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levantó en sus brazos la cuna de la huérfana real de Castilla, defendió su trono con el escudo de las instituciones, y le asentó sobre el sólido cimiento del voto público. Los testimonios de su lealtad se hallan escritos con sangre en los campos de batalla y en los muros de mil pueblos. La victoria premió tan generosos esfuerzos. Triunfó Isabel II., símbolo de la causa liberal: quedó vencido el Pretendiente, representante del despotismo. Y en 1852, despues de tantos afanes y convulsiones políticas, despues de tanta sangre derramada, despues de tantas pruebas de lealtad, se os llama, electores, á las urnas, y se pretende que acepteis con vuestro sufragio, en medio del silencio forzoso de la imprenta, un régimen extraño y desconocido hasta el dia; que renuncieis en gran parte á la formacion de las leyes; que abandoneis el exámen y la aprobacion anual de los tributos y gastos públicos; que envolvais en el misterio el voto y los actos de vuestros diputados, ahogando la discusion pública, garantía de acierto y moralidad en sus resoluciones; que, con mengua de la independencia nacional, mermeis las facultades legislativas, sancionando la participacion de la córte romana en el ejercicio de la potestad temporal; que borreis de la Constitucion los derechos de los españoles; que anuleis el parlamento; que destruyais en fin con vuestras propias manos el gobierno representativo hartas veces desnaturalizado. Electores, pronto se abrirán las urnas. Consultad

vuestra conciencia, y la mano puesta en el corazon, olvidad errores pasados, fijad ahora los ojos en lo presente, y dirigid luego la vista al porvenir. La cuestion que vá á decidirse en las próximas córtes, convocadas para el 1.° de Marzo, es de vida ó muerte. De su éxito depende la pérdida ó la salvacion de todos los derechos que habeis recobrado, de todas las conquistas obtenidas con los principios liberales en medio del siglo de encarnizadas luchas y dolorosos padecimientos. Union, electores; union entre todos los hombres que pertenecen al gran partido constitucional, sin distinciones, sin rivalidades. Cualquiera que sea el diputado que envieis al Congreso, procurad que se halle firmemente resuelto á combatir por los medios legales los proyectos de reforma recientemente publicados. La nacion confia sus destinos á vuestra fortaleza, á vuestra independencia, á vuestro patriotismo Táles son las ideas de los que suscriben este manifiesto, competentemente autorizados por sus amigos políticos.>>

Elocuentísimos son los nombres propios á las veces por sí mismos, y sobre todo á distancia de los tiempos en que sonaron juntos ó acordes: y así conviene aquí enumerar los firmantes respectivos de manifiestos de tan alta importancia. Al pié del expedido por los moderados figuran las firmas siguientes: -Duque de Valencia.—Marqués del Duero.-Francisco Martinez de la Rosa.-Luis Gonzalez Bravo.—

Manuel de Seijas Lozano.-Joaquin Francisco Pacheco.-Antonio de los Rios y Rosas.-Duque de Rivas.-Conde de San Luis.-Marqués de Pidal.-Luis Mayans. Duque de Sotomayor.-Alejandro Mon.Conde de Lucena.-Saturnino Calderon Collantes.Marqués de San Felices.-Marqués de Fuentes de Duero.-Fernando Fernandez de Córdoba.-Antonio Ros de Olano.-Cándido Nocedal.-Alejandro Llorente.-Manuel Bermudez de Castro.-Salvador Bermudez de Castro.-Duque de Medina de las Torres. -Diego Lopez Ballesteros.-Marqués de Corvera.Conde de Casa Bayona.-Leopoldo Augusto de Cueto.-José Gonzalez Serrano.-Fermin Gonzalo Moron.-Juan Castillo.-Nicomedes Pastor Diaz.-Claudio Moyano.-Andrés Borrego.-Conde de la Romera. -Félix María de Mesina.-Celestino Mas y Abad. -Luis Pastor.-José de Zaragoza.-Agustin Estéban Collantes.-Marqués de Claramonte.—Manuel Lopez Santaella. —Conde de Torre Marin.—Duque de Abrantes.-Francisco Serrano.-Alejandro Castro.-Manuel García Barzanallana.- Fernando Alvarez.-Joaquin Lopez Vazquez.-Antonio Guillermo Moreno.José María de Mora. Diego Coello y Quesada.Mauricio Lopez Roberts.-De los progresistas se leen estas firmas:-Antonio Gonzalez.-Evaristo San Miguel.-Facundo Infante.-Juan Alvarez y Mendizabal.-Miguel Roda.-Patricio Lozano.-Francisco de Paula Alcalá.-Salustiano Olózaga.-Vicente Alsina.

-José Manuel Collado.-Pedro Gomez de la Serna. -Agustin Nogueras.-Pedro Chacon.-Gregorio Suarez.-Santiago Alonso Cordero.-Ruperto Navarro Zamorano.-Juan Vilaragut. —Ramon Pasaron y Lastra.-Aniceto Puig.-Fernando Corradi.-Juan Bautista Alonso.-José Ordax de Avecilla.-Francisco Luxán.-Rafael Almonacid.-Jacinto Félix Domenech. -Eusebio Asquerino.-José Rua Figueroa. -Fermin Lasala.-Miguel García Camba.-Emilio Sancho. -Mariano Alvarez Acevedo.-Francisco Santa Cruz. -Juan Pedro Muchada.-Agustin Gomez de la Mata. -Pedro Lopez Grado.-Domingo Mascarós.-Miguel Chacon.-Patricio de la Escosura.-Joaquin María Lopez.-Manuel Cantero.-Francisco Martin Serrano.-José Galvez Cañero.-Augusto Ulloa.-Benito Alejo Gaminde.-Luis Sagasta.-Manuel Guijarro.Domingo Pinilla.-Domingo Velo.-Baron de Salillas.-Vicente Sancho.-No han ranscurrido más que tres lustros desde la publicacion de tales manifiestos: cincuenta y cuatro señores firmaron el de los moderados, y cincuenta el de los progresistas: ya no existen diez y seis de los primeros, ni veintidos de los segundos; tan fugáz es la vida humana. Entre los vivos no perseveraron todos en las mismas ideas; y varios son hoy completa antítesis de lo que blasonaban de ser por entonces. Al juicio de cada cual se abandonan los comentarios, que naturalmente se agolpan á la mente, y pugnan por salir de la pluma.

Con todas sus sutilezas forenses no alcanza el Señor Don Juan Bravo Murillo á desvirtuar lo consignado en aquellos manifiestos famosos, de los cuales fué intérprete muy notable el Señor marqués de Pidal en su discurso de 1.o de Abril de 1853 ante el Congreso de Diputados, que el ministro reformista procura contradecir sin fruto. Así y todo no se dá por vencido; antes bien escribe muy confiadamente en la introduccion de su tomo cuarto lo que aquí se transcribe á la letra. «Creo en efecto que es llegado ya el tiempo de escribir sobre el proyecto de reforma; es decir, creo que se puede ya escribir y leer lo que se escriba, sino con la imparcialidad que produce la ausencia de toda pasion, al menos con la frialdad que nace de la circunstancia de no haber interés de actualidad. Sin embargo, no escribo para los presentes, sino para los venideros, porque estos y no aquellos podrán juzgar con imparcialidad sobre el proyecto mencionado; á los primeros los hace parciales el amor propio, que, ora en favor ora en contra, se apoderó necesariamente de ellos, y los últimos estarán libres de esa pasion. Tanto á los unos como á los otros los considero colocados en posicion igual, aunque distinta y opuesta; y así como los autores y partidarios de la reforma no son competentes para calificar decisivamente las opiniones de los adversarios á ella, así estos no lo són tampoco para calificar decisivamente las de aquellos. Partes, no juzgadores,

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