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nima parte de aquella elocuencia que brotaba naturalmente de los lábios del insigne varon que ocupó en propiedad y con tanta honra este puesto; pero supla la grandeza del personaje á la pequeñez del que hoy consagra estas breves palabras en obsequio de su memoria. Que el eco de nuestro dolor, Señores, resuene, que sí resonará, en todo el ámbito de la monarquía; honremos todos la memoria de nuestro dignísimo presidente; y declaremos que su nombre merece quedar grabado perpétuamente en nuestro corazon. He dicho. Muy bien correspondió el Señor Lafuente al triste y solemne deber de su cargo, pronunciando el mejor elogio del Señor Martinez de la Rosa, y no porque no le dedicáran tiernos y honoríficos recuerdos muy señalados oradores, sino por lo que resultará de la narracion fiel é interesante de lo acontecido respecto de la fúnebre ceremonia.

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De un Real decreto se dió cuenta por el que S. M. se habia dignado mandar que á Don Francisco Martinez de la Rosa se le tributáran los honores señalados por la Ordenanza para el capitan general de cjército que muere en plaza con mando en jefe. Acto contínuo declaró el Presidente del Consejo de ministros que por voluntad de la Reina asistiria al entierro su augusto esposo; y además pidió que el Congreso no celebrára sesion por algunos dias, como tributo pagado á la memoria de varon tan respetable: Así lo tenia ya pensado la comision de gobierno interior del

Congreso, á la cual se agregaron los presidentes de otras legislaturas, que á la sazon eran diputados, para adoptar las disposiciones más convenientes á la solemnidad de la conduccion del cadáver al cementerio. Esta habia de ser el lunes 10 de Febrero á las doce; y el señor vicepresidente anunció que se celebraria sesion á las cinco de aquella tarde. Como testimonio del progreso de este país y de su nobleza consideró el Señor marqués de Pidal las demostraciones de dolor y respeto que hasta los adversarios del Señor Martinez de la Rosa dedicaban á su memoria, por reconocer la sinceridad de sus ideas, su lealtad y su patriotismo. Nadie más habló aquel dia, á causa de manifestar el Señor Olózaga que lo primero era dar tierra al cadáver del presidente ilustre, y que despues de cumplida esta obligacion religiosa vendria bien que sonáran allí voces elocuentes en justo aplauso del finado. Gran pompa fúnebre presenció Madrid por entonces: á pesar de hacer un dia por demás desapacible y ventoso, la comitiva fué extraordinaria é inmenso el gentío agolpado detrás de la tropa tendida desde la calle de las Rejas hasta uno de los cernenterios de la puerta de Atocha. Prohibido estaba desde Marzo de 1857 pronunciar discursos en tan lúgubres solemnidades, y siendo presidente del Consejo de Ministros el Señor Duque de Valencia, con motivo de las pacíficas manifestaciones liberales á que dió ocasion el entierro del magno poeta don Manuel José

Quintana. Al Señor Duque de Tetuan faltó arranque para prescindir por completo de la letra matadora y atenerse al espíritu vivificante, como lo acaba de tener ahora el mismo Señor Duque de Valencia, pronunciando junto al féretro del mismo Señor Duque de Tetuan muy patéticas y conciliadoras palabras; hasta un adagio vulgar dice que el llanto sobre el difunto; no se tuvo en cuenta lo excepcional del caso, y entibiado el dolor y pasada la impresion profunda, ya todo cayó en frio, y ningun orador pudo alcanzar á conmover al auditorio, que llenaba el salon de las sesiones y todas las galerías y tribunas. Por su parte Don Modesto Lafuente no tuvo ya que hacer sino dar gracias á nombre de la mesa y de la comision á cuantos habian contribuido á dar solemnidad al triste acto, y proponer que se colocára dentro del Congreso el retrato ó busto de Martinez de la Rosa. Aun así fué notable lo que dijo en los términos siguientes: «Enmedio del dolor que la intervencion en estos actos causa siempre, y más cuando hay tanta razon de sentir, la mesa y la comision tienen, y creén que el Congreso de los diputados experimenta tambien, la satisfaccion de haber visto cuán cumplidamente han sido colmados sus deseos de solemnizar el acto de hoy con todo el decoro, con toda la dignidad, con toda la pompa y grandeza, que reclamaban las virtudes del ilustre finado, su clevada posicion política y social, el honrosísimo cargo que acababa de ejercer

y sobre todo la alta importancia y consideracion de este Cuerpo, que es el que celebraba esta triste festividad. Ciertamente, Señores, esta luctuosa fiesta bien merece llamarse fiesta nacional; no solo porque eran los representantes de la nacion los que la hacian, sino por haberse apresurado á concurrir á ella todas las clases del Estado, desde las que ocupan las más superiores posiciones hasta las que se hallan en las más humildes; todos han querido acudir á derramar una lágrima sobre la tumba del que supo en alas de su ingenio remontarse á los más encumbrados y elevados puestos de la escala social. Señores, el plomo encierra y la tierra cubre ya las cenizas de nuestro dignísimo presidente; pero ni el plomo encierra ni la tierra cubre lo que no perece con el hombre, lo que es imperecedero; el alma, que habrá volado á la region de los justos; el nombre y la fama, que recoge como un precioso legado la posteridad; las creaciones del ingenio, que quedan para servir de leccion á los demás hombres, y que, viviendo siempre, dan á los genios privilegiados cierta inmortalidad en este mundo, imágen imperfecta de la inmortalidad del otro. Aprobada fué la proposicion referente al busto de Martinez de la Rosa, y tambien otra indicada por Don Francisco Goicorrotea sobre que el Diario de aquella sesion se publicára con orla de luto. No son para omitidas estas palabras del discurso del Señor Gonzalez Brabo. «Sabeis la herencia que

nos deja Martinez de la Rosa? ¿Quereis saberla? Pues volved la vista atrás; contemplad el camino andado desde el primer momento en que su espíritu habla á la nacion; contempladle realizado; contemplad cómo ese hombre con sus aciertos y sus errores sostuvo siempre firme en la brecha todo lo que se ha hecho durante su vida y hemos presenciado los que hemos vivido con él. Y vosotros, los que nos seguireis más jóvenes, y aquellos más jóvenes que vosotros que os seguirán despues, tomad en ese camino andado de tanta reforma realizada, de tantas transformaciones verificadas, tomad ejemplo para no desmayar y continuar firmes por ese mismo camino con la misma probidad, con la misma insistencia, con la misma sinceridad, sin cejar nunca, sin desalentarse jamás, cualquiera que sea el excepticismo, la falta de creencias ó la corrupcion con que se pretenda invadirlo todo é intimidaros. Señores, Martinez de la Rosa dijo un dia de aquellos que tuvo en su larga vida, en que simbolizaba con más franqueza, más genuinamente su pensamiento, dijo que esas puertas podrian cerrarse, pero que no se tapiaban nunca. Aquí está, por decirlo así, encerrado todo el espíritu que ha dominado en la vida de ese hombre..... El amor á la libertad fué el fundamento más principal, la tendencia más constante de la vida del que fué vuestro presidente; el amor á la libertad que ni un sólo instante se desmintió en él; el amor á la libertad que le condujo á fun

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