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razon el ministro francés Torcy: «Lo que hemos perdido en los Paises Bajos, lo hallamos en Londres.» Asi, con sus nuevos ministros y con la cooperacion del parlamento pensó en disolver la grande alianza, y entró en negociaciones con Luis XIV. Las bases que el francés propuso, aunque vagas, pues solo se referian á la seguridad del comercio de Inglaterra en España y las Indias, fueron aceptadas por el ministerio inglés. Respecto á Holanda manifestó deseos de que Inglaterra fuese la mediadora; y estaba dispuesto á hacer concesiones comerciales á los holandeses, y á ceder el Pais Bajo español al elector de Baviera. Sobre estas bases se abrieron las conferencias para la paz. La dificultad estaba en el rey de España, y en la reina, y en la princesa de los Ursinos, y en los ministros, y en el pueblo, que todos se sublevaban á la idea de una desmembracion de la monarquía; y fieros con los recientes triunfos, y aborreciendo cada vez más á los estrangeros, preferian renunciar á la amistad de Francia á sucumbir á cesiones humillantes, por mucho que deseáran la paz, y por mucho que quisieran la union de las dos naciones.

Sin embargo, todavía dió Felipe plenos poderes al marqués de Bonnac, que habia reemplazado á Noailles como enviado estraordinario del rey Cristianísimo para que autorizase á este monarca á tratar con los ingleses de la restitucion de Gibraltar y de Menorca, y la concesion de lo que llamaban el asiento (4), con un puerto en América para la segur dad de su comercio. Pero alzóse llena de indignacion la córte de España cuando supo que Luis XIV., excediéndose de la autorizacion, concedia á los ingleses hasta cuatro plazas en las Indias, y la ocupacion de Cádiz por una guarnicion suiza para asegurar la ejecucion del tratado del asiento. Felipe V. declaró indignado que jamás consentiria en una proposicion que le privaria de Cádiz y arruinaria el comercio de América. Al fin se fijaron y firmaron los preliminares para la paz entre Francia é Inglaterra, los cuales encerraban el reconocimiento de la reina Ana y de la sucesion protestante; la demolicion de Dunkerque; la cesion á

(4) Era el Asiento de Negros cierto empeño con que se obligaban por algun tiempo los franceses, ingleses.ú otros, á poner un número de negros tomados de Africa en la América española y otras provincias para el servicio de sus colonias..

La primera patente para la importacion de negros en las poses ones españolas de Ultramar se concedió á los flamencos en 4517. De resulta de atentados que mas adelante cometieron contra los españo es, entre ellos el de asesinar al gobernador de Santo Domingo, se probibió completamente la trata TOMO IX.

en 1580. Pero luego se volvió á conceder à los genoveses para que con su producto se fuesen reintegrando de las sumas anticipadas á Felipe II. para los gastos de la armada Inver cible, que los apuros del erario no permitian satisfacer: gozaron los genoveses de este privilegio hasta 1646. Compraronle mas tarde dos alemanes. Después le tuvie ron sucesivamente los portugueses y los franceses, y por último en estos prelimina→ res para la paz general se daba á los ingleses.

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los ingleses de Gibraltar, Menorca y San Cristóbal; el pacto para el tráfico do negros por treinta años, en los mismos términos que lo habian tenido los franceses; privilegios para el comercio inglés en España iguales á los que so habian concedido á aquellos, y una parte de territorio para escala de la trata en las orillas del rio de la Plata. Respecto á las demas potencias de la confederacion, se ofrecia la cesion de los Paises Bajos al de Baviera, formar en ellos una barrera para los holandeses, y otra para el imperio de Austria en el Rhin. Pero nada se decia del punto principal de la cuestion, que era impedir la reunion de las dos coronas de Francia y España en una misma persona.

Resentíase todavía el orgullo del monarca español de la insistencia en obligarle á ceder los Paises Bajos, y sentíase sobre todo humillado de que sus plenipotenciarios no tuviesen parte en unas conferencias en que se trataba de la suerte de España: «¿Qué pensarán mis súbditos, decia á Bonnac, si ven que los intereses de la monarquía se ponen únicamente en manos de los ministros de Francia?-Pensarán, contestó el diplomático, que si V. M. confia en el rey, su abuelo, para continuar la guerra, tambien puede sin desdoro entregarse á él para la conclusion de la paz.» Y á las observaciones del ministra. Bergueick respondia, que tampoco en la paz de Ryswick habian tenido mas parte los ministros de Cárlos II. que la de firmarla. Pero Bergueick, que de gobernador de los Paises Bajos habia venido á España á encargarse de los dos ministerios de Hacienda y Guerra, y gozaba del favor y de la confianza del rey, y era en esto apoyado por la reina y por la princesa de los Ursinos, insistia en una oposicion que desesperaba á Bonnac y á los agentes del tratado.

Acordose por último entre éstos, y se tomaron medidas para celebrar en Utrecht un congreso compuesto de plenipotenciarios de todas las potencias beligerantes. Determinacion que anunció Luis XIV. á su nieto diciéndole, entre otras cosas: «Dejad que atienda yo á vuestros intereses, y terminad, os ruego, el negocio del elector de Baviera, cuyo retraso os aseguro que no es honroso para V. M. y puede perjudicar á la negociacion. No dudeis que en los consejos que os doy me propongo solamente vuestro bien.» Mas si bien el conde de Bergueick se mantenia inflexible, y ponia cada dia nuevas dificultades, venciéronse con el favor y la influencia de la princesa de los Ursinos.

La princesa, que habia parecido siempre tan desinteresada, y que en efecto dió muchas pruebas de servir á los reyes por cariño y por amor, y como si fuesen sus hijos, no pidiendo nunca para sí, ni aun tomando cosa alguna sino lo que espontáneamente los reyes le daban, solo en una ocasion, y por satisfacer su vanidad, que era su pasion dominante, les pidió una gracia, que fué la de que, si llegaba el caso de separarse de España los Estados de Flandes, se le cediese en ellos un territorio donde tener un retiro en que

poder vivir, si la reina por otra enfermedad llegase á faltarle. Diéronle, en efecto, el condado de La Roche, que producia unos treinta mil pesos de ren-' ta, para que le poseyese como soberana; y esto la alegró tanto más, cuanto que á la merced se le agregó el título de Alteza que vivamente apetecia. Con este aliciente, con la esperanza de salvar en cualquier arreglo su pequeña soberanía, consiguió por mediacion de la reina que Felipe consintiera en ceder los Paises Bajos al elector de Baviera, y luego solicitó la intervencion de Luis XIV. para que el de Baviera y los aliados accediesen á la escepcion de aquel territorio. Agradecida al apoyo que encontró en el monarca francés, y viendo por este medio la próxima realizacion de sus esperanzas, desvaneció las dificultades que oponia Bergueick, y alcanzó de Felipe no solamente el que no instára por la admision de sus plenipotenciarios en el congreso de Utrecht, sino que diera plenos poderes á su abuelo para seguir y terminar la negociacion (1).

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Durante el curso de esta negociacion importante el archiduque Cárlos, flamado á Alemania, en su tránsito por Italia habia sido recibido como rey de España por las repúblicas de Génova y Venecia, y por los duques de Parma y de Toscana. En Milan solemnizaron sus nuevos súbditos su entrada con aclamaciones y fiestas. Alli tuvo la lisonjera noticia de haber sido elevado al trono imperial por los votos de todos los electores del imperio, á excepcion de los de Colonia y Baviera, que no se contaron por hallarse ausentes. El 22

(1) Memorias de Noailles, tom IV.-Id. de Torcy, tom. III.-Id. de San Simon, tom. V. -Correspondencia de Bolingbroke, tomo I. -Comentarios de San Felipe, tom. 11.-Memorias manuscritas de Macanáz, c. 183. Historia de Luis XIV.-Sommerville, Historia de la reina Ana.-Coleccion de documentos inéditos para la Historia de Francia; sucesion de España.

Me ha informado el marqués de Bonnac (decia Felipe V. à su abuelo en carta de 48 «de diciembre de 1711), del estado de las neegociaciones de la paz, y de las dificultades aque ingleses y holandeses presentaban paara recibir desde luego à vuestros plenipo«tenciarios, pidiéndome al mismo tiempo <de parte vuestra un poder nuevo para tra«tar con ellos. El deseo que tengo de daros «cada dia testimonios mas patentes de mi «ratitud, y de la confianza que en vuestra "amistad tengo, unido á mi anhelo de contribuir en cuanto me sea posible á propor«ciona: os satisfacciones y tranquilidad, y las

disposiciones de todos los pueblos compro«metidos en esta guerra cruel, no me ba «permitido vacilar al enviaros este pleno «poder, á fin de que podais acordar en nom«bre mio preliminares con los holandeses, como habeis hecho con los ingleses. Espeero que no tardarán en arreglarse, y no du«do que tardaré yo poco en gozar de los re«sultados, y que me reconozcan estas dos

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potencias, admitiendo mis plenipotencia«rios en cuanto lleguen. Me halaga la espeeranza de que os ocupareis de este asunto coamo un padre que me mira con ojos de tanta «bondad, y que no llegará jamás el caso de «que me arrepienta de la confianza que en «vos tengo. Os envio además una carta que podeis mostrar á los ingleses, á fin de que no se maravillen de que las ventajas que les be concedido como preliminares no se hallan comprendidas en estos nuevos pleenos poderes, y que conozcan las razones «que me han impedido incluirlas en ellos.

de diciembre (1711) fué coronado en Francfort con las ceremonias y pompa do costumbre. Entre sus títulos no dejó de tomar el de rey de España: y desde Viena, donde pasó á tomar posesion de los estados hereditarios de la casa de Austria, comenzó á hacer nuevos y vigorosos preparativos para continuar la guerra con la de Borbon, y hacer lo posible para frustrar é impedir las negociaciones de paz que se habian entablado. Pero era ya tarde. Las relaciones diplomáticas entre Inglaterra y Austria se habian interrumpido; cayó Marlborough, principal sosten de la guerra en los Paises Bajos, y la mision del príncipe Eugenio cerca de la reina Ana no produjo resultado alguno, teniendo al fin que retirarse de Londres.

CAPITULO IX.

LA PAZ DE UTRECHT.

SUMISION DE CATALUÑA.

De 1713 & 1715.

Plenipotenciarios que concurrieron á Utrecht.-Conferencias.-Proposicion de Francia. -Pretensiones de cada potencia.-Manejos de Luis XIV.-Situacion de Felipe V.-Opta por la corona de España, renunciando sus derechos á la de Francia.-Tregua entre ingleses y franceses.-Sepárase Inglaterra de la confederacion.-Campaña en Flandes.Triunfos de los franceses.-Renuncias recíprocas de los príncipes franceses á la corona de España, de Felipe V. á la de Francia. -Aprobacion y ratificacion de las córtes españolas.-Altera Felipe V. la ley de sucesion al trono de España.-Cómo fué recibida esta novedad.-Tratado de la evacuacion de Cataluña hecho en Utrecht.-Tratados de paz: de Francia con Inglaterra; con Holanda; con Portugal; con Prusia; con Saboya.-Tratado entre España é Inglaterra.-Concesion del asiento ó trata de negros.-Niégase el emperador á hacer la paz con Francia.-Guerra en Alemania: triunfos del francés.-Tratado de Rastadt ó de Baden: paz entre Francia y el Imperio.-La guerra de Cataluña.—Muerte del duque de Vendôme.-Movimientos de Staremberg.-Evacuan las tropas inglesas el Principado. Sale de Barcelona la emperatriz de Austria.-Bloqueo y sitio de Gerona. -Estipulase la salida de las tropas imperiales de Cataluña.-Piden inutilmente los catalanes que se les conserven sus fueros.-Resuelven continuar ellos solos la guerra.Marcha de Staremberg.-El duque de Popoli se aproxima con el ejército á Barcelona.Escuadra en el Mediterráneo.-Bloqueo de la plaza.-Insistencia y obstinacion de los barceloneses.-Guerra en todo el Principado.-Incendios, talas, muertes y calamidades de todo género.-Tratado particular de paz entre España é Inglaterra.-Artículo relativo á Cataluña.-Justas quejas de los catalanes. -Intimacion á Barcelona.-Altiva res

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