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más que mes y medio, ya estaba demostrada la esterilidad de la recompostura, pues no hubo medios hábiles de concordia entre la mayoría ministerial y la disidencia. A punto estaba el Señor Rios Rosas de pronunciar un discurso de oposicion enérgica y en testimonio de haber faltado el ministerio á lo convenido para extinguir las divisionės, cuando al Duque de Tetuan sucedió el marqués de Miraflores en là presidencia del consejo de ministros, y la union liberal quedó fuera del mando.

Varios cargos y algunos distintivos muy honrosos habia obtenido ya Don Modesto Lafuente en las distintas situaciones de que se ha hecho reseña. Durante el bienio fué vocal de la Junta general de Beneficencia, de la consultiva de Ultramar y de la comision interventora de la Real Compañía de canalizacion del Ebro. Ningun sueldo habia recibido del Estado desde el que tuvo como oficial primero del gobierno civil de Leon hasta que á principios de Octubre de 1856 le nombró Don José Manuel Collado Director de la Escuela de Diplomática de creacion reciente. Por don Claudio Moyano fué designado al siguiente Julio para concurrir al exámen de la ley de Instruccion pública redactada á tenor de las bases aprobadas por las Córtes. Entre los primeros nombres de los miembros de la Academia de Ciencias Morales y políticas figuró el suyo hácia la misma fecha. No lle vaba el general O'Donnell un mes de estar nueva

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mente á la cabeza del Consejo de ministros, cuando en Julio de 1858 obtuvo el puesto de Presidente de la Junta superior directiva de Archivos y Bibliotecas del Reino, y la Gran Cruz de Isabel la Católica libre de todo gasto, como gracia especial y en recompensa del distinguido servicio que prestaba con la publicacion de la Historia general de España. En Agosto de 1860 entró á formar parte del Consejo de Estado. Por Noviembre de 1863 hizo dimision de su destino, para presentarse como candidato de oposicion á sus antiguos comitentes de Astorga, que le honraron de nuevo con sus sufragios. Al ministerio incoloro del marqués de Miraflores sucedió el moderado histórico del Señor Arrazola, cuya duracion fué de cuarenta y dos dias. Algo parecido á la Union liberal representó inmediatamente despues Don Alejandro Mon en el mando, y abolida quedó la reforma constitucional de 1857 por entonces. En Agosto de 1864 volvió el Señor Lafuente al Consejo de Estado, no permaneciendo allí más que hasta Noviembre, pues hubo nuevas elecciones y quiso desembarazadamente procurar otra vez en Astorga el triunfo de su candidatura. A la sazon estaba la presidencia del Consejo de ministros á cargo del Señor Duque de Valencia.

No es para olvidada la campaña parlamentaria de la Union liberal contra la política del partido moderado. Con tendencia liberalizadora le habia sostenido El Contemporáneo en la prensa, bajo la inspiracion

de los Señores Don Luis Gonzalez Brabo y don Alejandro Llorente, que entraron á representar este elemento vivificador en calidad de ministros de la Gobernacion y de Estado el año de 1864 por setiembre. Sobre materia de Instruccion pública hubo notoria discordancia antes de mucho, y El Contemporáneo vino á ser periódico de oposicion poco á poco: ya el Señor Llorente no era ministro, y todavía el Señor Gonzalez Brabo se mantuvo en su puesto. De muy atrás algunos prelados y diversos padres de familia habian clamado á la par que la prensa neo-católica en contra de la actual enseñanza bajo el aspecto de revolucionaria é irreligiosa. Examinado por el Consejo de Instruccion pública muy detenidamente el asunto, no halló motivo fundado para táles clamores, y así lo dijo en grave consulta, que es muy de sentir que no se haya dado aún á la estampa. Así y todo, á manera de bomba cayó en el Consejo de ministros una circular del Director de Instruccion Pública á los rectores de las Universidades en el sentido más lato de los yá citados clamores; sobremanera modificóla una Real órden expedida por el ministro de Fomento, Señor Don Antonio Alcalá Galiano, y aun así pareció muy tirante. Por entonces Don Emilio Castelar era al mismo tiempo catedrático de la Universidad Central y director del periódico titulado La Democracia, donde publicó un artículo bajo el epígrafe de El Rasgo, con motivo de la cesion hecha por S. M. la

Reina de las tres cuartas partes de su patrimonio. Sobre la denuncia á tenor de la ley de imprenta, de Real órden mandóse al Rector Don Juan Manuel Montalvan que procediera universitariamente contra el autor de aquel escrito, y adjunto se le remitió un ejemplar del número de La Democracia, que lo contenia en sus columnas. Ni en la ley de Instruccion pública ni en el Reglamento halló el Rector medios hábiles de obrar de aquel modo, y así lo expuso en contestacion muy templada á la par de remitir la del Señor Castelar sobre no reconocer su autoridad en aquel especialísimo caso. De resultas fué separado el Señor Montalvan de la rectoría; y los estudiantes le quisieron dar una serenata, por muestra de aprecio respetuoso. Obtenida la competente licencia y á punto de comenzar el obsequio el 8 de Abril por la noche, se presentó la autoridad civil á intimar su prohibicion de pronto en la calle de Santa Clara. Jóvenes de diez y seis á veinte ó poco más años ¿qué ménos habian de hacer que prorumpir en agudos silbidos al hallarse con chasco tan estupendo? Solamente los que jamás hayan cursado aulas pueden extrañar aquella demostracion ruidosa. Nada aconteciera de positivo si la autoridad negára la licencia para la serenata; nada tampoco si no la prohibiera despues de concedida. Como no halláran los gobiernos más dificultades que las de aquel incidente en la administracion de los Estados, siempre camináran por senderos de flores. Dado el pri

mer mal paso, de mal en peor fué

ya todo, pues hubo corridas, y cargas de jinetes en la carrera de San Gerónimo y algunos heridos no graves. Dos dias subsiguientes hubo de alarma, y de recorrer algunos estudiantes las calles, y de agolparse en la Puerta del Sol bastante más gente que de costumbre. Por táles términos llegó la noche de San Daniel de fatal me... moria: sin conato ni aun asomo de lucha, varios paisanos cayeron sin vida á balazos ó acuchillados por los sables de la fuerza armada. No se niega que hubiera insultos, ni aun que alguna piedra se disparára contra los que tenian órdenes de disipar el agolpamiento de gente; mas táles hechos fueron aislados y personales, y nada amenazaba al público reposo. Muy precavidos los periodistas liberales más avanzados se apresuraron á publicar manifiestos, á fin de que sus correligionarios se abstuvieran de todo género de manifestaciones, y quietos se mantuvieron demócratas y progresistas. Esta es la verdad pura. Largos y empeñadísimos debates hubo primero en el Senado y despues en la cámara popular sobre aquellas ocurrencias lamentables; y en ellos acreditó, Don Luis Gonzalez Brabo cuán superior es su facundia, al pronunciar casi veinte discursos para defender una pésima causa. Tremendas y contundentes argumentaron las oposiciones. Por última vez habló á la sazon un varon venerable, que aún vive por fortuna, si bien ha enmudecido en mala hora, cuando tanto y tan bueno pudo salir de

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