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Protesta de Carlos IV. sobre su renuncia, y carta suya á Napoleon. -Confianza de Fernando VII. en el emperador de los franceses.— Anuncia su próxima llegada á Madrid, y manda que le agasajen con esmero todas las clases del Estado.-No viene.-Diputacion de tres magnates del reino para que vayan á felicitarle á Bayona. -Planes de Murat.-Proyecta que Fernando salga á encontrar á Napoleon.

Las intenciones de Napoleon respecto á España no eran todavía conocidas. Ignorábalas el mismo encargado de ejecutar su plan, su propio cuñado Murat, general en gefe de todas las fuerzas imperiales destinadas á España. El príncipe de la Paz, antiguo amigo suyo, le habia dirigido dos cartas felicitándole cortesmente por su llegada, y haciéndole varias preguntas para ver de traslucir los proyectos de Napoleon; preguntas semejantes á las que le hacian las autoridades que le cumplimentaban. Murat, que de todos modos no habria revelado fácilmente el secreto, no tenia siquiera el mérito de la reserva, porque lo ignoraba él mismo; lo cual le colocaba en una situacion embarazosa, sentia ofendido su amor propio, y le disgustaba en términos, que se resolvió á escribir á Bonaparte, manifestándole serle tan estraño como sensible que despues de tantos años de servicios y de tan estrechos vínculos como á él le unian, no hubiera merecido su confianza; que aun no sabia en qué iba á emplear las tropas cuyo mando le habia conferido; que si su propósito era derribar á Godoy y hacer que reinára Fernando, no habria cosa mas fácil; y si se pro

de

ponia cambiar la dinastía y dar á España un rey de su familia, tampoco encontraria en ello gran dificultad: que le diera instrucciones, en la seguridad de que serian ejecutadas cualesquiera que fueren. A lo cual le contestó Napoleon: «Cuando yo os mando que >>obreis militarmente, que tengais vuestras divisiones » reunidas y á punto de combatir... etc., ¿no son, por >>ventura, instrucciones? Lo demás no os incumbe, y » si no os digo nada, es porque no debeis saberlo. » El embajador Beauharnais seguia muy persuadido que el plan de Napoleon era la caida del favorito, y acaso la de los reyes padres, y la elevacion del príncipe de Astúrias, fundiendo las dos dinastías por el matrimonio de éste con una sobrina de la emperatriz, y por consecuencia parienta suya. Bonaparte, que si bien antes habia acariciado este proyecto no pensaba ya en él, se reia de la credulidad de su embajador. Mas como quiera que aquel pensamiento era el que halagaba más al pueblo español, que en su gran mayoría tenia los ojos, las esperanzas y el cariño puestos en su amado Fernando, dejaba al embajador que alimentára esta ilusion y fomentára y propagára estas ideas, las mas propias para adormecerle. De aquí que el pueblo, léjos de recelar de la internacion y aproximacion de las tropas francesas, las recibia á ellas y á sus gefes con una inocente cordialidad; y si bien la ocupacion alevosa de las plazas fronterizas debió alarmar y apercibir á muchos, y por más que no fal

tára un pequeño número de personas instruidas que penetrára las torcidas intenciones que tales actos dejaban adivinar, eran juicios que se oscurecian y débiles voces que se apagaban ante la general preocupacion de que todo se enderezaba á efectuar la traslacion de la corona á las sienes del príncipe que las masas adoraban y á la desaparicion del valído que aborrecian.

Nadie, pues, conocia el verdadero propósito de Napoleon. No es estraño; no solo no le habia confiado á persona alguna, sino que hoy es ya cosa averiguada que él mismo en aquella sazon aun no le habia fijado y determinado. La intencion del momento era aterrar la córte con su misterioso silencio y con la actitud de sus tropas. Si la córte aterrada abandonaba la capital, imitando á los príncipes portugueses, proporcionábasele apoderarse con facilidad de un trono que se daria por vacante. Si esto no sucedia, obraría con arreglo á las circunstancias, y á lo que dieran de sí los sucesos que el estado de la córte hacia á todo el mundo presagiar como inminentes, y á la perturbacion que de ellos resultaria. Solo al príncipe de la Paz no se le ocultaba por lo menos una cosa, á saber, que cualquiera que fuese la resolucion de Napoleon, habia de ser en contra suya, de la reina María Luisa, y proba blemente del mismo Carlos IV. Veíase, por otra parte, rodeado de enemigos en la córte. Comprendia que un llamamiento suyo á la nacion para oponerse á los in

tentos del emperador habia de ser mas desoido que lo fué en otra ocasion, mucho más cuando de la intervencion imperial muchos se prometian grandes bienes para el reino. Tomó, pues, el partido de aconsejar al rey el viage á Andalucía, ya para desconcertar sus planes, ya para prepararse allí á la defensa, si la nacion respondia á su llamamiento, ya en caso contrario para pasar á América y establecer allí el asiento del trono español, y asegurar por lo menos de este modo y con la presencia del monarca y de la real familia la conservacion de aquellos dominios.

Cualesquiera que fuesen las ventajas de esta determinacion en aquellas circunstancias, determinacion que hoy los escritores mas desafectos á la persona y gobierno de Godoy consideran como la mas conveniente y acertada y como el consejo mas atinado que podia darse al rey (1), era en aquella sazon mirada por la muchedumbre como el mayor menosprecio que se podia hacer de la familia real, y como la mayor injuria y agravio que se podia inferir á una nacion amante de sus reyes. Oponíase el príncipe de Asturias al proyec

(1) Uno de ellos es el conde de Toreno, el cual dice hablando de aquel proyecto: «Entonces se »desaprobó generalmente la re»solucion tomada por la córte de >>retirarse hacia las costas del »Mediodía, y de cruzar el Atlán>>tico en caso urgente. Pero ahora »que con fria imparcialidad po»demos ser jueces desapasiona»Jos, nos parece que aquella re

»solucion, al punto á que las co»sas habian llegado, era conve»niente y acertada..... Siendo »pues esta determinacion la mas

acomodada á las circunstancias, »don Manuel Godoy en aconsejar »el viage obró atinadamente, y la »>posteridad no podrá en esta par»te censurar su conducta.....— Historia de la Revolucion de España, lib. H.

tado viage, y asi era natural en quien esperaba, como lo esperaban sus adictos, que la intervencion francesa se dirigiría solo contra Godoy y en provecho suyo. Mirábase pues el viage como una resolucion á que el favorito queria arrastrar violentamente al príncipe, como un insulto y una calamidad para el pueblo, á quien se intentaba privar de su único consuelo, de la presencia del que deseaba ver pronto soberano.

Habíanse observado preparativos de viage en casa. de doña Josefa Tudó, condesa de Castillo-Fiel, cuyas íntimas relaciones con el príncipe de la Paz eran sabidas, y de que hemos hecho mérito. El 13 de marzo se trasladó Godoy de Madrid á Aranjuez, donde se hallaban los reyes, y despues de haber conferenciado con ellos, anunció Cárlos IV. á los demas ministros su resolucion de retirarse á Sevilla, á lo cuál manifestó opesicion el ministro Caballero, cosa que pareceria bien estraña, atendida su reciente conducta con el príncipe de Asturias en la causa del Escorial, si algo pudiera estrañarse en el carácter de quien ha tenido el poco envidiable privilegio de ser unánimemente pintodo por todos con feos y odiosos colores. En el Consejo, vistas las órdenes expedidas al capitan general por el almirante generalísimo, se acordó tambien exponer reverentemente al rey las consecuencias fatales que podia tener viage tan precipitado.

Contrariábale igualmente el embajador francés, haciendo propalar que de este modo se querian des

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