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Al lado de estos mas privilegiados hijos de las musas florecian otros ingenios que cultivaban con acierto y gracia diferentes géneros de poesía; tales fueron los dos eclesiásticos don Francisco Gregorio de Salas y don José Iglesias, autor el uno del Observatorio Rústico, donde se hace una descripcion de la vida del campo y sus ventajas, el otro de una coleccion de Epigramas y composiciones ligeras, satíricas y burlescas, hechas con donaire y soltura: lo cual no impidió que en ulteriores años se ejercitaran ambos en asuntos mas propios de su sagrado ministerio, escribiendo el uno un Compendio práctico del Púlpito para el uso de la predicacion apostólica, componiendo el otro un poema didáctico titulado La Teología. Hasta los seudónimos que adoptaban en aquel tiempo los cultivadores y restauradores del Parnaso español eran poéticos tambien; Batilo se llamaba Melendez Valdés;. por Delio era conocido el maestro Gonzalez; á Jovellanos se le nombraba Jovino, y así otros, y con estos nombres se correspondian, tratándose entre sí generalmente con una amistad y confianza que constituia una especie de confraternidad. No faltaron, sin embargo, guerras literarias, señaladamente con García de la Huerta, que habiéndose declarado enemigo de la escuela francesa, formada sobre los modelos de los mas célebres autores dramáticos del siglo de Luis XIV, no pudiendo sufrir nada de cuanto viniese del otro lado de los Pirineos, y empeñado por lo tanto en enaltecer y resucitar la antigua escuela clásica española, con cuyo fin coleccionó, no con la eleccion mas acertada, y publicó el Teatro Español, provocó el resentimiento de todos los afiliados en la nueva escuela, que eran los mas; de aquellos rígidos y estrechos preceptistas que blasonaban de ajustarse al sistema de las unidades y demás reglas del arte que se habian hecho moda, con cuyo motivo se cruzaron folletos, escritos, respuestas, réplicas y contra-réplicas, con una acritud que ni puede aplaudirse nunca en contiendas literarias, ni favorece á las letras, ni sienta bien en escritores. Aunque se hicieron y representaron en este tiempo algunas tragedias y comedias que no carecian de mérito, entre ellas la Raquel del mismo Huerta, Virginia y Ataulfo de Montiano y Luyando, Lucrecia, Hormesinda y Guzman el Bueno de Moratin el Viejo, la Numancia destruida de Ayala, el Sancho de Castilla de Villaroel, el Sancho García de Cadalso, El Señorito mimado de Iriarte, El Delincuente honrado de Jovellanos, y otras varias, la verdadera restauracion y reforma del teatro español, el mejoramiento del arte y del gusto en la poesía y en la escena dramática en España se debió á don Leandro Fernandez Moratin, llamado Moratin el Jóven, ó el Mozo, para distinguirle de su padre don Nicolás. El que entonces no hacia sino apuntar como atinado censor de los vicios introducidos en la poesía dramática por la Musa española diciendo:

Dió á la comedia estilo retumbante,
hinchado, crespo, figurado y culto,
de la debida propiedad distante...
Y en vez de corregirse las pasiones,
en tono alegre y máscara festiva,
con fábulas y honestas invenciones,
El fuego ardiente del amar se aviva,
la venganza cruel, el aparente
pudor se premia, y la maldad nociva.
¿Quién allí formará debidamente
de la santa virtud sólida idea,

si el drama que escuchó se la desmiente?
¿Qué es ver saltar entre hacinados muertos,
haciendo el foro campo de batalla,

á un capitan enderezando tuertos?...

¿Mas quién podrá sufrir sobre la escena

tal desarreglo, tal descompostura,

y tanta impropiedad de que está llena?...

El que esto decia, pronto habia de enseñar con el ejemplo cómo un drama puede ser al propio tiempo artificioso y sen

De esta suerte las horas deliciosas pasabamos felices,

cuando un deseo de saber nos vino

qué era amor, de manera

cual si un encanto fuera, etc.

cillo, festivo, honesto y moral, dando al teatro El Viejo y la Niña, El Café, La Mojigata, El Sí de las Niñas y El Buron, que todavía hoy se ven con placer y se celebran con entusiasmo (1).

Otro género de composicion dramática se cultivó tambien en aquel tiempo, á saber, el de ciertas piececitas ligeras y festivas de costumbres populares, conocidas con el nombre de Sainetes, y algunas tambien con el de Zarzuelas (2). El objeto de los sainetes fué poner en escena las costumbres de las clases ínfimas del pueblo, que no podian tener cabida y lugar ni en la tragedia ni en la comedia, y que no dejaban de ser dignas de estudio y merecedoras de correccion, y podian representarse sin las gracias rústicas y soeces del antiguo entremés (3). Sobresalió en este género, y mostró una admirable fecundidad para él el madrileño don Ramon de la Cruz, que produjo centenares de comedias, zarzuelas, sainetes, loas y tonadillas, si bien solo un número comparativamente pequeño se ha conservado (4). No puede negarse á Cruz que sabia pintar con propiedad las costumbres del pueblo bajo de la corte y dialogar con naturalidad y con chiste, y que tenia fácil inventiva para componer un pequeño plan y un conjunto de escenas sueltas, á propósito para proporcionar á los espectadores un festivo desahogo de veinte ó veinticinco minutos; pero faltábale para combinar una accion de regulares dimensiones, y en sus dramas retrató al vivo, pero creemos no eran á propósito para corregir los vicios de las clases que puso en escena (5).

Mérito, pues, concedemos á quien pintó, como dice un ilustrado historiador moderno, «petimetres almibarados y petimetras casquivanas, majos temerones y jaraneros y majas zumbonas y ariscas, payos pazguatos ó maliciosos y payas pizpiretas ó simples, falsas devotas, abates cortejadores, maridos pacatos y mujeres desperdiciadas, pajes entremetidos...... criadas locuaces y ventaneras, viejas linajudas, niños picoteros, viejos verdes, etc.;» pero nos parece demasiado ensalzarle el decir que «es el único poeta dramático verdaderamente nacional y célebre de la época de Cárlos III (6). »

Siendo los papeles periódicos uno de los medios mas eficaces para difundir, propagar y generalizar cierta clase de conocimientos, y habiendo tenido ya principio este género de publicaciones en los anteriores reinados (7), era de suponer, y así sucedió, que bajo un gobierno protector de las letras y amante de la ilustracion se multiplicaran aquellos escritos y se perfeccionaran bajo mas expertas y mas acreditadas plumas, entre otros despreciables que tambien salian, como suele acontecer siempre, y mas en épocas en que no ha podido pasar todavía de ensayo esta forma de la literatura. Aparece de los mas aficionados á ella, y tambien de los mas laboriosos, don Mariano Nifo, autor de La Estafeta de Londres, del Correo general histórico, literario y económico de Europa, del Diario extranjero, de El Erudito investigador y de El Novelero

(1) Para juzgar de las obras de todos estos ingenios y de su mérito comparativo, cosa que nosotros no podemos hacer aquí sino ligerísimamente, puede consultarse el Discurso de Quintana sobre la Poesía castellana del siglo XVIII, lo que han dicho otros críticos, y tambien los Prólogos y Discursos que suelen preceder á la edicion de las obras de cada uno.

(2) El Sainete vino á ser, usando la expresion de un crítico moderno, la amplificacion del grosero y chabacano Entremés antiguo.-La Zarzuelu, composicion en que se mezcla la recitacion con el canto, género que tanto se ha mejorado y tanto se cultiva hoy, tomó el nombre de una casa ó sitio de recreo en que solia pasar algunas temporadas el rey Felipe IV. (3) Sobre la conversion del entremés en sainete, y sobre la importancia, índole y tendencia de este nuevo género, puede verse el Discurso preliminar de don Agustin Duran á la edicion de los Sainetes de don Ramon de la Cruz.

(4) Sempere y Guarinos dió en su Biblioteca un catálogo alfabético de 220 piezas de este autor, notando con signos las que eran traducidas, las originales, y las que se hallaban ya impresas.

(5) Sobre su inclinacion á los majos y majas, y su tendencia á pintarlos con mejor colorido que á la gente de casaca y á los us.as, como se decia entonces, puede verse el Discurso que sobre sus sainetes ha escrito el erudito y entendido don Juan Eugenio Hartzenbusch.

(6) Ferrer del Rio, Reinado de Carlos III, lib. VIII, cap. 2.o

(7) Recuérdese lo que sobre esto dijimos en el capítulo último del libro precedente.

de los Estrados y Tertulias. Don Nicolás Fernandez Moratin publicaba El Desengañador del Teatro Español: don José Miguel de Flores La Aduana Crítica; don Joaquin Esquerra el Memorial Literario; don Pedro Arans el Semanario económico; don José Clavijo y Fajardo El Pensador, del cual decia un docto escritor de aquel tiempo: «Esta obra periódica, comparable á la del Espectador inglés, y modelo de las de este género, es sin duda la mas bella que se ha ejecutado entre nosotros; ya sea por la propiedad de la lengua y la ligereza del estilo, ya por la importancia de la crítica, la amenidad, la sal, decoro y direccion de los pensamientos.» No menos importante era El Censor (uno de cuyos dos redactores se supone era el abogado don Luis Cañuelo) por sus reflexiones sobre la educacion y enseñanza, sobre los defectos de las varias ciencias y artes, y particularmente de la jurisprudencia; bien que la entereza de la crítica desagradó á muchos, suscitáronle obstáculos, y tuvo que suspenderse la publicacion. En otra parte hemos mencionado ya El Semanario erudito de Valladares. Publicábase tambien El Apologista Universal, y casi al mismo tiempo empezó á salir El Correo de los Ciegos de Madrid, cuya idea era reproducir bajo cierto aspecto todo lo que en los papeles de España y del extranjero se encontrase curioso y útil, proyectos, descubrimientos, críticas, sátiras, poesías, disertaciones, etc. El periodismo se extendia ya á las ciudades de provincia: en Valladolid se publicaba el Diario Pinciano, histórico, literario, legal, político y económico; en Cartagena el Semanario literario y curioso, y así en otras partes. Solo á fines del reinado, con motivo de los recelos que inspiraba el espíritu reformador de Francia y sus tendencias, comenzó el gobierno de Cárlos III á encarecer los peligros que podria traer la publicacion de ciertos diarios, y á retirarles la proteccion franca y liberal que les habia dispensado hasta entonces (1).

Tampoco defraudó Cárlos III las esperanzas que su fama de Protector y Restaurador de las Nobles Artes en las Dos Sicilias hizo concebir á los españoles al verle venir á ocupar el trono de su padre y hermano. Por fortuna suya le habian precedido tambien sus antecesores en lo de procurar y dictar medidas para el fomento y mejora de las artes liberales, cuyo gusto, como el de las bellas letras, se habia corrompido en los pasados tiempos, y encontró ya establecida la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando. El que habia decorado y enriquecido el reino de Nápoles y su capital con tantas y tan suntuosas obras de arquitectura, bien mostró venir ya animado de igual pensamiento para España en el hecho de traer consigo al célebre palermitano Sabatini, que por cierto no tuvo ociosa su inteligencia artística, y todavía están dando testimonio de sus conocimientos, de su gusto y de su laboriosidad, aparte de otras mejoras de ornato y de decencia pública que le fueron debidas, las Puertas de Alcalá y de San Vicente, los edificios de la Aduana y los Ministerios, el Cuartel de Leganés, y otros monumentos sagrados y profanos por él dirigidos.

Gloria es sin embargo, y no escasa, de un español, nacido en las cercanías de Madrid, que sin haber estado en Roma, ni salido nunca de España, á fuerza de aplicacion y de ingenio, y de estudiar y seguir las trazas de Toledo, Juan de Herrera y otros célebres y antiguos arquitectos españoles, y de observar y delinear y asociarse á los trabajos de Bonavia, de Juvarra, de Sachetti y otros extranjeros de los traidos y empleados por Fernando VI en los planos de los palacios de Aranjuez y de Madrid, sin que la envidia le permitiera apenas concluir ninguna de las grandes obras que le fueron encomendadas, mereció no obstante la honra de ser nombrado individuo de mérito de la Academia de San Luis de Roma, director de arquitectura de la de San Fernando de Madrid, y sobre todo el título que se le dió de Restaurador de la Arquitectura española. Este notable ingenio fué don Ventura Rodriguez (2).

(1) En la Biblioteca de Sempere y Guarinos, art. Papeles Periódicos, y en otros varios, se pueden ver los títulos de otros que salian á luz, aunque de menos importancia, que nosotros no hemos nombrado.

(2) Habia nacido en Cienpozuelos en 1717. Fueron muchas las obras que trazó y delineó en Madrid y provincias, aunque poquísimas, como

Otro español, natural de Madrid, premiado siendo jóven por la Academia de San Fernando, y pensionado en Roma, vino á ser tambien honra y prez de nuestra arquitectura. La casa llamada de Oficios, la de Infantes y la de los ministerios en el Escorial, la iglesia del Caballero de Gracia, el teatro del Príncipe, la portada del Jardin Botánico, el Observatorio astronómico, y sobre todo la traza del Real Museo del Prado, destinado entonces á academia general y gabinete de ciencias naturales y exactas, y hoy á Museo de Pintura y Escultura, son las obras que principalmente pregonan el mérito artístico de don Juan Villanueva, que no solo gozó de merecidísima reputacion como arquitecto, sino tambien como ingeniero civil é hidráulico, en cuyos conceptos se le encomendó una parte muy principal en la renovacion de los caminos de Aranjuez y la Granja, en las carreteras de Cataluña por Aragon y Valencia, en el canal que se proyectó en los Alfaques, en el Real de Manzanares, y en el desagüe de las lagunas de Villena y Tembleque. Con razon dijimos en nuestro Discurso preliminar que los muchos monumentos sembrados por la superficie de España con la inscripcion: Carolo III regnante, certificaban la proteccion y fomento que habia dispensado aquel soberano á los ingenios que sobresalieron en este arte.

Hermano suyo el de la Escultura, aunque no siempre marchan y progresan al mismo compás, de los adelantos que á la par hicieron la escuadra y el cincel en los reinados de Fernando VI y Cárlos III dan testimonio las obras que hoy están sirviendo de ornamento á la corte y excitan y llaman la atencion pública. Las grandes estatuas de Trajano y Teodosio en el patio del Real Palacio hacen honra á su autor el español don Felipe de Castro, y al monarca que le hizo venir de Roma, donde se hallaba grandemente considerado. Las fuentes del paseo del Prado de Madrid son un recuerdo perenne del talento y habilidad artística de los escultores don Francisco Gutierrez, don Juan Pascual de Mena, don Antonio Primo, autores de las elegantes estatuas que las adornan, y principalmente del mas aventajado discípulo de la Academia, director de ella despues, y escultor de cámara de Cárlos III, don Manuel Alvarez, á quien se deben las figuras de las fuentes de Apolo y de las Cuatro Estaciones, las de algunos reyes que constituyen la serie de las que se hicieron para la coronacion del nuevo palacio, la hermosa estatua de piedra de San Norberto en la portada de la Iglesia de los premostratenses, las medallas de mármol de las catedrales de Toledo y Zaragoza, que representan, la una á la Vírgen poniendo la casulla á San Ildefonso, la otra el nacimiento, presentacion y desposorios de Nuestra Señora, Llamábanle á este los demás profesores el Griego, así por el empeño que tenia en imitar las formas, actitudes y correccion del antiguo, como por la prolijidad con que acababa las obras (3).

Al modo que como arquitecto de fama habia traido Cárlos III consigo al palermitano Sabatini, así para mostrar su deseo de proteger y fomentar la Pintura trajo al veneciano Tiépolo, que pintó al fresco varias bóvedas del real palacio, esmerándose en la del magnífico salon de Embajadores. Pero la grande adquisicion que el arte de la pintura en España debió á Cárlos III fué haber hecho venir al pintor moderno de mas mérito y reputacion en Europa, al bohemio Antonio Rafael Mengs, á quien ya el monarca habia conocido y encargado obras en Nápoles, y á quien señaló para reducirle á que viniese á España un sueldo anual de dos mil doblones, con casa, coche y gastos de pintura. De entre los muchos beneficios que España reportó de las dos largas estancias de este admirable genio, verdadero restaurador del arte (por cierto bien poco afortunado en su vida llena de vicisitudes), no fué el mayor, aunque fué muy grande, el gran número de precio

hemos dicho, las que logró ver ejecutadas. Entre ellas merece mencion singular la que el rey le encargó de un monumento suntuoso para perpetuar el suceso de Covadonga en reemplazo del humilde templo que allí habia y que se incendió en 1775. Distinguiéronle, además del rey, muchos personajes, entre ellos el infante don Luis, lo que tal vez despertó las envidias de que fué víctima.

(3) La Cibeles del Prado es de Gutierrez, el Apolo y las Cuatro Estaciones de Alvarez, el Neptuno de Mena, los niños de la fuente de la Alcachofa de Primo.

Al terminar esta ojeada crítica sobre el reinado de Cárlos III, parécenos que nada podemos hacer mejor que trascribir algunos párrafos de los que el ilustrado autor extranjero de la España bajo el reinado de la casa de Borbon pone por conclusion de la obra.

sos cuadros de su fecundo y delicado pincel que hoy exornan | Amírola coleccionaba sus excelentes Noticias de los Arquilos templos, palacios y sitios reales, y las casas particulares, tectos y de la arquitectura de España. algunos de ellos de un mérito asombroso (1): el mayor beneficio fué el de los excelentes discípulos que aquí se formaron en la escuela y con las lecciones y la proteccion de tan insigne maestro. Tales fueron Maella, Bayeu, Ferro, Ramos y otros aventajados artistas, que vinieron á constituir una nueva y brillante generacion de pintores. Gozaba ya tambien de cierta celebridad, aunque fué mayor la que adquirió posteriormente, el original y siempre aplaudido don Francisco Goya.

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El pincel y el buril pareció haberse unido en amigable consorcio en una misma familia, puesto que con la hija del célebre Mengs, Ana María, que heredó algo del genio artístico de su padre, y fué académica de honor y mérito de la de San❘ Fernando, casó el distinguido grabador de cámara don Manuel Salvador Carmona, que se habia perfeccionado en Paris y en Roma en el estudio del Grabado, y acreditó luego su aprovechamiento y su maestría en los celebrados cuadros de La Historia escribiendo los fastos de Cárlos III, de La Resurreccion del Salvador, de Los Borrachos de Velazquez, y de muchos retratos primorosamente ejecutados.-De su misma edad, puesto que en el mismo año que él habia nacido, era el valenciano don Pascual Pedro Molés, individuo de varias academias extranjeras y nacionales, director de una escuela de dibujo en Barcelona, y cuyo delicado buril ganó merecida celebridad con las láminas de San Gregorio rehusando la tiara, de San Juan Bautista en el Desierto, de La pesca del Cocodrilo, y con algunas que ejecutó para la magnífica edicion del Quijote de Ibarra, ó sea de la Real Academia Española, soberbio monumento de lo que habia progresado el arte tipográfico en España, donde lució tambien la suavidad y pastosidad de su buril don Fernando Selma, admirable artista tambien en este género, y autor de muchos y muy célebres cuadros; sin que por eso desmerecieran los de otros grabado res, como Fabregat, Ballester, Muntaner y Molés.

A la par de estas y otras obras de ejecucion, se escribian y publicaban, y así era natural que sucediese, obras de instruccion sobre las Nobles Artes. Mengs y Carmona escribian, el uno Lecciones prácticas de Pintura, el otro Conversaciones sobre la Escultura. Traducíanse los tratados y libros de Pintura de Leonardo de Vinci y de Bautista Alberti. Se censuraban y ridiculizaban en Cartas Críticas las obras defectuosas de arquitectura que aun se ejecutaban en la corte. Se vertian al castellano Los diez libros de Arquitectura de Vitrubio; don Antonio Ponz con su Viaje de España ilustraba grandemente sobre su parte artística y monumental, y Llaguno y

(1) Entre las obras ejecutadas por Mengs en España, y entre las mas notables de ellas, que fueron muchas, cítanse el famoso cuadro del Descendimiento, en el cual, al decir de su apologista don José Nicolás de Azara, acertó á reunir la gracia de Apeles, la expresion de Rafael, el claro-oscuro de Correggio y el colorido de Ticiano: el del Nacimiento, el de la Anunciacion, la Sacra Familia, la Aparicion de Cristo á la Magdalena, ó Noli me tangere, retratos de la real familia y de particulares, los frescos de las bóvedas de palacio, etc.

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<< Apenas podria existir una situacion mas infeliz para un pueblo, que la en que se veia España en los últimos tiempos de la dinastía austriaca. La sucesion á la corona completamente incierta: los agentes de las naciones de Europa en torno al lecho mortuorio de Cárlos II pugnando por arrebatarle su herencia: el pueblo español temblando de ver dividida su bella monarquía: sin marina, sin ejército, arruinada la hacienda: un monarca sin fuerzas para sostener las riendas del Estado y un pueblo obedeciendo de mala gana á un gobierno carcomido y débil: la supersticion triunfante, alzando la orgullosa frente é inmolando todo á su furor: la agricultura, la industria y el comercio sumidos en la mas lastimosa decadencia: los españoles conservando solo el recuerdo de su grandeza y civilizacion pasada: postrados ante un despotismo ignorante: tal era el triste cuadro que ofrecia la monarquía española en los últimos dias del afeminado Cárlos II.

»>La escena presenta á fines del reinado de Cárlos III un cuadro totalmente diferente. Este mismo pueblo, debilitado, envilecido y desdichado al advenimiento de los príncipes de la casa de Borbon, recupera el lugar distinguido que merece entre las naciones de Europa. Un ejército de mas de cien mil hombres, una marina como nunca habia tenido España, ni en la época de la Armada Invencible, compuesta de setenta navíos de línea y un número proporcionado de buques menores: la monarquía, aunque se habia visto empeñada en guerras que comprometian sus posesiones de Ultramar, señora, por un acaso feliz, de todo su territorio despues de la paz de 1773: el soberano gozando de la mas alta consideracion personal con los reyes de Europa, y árbitro de las contiendas de todos, por sus virtudes, por su edad y su probidad: la hacienda en un estado bastante próspero, con medios poderosos para mejorar todos los ramos de la administracion interior: abolidas muchas de las trabas que oprimian la agricultura, la industria y el comercio: la autoridad civil no esclavizada por el poder eclesiástico: los privilegios de la corte romana notablemente modificados: las prerogativas del poder real fijadas y definidas clara y terminantemente: la Inquisicion, tan atroz y cruel en otro tiempo, flexible ya, y hasta amedrentada ante el poder de la corona: las ciencias y las letras honradas, recordando los bellos dias de la literatura del siglo XVI, y ofreciendo en algunas obras que producia un modelo de exquisito gusto, una perfeccion que jamás habian podido alcanzar los mas de los autores antiguos: las artes alentadas con la proteccion de un gobierno bastante ilustrado para conocer cuánto valen: finalmente, una perspectiva de poderío, de paz y felicidad para los pueblos de la Península, á la sombra de un poder paternal y tutelar: tal era el estado floreciente de España en 1789.»

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