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ran de Pinós, á fin de atacar al mariscal de Noailles que con sus ocho mil infantes infestaba y asolaba los pueblos del Ampurdan. Esperó el francés en posicion ventajosa al pie de una montaña y al otro ladó del rio Orlina. Acampó el de Monterrey y puso en batalla su gente à tiro de cañon. Estuvieron un03 y otros algunos dias observándose y haciendo algunos movimientos, pero sin venir á las manos. El 4 de julio levantó el francés su campo y fuése retirando con mucho silencio. Siguiéronle los nuestros llenos de confianza, y especial mente la nobleza, que creyó llegado el caso de cubrirse de gloria. Mas viendo el de Noailles el desórden con que la vanguardia española acometia su retaguardia, mandó hacer alto y disparar la artillería. Empeñóse con esto una séria y brava pelea, que duró de cinco á seis horas, y en que nuestra mesperta nobleza pagó su ardor y su ciega confianza. Alli cayó mortalmente herido el duque de Monteleon, que guiaba la vanguardia; alli sucumbieron el jóven marqués de Fuentes, el vizconde de San Jorge y otros caballeros españoles y alemanes. El conde de Monterrey puso en buena ordenanza toda su gente, recogiendo la desecha vanguardia, y el combate se hizo general, con no poco estrago de una y de otra parte; mas cuando le pareció al francés conveniente prosiguió su marcha y ganó el Rosellon. Por mas que en Barcelona y en Madrid se celebrara como un triunfo esta jornada, la verdad es que sufrimos lamentables pérdidas, y que nuestro ejército quedó quebrantado, y gracias que el enemigo no hizo en el resto de aquel año mas irrupciones.

La que hizo al año siguiente (abril, 1678) fue trayendo su ejercito reforzado hasta veinte mil hombres, con el cual emprendió el sitio de Puigcerdà, capital de la Cerdaña. Guarnecíala el bravo oficial don Sancho Miranda con dos mil hombres de tropa y setecientos ciudadanos armados. Esfuerzos prodigiosos de valor hizo el don Sancho en un mes entero que duró el sitio, y en el cual los franceses abrieron muchas brechas, hicieron y volaron muchas minas y dieron varios asaltos. El conde de Monterrey, que se movió con trece mil hombres como para dar socorro á la plaza, contentóse con situarse frente al ejército sitiador, sin atreverse á atacar sus cuarteles, y luego se retiró dejando abandonado al gobernador de Puigcerdà, que con aquella retirada imprudento se vió precisado á capitular (28 de mayo, 1678), con condiciones dignas de su gloriosa defensa. Conquistada y guarnecida esta plaza por el francés, volvióse al Rosellon á descansar de las fatigas del sitio. Pero en setiembre penetró de nuevo en Cataluña, y pasó aquel mes y el de octubre entre el Ampurdan y la Cerdaña subsistiendo á espensas de ambos paises, y sin acometer empresa considerable. Por último, con noticias que el mariscal francés tuvo de estar para concluirse el tratado de paz general, hizo destruir las fortificaciones de Puigcerdá y otros castillos que poscian los franceses, para que

no pudieran servir à 103 españoles en el caso de una nueva guerra (4).

Ilabian estado en este tiempo principalmente empleadas la atencion y las fuerzas de Lu's XIV. en los Paises Bajos, de cuya posesion se habia propuesto despojar á España. Y aunque habia manifestado deseos de paz y sido el primero en enviar sus plenipotenciarios á Nimega, no por eso renunció á la prosecucion de sus conquistas. Ilízolas ahora con mas rapidez por el abandono de la córte de España en enviar socorros á Flandes. Abrióse esta vez la campaña por el sitio de Valenciennes (febrero, 1677), á cuyo campo llegó el monarca desde París el 4 de marzo, no obstante el rigor de la estacion. La plaza de Valenciennes, fuertísima y de las de primer órden, que se tenia casì por inexpugnable, se rindió á los franceses (17 de marzo), no sin sospechas de haberse debido en gran parte á secretas inteligencias con los de dentro. Asediada después y embestida la ciudad fuerte de Cambray, se entregó tambien al rey Luis por capitulacion (6 de abril). El duque de Orleans, hermano único del rey, batió y derrotó en campal batalla al principe de Orange en Cassel, con pérdida de mas de cinco mil de los aliados entre muertos y prisioneros, y de los cañones, morteros, provisiones y muchos estandartes. Despues de lo cual continuó el de Orleans el sitio que tenia puesto á Saint-Omer, y la rindió tambien por capitulacion (22 de abril).

El principe de Orange, despues de la derrota de Cassel, reunió todas sus tropas y las aumentó hasta formar un ejército de cincuenta mil hombres, inclusos los españoles, con el cual, despues de algunos movimientos para aparentar que iba á poner cerco á Maestrick, cayó sobre Charleroy. Pero habiendo acud do los mariscales de Luxemburg y de Ilumières, y deteniendo el de Crequi al duque de Lorena que marchaba á darle refuerzo, levantó el sitio (14 de agosto, 1677), y se retiró sin aceptar la batalla de los franceses, contra el parecer del duque de Villahermosa. Con mejor suerte el de Luxemburg, se apoderó en diciembre de la plaza de San Guillain, con que terminó la campaña de 4677 en Flandes, tan ventajosa para los franceses como desastrosa é infausta para holandeses y españoles (2).

Por un nuevo tratado que hicieron entre sí la Inglaterra, Holanda y España, y que se firmó en La Haya (16 de enero, 1678), fueron retiradas de Francia las tropas inglesas que estaban al servicio del rey Luis, y á peticion del príncipe de Orange suministró la Gran Bretaña una escuadra de ochenta ba

(1) Bruzen de la Martiniére, Hist. de la vida y reinado de Luis XIV, tom. II.-Basnage, t. il.-Epitome histórico, etc.

(2) Correspondencia de Holanda, Coleccion de Documentos históricos para la his

toria de Francia.-Basnage, Historia do las Provincias-Unidas, tom. II.-Obras de Luis XIV.-Noticias extraordinarias del Norte, impresas en Zaragoza, 1677: Coleccion de Gacetas de este reinado.

gels de guerra, con treinta mil soldados. Viéndose tan sériamente amenazado Luis XIV., resolvió separar la Holanda de la confederacion, ofreciéndole partidos ventajosos, para poder dictar la ley á las demas naciones; y á fin de obligar á España á dar oidos á las condiciones de paz que queria imponerle, se propuso intimidarla, moviendo todos sus ejércitos á un tiempo, sin revelar á nadie sus planes y designios, y haciéndolos marchar y contramarchar con órdenes reservadas y misteriosas, que a nadie dejaban adivinar sus proyectos. Asombrado se que ló el duque de Villahermosa que gobernaba por España los Paises Bajos, cuando supo que los franceses atacaban á un tiempo á Iprés, Namur, Luxemburg y Mons.

á

No menos sorprendió al gobernador de Gante, don Francisco Pardo, oficial español de gran valor, intrepidez y prudencia, ver atacados los arrabales de la ciudad por el ejército de lumières (marzo, 1678), hallándose sin tropas para defenderla. Hizo sin embargo heróicos esfuerzos, abrió las esclusas é inundó el pais: pero al cabo de ocho dias tuvo que rendirse (9 de marzo) por falta absoluta de me lios para prolongar más la defensa. Igual suerte cupo à la de Iprés (25 de marzo), cuyo sitio dirigió el rey en persona. Indignó á los ingleses la conquista de estas dos plazas, por el menosprecio que el francés hacia de su empeño y compromiso en la conservacion de la Flandes española. Empeñábase el parlamento en que se habia de declarar la guerra á Francia, pero Cárlos, ó ganado por la córte de este reino, ó bien hallado con su vida de deleites, lo difirió cuanto pudo, hasta que al fin la declaró (9 de mayo). Este paso, dado algun tiempo ántes, hubiera podido ser mas provechoso á los aliados: mas como quiera que las negociaciones de la paz, entabladas en Nimega, aunque corducidas con lentitud, estuviesen ya adelantadas, y como quiera que los holandeses, mas cansados de guerra que los demás, se mostrasen tambien mas dispuestos á aceptar el tratado de paz con Francia, la guerra de los Paises Bajos fué ya menos viva, si bien no se interrumpieron las operaciones.

Los dos ejércitos, el de los franceses y el de los aliados, se dieron todavía un sangriento combate delante de Mons (agosto, 1678), y aun creyeron unos sy otros que se renovaria al dia siguiente, cuando llegó á los dos campos la noticia de haberse firmado la paz que puso término á esta larga y calamitosa guerra, y de cuya historia y condiciones daremos cuenta separadamente, por lo mucho que influyó en la situacion sucesiva de los estados de Europa (1)

(1) Obras de Luis XIV. t. IV.-Gacetas de 1678: Noticias recibidas del Norte.-Bas nage, Historia de las Provincias Unidas. Memorias de las negociaciones de Nimega.

-Correspondencia de los generales de los Paises Bajos con Luis XIV. y con la corte de España: Documentos inéditos.

CAPITULO IV.

REBELION DE MESSINA.

De 1674 á 1679.

Causa y príncipio de la rebelion. -Medidas del virey para sofocarla.-Proteccion y socorro de los franceses á los sublevados -Van tropas de Cataluña contra ellos.-Reconocen los rebeldes por soberano á Luis XIV. de Francia.-Don Juan de Austria se niegaȧ embarcarse para Sicilia.-Armada holandesa y española.-Ruyter.-Combates de la escuadra aliada contra la francesa.-Muerte de Ruyter.-Destruccion de la armada holandesa y española.-Nuevos esfuerzos de España.-Odio de los sicilianos á los franceses. Declaracion de Inglaterra contra la dominacion francesa en Messina:-Retira Luis XIV. sus naves y sus tropas de Sicilia.-Término de la rebelion.-Rigor en los. castigos de los rebeldes.

Dijimos en el capítulo anterior, que en el verano de 1674 habia sido necesario desmembrar una parte del ejército de Cataluña para enviarla á Sicilia á fin de sofocar una rebelion que acababa de estallar en Messina contra el gobierno español.

Nació esta rebelion de haber querido el gobernador español don Luis del Iloyo quitar á los mesineses el gobierno particular con que ellos se regian, y con el cual vivian gozando de una completa libertad en medio de una monarquía absoluta. Para conseguirlo intentó destruir el poder de la nobleza acariciando al pueblo. Una carestía que se esperimentó habia dado ocasion á que los populares se levantaran contra el senado, incendiando y devastando las casas de los senadores. Don Luis del Hoyo aprovechó aquella escision para proponer que se compartiera la autoridad entre nobles y plebeyos, mas no por esto los tumultos cesaron, y se formaron en Messina dos partidos, uno de ellos, el mas poderoso, apegado á su antigua constitucion y enemigo de los españoles,

cuyas intenciones sospechaba. El sucesor de don Luis del Hoyo, don Diego do Soria, marqués de Crispano, creyó que el mejor medio para sujetar á lossenadores que eran de este partido era el rigor, y llamándolos una mañana á su palacio los hizo prender. Al rumor de este suceso se alborotó la poblacion, tomaron las armas los dos partidos, llamados los Malvazzi y los Merli, chocaron entre sí, y vencedores los Malvazzi que eran los más, dirigiéronse al palacio del gobernador, hicieronle soltar los presos (agosto, 1674), le depusieron del cargo, é intentaron apoderarse de su persona, pero lo impidió la artillería del fuerte de San Salvador disparando contra la muchedumbre. El virey de Sicilia, marqués de Bayona, llamó tropas para sujetar la ciudad sublevada, y pidió socorros al virey de Nápoles, marqués de Astorga; pero hacíanle falta las galeras de Malta y de Génova para dominar el mar.

Los mesineses, viendo el peligro que corrian, aunque se habian ido apoderando de casi todos los fuertes y arrojado de ellos á los españoles, determinaron pedir auxilio á Luis XIV. de Francia, por medio del embajador francés, en Roma, duque de Estrées (1). El monarca francés, que hacia tiempo deseaba intervenir en la vida política de Italia, y que vió tan buena ocasion de coopcrar tambien en aquella parte al abatimiento del poder español, acogió con avidez la proposicion, y al momento ordenó que el caballero Valbelle fuese con una pequeña flota á llevar provisiones á los de Messina. A la aproximacion de este socorro los mesineses abatieron las armas españolas, á los gritos de ¡Viva Francia! ¡Muera España!» Las provisiones entraron, merced á la inmovilidad de don Beltran de Guevara, que mandaba las galeras de Nápoles, el cual estaba ya en el puerto, y nada hizo para impedirlo. A instigacion de Valbelle atacaron los mesineses el fuerte de San Salvador, y despues de minado intimaron la rendicion al gobernador, que capituló á condicion de entregar la plaza si dentro de ocho dias no le llegaban socorros.

Con noticia de estas novedades la córte de Madrid mandó embarcar para Sicilia una parte de las tropas que operaban en Cataluña, y nombró virey al marqués de Villafranca, que con aquellas tropas y las que de Milan acudieron, se propuso estrechar la ciudad. Pero al propio tiempo, y cuando ya el hambre apuraba á los de dentro, arribaron diez y nueve naves francesas con bastimentos y soldados (3 de enero, 1675), y á poco tiempo llegó el duque de Vivonne, comandante de las fuerzas marítimas de la Francia en el Mediterráneo, con nueve navíos gruesos y algunas fragatas (febrero); enarboláronse en Messina de órden del senado las banderas de Francia, y desembarcado que hubo el

(1) Fué el encargado de esta comision personage mas influyente en aquellas cirAntonio Caffaro, bijo del senador Caffaro, el cunstancias.

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