Imágenes de páginas
PDF
EPUB

pular con la monarquía, la unidad de la fé con la tolerancia religiosa, la pureza del cristianismo con las libertades políticas y civiles; darse, en fin, una organizacion en que entran á participar todas las pretensiones racionales y todos los derechos justos. Veremos refundirse en un símbolo político así los rasgos característicos de su fisonomía nativa como las adquisiciones heredadas de cada dominacion, ó ganadas con el progreso de cada edad; organizacion ventajosa relativamente á lo pasado, pero imperfecta todavía respecto á lo futuro, y al destino que debe estar reservado á los grandes pueblos, segun las leyes infalibles del que los dirije y guia.» Tan á maravilla trazó el grande itinerario que habia de seguir sin reposo hasta recorrer los varios sucesos de la historia nacional en su curso.

Generalmente se divide la historia universal en tres edades. Desde la creacion del mundo hasta la invasion de los bárbaros se cuenta la antigua: desde la invasion de los bárbaros hasta la toma de Constantinopla por los turcos la media; y desde este acontecimiento desastroso hasta la revolucion de Francia la moderna; y hacen bien los que denominan historia contemporánea á la que data desde entonces. Otros períodos halló más oportunos Don Modesto Lafuente para las tres edades con referencia á la Historia de España; comprendiendo en la antigua desde los tiempos primitivos hasta la caida de la monarquía

goda en la batalla dada á las márgenes del Guadalete; en la media toda la lucha sostenida por los españoles desde el levantamiento de Covadonga hasta la toma de Granada; y en la moderna lo referente á la dinastía de Austria y á los Borbones. Quizá debió tambien llamar edad novísima á la que dá principio con el levantamiento, guerra y revolucion de España, título que el ilustre conde de Toreno puso á su estimabilísima historia. Entre las historias de complicacion grande ninguna halla fundadamente que la tenga en mayor grado que la de España desde principios del siglo octavo hasta fines del décimoquinto. No es España árabe desde que se arraigó la dominacion africana ó mora: tampoco es musulmana desde que nuestras armas reconquistaron la mayor parte del territorio para no volverlo á perder nunca: ni se le puede llamar cristiana, aunque lo fuera siempre, mientras fueron dominantes aquí los vencedores sectarios de Mahoma. Tres divisiones hizo de esa época larga y complicada, sirviéndole de pauta aquellos acontecimientos notables, que alteraron sustancial y ostensible la situacion de los reinos, y de base las vicisitudes esenciales de la monarquía de Castilla en que se vinieron á refundir todas. Sin censurar ni por asomo la division indicada, por mi parte declaro que me ha parecido más natural hacerla en cuatro períodos; y así resultará en el Manual de la Historia de España, á que daré cima, Dios mediante, así que se me proporcionen tres ó

cuatro meses de holgura. Sus títulos son los siguientes:-Reyes de Asturias.-Reyes de Leon.-Los dos grandes reinos españoles.-Castilla decadente y Aragon pujante.-Bajo el primero comienza Pelayo la restauracion de la monarquía en Coyadonga, se forma el califato de Occidente, y casi á la par ocurren la independencia del condado de Barcelona y el principio verdaderamente histórico del reino de Navarra. Durante el segundo los tres hijos de Alfonso II. tienen sucesivamente en la ciudad de Leon su córte, y se efectúan la independencia del condado de Castilla y la desmembracion del califato, y merced al poderío de Sancho el Mayor de Navarra dos de sus hijos suenan como los dos primeros reyes aragonés y castellano. Desde entonces dá principio el tercer período, y llega hasta que redondean ó punto menos sus respectivas monarquías Jaine el Conquistador y Fernando el Santo. Mucha parte del cuarto llenan las guerras lamentables entre castellanos y aragoneses y los disturbios interiores de cada uno de los dos Estados, si bien los primeros no consiguen tremolar su pendon victorioso en el emirato de Granada, á la par que los segundos lo plantan intrépidos y triunfantes en Sicilia y Cerdeña, y en Nápoles y hasta en los ducados de Atenas y de Neopatria. Al final de estos cuatro períodos vienen los Reyes Católicos y constituye su época el que se puede muy bien llamar Enlace de la Edad media y la Edad moderna. Buen método es el adoptado por el

Señor Lafuente de referir con la separacion posible las cosas de Aragon y de Castilla, las de Navarra, Portugal ó Cataluña, y las que tuvieron lugar en los paises dominados por los musulmanes, aparte de los casos en que los sucesos de unos Estados y otros corrian tan unidos que hacen indispensable la simultaneidad en el relato. Sobre la estudiada brillantez de las formas prefiere la sencillez tan recomendada por Horacio, á fin de ser entendido por todo género de lectores. Así lo consigue á maravilla; en testimonio de lo cual no hay más que abrir á discrecion cualquiera de sus veintinueve tomos. Tanta es su rectitud que pide licencia para hablar á sus anchas, cuando la verdad histórica le conduzca á elogiar virtudes 6 grandezas españolas, porque la imparcialidad no condena los sentimientos del alma, y porque excusable y aun justo es semejante desahogo en quien tantas veces ha sentido el amargor de ver á su patria vilipendiada por extranjeras plumas. Principalmente se propuso dedicar sus tareas. á los indoctos y á los que no tienen vagar y espacio para meditar detenidamente sobre la varia lecturą; y así no le pareció bastante la historia limitada á la simple narracion de los sucesos, y desechando toda fórmula, y abandonando á la inteligencia del lector así las inducciones como las aplicaciones. Ya concebido este pensamiento juicioso, nada más natuque el método plausible de exponer los hechos y de venir despues á los comentarios, no interpo

ral

niendo largas distancias entre unos y otros, ni buscando la relacion á menudo, porque su propósito fijo es grabar en los lectores de una manera permanente el conocimiento de los sucesos y su influjo en las diversas modificaciones políticas y sociales. A vuelta de sus tareas parlamentarias y administrativas, ni un dia solo dejó de aplicarse muchas horas á su trabajo predilecto, sin hacer en la publicacion sucesiva y frecuente ningun alto hasta que dió á luz el tomo vigésimo sexto con el triunfo de la independencia española, tras seis años de heróica lucha. Con ansiedad se aguardaban más tomos: tres más tenia escritos; y dejarlos inéditos fué su primer impulso, porque allí trazaba la historia de un reinado odioso hasta la repugnancia. Al cabo mudó radicalmente de propósito por gratitud á sus numerosos lectores, y en circulacion los puso tan á tiempo, que los dos últimos se imprimieron el postrer año de su vida; y de esta suerte llegó hasta la muerte de Fernando VII. con la relacion de los hechos y la hilacion de los comentarios.

Rosseew de Saint-Hilaire empezó á publicar el año de 1844 su Historia de España, y aun se halla en el tomo noveno, sin llegar más que al final del gobierno de Alejandro Farnesio en Flandes. Seis años despues dió principio Don Modesto Lafuente, y con veintinueve tomos avanzó hasta llevar á cima la obra. No cabe parangonar la laboriosidad activa de ambos

A

« AnteriorContinuar »