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España de Cárlos Romey en el prospecto de su traduccion al castellano, anunciada por editores de Barcelona.- «Lo que ha desconceptuado y casi envilecido á los escritores de la escuela de Mariana es la desfachatez increible con que están afirmando hechos de su invencion, poniendo en boca de los personajes sus propias aprensiones ó las de su tiempo, y falsificándolo y estragándolo todo sin autoridad y sin primor. Por tanto el primer paso fundamental es en algun modo no hacer caso, por ejemplo tratándose de España, de Mariana ni de Ferreras.»>-Don Alberto Lista apresuróse á consignar la admiracion general tributada por propios y extraños al literato insigne, que en el siglo XVI. emprendió y llevó á cabo la Historia general de España con inmensa erudicion, incansable laboriosidad, correccion y austeridad de lenguaje, y aun crítica y filosofía, muy superiores á lo que se podia esperar en su tiempo y de sus circunstancias particulares. Su obra fué la primera de esta clase que apareció en Europa despues de la restauracion de las letras: se cuenta entre las clásicas de la lengua y de la literatura española: por ella se aclimató el pincel de Tito Livio entre nosotros: rasgos contiene de Tácito en la descripcion de los caractéres; y toda ella revela gran diligencia en las investigaciones y sumo trabajo. Censuras se han hecho al autor esclarecido, por dar mucha cabida á los sucesos eclesiásticos y á las consejas tradicionales: sobre lo cual ΤΟΜΟ ΧΧΙ. d

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dijo el Señor Lista que el clero ocupaba durante la Edad media el primer grado en la social escala, y que ya expuso el célebre jesuita su incredulidad respecto de algunas cosas referidas por su pluma, ademas de que á la sazon fuera peligroso negar y aun omitir algunas, que transcribió de otros autores. Muy rotundamente negó el Señor Lista que Mariana insertára hechos de invencion propia, y que en boca de personajes de otras edades pusiera ideas suyas ó de su siglo. A una réplica de los editores dió contestacion muy vigorosa, donde hay este pasaje.—«Dicen que ignoramos los adelantos que ha hecho la escuela histórica en estos tiempos, y los principios que ha sentado diametralmente opuestos á los de Mariana..... ¿Qué principios históricos son esos, señores editores? ¿Pueden ser otros que los de la veracidad, la verosimilitud, la unidad y la dignidad y correccion del estilo? Pues estas máximas son conocidas desde el tiempo de Ciceron. Lo que se ha perfeccionado mucho es el arte critico y la filosofia politica. No se debe culpar á Mariana de que en su tiempo estuviesen ambas ciencias en la infancia. Él fué uno de los que más contribuyeron entonces á que adelantasen; y así su obra fué recibida con general aplauso de toda Europa.» Tambien el Señor Lista estampó las siguientes palabras. «Nosotros hemos llevado muy á mal que se haya procurado aprender nuestra elocucion poética en las composiciones de los actuales poetas franceses,

introduciendo en la lengua de Rioja frases y giros enteramente propios de aquel idioma. Lo único que nos quedaba que ver es que se estudiase la historia de España, no en Mariana, ni en ninguno de nuestros historiadores, sino en una obra escrita en París.»

Grande eco hizo esta despechada frase dentro del alma de Don Modesto Lafuente: para inflamar su patriotismo en mayor grado coincidia la publicacion del primer tomo de otra Historia general de España por un profesor de la Sorbona: M. Rosseew de Saint-Hilaire dábalo á luz en la capital de Francia, al mismo tiempo que empezaban á circular desde Sevilla los Ensayos literarios y críticos del Señor Lista. Así el conocido vulgarmente por Fray Gerundio concibió que seria grande y nobilísima empresa la de escribir una Historia general de España. Muy despacio pesó todas las dificultades, y de estímulo sirviéronle y no de freno; y más aun por venir á sus manos cierta obra de un historiador extranjero, en cuyo prefacio, despues de citar las historias de varios paises, ya escritas con buena crítica y á la altura del espíritu filosófico moderno, se halló estas palabras.—«En cuanto á España desgraciadamente no hay ningun nombre español que citar, y sólo algunos antiguos escritores han dejado obras históricas notables..... La España carece aun de una literatura nacional; el genio histórico no se ha desarrollado todavía en ese grande y desventurado pueblo, que marcha con tantas angus

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tias hácia su regeneracion.» Si hay decision para empezar y perseverancia para seguir, á remate se llega de lo más arduo. Toda su mente llenó esta máxima irrefragable. Caudal no escaso tenia ya de conocimientos propios á la realizacion del designio: su recreo mayor era el estudio: gracias á su laboriosidad fructuosa, asegurado contaba el pan cotidiano de una manera independiente; y con plena holgura podia realmente poner manos á la obra magna. Desde entonces aplicóse á enriquecer su librería con las producciones de los autores nacionales y extranjeros que habian escrito sobre nuestras cosas, y con las muchas colecciones de documentos ya dadas á la estampa; y comenzó á frecuentar la sala de manuscritos de la Biblioteca nacional y á vivir horas y horas en la Biblioteca de la Academia de la Historia. Ademas se propuso visitar personalmente los archivos, recien abiertos por nuestro Gobierno ilustrado á las investigaciones de los estudiosos. Por el de la corona de Aragon dió principio á su peregrinacion fecunda, y hallólo bajo la direccion inteligentísima del erudito vindicador de los condes de Barcelona. Don Próspero Bofarull tenia aquel archivo como en la uña, y le facilitó mucho las tareas: su hijo Don Manuel fuéle de grande ayuda, de allí se trajo tesoros, aumentados con remesas posteriores de muy interesantes datos y documentos

y

sobremanera estimables.

Todo el verano del año 1849 pasólo en Simancas.

Su archivero Don Manuel García Gonzalez llevaba allí más de treinta años, y tambien le sirvió de guía. Así pudo en contados meses designar las copias que necesitaba de los papeles de las tres últimas centurias.

No es para omitido que de Simancas datan mis rela

ciones amistosas con Don Modesto Lafuente: muy hombre de familia, no concurria nunca al café del Príncipe ó Parnasillo, hoy desierto y animadísima reunion de escritores y artistas durante la efervescencia de nuestra revolucion política y literaria: al Liceo fué pocas veces; y así entre nosotros no se habian cruzado hasta entonces más que urbanos saludos. En union del coronel de ingenieros Don José Aparicio y García dábamos diarias paseatas, siempre hablando de historia, cada cual de la que traia entre manos con vivo anhelo: Fray Gerundio de la general española, el coronel de la de su arma, yo de la del tercer Cárlos: tambien sobre la contemporánea política solíamos echar nuestros parrafillos; y generalmente no habia mucha divergencia de pareceres. Cierto dia platicamos sobre la asiduidad regulada con que Don Manuel García Gonzalez iba al archivo todas las tardes con un sobrino suyo á copiar los documentos relativos al levantamiento de las comunidades de Castilla; y yo manifesté extrañeza de que esto le ocupára años y años, no abarcando aquel suceso más que un breve período, y habiendo sido tantos los testigos de vista que escribieron sobre sus varios

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