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rey, era un hombre de carácter demasiado flexible y acomodaticio, y no apropósito para contrariar otras influencias. Para desvanecer estas murmuraciones por lo respectivo á su persona la princesa de los Ursinos, siempre diestra y hábil, volvió á significar su deseo de apartarse de los negocios, pero su verdadera ó fingida resolucion fué otra vez detenida ó contrariada por los ruegos de la reina, que para dar s tisfaccion al partido español hizo abreviar la salida del embajador francés, el cual milagrosamente y con graves riesgos logró escapar del furor popular.

Todo esto habia acontecido al tiempo de partir el rey para la campaña de Cataluña; mas lejos de encontrar, cuando regresó á la córte, las ventajas de aquellas medidas, halló la administracion en peor estado y en mas desórden que antes. Sin conocimientos de la ciencia económica los ministros españoles, indolentes además y perezosos, la administracion pública habia ido cayendo en una especie de letargo, y la nacion habia vuelto á su anterior penuria, y á su antigua debilidad. Privado el rey de consejeros hábiles, y sin resolucion ó sin medios para remediar los males, dejábase unas veces dominar de la melancolía, y otras para disiparla se entregaba á las distracciones de la córte, ó al entretenimiento de la caza: y el Estado habria caido en todos los inconvenientes de una completa inaccion politica, sin la intervencion de la reina y de la princesa de los Ursinos.

CAPITULO VIII.

EL ARCHIDUQUE EN MADRID.

BATALLA DE VILLAVICIOSA.

SALIDA DEL ARCHIDUQUE DE ESPAÑA.

De 1710 á 1719.

Decision y esfuerzos de los castellanos.-Resuelve el rey salir nuevamente á campaña.Retirada del conde de Aguilar.-Prision del duque de Medinaceli.-Derrotas de nues→ tro ejército. Funęsto mando del marqués de Villadarias.-Reemplázale el marqués de Bay.-Terrible derrota del ejército castellano en Zaragoza.-Vuelve el rey á Madrid.Trasládase á Valladolid con toda la córte.-Entrada del archiduque de Austria en Ma→ drid. Desdeñoso recibimiento que encuentra.-Su dominacion y gobierno.-Saqueos, profanaciones y sacrilegios que cometen sus tropas.-Indignacion de los madrileños. -Cómo asesinaban los soldados ingleses y alemanes.-Hazañas de los guerrilleros Vallejo y Bracamonte.-Carta de los grandes de España á Luis XIV.-El duque de Vendôme generalísimo de las tropas españolas.-Rasgo patriótico del conde de Aguilar.Traslacion de la reina y los consejos à Vitoria.-Viage del rey á Extremadura.-Admirable formacion de un nuevo ejército castellano.-Impide al de los aliados incorporarse con el portugués.-Abandona el archiduque desesperadamente á Madrid.-Retirada de su ejército.-Entrada de Felipe V. en Madrid.-Entusiasmo popular.-Vá en pós del fugitivo ejército enemigo.-Gloriosa accion de Brikuega.-Cae prisionero el general inglés Stanhope.-Memorable triunfo de las armas de Castilla en Villaviciosa.-Retiranse los confederados á Cataluña.-Triunfos y progresos del marqués de Valdecañas.-Felipe V. en Zaragoza.-La fiesta de los Desagravios.-Pierden los aliados la plaza de Gerona.-Apurada situacion del general Staremberg.-Muerte del emperador de Alemania. Es llamado el archiduque Cárlos.-Parte de Barcelona.- Paralizacion de la guerra. Gobierno que establece Felipe V. para el reino de Aragon.-Intrigas en la corte.Gravisima enfermedad de la reina.-Es llevada á Corella.-Se restablece, y viene la cor

te á Aranjuez y Madrid.-Situacion respectiva de las potencias confederadas relativamente á la cuestion española.-Inteligencias de la reina Ana de Inglaterra con Luis XIV. para la paz.-Condiciones preliminares.-Dificultades por parte de España.-Véncelas la princesa de los Ursinos.-Acuérdanse las conferencias de Utrecht.-El archiduque Cárlos de Austria es proclamado y coronado emperador de Alemania.

Ni el abandono de la Francia, ni la prolongacion y los azares de la guerra, ni los sacrificios pecuniarios y personales de tantos años, nada bastaba á entibiar el amor de los castellanos á su rey Felipe V. Por el contrario, bicieron con gusto nuevos y muy grandes esfuerzos para la campaña siguiente; las dos Castillas dieron gente para formar veinte y dos nuevos batallones; las Andalucías y la Mancha suministraron cuantos caballos se necesitaban para la remonta; las tres provincias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya sirvieron con tres regimientos de infantería, cuyo mando se dió á gefes naturales de cada una de ellas; y muchos se ofrecieron á levantar y vestir cuerpos á su costa. Con que ademas de los veinte y dos nuevos batallones que se formaron, y se aplicaron como segundos á los batallones viejos, se crearon otros regimientos, entre ellos el de artillería real de dos mil plazas. Animaba á todos la mayor decision y el mejor espíritu, y no los arredraba haber quedado solos los españoles para mantener la guerra contra ingleses, holandeses, portugueses é imperiales, á quienes daban gran fuerza los rebeldes catalanes, aragoneses y valencianos.

Felizmente la cosecha del año anterior habia sido abundante, y se atajó y remedió á tiempo la escasez que iba produciendo la estraccion de granos á Francia. Oportunamente arribó tambien á Cádiz la flota de Nueva España, con la rara fortuna de haberse podido salvar de las muchas escuadras enemigas que cruzaban los mares (febrero, 1710), y el dinero que trajo no pudo venir mas á tiempo para emprender las operaciones de la guerra. Con esto el rey declaró su resolucion (10 de marzo) de salir otra vez á campaña y mandar sus ejércitos en persona.

Influyó en esta resolucion de Felipe la circunstancia siguiente. El conde de Aguilar, que habia mandado el ejército de Cataluña, habia sido llamado á la córte, como en el anterior capítulo indicamos. Fué el motivo de este llamamiento el poco afecto del conde á la reina y á la princesa de los Ursinos. Era el de Aguilar entendido y hábil cual ningun otro en la formacion y organizacion de los ejércitos, y asi, aunque jóven, habia tenido el manejo de todo el ministerio de la Guerra. Pero era al propio tiempo ambicioso y altivo. Asi cuando la reina le quiso atraer con agasajo y le rogó con cariño que volviera al mando del ejército, exigió primeramente que se le diera la presiden

cia de las Ordenes que tenia el duque de Veragua, muy querido de la reina, y de quien él era enemigo. Como esto no pudiese lograrlo, pidió que se aumentáran sus rentas y estados con los de la coron, no obstante que poseía ya una renta de 24,000 ducados. Hízole la reina reflexiones sobre las estrecheces y atrasos en que la corona se hallaba, mas como nada bastase á satisfacer al de Aguilar, la reina, sintiendo ya haberse excedido en sus ruegos, le volvió la espalda con enojo, y él determinó retirarse á sus estados de la Rioja. Esta fué una de las causas que más contribuyeron á que el rey se decidiese esta vez á dirigir personalmente la campaña.

Otro incidente ocurrió á este tiempo, y que hizo gran ruido, y que sin duda debió ser muy disgustoso á los reyes, á saber, la prision del duque de Medinaceli. Este ministro, que tenia todo el manejo del gobierno desde que se formó el consejo de gabinete llamado español, descubrióse estar en correspondencia con los enemigos. El rey le llamó, mostróle algunas de sus cartas, quedóse él turbado, y al salir de la real cámara fué entregado por el secretario del despacho universal Grimaldo al sargento mayor de guardias, que con escolta le condujo al alcázar de Segovia. A consecuencia de cierto clamoreo que se levantó sobre haberse hecho la prision de tan alto personage sin previa formacion de causa, mandó S. M. que se instruyese proceso, y el duque fué trasladado al castillo de Pamplona, donde mas adelante murió. No ignoraba el rey que habia otros que como el de Medinaceli mantenien correspondencia con los aliados desde que se vió que los franceses habian salido de España, pero lo disimulaba mas o menos segun que en ello habia ó no peligro, si bien observaba cuanto hacian. Al duque habia procurado ganarle con la confianza, dándosela hasta para tratar un ajuste particular de paz con ingleses y holandeses, ó con algunos de ellos, y el negocio se comenzó con algun acierto; mas parece que en sus cartas privadas daba á entender que seria rey de España el archiduque (4).

No era el mayor mal el que para la próxima campaña se viera el rey privado del talento y de los conocimientos del conde de Aguilar, sino que cometiera el incomprensible error de encomendar la direccion principal del ejército al marqués de Villadarias, tan desconceptuado desde el funesto sitio de Gibraltar. Asi fueron los resultados, que todo el mundo preveia ó recelaba, á escepcion del monarca, que en este punto se mostró obcecado de un modo estraño. Anticipó su marcha al ejército el de Villadarias y con aviso suyo de estar todo preparado y dispuesto partió el rey de Madrid (3 de mayo, 1710), de

(1) Macanáz, Memorias ined. cap. 159. Traduccion de un papel que en fin de mayo de 1711 se pub ico en la Haya, en que se

declaran los motivos de la prision del duquo de Medinaceli.-Arch de la Real Academia de la Historia, Est. 25, gr. 3., C. 35.

jando como de costumbre el gobierno á cargo de la reina. Llegado que hubo á Lérida, celebró consejo de guerra, por cuyo acuerdo pasó todo el ejército el Segre (15 de mayo), y acampó en las llanuras de Termens frente á Balaguer. Tenian los enemigos esta plaza bien fortificada y guarnecida. Ardua empresa era acometerle en sus atrincheramientos, y convencido de ello Felipe determinó repasar el Segre, y acampar entre Alguayre y Almenara. Pasáronse asi muchos dias, hasta que instado por el marqués de Villadarias, se decidió á ir á buscar al enemigo para darle la batalla. En vano el general Berboon enviado á reconocer sus posiciones expuso que eran impenetrables, y que no podian ser atacadas sin riesgo de perderlo todo. Aunque era el mejor y mas acreditado ingeniero de España, Villadarias combatió atrevidamente su informe y se opuso á su dictámen; hubo entre cllos sérios altercados; casi todos los generales se adhirieron al sentir de Berboon, pero picó el de Villadarias su pundonor militar significando que el pensar asi era cobardía, y entonces todos pidieron que se presentára la batalla.

Asi se hizo (13 de junio, 1710); nuestro ejército se puso á tiro de fusil de los aliados; mantuviéronse éstos inmóviles en sus líneas, haciendo considerable daño en nuestras tropas, mientras ni la infantería podia ofenderles á ellos, ni la caballería maniobrar: vióse á costa de mucha pérdida el desengaño de que era verdad lo que habia informado Berboon, y el rey mandó retirar el ejército contra el parecer de Villadarias, que aun insistia con temeraria tenacidad en permanecer alli. Dió esto ocasion para que los oficiales generales dijeran al rey que con un gefe como Villadarias, á quien por otra parte no negaban ardimiento y arrojo, era imposible obrar con acierto, y que viera de ir con cuidado no se perdiera todo el ejército por él. La advertencia no era ni superflua ni infundada. El rey colocó su campo entre Ibars y Barbenys, donde permaneció hasta el 26 de julio, enviando gruesos destacamentos, ya á lo interior de Cataluña á recoger trigo, de que trajeron algunos miles de fanegas asi como cuantos ganados podian coger, ya para cortar convoyes á los enemigos ó para socorrer algunas fortalezas que aquellos tenian bloqueadas hasta que con noticia de haber llegado refuerzos á los aliados, y considerando que contaban con generales como el aleman Staremberg, como el holandés Belcastel, y como el inglés Stanhope, con ninguno de los cuales podia cotejarse el marqués de Villadarias, levantó su campo y se retiró á Lérida. Dió lugar el de Villadarias á que los enemigos tomáran al dia siguiente el paso del Noguera, derrotando un grueso destacamento de caballería que acudió tarde á impedirlo. El rey con esta noticia salió á toda brida de Lérida, dando órden á la infantería para que le siguiese con la mayor diligencia. El combate se empeñó en las alturas de Almenara; con la presencia del rey

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