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clavó puñal regicida en el pecho de Isabel II. cuando iba á ofrecer el primer fruto de sus entrañas á la Vírgen de Atocha. Pocas veces ha mostrado Madrid tanto entusiasmo como el 18 de Febrero de 1852 y todo el tiempo que la Reina tardó en visitar aquel santuario, ya restablecida y con la infanta Doña Isabel en sus brazos maternos. Otro ministerio se aprovechára de circunstancias tan favorables para afianzar el reposo y promover el pacífico progreso por las vias de las leyes y al amparo de las instituciones: con espíritu reaccionario lanzóse don Juan Bravo Murillo á senderos, cuyo forzoso desemboque habia de ser en precipicios de grande hondura.

Desde hace dos años está en circulacion el tomo cuarto de los Opúsculos de este personaje, y á tratar de su proyectada reforma de 1852 lo dedica todo. Allí manifiesta que á fines del año anterior nació el tal pensamiento por inspiracion espontánea del gabinete, sin que ninguna influencia exterior ó interior lo diera impulso. Allí consigna que durante la siguiente primavera ocurrieron la dimision del Señor Armero y Peñaranda, la redaccion de una exposicion de varios personajes políticos á favor de las instituciones, que no llegó á ser presentada, y la declaracion terminante que la Reina Cristina hizo en Aranjuez contra la reforma al señor Bravo Murillo, y de la cual no juzgó oportuno dar noticia á sus colegas. Allí refiere cómo se suspendió todo trabajo ministerial

sobre este punto en el verano, y se volvió á la faena en el otoño, y se convocaron las Córtes para 1.° de Diciembre, á fin de que en una sola discusion ventiláran los diversos y esencialísimos extremos que constituian la reforma, para aprobarla ó desaprobarla con un solo voto. Acto contínuo habla de la apertura de las Córtes; de su disolucion inmediata á consecuencia de ser elegido presidente Don Francisco Martinez de la Rosa contra Don Santiago Tejada, candidato del ministerio; de la publicacion en La Gaceta de todos los proyectos constitutivos de la reforma; de la circular concerniente á prohibir su discusion por medio de la imprenta; de la supresion de las cátedras del Ateneo de esta córte; de la publicacion de los presupuestos del Estado para 1853 por Real decreto; de la disolucion de los comités electorales; de la negativa de la licencia al Señor Duque de Sotomayor para reunir amigos, que pudieran hablar de política en su casa; de la comision dada al Señor Duque de Valencia para que fuera á Viena á estudiar la organizacion del ejército austriaco; y de la dimision del ministerio á consecuencia de que la Reina manifestó dudas sobre que saliera victorioso en las elecciones. Todas las tropelías y arbitrariedades de aquel gabinete de infausta memoria y único responsable de la perturbacion de los ánimos y de quedar en jaque el reposo, no bastaron á reprimir las manifestaciones de la opinion pública en contra de sus planes liberticiТомо ххх.

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das. Moderados y progresistas calificaron la proyectada reforma de abolicion del sistema constitucional en España. Oportuno es recordar aquí varios pasajes del manifiesto de los moderados á los electores.

«Nunca las circunstancias han sido más graves; jamás un voto desacertado pudiera ser más funesto á la estabilidad del trono, al porvenir de la nacion, al sosiego y felicidad de los pueblos. En las próximas Córtes no se ván á debatir puntos secundarios de política ó legislacion; se vá á decidir acerca de la existencia ó derogacion de la constitucion actual, y del establecimiento de un nuevo y desconocido régimen, jamás ensayado entre nosotros ni en ninguna otra nacion, y esencialmente contrario á todas las ideas recibidas hasta ahora sobre la índole de una monarquía templada y constitucional. Lo primero que en este aventurado intento salta desde luego á la vista es lo inoportuno y lo absolutamente innecesario de semejante trastorno en la ley política que rige sosegadamente al Estado. No se vé, no se descubre, no se vislumbra siquiera causa ni pretesto para semejantes novedades. La situacion interior de la monarquía es, relativamente á épocas anteriores, próspera, segura y tranquila, el bienestar y la riqueza pública han entrado con el afianzamiento del órden en una ancha vía de progreso y desarrollo; las disensiones políticas se habian calmado; los partidos todos se movian dentro de la órbita trazada por la ley fundamental, despues

de las discordias que han conmovido y ensangrentado nuestra patria durante medio siglo; y todos dirigian ya sus miradas al fomento de la pública prosperidad y hácia objetos útiles y beneficiosos á los pueblosa ¿Por qué, pues, se preguntan los hombres sensatos, venir á interrumpir esta marcha pausada y tranquila? ¿Por qué suscitar de nuevo las mal apagadas contiendas políticas? ¿Por qué abrir otra vez la interminable série de reacciones que en sentido contrario han agitado alternativamente la monarquía? ¿Qué interés reclama este nuevo cambio que tan profundamente agita los ánimos, que tan hondamente conmueve todas las existencias?.... No es reforma, no es mejora; es la abolicion del régimen constitucional que tantos sacrificios ha costado establecer entre nosotros, desde que una larga y lastimosa experiencia patentizó lo insuficiente del régimen anterior, y la necesidad de restaurar en la forma posible el que desde los tiempos más remotos habia gobernado la monarquía; desde que la Corona misma libre y deliberadamente le proclamó como la bandera que habia de conducir á la victoria á los defensores del trono legítimo de nuestra reina contra el representante de la usurpacion, contra la personificacion del poder absoluto.... Las Córtes, pues, ván á decidir; y todavía se puede ale-jar de la nacion el cúmulo de males que la amenazan, si los electores, depuesta toda mira particular, depuesto todo interés secundario, se entienden y con

ciertan para defender las instituciones por los medios legales que ellas mismas ponen en su mano; si fijos únicamente los ojos en el trono de su reina y en los derechos y la dignidad de la nacion, acuden á las urnas electorales animados de un mismo espíritu y con la decision y firmeza que debe inspirar á todos la noble causa que defienden; y en una palabra, si se unen entre sí todos los amantes y defensores de la monarquía constitucional, sin distincion de fracciones ni partidos, y cualesquiera que sean sus opiniones en puntos que se deben considerar hoy muy subalternos, pues todas, siendo legítimas, caben dignamente en el ancho campo de las instituciones, que todos he. mos contribuido á fundar, que todos hemos jurado defender.»

Mucho más lacónico fué el manifiesto de los progresistas, y se debe transcribir á la letra.«Huérfana, abandonada la nacion española de sus reyes, en 1808, vendida al extranjero, nuestros padres volvieron por sus inmunidades con heroismo, y rescataron su independencia en una lucha tan porfiada como desigual. Redimida la patria, restauraron su libertad á costa de inmensos sacrificios. Al mismo tiempo recogieron el cetro arrancado violentamente para devolverlo á su rey legítimo. En 1833 un príncipe ambicioso quiso arrebatar la corona á una niña inocente, afirmando más y más el yugo que nos oprimia. Pero la nacion, convocada por la Reina Gobernadora,

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