la córte el rey y la reina.→ Ocupa el ejército enemigo la capital.-Proclámase rey de España el archiduque Cárlos. -Desastres en Valencia.-Entereza de ánimo de Felipe V.-Reanima á los suyos y los vigoriza.-Parte de Barcelona el archiduque y viene bácia Madrid.-Sacrificios y esfuerzos de las Castillas en defensa de su rey.-Cómo se recuperó Madrid.-Se revoca y anula la proclamacion del austriaco.-Entusiasmo y decision del pueblo por Felipe.—Movimiento de los ejércitos.-Retirada de todos los enemigos á Valencia.-Pérdidas que sufren.-Cambio de situacion.-Estado del reino de Murcia.-Hechos gloriosos de algunas poblaciones.-Salamanca.-Ardimiento con que se hizo la guerra por una y otra parte.— Cuarteles de invierno.-Regreso del rey y de la reina á Madrid.

La pérdida de un ejército entero en el malhadado sitio de Gibraltar, la falta de caudales, consumidos en aquella desgraciada empresa, las discordias de la córte, la oposicion á admitir guarniciones francesas, el descontento y la

inquietud de los ánimos producida por las disidencias de los gobernantes, por los conspiradores de dentro y por los agentes de los aliados de fuera, el poco tacto en el castigo y en el perdon de los que aparecian ó culpables ó sospechosos de infidelidad, la ocupacion en las fronteras del reino lusitano de las росаз fuerzas que habian quedado á Castilla, los reveses que en la guerra esterior habian esperimentado por aquel tiempo las armas españolas, de que darémos cuenta oportunamente, todo alentó á los enemigos de la nueva dinastía y les dió ocasion para tentar la empresa de acometer el litoral de España, provocar la rebelion y apoderarse de los puntos en que contaban.con mas favorables elementos.

A este fin, despues de larga discusion en la junta magna que se celebró en Lisboa entre los representantes de las potencias aliadás, se resolvió la salida de una grande espedicion naval anglo-holandesa, compuesta de mas de ciento setenta naves, la mayor parte de guerra, que los Estados de las Provincias-Unidas y la reina de la Gran Bretaña tenian preparada en aquellas aguas. La empresa se dirigia principalmente contra Barcelona y Cataluña, sin perjuicio de sublevar otras provincias del Mediodía y Oriente de España. Iba en la armada el pretendiente austriaco, y por general de las tropas el inglés conde de Peterborough. En medio del sol abrasador de julio (1705) se presentaron algunos navíos á la vista de Cádiz, hicieron una tentativa inútil sobre la Isla de Leon, que encontraron prevenida, tomaron rumbo á Gibraltar, donde se embarcó el príncipe Jorge de Darmstadt con tres regimientos de tropas regladas, y pasaron á recorrer las costas de Almería, Cartagena y Alicante. La lealtad de los alicantinos respondió con entereza á las propuestas que desde bahía les enviaron los confederados (8 de agosto), con lo que prosiguieron éstos adelante, dando fondo en Altea, donde acudió desde Ondara un don Gil, antiguo capitan del regimiento de Saboya, vendido ya á los aliados, al cual entregaron cuatrocientos fusiles y algunos tambores, para que levantára y armára partidas de paisanos en la comarca, dejándole tambien cartas y credenciales para el arzobispo de Valencia, el conde de Cardona y otros de su partido.

En tanto que el grueso de la armada seguia su derrotero á Barcelona, algunos navíos anclaron en el puerto de Denia, avisaron con salvas á los moradores, de cuyas disposiciones sin duda estaban ya seguros, y les enviaron pliegos pidiendo se les entregára la ciudad. Congregado el ayuntamiento con los principales vecinos, y de acuerdo con el gobernador, que lo era entonces don Felipe Antonio Gabilá, se resolvió franquearles las puertas y entregarles las llaves de la ciudad y castillo. Al dia siguiente (8 de agosto) desembarcaron los ingleses, se proclamó solemnemente á Cárlos III. de Austria como rey le

gitimo de España, y se cantó el Te Deum, en medio de los repiques de las campanas y de las salvas de la artillería. Dejaron alli los aliados por comandante general á un valenciano llamado Juan Bautista Basset y Ramos, hijo de un escultor de Valencia, que sentenciado á pena de horca por un asesinato que habia cometido, logró fugarse, y habiendo pasado primero á Milan y después á Viena sirvió en la guerra que el emperador hacía al turco en Hungría, y ahora el archiduque le habia dado la patente de mariscal de campo. Esta fué la primera ciudad de la corona de Aragon que faltó á la fidelidad de Felipe V. y proclamó al archiduque de Austria (4).

Difundióse en esto la alarma y la perturbacion por todo el reino de Valencia. Los trabajos del conde de Cifuentes y otros magnates desafectos á la casa de Borbon no habian sido infructuosos. El pais estaba minado: tumultuáronse varios pueblos, vacilaban otros, y á todos alcanzaba la conmocion. El don Juan Gil habia repartido los fusiles, y andaba ya con su tropa de paisanos, en cuerpo de camisa, con sus alpargatas de esparto á los pies y sus piernas desnudas; primeras tropas que se forman siempre en las guerras civiles. A sofocar aquel principio de incendio acudió á la villa de Oliva el virey de Valencia, marqués de Villagarcía, asistido del mariscal de campo don Luis de Zúñiga, con la poca gente de que podia disponer. Agregóseles el duque de Gandía, como señor de muchos de aquellos lugares, y el rey don Felipe envió al general don José de Salazar con la caballería de las reales guardias, y otro regimiento de la misma arma mandado por el coronel don José Nebot. Tal vez habria sido esto suficiente para apagar en su origen la rebelion valenciana, si iguales ó parecidas novedades por la parte de Aragon no hubieran hecho necesario enviar allá al Salazar con sus guardias y las milicias, quedando solo con Zúñiga el catalan Nebot. Para la defensa de Denia no tenian los rebeldes sino un solo cañon: pero don Juan Gil, que habia acudido con algunos de sus paisanos armados, supo engañar las tropas reales figurando cañones de troncos pintados, Y haciendo hileras de bultos que remedaban hombres.

Sin embargo, este artific1o habria sido insuficiente sin la infidelidad de Nebot, que pasándose con su régimiento á los rebeldes, llevó prisioneros á los oficiales que no querian seguirle, y uniéndose á Basset en Denia, salieron jun- . tos y sorprendieron y aprisionaron en Oliva al general Zúñiga con todos los suyos (12 de diciembre, 1705). Este golpe fué fatal para todo el reino de Valencia. Los rebeldes se apoderaron pronto de Gandía. de cuya ciudad sacaron

(1) Relacion de la eniraaa que hicieron en la ciudad de Denia las armas de la Magestad Católica del rey nuestro señor don Carlos III.: impresa: tomo de Varios,

perteneciente á la biblioteca de don Próspero de Bofarull, archivero general de la corona de Aragon.-Belando, Historia civil, Parte 1., c. 36.

Ja artillería que en el siglo XVI. hizo fabricar su antiguo duque San Francisco de Borja, y con ella guarnecieron á Alcira que les abrió las puertas. Dirigiéronse desde alli á la capital, que el virey marqués de Villagarcía abandonó, viéndolo todo perdido. El pueblo, prévia una formal capitulacion, en que se ofreció todo lo que quiso pedir, abrió la puerta de San Vicente á su compatriota Basset, que entró en Valencia con quinientos infantes y trescientos hombres montados en mulas y caballos de labranza (16 de diciembre, 4705). Basset y Nebot recibieron el tratamiento de Excelencia, y Basset sustituyó el vireinato en el conde de Cardona, á quien se le confirmó después el archiduque (1).

Declarada Valencia por el archiduque, todo fué ya sublevaciones y confusion en aquel reino. Levantóse en Játiva y se apoderó de ella un don Juan Tárraga; de Orihuela el marqués del Rafal; y en tanto que en los castillos de Peñíscola y de Montesa se refugiaban algunos capitanes leales, y que Alicante y la Hoya de Castalla eran el asilo de los que se mantenian fieles, y que unos pueblos aclamaban á un rey y otros á otro, la gente perdida que sale siempre y se mueve en las revoluciones, saqueaba, robaba y asesinaba á su libertad y sabor. El arzobispo de Valencia, resentido de que no le hubieran dado el vireinato, se vino á Madrid con el marqués de Villagarcía blasonando de leal. A Basset le aclamaban libertador y padre de la patria, y le daban una especie de adoracion popular celebrando como milagros todas sus acciones. En tal estado quedaban las cosas en Valencia al espirar el año 1705, cuando fué nombrado virey el duque de Arcos, y comenzaron á entrar tropas para sujetar la rebelion.

Sucesos harto mas graves habian ocurrido á este tiempo en Cataluña, donde los ánimos de los naturales estaban mas predispuestos todavía que en Valencia contra la dinastía de Francia, incomodados además con el gobierno de don Francisco de Velasco, y grandemente irritados con las prisiones, destierros y castigos por él ejecutados en Barcelona y otras ciudades catalanas (2).

(4) La capitulacion constaba de 21 artículos, y en ella se ofrecia: 1.° que aclamarian por su rey á Cárlos III. de Austria; 2.° que se conservarian los fueros y privilegios que gozaban á la muerte de Cárlos II.; 3. que se mantendrian los derechos é impuestos acostumbrados à la ciudad y reino; 4 ° que tendrian franco el comercio con Castilla; 5.° que se conservarian las vidas y ha ciendas; 6.o que se respetarian las iglesias y comunidades religiosas; 7.° que se daria el plazo de un año á los que quisieran irse

6 quedarse, con facultad de vender sus bienes; 8.° que no se tocaria á los diezmos y primicias, y demás rentas de la Iglesia, etc.Belaudo, Historia Civil de España, tom. I., cap. 37.-Macanáz, Memorias MM. SS., capítulo 33.

A la madre de Basset, que vivia en un estado humilde, se la hizo marquesa de Cullera, y con este titulo vivió y murió en Denia.-Belando, ubi sup.

(2) Los casos y circunstancias de los rigores que con poca discrecion se emplea

Entonces se vió el daño de su indiscreta obstinacion en no querer admitit guarniciones francesas, considerándose bastante fuerte para conservar aque lla provincia y ocurrir á todo evento.

El 22 de agosto (1705) fondeó en la playa de Barcelona la grande armada anglo-holandesa, con no poco susto del virey Velasco, que comenzó á tomar algunas medidas de defensa, y á querer imponer con severos castigos á la poblacion haciendo ahorcar algunos que tenia por sospechosos. El espíritu del pais empezó tambien á mostrarse luego, acudiendo del llano de Vich mas de mil hombres á orilla del mar á proteger el desembarco de las tropas de la armada. Hiciéronlo éstas en los dias siguientes, con el conde de Peterborough, el príncipe de Darmstadt y otros principales cabos, acampándose en línea recta desde el muelle hasta San Andrés del Palomar, y al sexto dia una salva general de los navios anunció haber saltado á tierra el archiduque Carlos de Austria, el cual plantó sus reales en la Torre de Sans, y alli comenzó á ser tratado como rey por los embajadores de Portugal é Inglaterra, y por los naturales del pais, que á bandadas bajaban ya de las montañas: y tanto él como el conde de Peterborough en los manifiestos que publicaban y hacian esparcir prometian á los catalanes la conservacion de su religion, de sus privilegios, fueros y libertades, como quienes iban á librarlos (decian) del yugo del monarca ilegítimo que los tiranizaba. Crítica era en verdad la posicion de Velasco: la armada enemiga era poderosa y formidable; los catalanes de la comarca al toque de somaten afluian á reconocer y ayudar al nuevo soberano; desconfiaba de los habitantes de la ciudad, y en sus mismos bandos y pesquisas indicaba el convencimiento de que dentro de sus muros se abrigaba la traicion; sus fuerzas eran escasas, y consistian en algunas compañías de miqueletes, y en las pocas tropas que habian traido de Nápoles el duque de Pópoli, el marqués de Aytona y el de Risburg: la falta de medios de defensa queria suplirla con medidas interiores de rigor, ya apoderándose de todos los mantenimientos, ya mandando degollar á todo el que se encontrára en la calle despues de las nueve de la noche, con cualquier motivo que fuese; ya prohibiendo bajo pena de la vida salir de casa durante el bombardeo, aunque en ella cayesen bombas y se desplomase, y otras providencias por este órden, contra las cuales en vano le representaba por medio de su síndico la ciudad.

El 14 de setiembre dos columnas de los aliados, mandadas la una por el

ron, asi por Felipe V. y su gobierno en la corte como por el gobernador Velasco en Barcelona, contra varios catalanes acusados ó sospechosos de infidencia, se refieren con

minucioso conocimiento de los hechos en la Historia de las Guerras civiles del conde de Robres, manuscrita, cap. 5. párr. 5.

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