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tuvieron encargados de la hacienda, trazas á que los obligaba tambien el empeño sistemático de Cárlos IV. de no imponer nuevos tributos, el total de la deuda de España ascendió á 7,204.256,831 reales, y su rédito anual subia á 207.913,473 reales (1).

(4) Deuda del reinado de Cárlos IV. antes de establecerse la Caja de amortizacion.

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Pero hay que tener en cuenta que no toda esta masa de deuda habia sido contraida en este reinado, sino que una buena parte de ella procedia de los anteriores, y que haciendo rebaja de los juros, de los créditos de Felipe V. admitidos en los empréstitos, y de la creacion de vales del tiempo de Cárlos III., resulta una disminucion en la deuda de este reinado de mas de 2,600.000,000 "); y que los gastos de una guerra de quince años, casi contínua ó con breves interrupciones, fueron inmensos, y tantos, que agregadas las pérdidas, no es fácil, aunque algunos lo han intentado, poderlos calcular.

Que de este estado casi permanente de guerra, que de los gastos enormes que á esta atencion habia que

Id. al 9 y 40 por 100..

Del préstamo de 160 millones.

Canga Argüelles, Diccionario, art. Deuda de España.

8.415,000

8.915,400

207.943,473

Importe anual de los réditos..

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consagrar, que de las calamidades y siniestros que se padecieron, que de los apuros y estrecheces del erario, que de los errores políticos y hasta de la agitacion é inquietud en que se vivia, habian de resentirse la agricultura, el comercio, las artes todas, que solo prosperan y florecen á la sombra del sosiego público, de la paz y de la economía, es cosa que ni puede ni debe sorprender, porque no deben sorprender las consecuencias naturales y que lógicamente nacen de sus causas. Mas no por eso deja de ser tambien exagerada la pintura que historiadores nacionales y estrangeros han hecho hasta ahora de la completa ruina que habian sufrido, del absoluto abandono en que, segun ellos, tuvieron los ministros de este reinado aquellos elementos de riqueza y de prosperidad. La primera obligacion del historiador es ser imparcial y justo. Nosotros, deplorando como el que más la decadencia que por desaciertos ó errores políticos y económicos aquellos ramos padecieran, no podemos dejar de reconocer los esfuerzos que al intento de protegerlos y fomentarlos hicieron, con mas ó menos acierto, y con mas ó menos ventura, los gobernantes de aquella época.

Ya en el capítulo VI. enumeramos varias providencias encaminadas á este buen fin. El modo indirecto de poner coto á la estancacion de la propiedad inmueble con el quince por ciento sobre todos los bienes raices que adquirieran las manos muertas, y otro quince por ciento á favor de la Caja de amortizacion sobre los bie

nes, derechos y acciones que se vinculáran en lo sucesivo á consulta de la cámara y con real licencia; la enagenacion de los edificios pertenecientes á los propios; la venta con autorizacion pontificia de las fincas y predios pertenecientes á obras pías, memorias, cofradías y patronatos laicales, con destino á la estincion de la deuda pública; la supresion de la carga del servicio estraordinario y su quince al millar que pesaba sobre la agricultura; la reproduccion de la casi olvidada real cédula de 1770 para el repartimiento de tierras concejiles y la concesion á censo de las realengas; la obtencion del breve pontificio para la disminucion y reforma de las órdenes religiosas; la admision en España de artistas y artesanos estrangeros que viniesen á ejercer ó enseñar alguna profesion ú oficio, sin que les sirviera de impedimento su religion 6 creencia; la supresion de algunos gremios, y la libertad de aprendizage y ejercicio de ciertos oficios mecánicos; la abolicion de la marca y peso á que se habia sujetado á los fabricantes, y de las trabas impuestas á la manufactura y venta de sus telas y tejidos; la introduccion en el reino, libre de derechos, de las herramientas, instrumentos, útiles y primeras materias necesarias á la fabricacion; la mejor organizacion de los pósitos; el establecimiento de montes píos y bancos de socorro para agricultores é industriales; las providencias dirigidas á promover la reedificacion de solares y casas yermas, y otras á este tenor.

Tambien en el presente capítulo hemos apuntado algunas providencias dirigidas al mismo fin. Habilitáronse además nuevos puertos para el comercio, y se derogaron restricciones puestas de ántes al trasporte de géneros y frutos. Se aumentaron y mejoraron los consulados, y se abolió la marca para los árboles destinados á la marina. Invirtiéronse sumas no despreciables, que se hallan en las cuentas de la tesorería, para el fomento del jardin botánico, del gabinete de historia natural, de el de máquinas, del laboratorio de química, para telégrafos, caminos, canales de Aragon y Castilla, para las fábricas de paños, de algodones, de cristales y de china. Medidas todas, si se quiere, incompletas, incoherentes, aisladas, inferiores á lo que reclamaban las necesidades, y no sujetas á un sistema como la mayor parte de los trabajos de aquel tiempo, pero que al menos prueban no haber habido ese total descuido y abandono que generalmente se supone; y aparecen aun menos insignificantes si se considera el estado casi contínuo de guerra en que se vivió, la penuria consiguiente del tesoro, las influencias que contrariaban las reformas, y lo no muy adelantados que entonces se hallaban todavía los estudios económicos.

Del estado de nuestra marina al tiempo de la invasion francesa y de los sucesos que produjeron la abdicacion de Cárlos IV. traza un historiador francés el cuadro mas lastimoso y desconsolador, comenzando por decir que, compuesta en tiempo de Cárlos III. de

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