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con haber hecho que la causa formada al profesor de la universidad de Salamanca, don Ramon de Salas, fuese sacada del tribunal del Santo Oficio y avocada al Consejo de Castilla, medida que hacia siglos no se habia atrevido á acometer ningun ministro. Hizo todavía mas, que fué conseguir una real órden, mandando que aquel tribunal no pudiera prender á nadie, de ningun estado, alto ó bajo, sin prévio beneplácito y consentimiento del rey; órden que estuvo firmada, pero que por nuevas intrigas dejó de tener efecto (3).

Rafael de Muzquiz, y el arzobispo de Sevilla don Antonio | brantó tambien el príncipe de la Paz el poder de la Inquisicion Despuig, no pudieron conseguir que el inquisidor general, que lo era á la sazon el arzobispo de Toledo cardenal Lorenzana, decretase la prision del príncipe, que esperaban poderla hacer con asentimiento del rey, ni siquiera que examinase testigos, ni aun á los mismos delatores. En vista de esto, se acordó que el de Sevilla escribiese á su amigo el cardenal Vincenti, que habia sido nuncio en Madrid, excitándole á que hiciese que el papa Pio VI reconviniera al inquisidor general Lorenzana por su inaccion ó indolencia en proceder contra el ministro. Vincenti consiguió en efecto que el pontífice escribiera al cardenal inquisidor, pero esta carta, juntamente con la que el cardenal romano dirigia al metropolitano de Sevilla, fueron interceptadas en Génova por el general de la república francesa Napoleon Bonaparte. Y como á este le conviniese entonces congraciar al ministro español, reciente como estaba la alianza y amistad entre España y la república francesa, trasmitió las cartas al general Perignon, á la sazon embajador de Francia en Madrid, para que este informase en su nombre al príncipe de la Paz de la intriga que contra él se urdia.

Tal vez otro en la posicion del príncipe, hecha una revelacion semejante, se habria ensañado contra los que de tal manera y por tales medios intentaban derribarle del poder y presentarle ante el juicio público, no solo como hombre de vida licenciosa, sino como irreligioso y semi-ateista. Godoy limitó su venganza y el castigo de los que así buscaban perderle á alejarlos de la corte y del reino, y aun esto lo hizo bajo un pretexto decoroso, y honroso para ellos mismos, á saber, el de enviarlos á visitar en nombre de Cárlos IV y consolar y acompañar al papa, afligido entonces y agobiado de pesadumbres, con motivo de la entrada y de los excesos de los ejércitos franceses en Roma; que este fin se propuso en la órden que comunicó (14 de marzo, 1797) al inquisidor general Lorenzana, y á los arzobispos de Sevilla y de Seleucia, y esta es la causa del viaje de los tres prelados de que hemos hablado ya en otro lugar (1).

Indudablemente la política y las ideas de Godoy influyeron de un modo visible en que la Inquisicion tomara en aquel tiempo un carácter de templanza, tanto mas extraño cuanto que pocas veces y en pocas épocas se habia presentado á los tribunales del Santo Oficio tan buena ocasion para recobrar su antigua fiereza y renovar sus rigores, como aquella en que las doctrinas anti-cristianas, ó por lo menos peligrosas de la revolucion francesa, y los libros y escritos que de allá continuamente venian, habian contaminado á españoles de no escaso entendimiento y de significacion é influencia social, infiltrán dose en alguna de nuestras universidades y escuelas, y en otro tiempo habrian suministrado pasto abundante á los pesquisidores, delatores y jueces. Sin el espíritu de tolerancia que distinguia al gobierno de Cárlos IV no habria podido el célebre procesado por la Inquisicion en tiempo de Cárlos III y prófugo en Francia, don Pablo Olavide, volver á su patria y vivir honrada, tranquila y holgadamente en ella (2). Mucho que

(1) Al referir don Andrés Muriel este suceso en su Historia manuscrita del reinado de Cárlos IV, con mostrarse siempre tan declarado enemigo del príncipe de la Paz, reconoce y confiesa que en este caso el comportamiento del primer ministro con aquellos prelados fué no solo indulgente, sino hasta generoso y noble.-Villanueva, Vida literaria.

(2) Es notable y digna de ser conocida la segunda real órden, despues de la que permitió á Olavide volver á España, expedida por el ministro interino de Estado don Mariano Luis de Urquijo, y es como sigue:

«Habiéndose dignado el rey de restituir á su gracia á don Pablo de Olavide, por hallarse S. M. satisfecho del arrepentimiento y ejemplar conducta de este sujeto durante el tiempo de su expatriacion, compadecido de sus infortunios, y no perdiendo S. M. de vista los señalados buenos servicios que hizo este ministro en el reinado de su augusto padre, se ha dignado tambien de reintegrarle en sus honores, concediéndole para su cómoda subsistencia noventa mil reales anuales, que disfrutará donde quiera fijar su residencia.-Lo participo á V. S. I. de órden de S. M., etc. -San Lorenzo el Real, 14 de noviembre de 1798.-Por indisposicion del señor don Francisco de Saavedra, Mariano Luis de Urquijo.-Señor Arzobispo Inquisidor general.>>

Con esto completamos la historia que de este personaje y de su célebre proceso hicimos ya en el cap. 10, lib. VIII de nuestra obra. El documento que aquí insertamos no le conocíamos entonces; le hemos encontrado posteriormente en el archivo general de Simancas.

Cualquiera que fuese la conducta del príncipe de la Paz dentro y fuera del régio palacio, cualesquiera que fuesen sus ideas políticas, y cualquiera que hubiese sido su educacion en la infancia y su instruccion cuando empezó á tener manejo en los negocios públicos, no puede dejar de reconocerse que no solamente no fué enemigo de las luces, de las ciencias, de las letras, y de los estudios en general, sino que los protegió y fomentó notablemente dando cierta holgura á la enseñanza en vez del encogimiento y la estrechez en que los exagerados temores de Floridablanca en sus últimos años la habian puesto; permitiendo á la imprenta desenvolverse en campo mas ancho, sin dejar de ser severo con lo que se creia deber estar prohibido; alzando el entredicho que respecto á algunos estudios se habia puesto á los colegios y universidades; introduciendo nuevos libros y nuevos métodos hasta en los establecimientos eclesiásticos; premiando con togas, mitras ó prebendas á los que se distinguian en las aulas; permitiendo cierto vuelo á las ideas, impulsando los institutos, academias y asociaciones literarias y artísticas; ayudando á la fundacion de escuelas especiales; mostrando gustar del trato y amistad de los literatos y doctos; pidiendo informes á los hombres de ciencia sobre el modo de mejorar la enseñanza pública, y creando juntas para que examinasen y perfeccionasen los planes de

estudios.

No suponemos nosotros, ni nuestra imparcialidad nos lo podria consentir, ni la razon y la historia nos lo persuaden, que haya de mirarse como obra exclusiva de aquel ministro el movimiento intelectual que ciertamente se advirtió ya en su primer ministerio, ni que las mejoras que los diferentes ramos de los conocimientos humanos, en mas ó menos escala, recibiesen, fueran producto del celo y esfuerzos del que dirigia entonces la nave del Estado. Menester seria para esto olvidarse de los naturales frutos que necesariamente habia de producir la abundante semilla en los anteriores reinados arrojada; desconocer el saludable influjo que habian de ejercer hombres de la ciencia y de la reputacion de Campomanes, Saavedra, Jovellanos y otros insignes y doctos varones que dirigian las academias y ocupaban plaza en los ministerios; y no reparar en los destellos de civilizacion y de luz, que aunque envueltos en la niebla de doctrinas perniciosas, enviaba incesantemente la nacion vecina, y mas con el contacto y la continua comunicacion que permitia nuestra alianza con ella. Pero el empeño y ahinco que puso el príncipe de la Paz, al intentar la justificacion de sus actos de gobierno en los tiempos de su infortunio, en demostrar que habia sido el protector de la ilustracion y de las letras de su patria, prueba que al menos aspiró á este glorioso título, y que abrigó el deseo de merecerle, lo cual es siempre laudable en el hombre de Estado (4).

Y en efecto, mérito tuvo en el desembarazo con que dejó obrar, sin temerlas ni recelar de su influjo, las Sociedades Económicas, creacion fecunda del anterior reinado, en procurar su aumento y multiplicacion, extendiéndolas hasta á poblacio

(3) Llorente, Historia de la Inquisicion, cap. 43, art. 5.o-Memorias del príncipe de la Paz, cap. 41.

(4) Ciento sesenta páginas del tomo II de sus Memorias dedica el príncipe de la Paz á trazar el cuadro de los adelantos científicos, literarios y artísticos que se hicieron en España en su primer ministerio; acaso nada describe con tanta prolijidad en su obra; y la gala y alarde que hace de la proteccion é impulso que dió á los estudios y á la enseñanza pública en sus diferentes ramos, sin negar la parte que tuvieron y la cooperacion que le prestaron los hombres doctos y eruditos de su tiempo, manifiesta al menos el noble anhelo de haber querido cifrar en ello su gloria.

nes cortas y muy subalternas (1), en hacer que estas reuniones populares (cuya existencia pública y legal acaso impidió la formacion de otras clandestinas que hubieran podido ser muy dañosas) produjesen trabajos, programas, discursos y memorias luminosas y útiles, en que se ejercitaban los talentos, con que se iban formando colecciones y bibliotecas, y se invertia con provecho un tiempo que de otro modo se habria tal vez empleado en fraguar planes peligrosos para la patria. La impresion del informe de la Ley Agraria de Jovellanos, presentado al Consejo de Castilla por la Sociedad Económica Matritense, fué debida á empeño del príncipe de la Paz, teniendo que vencer no pocas resistencias. Consiguiente al desarrollo de aquellas asociaciones populares fué el de las escuelas de enseñanza primaria, que fomentó tambien el gobierno con ordenanzas y provisiones encaminadas al propio fin, y á excitar el celo y la emulacion de los pueblos y hasta de los particulares al propósito de no carecer en sus respectivas localidades de estos primeros establecimientos que constituyen la base y el principio de toda cultura.

A este tenor y á la sombra de aquella latitud protectora crecian las escuelas y enseñanzas de los conocimientos económico-políticos, industriales, de comercio y de agricultura; se traducian y publicaban las mejores obras extranjeras que se conocian (2); y se escribian tambien originales sobre las propias materias (3). Ayudaban á su propagacion publicaciones periódicas, redactadas por capacidades especiales de primera nota, tal como el Semanario de Agricultura y Artes, que dirigió el sabio don Juan Melon, y de cuya fundacion se envanecia el príncipe de la Paz como de pensamiento enteramente suyo. Otros periódicos que se publicaban, con una libertad que Floridablanca no habria consentido, en la capital del reino y en las de provincias, llevaban tambien las luces y extendian y difundian los conocimientos de esta índole entre las clases industriales y trabajadoras del pueblo (4).

Obsérvase en este tiempo una marcada tendencia á crear establecimientos en que se enseñaran las ciencias exactas, físicas y naturales. Al del Instituto Asturiano de Gijon, que con tanta gloria dirigió el ilustre Jovellanos, siguióse la creacion del cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos de Estado, cuya fundacion tuvo por objeto el estudio de la astronomía teórica y práctica en todos sus ramos, el de las ciencias matemáticas aplicadas á la navegacion, la geografía, la agricultura, la estadística y otros usos de la vida social (5). Las ordenanzas para este cuerpo se dieron en 19 de agosto de 1796. Y en el Museo Hidrográfico, creacion de 1797, se logró reunir una preciosa coleccion de mapas, planos, diseños, instrumentos, manuscritos y libros raros y apreciables, siguiéndose una constante correspondencia con los establecimientos análogos que existian en otros países, y haciendo con ellos recíprocos cambios. Por aquel mismo tiempo se dió á los estudios de medicina y farmacia, y á sus auxiliares la química, la física experimental y la botánica, una amplitud y un impulso, y se les consagró una atencion especial que no fué infecunda en resultados. Fundóse el Real Colegio de Medicina en Madrid, cuya direc

(1) Llegaron á tener su Sociedad Económica, pueblos de tan escaso vecindario é importancia en este concepto, como Chinchon, Benavente, La Bañeza, Alaejos, Requena, Tordesillas y otros semejantes.

(2) Tales como las de Economía política de Adam Smith y David Hume, el Diccionario de Agricultura de Rozier, etc.

(3) Como las Observaciones sobre la historia natural, geografia, agricultura, poblacion y frutos del reino de Valencia, de don Antonio José Cavanillas; la Historia de la Economía política de Aragon, de don Ignacio de Asso; los Pensamientos políticos y económicos en favor de la agricultura y demás ramos de industria en España, de don Miguel Perez Quintero, y otras semejantes.

(4) De este género eran el Semanario de Zaragoza, el Semanario económico y erudito de Granada, el Correo literario de Murcia, los Anales de literatura, ciencias y artes, etc.

cion y cuyas escuelas fueron encomendadas á profesores que han dejado un nombre ilustre y un recuerdo honroso en la historia de la ciencia. Y casi simultáneamente se estableció y planteó en el hospital general el estudio de la medicina práctica, destinado para los bachilleres de las universidades y cirujanos latinos del colegio de San Carlos que desearan terminar su carrera como médicos. Mejoras tanto mas recomendables, cuanto que á la imperfeccion, estrechez, y casi abandono en que habia caido esta carrera, hasta el punto de verse el gobierno en apuros para dotar el ejército y la armada de los facultativos indispensables, se agregaban las ideas extrañas y mezquinas, y hasta extravagantes y ridículas, que de la medicina tenian en aquel tiempo hombres á quienes se reputaba ilustrados, y á quienes se consultaba sobre la materia (6). Se estimuló la publicacion de obras de medicina, farmacia y ciencias físicas, la traduccion de las mejores de otros países, y la adquisicion de buenos libros, y se formó una decente y utilísima biblioteca (7).

Creacion de la misma época, debida igualmente al impulso del que estaba entonces á la cabeza del gobierno, fué la escuela de Veterinaria que se estableció en Madrid al lado de la puerta de Recoletos. Que aunque ya Cárlos III, reconociendo el vacío y la necesidad de esta enseñanza, habia nombrado y pensionado personas inteligentes que hiciesen en el extranjero estudios y trajesen á su patria los conocimientos, libros, instrumentos, y cuanto hallasen mas adelantado en el ramo (8), pero á las excitaciones hechas por don Manuel Godoy á Cárlos IV se debió sin duda la construccion del edificio y la instalacion de la escuela, cuya direccion encargó á los mismos que habian hecho aquel viaje de observacion y de estudio. Pronto se conoció la utilidad de este establecimiento para la milicia, para la agricultura y ganadería, y mas habiéndose impuesto.como cargo y obligacion de la Escuela ilustrar á los pueblos y prestarles cuantos auxilios fuesen necesarios para curar las enfermedades epidémicas y endémicas de los ganados, donde quiera que se padeciesen, y se reclamase su asistencia.

Es de notar la minuciosa solicitud de aquel gobierno en todo lo relativo á la instruccion popular, desde los trajes de los profesores y alumnos de las universidades hasta la enseñanza de los oficios mas mecánicos. Respecto á lo primero, se hallaba ya mandado que los estudiantes asistiesen á las aulas de manteo y sotana (que de esto se denominaron manteistas); que desde el principio del curso vistiesen todos precisamente en invierno de paño de las fábricas nacionales, de color honesto hasta la segunda suerte, pudiendo usar en el verano telas de seda lisas, tambien de las mismas fábricas, y no de otras: que solo los doctores, maestros y licenciados pudieran llevar libremente todo el año vestidos de seda, mas no camisolas

(6) Cuenta el príncipe de la Paz que uno de los sujetos á quienes se consultó y cuyo nombre calla por respeto á las circunstancias, díjo en su informe entre otras cosas lo siguiente: «Consultemos ante todas cosas la salud de las almas; esta importa mas que no aquella de los cuerpos. Polvo y ceniza somos en que debemos convertirnos; poco vale, pues que debe llegar, que esto sea mas pronto ó mas tarde. Fuera de que, nuestros dias están contados, y ningun facultativo, cuando fuera el mismo Hipócrates, les podrá añadir un instante sobre los prefijados ab æterno. La salud de las almas y la salud del Estado requieren poner freno á la impiedad que se propaga bajo el disfraz de medicina. Materialista ó médico moderno son un mismo predicamento. Apartemos de entre nosotros esta nueva máscara.»>

(7) De entre las principales obras que se publicaron en el período de 1793 á 1798, podemos citar las siguientes:-Traduccion completa de la Medicina práctica de Cullen, y de su Materia médica:—id. de la Medicina y cirugía forense de Plenk; y de su Farmacología quirúrgica:—idem de los Elementos de farmacia de Baume:-id. de los Elementos de química de Chaptal:-id. del Diccionario de física de Brisson:-del Tratado elemental de medicina de Boerhaave: y entre las originales, el Tratado de las enfermedades agudas y crónicas del pecho de Corbella:-el Patológico de Vidal-la Cirugía forense de Fernandez del Valle:-los Anales del

(5) Las cátedras ó asignaturas que para ello se establecieron fueron las siguientes: Aritmética, análisis finita y geometría:-Cálculo infinite-real laboratorio de química de Segovia de Proust:-el Tratado completo simal y mecánica sublime:-Trigonometría plana y esférica:-Optica en todas sus partes:-Astronomía sintética:-Astronomía práctica:-Formacion de cartas geográficas y geométricas:-Meteorología y sus aplicaciones:-Hidrostática é hidráulica:-Astronomía física:-Diseño y formacion de planos.

sobre las enfermedades de la infancia de Iberti:-los Elementos de farmacia de Carbonell:-el Curso elemental de meteorología de Garriga, etc. (8) Fueron enviados con este objeto, primeramente don Bernardo Rodriguez, y despues don Segismundo Malast y don Hipólito Estevez: estos dos fueron los primeros directores de la Escuela.

con encajes ó bordados; y que ninguno cuando fuese de hábitos llevase cofia ó redecilla, ni género alguno de peinado. Mas como se hubiese ido adulterando este traje, el gobierno de Cárlos IV acudió á su remedio con una circular (16 de febrero, 1797), en que decia: «Informado ahora S. M. del desórden que hay en las universidades mayores en el porte y traje de los estudiantes, poniendo algunos mas atencion en usarlos extravagantes y ridículos que en el estudio de la profesion á que van destinados, presentándose con botas, pantalones, la zos en los zapatos, corbata en lugar de cuello, el pelo con coletas, las aberturas de la sotana hasta las pantorrillas, para que se vean los calzones de color, los chalecos y las bandas; deseoso S. M. de evitar los males que se siguen del uso de dichos trajes, trascendentales á la moral, indecorosos á las universidades y á los que las dirigen y gobiernan, se sirvió comunicar al Consejo la real resolucion que tuvo por conveniente..... Y en la parte dispositiva se mandaba fijar edictos al principio de cada curso, prescribiendo los trajes, é imponiendo á los contraventores la pérdida del curso, y aun la expulsion de las aulas, encargando á los profesores que diesen ejemplo á los discípulos, bajo la pena de suspension de su cargo, y ordenando que de haberlo cumplido así se diese cuenta cada dos meses al Consejo, así como de cualquier contravencion que se advirtiese.

»

Respecto á lo segundo, á saber, á la enseñanza de artes y oficios, nótase en aquel gobierno un sistema plausible, que consistia en no reducir la práctica de un arte, oficio ó profesion mecánica al aprendizaje y al ejercicio rutinario, sino en poner al lado de los talleres escuelas en que se enseñaran los principios necesarios para ejercer con conocimiento y con habilidad, y aun poder enseñar á otros los fundamentos de aquel arte. Así, junto al taller de instrumentos astronómicos y físicos que se agregó al real Observatorio en el Buen Retiro, se puso una escuela de geometría mecánica, astronómica y física para los jóvenes que hubieran de dedicarse á la construccion de aquellos instrumentos, y de este modo no tener necesidad de seguir importándolos de fuera, y no ser siempre nuestra nacion tributaria de otras. Bajo igual sistema se plantearon otras fábricas y artefactos, tales como el del grabado en metales y piedras duras (1); la de maquinaria para construir y tornear objetos de concha, marfil, maderas finas, bronce y otros metales (2); la aplaudida y célebre de relojería dirigida por los hermanos Charost (3); la de máquinas de cilindro de Roberto Dale (4); la suntuosa de papeles pintados de Giroud de Villete (5); la tan celebrada de platería que todavía existe hoy con el nombre de Martinez (6), y otras á este tenor. Y se formaron y publicaron catálogos y descripciones de las máquinas de mas utilidad ó mas aplicables á nuestra industria, de que se encargó don Juan Lopez de Peñalver, en union con otros entendidos artistas, que como él habian viajado por Europa á expensas del gobierno.

Consecuencia de este sistema y de la publicacion de los mejores métodos, y de las facilidades que para adquirirlos se proporcionaban, fueron los adelantos y mejoras que se hicieron en las fábricas de hilados y tejidos de sedas, algodones, paños, lanas, papel, cáñamos y lienzos, establecidas en Valencia y Cataluña, en Segovia, Granada, Guadalajara, Brihuega, Cádiz y Galicia, en que se ocupaban millares de brazos; algunas, como las de Valencia y Cataluña, anunciaban ya por sus progresos lo que habrian de ser; el gobierno hizo tambien para algunas de ellas adelantos de sumas no despreciables. Pero ya hemos indicado la parte de mérito y de gloria que en el fomento y en los adelantos de la industria fabril cupo

(1) Dirigió esta enseñanza don Enrique Simon, grabador que habia sido del rey Luis XVI.

(2) Púsose esta á cargo del excelente maquinista don Jorge Isure. (3) Se estableció en 1795 en la calle del Barquillo. (4) En la calle de Jesus y María.

(5) Al lado de las Comendadoras de Santiago.

(6) «Obra de este artífice (dice el príncipe de la Paz en sus Memorias) fué mi rica vajilla, donde con ingeniosa mano habia trazado al vivo las mejores producciones de los dos reinos vegetal y animal que se sirven en nuestras mesas.»>

tambien á las Sociedades Económicas, gloria de que igual. mente participaron las asociaciones de señoras de las clases alta y media, que en la capital del reino y en las de algunas provincias se habian suscrito á aquellos cuerpos patrióticos, inclusa la reina misma, que siguiendo aquel noble impulso quiso costear una escuela dedicada á la enseñanza de ciertas delicadas labores (7).

El título de protector de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando que se dió al príncipe de la Paz, prueba por lo menos la grande estimacion que de este cuerpo hacia, cuando en su elevada posicion social quiso honrarse y creyó enaltecerse mas con este título: «Mi título de protector de la Real Academia, dice él en sus Memorias, no fué una vanidad, sino un cargo que acepté con la ambicion y el ansia de llenarle. >> Aun cuando solo por vanidad le hubiera tomado, honroso es siempre para las artes y para las letras que los hombres que han llegado á la cumbre del poder aspiren, como quien reconoce el verdadero valor de ciertos dictados, á llamarse, con mas ó menos merecimientos, protectores de los cuerpos científicos. Cuanto mas que no se puede decir que fuese aquel ministro protector de la Academia solo en el nombre. En medio de la situacion turbulenta de Europa y de los apuros y escasos medios del erario español, algo fué haber dotado su biblioteca de libros, estampas, dibujos y modelos, y haber emprendido ó continuado publicaciones pendientes tan importantes y útiles como las colecciones de retratos de los reyes, de los varones ilustres de España, de los trajes de las provincias y de las naciones modernas, la de estampas de la Biblia, de los mejores cuadros de los palacios reales, de modelos arquitectónicos y otras de este género, dándolas á precios cómodos para mas difundirlas y excitar el gusto y el estudio del dibujo y del grabado. Por lo menos en estos dos ramos, ya que en el primero no se formó escuela que pudiera competir con la antigua, sobresalieron artistas tan distinguidos como Goya, Selma, los Carmonas, Enguídanos, Bayeu, Carnicero y Maella, los unos que mantuvieron con sus obras la reputacion que ya antes habian alcanzado, los otros que en este reinado ganaron merecido nombre y fama.

La providencia de no permitir que se construyesen obras sin sujetarlas préviamente á la inspeccion de la Academia y sin la direccion facultativa de arquitecto titulado, sobre ser un justo tributo pagado á los que habian consumido un capital de tiempo y de dinero en el estudio del arte, puso coto á la inconveniente y abusiva libertad de construir, remedió en mucha parte las irregularidades monstruosas, natural producto de aquella, ganaron en gusto y regularidad los edificios públicos, y la arquitectura y escultura pudieron seguir en la vía de la restauracion en que Cárlos III las habia puesto. Ayudó á ello bastante el empeño del príncipe de la Paz, y sus excitaciones á que escribieran ó imprimieran obras clásicas de artes, ú originales ó traducidas, que era una de las cualidades de aquel ministro. Y así se publicaron en aquel tiempo escritos y libros de escultura y arquitectura, como de pintura y de música, ó reimpresos por haberse hecho raros, ó nuevos, ó traducidos, algunos por encargo especial, y costeados tambien algunos por el gobierno (8).

Pasando de las nobles artes á las bellas letras, aunque de

(7) La escuela de labores de adorno, como flores artificiales, bordados de pluma, airones, garzotas, etc.

arquitectura de Alberti, puestos en castellano:-los cuatro libros que faltaban de la Arquitectura civil de Paladio, que tradujo y comentó el bibliotecario Ortiz y Sanz:-el Diccionario de las nobles artes, de Rejon:los Comentarios de la pintura encaustica del pincel, de García de la Huerta:-los Comentarios de pintura, de Guevara:-Del origen y de las reglas de la música con la historia de sus progresos, etc., obra escrita en italiano por el abate español Eximeno, y traducida al castellano por Gutierrez; y algunas mas que se podrian citar.

(8) Publicáronse entre otras, las obras siguientes: los Diez libros de

«Por aquel mismo tiempo, dice Godoy en sus Memorias, don Gabriel Gomez, librero del rey, auxiliado por el gobierno, abrió una industria nueva entre nosotros, estableciendo una imprenta para grabar todo género de música sobre planchas de estaño, al estilo de Inglaterra. Los resultados de ella se encontraron superiores, á lo menos por entonces, á los del grabado de Francia y Alemania.»>

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