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sus autorizados lábios en la última legislatura, y oportunísimamente dijo que la autoridad hubiera logrado en la noche de San Daniel ahuyentar á la muchedumbre de las calles sin más que soltar las bocas de riego. Aun cuando el ministerio alcanzára mayoría de votos en los dos cuerpos legisladores, sin vitalidad quedó á consecuencia de aquellos debates, y su caida á los tres meses no produjo sorpresa alguna.

Otra vez figuró el Duque de Tetuan á la cabeza del gobierno con la bandera de la Union liberal en sus manos. Desde su caida anterior habia tomado el partido progresista una actitud completamente revolucionaria. De resultas de pedir el partido democrático á la autoridad que le permitiera celebrar una junta, en ocasion de irse á verificar las elecciones de diputados bajo el ministerio del marqués de Miraflores, por una circular del ministerio de la Gobernacion se dispuso que solamente los que tuvieran derecho electoral fuesen admitidos en ella y en todas las de su misma clase; y á una determinaron demócratas y progresistas no concurrir á las elecciones, bien que unos y otros mantuvieran aquí centro directivo y comités en las provincias todas. Más expeditos medios tenian de accion los progresistas, y los pusieron muy en juego para ostentar su pujanza con motivo de ser trasladados los restos mortales del célebre Muñoz Torrero desde Portugal á esta córte, y de su conduccion á uno de los Campos Santos de la Puerta de

Atocha. No hubo realmente en aquella ceremonia fúnebre más que el desfile de una procesion larga de progresistas madrileños y provincianos muy ordenados y silenciosos, que en número menor habian tambien concurrido á la procesion cívica del Dos de Mayo. Lo característico de la reunion de tantos hombres del partido fué el banquete que celebraron en los Campos Elíseos por entonces. Allí fué donde el Señor Olózaga propuso la jubilacion del Duque de la Victoria como jefe de los progresistas; allí donde les dijo en tono profético el general Prim que dentro de dos años y un dia era segurísimo su triunfo. Retraidos continuaron de igual modo al celebrarse nuevas elecciones bajo el ministerio del duque de Valencia; y deliberadamente fuera de las vias legales, no tenian desemboque sin buscarlo un dia ú otro por entre disturbios hasta cantar victoria sobre las barricadas. Sus fuerzas habia restaurado la union liberal en la oposicion de algun modo: juntas combatieron la antigua mayoría y la disidencia, con el criterio de esta por norte: más de una vez reunió el Señor Lafuente á los miembros de una y otra en su casa: como por delegacion del Duque de Tetuan hacia el Señor Posada Herrera de jefe, tan bullidor y echado hácia adelante cual si no hubiera sido por espacio de cerca de un lustro desnaturalizador tenaz de una idea fecunda y salvadora. A la faz del Congreso de diputados oyósele por aquellos dias expresar la conviccion

profunda de que las soluciones liberales zanjaban los más difíciles asuntos y decidian las cuestiones más árduas. Tal era su punto de vista á tiempo de volver á tomar el ministerio de la Gobernacion á cargo.

Con propósitos notorios de arrepentimiento y enmienda mostróse la union liberal desde los principios. Durante su primer período gubernativo se habia formado el reino de Italia, de resultas de las victorias de Magenta y de Solferino, tras de las cuales fué la Lombardía del Piamonte, y vinieron las anexiones de los ducados de Parma, de Módena y de Toscana, de las Marcas y de las Legaciones, y las expediciones victoriosas, que á Sicilia y Nápoles hicieron los garibaldinos. Francia imperial habia ayudado á Italia á recobrar parte de lo que Francia republicana le habia hecho perder años antes con el sitio y la toma de Roma, que puso á Radetzki en proporcion de triunfar sobre los campos de Novara, cuando sin agena ayuda habia Italia expulsadó á los aborrecidos tudescos de la Lombardía y de Venecia y hasta de uno de los ángulos del cuadrilátero famoso. Así Francia no hizo más que pagar una sagradísima deuda. Todas las naciones de Europa reconocieron más o menos de prisa el flamante reino italiano; todas, menos España, por razones cuyo esclarecimiento adoleceria aquí de prolijo. Ahora la union liberal apresuróse al reconocimiento de Italia, sin que le detuvieran las exposiciones de los prelados, en térmi

nos de aconsejar y de conseguir de S. M. la separacion del cardenal arzobispo de Búrgos, director de la conciencia y de la educacion del príncipe de Astúrias, que fué el primero en representar contra aquella providencia trascendental y plausible y necesaria á todas luces. Tambien atendió sin demora á quitar hasta la más remota razon de ser al retraimiento de

los progresistas, con dar al derecho electoral muy ámplio ensanche. Desgraciadamente para todos, sus esfuerzos en tal sentido resultaron plenamente nulos, Poco importára que los demócratas persistieran obstinados en la abstencion absoluta, á tenor de sus discursos y sus votos dentro del teatro del Circo, si los progresistas no acordáran desaconsejadamente en el Circo de Price lo propio. Todo les pudo impulsar á obrar de tal suerte, menos el patriotismo y la fé en la bondad de sus doctrinas.-Si cedieran á este noble y eficaz impulso, no vinculáran las esperanzas en promover nuevos trastornos, y lanzados al terreno legal con bríos, cada vez avanzáran más hácia la victoria. Para la lucha política abríaseles campo franco: muchos llegáran fijamente por los colegios electorales á la tribuna: desde allí sostuvieran los fueros de la prensa, y con estas dos poderosas palancas ayudáran á remover los obstáculos todos que en nuestra patria dificulten la consolidacion del gobierno libre.

No obraron así lastimosamente, y apenas abier tas las Córtes, del retraimiento de los progresistas

vióse la significacion á las claras, con aparecer el general Prim en Villarejo de Salvanés á la cabeza de dos regimientos de caballería, que sublevados abandonaron sus cuarteles de Aranjuez y de Ocaña. Vanamente anduvo á una jornada de Madrid por los montes de Toledo un dia y otro hasta seis ó siete; á los diez y ocho de acaudillar la fuerza sediciosa se tuvo que meter en Portugal sin que ciudad alguna secundára su movimiento, ya que no su grito, por ser ignorado. Ante el buen sentido resultó evidente la impotencia revolucionaria; y bien que el amor propio del Duque de Tetuan padeciera bastante, al ver que tambien se le sublevaba tropa, sin lesion quedára su prestigio, si practicára su doctrina de la energía durante la lucha y de la clemencia despues de la victoria, y si prosiguiera la emprendida marcha liberal con paso inalterable. Otros caminos le parecieron mejores. Dos sargentos fueron condenados por un consejo de guerra á ser pasados por las armas: en el ejército acababa de ascender á tal graduacion el Príncipe de Astúrias. ¡Qué efecto moral tan asombroso produjera la aparicion del augusto niño en el lugar de la ejecucion terrible con el salvador indulto en las manos! Ya hubo quien sugiriera idea tan feliz al gobierno, sin lograr fruto. Realizado este grande acto, hábil quedára el Duque de Tetuan sin duda para dar oidos á las súplicas de personas del más elevado carácter y de diversas opiniones políti

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