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incidentes y su trágico desenlace, fuera de que parecia imposible que del archivo no se hubiera sacado en nuestra segunda época constitucional lo más jugoso, cuando nuestras córtes honraron la memoria de Padilla, Bravo y Maldonado. Amistosamente el coronel llevóme la contra, y en el calor de la conversacion solté la especie de que me atrevia á escribir una historia del levantamiento de las comunidades castellanas con las noticias que adquiriera sin recurrir á aquel archivo: de tildarme el coronel por jactancioso y de animarme Fray Gerundio á llevar el propósito á cabo, se siguió que á los pocos meses enviára yo á Don Antonio Gil de Zárate por tarjeta de dias el libro impreso con la dedicatoria á su nombre. Ambos amigos tuvieron así parte muy directa en que yo empezára á sonar como historiador bueno ó malo por ambos mundos; y verdad hablo lisa y llana, como que en mi poder obran los juicios de Prescott y Ticknor sobre la tal obra. Antes que don Modesto Lafuente vine yo de Simancas, no que del Discurso preliminar de su Historia me leyera toda la parte que llevaba escrita por entonces. de vuelta en Madrid leyómelo todo. Al año siguiente daba el tomo primero á la estampa: y los sucesivos salieron con breves intervalos, aunque la vida política le absorbió despues mucho tiempo.

sin

Reciente estaba la caida estruendosa de la monarquía francesa de Julio cuando don Modesto Lafuente

y yo intimamos amistad en Simancas. Mucho hablamos sobre suceso tan de bulto y sus complicadas ramificaciones. A la tiesura intransigente de Mr. Guizot atribuimos concordes la catástrofe aciaga: más sectario que gobernante, sin visos de razon se opuso á admitir ninguna reforma en materia de censo electoral y de incompatibilidades parlamentarias; y la campaña de los banquetes dió al traste con el trono de Luis Felipe y con la obstinacion de su ministro predilecto. Cuando sobre tema tal haciamos largos comentarios, apenas quedaban ya chispas de la conflagracion casi general de Europa, al nacer la segunda república de Francia, aun vigente por entonces; y lo que Don Modesto Lafuente opinaba sobre su duracion probable, se halla contenido en el último número de su Revista Europea bajo el epígrafe De cómo dejamos las cosas. Importantísimo es el pasaje, por lo muy de relieve que pone su perspicacia; y así conviene transcribirlo á la letra.

«Señor, fuera de los nueves cero; la Inglaterra está como estaba un año hace.

Pues echa esa partida á un lado y vamos á Francia.

» Señor, esa es cuenta de muchos quebrados, y no sé cómo nos hemos de ver para sacarla.

-Se simplifica, Pelegrin, y verás como vá saliendo. La Francia derribó la monarquía y se constituyó en república, que fué como nosotros la encontramos,

y hubo muchas barricadas, y muchos árboles de la libertad, y muchos clubs; y vinieron las jornadas de Mayo, y las de Junio, y las de Agosto; y hubo un gobierno provisional y otro gobierno provisional; y aquello de libertad, igualdad y fraternidad; y los banquetes, y los tumultos, y el comunismo, y el socialismo, y la organizacion del trabajo, y todo lo que, por ser tan sabido, no necesito recordar. Y en resumidas cuentas ¿qué ha quedado de todo esto, Pelegrin? Ya no hay organizacion del trabajo, ya no hay árboles de la libertad, ya no hay clubs, ni siquiera se nombra lo de libertad, igualdad y fraternidad; y al cabo de un año, ¿qué ha quedado? Una cosa que se llama república porque no es monarquía, y no es monarquía porque la llaman república.

->Pero es una república homeopática, mi amo. -Democrática querrás decir, Pelegrin.

-> No señor, homeopática. Y bien sé lo que me digo; puesto que, así como los médicos homeópatas dicen que curan todas las enfermedades por los semejantes, así la Francia vá á curar la república de Roma con otra república, ó lo que es lo mismo, la república francesa vá á quitar la república romana, que no pue de ser una cura más homeopática.

->Así es la verdad, Pelegrin; y me alegro que hayamos alcanzado en nuestro año este fenómeno, para que podamos llamarle con más razon el año de los

fenómenos, pues no es fácil, ni casi posible, que se vuelvan á ver otros mayores.

-Pero respecto á la Francia, mi amo, paréceme que no podremos liquidar hoy la cuenta, pues todavía no se sabe lo que quedará; que, aunque tenemos la suma de lo que ha habido en el año, fáltanos la resta, que no sabemos á cuanto podrá ascender.

-Cierto, Pelegrin. Mas tambien puede hacerse un cálculo aproximado. Por de pronto de la suma del año pasado, que ha sido larga, no veo que queden más que dos partidas gruesas, que son la constitucion republicana y la asamblea que está para espirar. En cambio de estas partidas tiene un Presidente de la república, que es un príncipe dinástico, y unos ministros republicanos, que han sido ministros de la monarquía, y tienden menos á lo que son que á lo que fueron. Pues bien, esta Asamblea, que ya no es tampoco la Asamblea del año pasado, puesto que es una Asamblea republicana, que autoriza la expedicion de una escuadra para destruir otra república, está para disolverse ya; y apunta, Pelegrin, y dá por borrada esa partida. Van á hacerse nuevas elecciones; y es muy de presumir que produzcan otra Asamblea menos republicana; la cual no extrañaré que diga que le gustan dos cámaras más que una sola, y que eso de nombrar cada cuatro años un Presidente de la república nuevo es un aperreo y un tósigo, y que seria más descansado y más sencillo nom

brarle cada diez ó hacerle perpétuo; ó bien que le sonára mejor al oido el título de Emperador. De modo, Pelegrin, que no me maravillaria de ver en Francia un Napoleon II. con imperio, ni tampoco un Enrique V. ó un Luis Felipe II. con monarquía, ó uno

tras otro.

-> Señor, al paso que Vd. vá resultará que será mayor la resta que la suma, y la data que el cargo. Pero esas partidas no pueden ser todavía de abono.

-> Así lo reconozco, Pelegrin, y esto no es más que indicar el giro que vá llevando la cuenta, y que, segun la prisa que los consumidores se van dando á gastar, podrá ser muy bien que, si hoy no, dentro de algun tiempo sea mayor el sustraendo que el minuendo, y que la Francia se diera por contenta con quedar igual, ó cargo con data; y eso, que, á decir verdad, en Francia es donde queda todavía alguna cuenta pendiente.»

Estudios sobre Don Ramon titula don Modesto Lafuente un artículo de la Revista Europea; y nada más oportuno que copiarlo del todo, para que se note su disposicion de ánimo sobre las cosas de España. De 30 de enero de 1849 es la fecha, y así dice el texto: -Han de suponer Vds. que el amigo don Ramon nunca se ha dignado dirigirme la palabra, á mí Fray Gerundio, ni yo á él tampoco; de consiguiente estamos iguales en esta parte, ya que tan distantes estemos en tantas otras; lo cual nada tiene de particular,

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