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y

la verdad triunfará. ¿Qué es lo que nosotros podemos temer? Si tenemos fé, como he dicho, en nuestras creencias, debemos querer que haya tolerancia; así atraerémos á los demas á nuestras creencias, y si hay alguna cosa imperfecta en nuestras prácticas, la emulacion la hará bien pronto desaparecer. El querer imponer á los demas por la fuerza las creencias propias, es contrario á la libertad individual del hombre, es contrario á las doctrinas evangélicas, y es hasta contraproducente. Y digo esto, porque la persecucion y las vejaciones jamás han llevado el conocimiento á los ánimos; jamás han hecho que nadie se conozca; antes por el contrario han producido grandes males, haciendo prevaricar al hombre, destruyendo la moral pública y propagando la incredulidad por lo mismo. que se quieren imponer doctrinas evitando su exámen. Por otro lado, el carácter, la vida y las predicaciones del Hombre Dios y de sus discípulos los apóstoles rechazan abiertamente la intolerancia, predicando el amor y la benevolencia. La intolerancia no ha hecho más sino que el cristianismo aparezca cruel y sanguinario, despojándole de la caridad evangélica, su principal recomendacion, su mejor atributo.» Sin detenerse en la parte histórica, de insigne ingratitud y de gran borron para los Reyes Católicos Isabel y Fernando calificó la expulsion de los judíos, de iniquidad la de los moriscos ya cristianos, y de ignominia que, ya mediado el siglo décimonono, se hiciera

una constitucion en que no estuviese terminante, clara y explícitamente consignada la tolerancia religiosa, pues nos colocaria muy detrás de todas las naciones europeas.

Sobre sí tomó Don Modesto Lafuente el empeño de sostener la segunda base contra el discurso del Señor Montesino, que habia impresionado mucho á las Córtes. De esta suerte indicó el método con que se proponia hacer uso de la palabra. «Al oir los primeros discursos de este Congreso, de parte de los que hasta ahora han presentado enmiendas, no parece sino que la comision quiere resucitar la intolerancia religiosa en todo su rigor, y que quiere volver á traer la Inquisicion á España. Hasta ahora la mayor parte de las enmiendas que se han presentado á esta base, que no son pocas, todas son en sentido de pedir más latitud á lo que la comision propone, á pedir ó la libertad ó la tolerancia de cultos, ó general ó particular para ciertas poblaciones. No hay, á lo que yo sepa, más que una enmienda en seutido más restrictivo. Pues bien, Señores, cuando á los autores de las enmiendas les parece que vamos á establecer aquí la intolerancia religiosa, y están viendo otra vez, á lo que parece y segun se explican, los calabozos inquisitoriales, los prelados de España están dirigiendo exposiciones á las Córtes constituyentes en sentido opuesto..... quejándose de la gran latitud que, á su entender, propone la comision en materia de toleran

cia religiosa. Contestaré primeramente cuatro palabras al señor que acaba de hablar: contestaré despues algunas á los señores obispos; y diré luego lo que se propone ó ha propuesto la comision y en qué funda su dictámen.» Al golpe contradijo que lo de la concurrencia se pudiera aplicar á la religion como á la industria, y que al esclarecimiento de la verdad lleváran en materia de religion las discusiones, lo cual parecia como suponer que para el señor Montesino aun estaba por encontrar la verdad sobre este punto. No manifestó deseos de volver á los tiempos en que se construyeron las catedrales, porque no los consideraba felices, á causa de ser aquí de lucha abierta y perenne entre los que profesaban diversas religiones, y de ser preferible á construir monumentos de tanta suntuosidad y tal coste que se mantenga la y tranquilidad de nuestro Estado. Acerca de los señores obispos dijo que interpretaban erradamente el pensamiento expresado por la comision en la segunda base, al sospechar que sus palabras ambíguas envolvian la libertad de cultos, pues se limitaban á prohibir las persecuciones, en lo cual estaban acordes los prelados, pues afirmaban que algunos españoles habian perdido la fé por malas lecturas ó por otras causas, y que no los perseguia nadie, pues como persecucion no podia entenderse la refutacion de sus errores. Seguidamente anunció de plano que se proponia demostrar á las Córtes, que á la unidad religiosa, al

paz

sentimiento católico, á la perseverancia en la fé, ha debido la nacion española el ser nacion, el ser independiente, el ser grande y el ser libre. Cuando todavía era provincia romana y los emperadores perseguian sañudamente á los cristianos, aquí hubo muchos mártires é innumerables se llamaron los de Zaragoza. Su fé impusieron los españoles á los conquistadores godos. Desde Covadonga una fué la causa de su religion y de su independencia. Alonso I. tomó el sobrenombre de Católico tan luego como extendió sus conquistas más allá de los rústicos atrincheramientos de Asturias..... A este cuadro histórico pertenece el siguiente pasaje. «Yo quiero que se me diga qué símbolo puso Alfonso VI. en los adarves de Toledo, qué bandera plantó Alfonso el Batallador en los alminares de Zaragoza, qué pendon se enarboló en las Navas de Tolosa, donde concurrieron los reyes de Castilla, Aragon y Navarra, donde iban los obispos tambien con los estandartes de sus iglesias, acompañando los pendones de los Comunes, que se habian empezado á formar, donde todos fueron á defender una misma causa, la independencia, la libertad, la religion unidas, inseparables. Dígase qué enseña fué la que enarboló Jaime el Conquistador en los muros de Mallorca y en las almenas de Valencia; la que tremoló Fernando III. en la cúpula de la grande Aljama de Córdoba y en la torre de la Giralda de Sevilla; dígase si no fué la misma que Alfonso XI. llevó á Al

geciras, y la que los Reyes Católicos plantaron en los torreones de la Alhambra de Granada; la misma que llevó Cristóbal Colon al Nuevo Mundo; Cortés y Pizarro en sus conquistas al Norte y al Mediodía de la América; el esclarecido cardenal Cisneros á Oran, y el Gran Capitan Gonzalo de Córdoba á Italia, y Pedro III. de Aragon y Alfonso V. de Nápoles á Sicilia; siempre la misma bandera; la religion y la libertad de la patria. Y todo esto por espacio de ocho siglos, porque el temor de cansar á las Córtes me ha hecho compendiarlo. Con la unidad religiosa durante este período, nació y creció la independencia nacional; nacieron y crecieron las libertades populares..... Castilla, Aragon, Navarra, y antes algunos reinos cristianos, se miraban como enemigos, como extranjeros: sus intereses eran opuestos, sus costumbres diferentes, su legislacion diversa. Pero el sentimiento religioso era el mismo en todas partes, y este fué el lazo de la union. Y cuando se enlazaron las dos coronas de Aragon y Castilla por el matrimonio de Fernando é Isabel, en punto al sentimiento religioso nada tuvieron que mudar ni el uno ni el otro.» Del tribunal de la Inquisicion y de la expulsion de los judíos habló á larga con buenos datos y observaciones propias, y dijo al cabo.-«Indudablemente, Señores, durante la Inquisicion en España sufrimos un gran retraso en la via de la civilizacion. Habrá muchos, ó tal vez todos, que habrán leido los cuadros

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