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versado en los idiomas latino, griego, italiano, francés y aleman, doctor en derecho y en teología en la universidad de Catana, individuo de la Real Academia de Palermo bajo el nombre de Egidio Menalipo, cuando volvió á Zaragoza, su patria, compuso su Poética (1737), que entre las varias obras que escribió fué la que le dió mas celebridad, como que estaba destinada á restablecer el imperio del buen gusto, tan corrompido por los malos discípulos de Góngora y de Gracian, y á ser el fundamento de una nueva escuela. Que aunque al principio fué recibida por algunos con frialdad, por otros impugnada, porque los ánimos estaban poco preparados para aquella innovacion, al fin triunfó, como en otro tiempo Boscan, y sobre sus preceptos se formaron Montiano, Moratin, Cadalso, y otros buenos poetas de los reinados siguientes. Los enemigos de la reforma llamaban afrancesados á los que seguian las reglas y la escuela de Luzan, como en otro tiempo llamaron italianos á los sectarios del gusto y de

las formas introducidas por Boscan Porque así como este se habia formado sobre los modelos de la poesía italiana, aquel citaba como modelos á Corneille, Crouzaz, Rapin, Lamy, madama Dacier y otros clásicos franceses La Poética de Luzan era un llamamiento á los principios de Aristóteles; la escuela italiana, importada á España en el siglo XVI, siglo de poesía, habia regularizado el vuelo de la imaginacion; la escuela francesa, importada en el siglo XVIII, siglo mas pensador que poético, alumbraba y esclarecia la razon: cada cual se acomodaba á las costumbres de su época (1).

Baste por ahora la ligera reseña que acabamos de hacer de la situación política, económica, industrial é intelectual de España en el reinado del primer Borbon, para mostrar que en todos los ramos que constituyen el estado social de un pueblo se veia asomar la aurora de la regeneracion española, que habia de continuar difundiendo su luz por los reinados subsiguientes.

LIBRO SETIMO

REINADO DE FERNANDO VII

CAPITULO PRIMERO

La paz de Aquisgran

DE 1746 Á 1749

Carácter y primeros actos del nuevo monarca.-Su generosidad con la
reina viuda —Estado en que encontró la guerra de Italia.-Enco-
mienda su direccion al marqués de la Mina.-Retíranse los españoles
á Génova y á Provenza. —Síguelos el ejército francés, y abandona tam-
bien la Italia. Entran en Génova los austriacos.-Pasa el ejército
austro-sardo á Provenza.-Insurreccion de los genoveses.-Arrojan á
los austriacos.—Toman de nuevo la ofensiva los ejércitos de los Bor-
bones.-Entran otra vez en Italia.-Negociaciones diplomáticas para
la paz.-Tratos secretos entre España é Inglaterra.-Situacion de
Francia y de Holanda.- Proposiciones del gabinete francés.-Plenipo-
tenciarios y conferencias en Breda.-Trasládanse á Aquisgran.-Ajús-
tanse los preliminares.-Armisticio.-Tratado definitivo de
dense al infante don Felipe de España los ducados de Parma, Plasencia
y Guastalla. Reflexiones sobre este tratado.-Convenio particular
entre España é Inglaterra.-Vuelven á España las tropas de Italia.

paz.-C'é

sufrir mudanza, dejando de dirigirla la reina Isabel Farnesio, y teniendo las riendas del Estado un príncipe mas inclinado á la paz, á quien no movian los mismos intereses que á la segunda esposa de su padre, y que observaba además el disgusto con que veian los españoles los sacrificios inmensos que por satisfacer la ambicion de la reina madre se les imponia. Sin embargo, aun escribió á su primo Luis XV manifestándose dispuesto á respetar los empeños que su padre habia contraido y apoyar en consecuencia de ellos la causa de su hermano. Pero las negociaciones privadas que el gabinete de Versalles habia entablado con otras potencias respecto á la guerra de Italia le pusieron en el caso, sin faltar á la conciencia y á la fe de los tratados, de ser menos escrupuloso en la observancia del pacto de Fontainebleau. Además la guerra de Italia tenia reducidos á muy mala situación á españoles y franceses: apoderados los austro-sardos de Plasencia, y vencedores en San Giovanni y Rottofreddo, habíanse aquellos retirado á Voghera, muy reducidos y mermados ya ambos ejércitos, y sin poder estar sino á la defensiva, y esto no sin gran esfuerzo y trabajo (2). Llegó á este tiempo á Voghera el marqués de la Mina, nombrado por Fernando VI general en jefe del ejército de Italia. Era el de la Mina un verdadero español por su odio á los franceses, como le llamaba el ministro de Luis XV marqués de Argenson (3). Aunque el nuevo general iba á las

(1) Historia general de la literatura.-Obras de Mayans.-Idem de Feijóo.-Discurso y biografías.-Tiknor, Historia de la literatura española.-Puibusque, Historia comparada de la literatura española y fran

cesa.

(2) Habian perdido en Rottofreddo sobre seis mil hombres, y con la desercion que esta derrota produjo, se calcula que no pasarian de veinte mil los que llegaron á Voghera. Los historiadores franceses suponen que la sufrieron solo los españoles y los napolitanos, porque Maillebois con sus franceses ejecutó á aquel tiempo, por medio de marchas y contramarchas, un movimiento sobre San Giovanni que le valió en Italia mucha reputacion militar.

De edad de treinta y cuatro años cuando subió al trono de Castilla Fernando VI, único hijo varon que habia quedado del primer matrimonio de Felipe V conocido ya por su carácter juicioso, moderado y amante de la justicia, esperábase de él un reinado feliz De compasivo y liberal se acreditó desde el principio indultando á los desertores y contrabandistas y dando libertad á muchos que gemian en prisiones. Con la reina madre se portó con una generosidad tanto mas loable cuanto se tenia por menos merecida: pues cuando todo el mundo esperaba que el nuevo soberano habria de humillar á la viuda de su padre en castigo del desden, dado que no fuese verdadera enemistad, con que ella le habia mirado y tratado siempre dedicada toda á engrandecer sus propios hijos, causó admiracion verle confirmar los donativos que su padre habia hecho á la reina Isabel, permitirle que conservara el palacio de San Ildefonso, y aun consentirla que residiese en la corte. (3) Memorias de Argenson, publicadas en 1825.-El marqués de la Mostróse Fernando igualmente generoso con sus hermanos, Mina, que habia hecho ya la guerra de sucesion, que se halló en las exatento á conservar ó promover sus intereses. Respetó en el pediciones de Sicilia y de Oran (1732), que habia mandado el ejército de gobierno, contra lo que acostumbran los que ciñen corona, los Toscana (1735), que habia sido embajador en Paris, y arreglado el maministros de su padre: conservó al marqués de Villarias en la trimonio del infante don Felipe con Luisa Isabel de Francia, que dessecretaría de Estado, y confió los demás ramos de la adminis- pues fué general en jefe del ejército de Saboya á las órdenes de Felipe tracion al de la Ensenada, que habia sucedido á Campillo en reemplazo del conde de Glimes (1743), era un general de mucha redesde su muerte en 1743. Señaló dos dias á la semana, á ejem-putacion por su capacidad y sus servicios. Cuéntase de él que en una plo de los antiguos monarcas españoles, para dar audiencia pública á sus súbditos, en que pudieran exponerle sus quejas y agravios con objeto de ponerles remedio.

En cuanto á la política exterior, era evidente que habia de

batalla arengó á sus tropas con esta lacónica y expresiva frase: Amigos mins, sois espiñoles, y los franceses os están mirando. Dejó escritas unas Memorias sobre las guerras de Italia.

El conde de Gages, á quien ahora fué á reemplazar, fué tambien uno de los españoles mas distinguidos en el arte de la guerra. La campaña

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órdenes del infante don Felipe y llevaba para él una carta muy afectuosa del rey, sus instrucciones particulares eran de no concederle influjo alguno en la direccion del ejército. Desde luego intimó á Gages y á Castelar su separacion del mando, y les ordenó que volvieran á España.

Tan pronto como el nuevo general en jefe tomó el mando del ejército, con una autoridad decisiva dispuso la retirada á Génova y abandonar la Italia. El infante don Felipe y el duque de Módena se resignaron á ejecutar su disposicion, como si aquel no le tuviera bajo sus órdenes. El francés Maillebois, no pudiendo sostenerse solo contra los sardos y los austriacos, se vió precisado á seguir el ejemplo y los pasos del general español. Los imperiales que los perseguian los obligaron á precipitar mas la retirada: el paso de Bocchetta fué forzado, y si bien las arengas de Maillebois pudieron sostener algunos dias á los genoveses, pronto quedaron estos abandonados, metiéndose el general francés en la Provenza, como lo habia

hecho antes el marqués de la Mina. Génova no pudo resistir á los austro-sardos, protegidos por la escuadra inglesa: algunos patricios enviados á tratar de capitulacion fueron recibidos con enojo y desprecio por el general aleman Botta Adorno, que habia reemplazado á Lichtenstein: tuvieron los genoveses que someterse á las condiciones del vencedor, y las condiciones fueron duras. La ciudad de Génova seria entregada: todas las tropas prisioneras de guerra: los arsenales y almacenes puestos á disposicion de los austriacos: el dux con diez senadores irian en el término de un mes á Viena á pedir á María Teresa perdon de los agravios hechos por la república á Su Majestad imperial: la ciudad pagaria en el acto una multa de cincuenta mil genovinos, sin perjuicio de las contribuciones que ulteriormente se exigieran (1). El general austriaco tomó posesion de Génova (setiembre, 1746), mientras el rey de Cerdeña tomaba á Finale y sujetaba á Saboya. Orgullosa María Teresa de Austria con este triunfo, queria

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emprender la conquista de Nápoles, pero los celos del gobierno inglés la hicieron renunciar á este proyecto y sustituirle con el de una invasion combinada en la Provenza. El rey Cárlos Manuel accedió á ello: á fines de noviembre un ejército de treinta y cinco mil hombres, la tercera parte sardos, se hallaba reunido en Niza: una escuadra inglesa habia de protegerle: todo se puso pronto en movimiento: las tropas atravesaron el Var con corta resistencia: el puerto de Antibes fué bloqueado: se tomó á Frejus (15 de diciembre, 1746): las islas de San Honorato y Santa Margarita fueron ocupadas: todo anunciaba una marcha victoriosa y una conquista fácil, cuando una insurreccion que estalló en Génova vino á detener impensadamente los progresos y los planes de los confederados contra los Borbones.

Las exacciones violentas, las vejaciones de todo género que estaban cometiendo los comandantes austriacos, las insolencias diarias de los soldados, los insultos de cada momento, habian provocado la indignacion de los genoveses. Hacíanlos trabajar como si fuesen acémilas en el trasporte de artillería que sacaban para la expedicion de Provenza. Con estas y otras humillaciones despertóse y revivió la independencia y el valor de los antiguos ligures. Un dia (5 de diciembre, 1746) que los obligaban á sacar arrastrando un mortero, un oficial austriaco levantó el baston como para sacudir á los que en esta operacion trabajaban: un mancebo arrojó una piedra sobre el oficial, imitáronle otros, se alborotaron todos, y el populacho comenzó á gritar por todas partes: ¡A las armas! ¡Viva María! ¡Mueran los austriacos! Crecian por momentos los grupos, arrojáronse sobre las armerías, surtiéronse de toda especie de armas, se apoderaron de algunas puertas, tomaron el convento de los jesuitas, barrearon las calles, acorralaron la guarnicion, tocó á somaten la campana de San Lorenzo, resonaron las de todas las parroquias, juntáronse hasta treinta mil hombres de la ciudad y del campo armados de fusiles, sables, chuzos, puñales, piedras y escoplos, cogie

de Italia de 1745 habia sido admirable. Su mayor elogio le hizo Federico de Prusia, diciendo que sentia no haber hecho al menos una campaña á las órdenes de este general. A su vuelta á España fué muy honrado por Fernando VI. Murió de virey de Navarra en 1753 á la edad de 73 años

ron algunos cañones, y empeñaron un vivísimo fuego con las tropas hasta desalojarlas de la ciudad. Habian quedado en Génova y sus inmediaciones sobre diez mil austriacos: el general Botta Adorno, que se hallaba en San Pietro d'Arena, mandó reunir todos los destacamentos dispersos; ya era tarde: el pueblo genovés salió furioso en persecucion de los austriacos, y aquel general inepto y soberbio tuvo que apresurarse á franquear el paso de la Bocchetta despues de haber dejado cuatro mil prisioneros en poder de los genoveses. La vergüenza le obligó á retirarse, pidió permiso para dejar el mando y le fué concedido. Esta insurreccion de Génova hizo grande eco y gran sensacion en toda Europa. Aquel pueblo que no supo resistir á los austriacos cuando estaban léjos, los arrojó cuando estaban apoderados y eran señores de la ciudad y del país. Tales son los ímpetus de un pueblo irritado (2).

Frustró completamente, como indicamos, esta revolucion los planes de los enemigos de los Borbones en Provenza. Faltaron los víveres, municiones y artillería con que contaban. Mantuviéronse no obstante sufriendo mil privaciones todo el mes de enero (1747); muchos se pasaron á las filas francesas; hasta que por último españoles y franceses tomaron la ofensiva, y reforzados estos con tropas de los Países Bajos, obligaron á los austro-sardos á repasar el Var (febrero, 1747). Los reyes de Francia y España cuidaron de enviar prontos socorros á Génova, porque María Teresa de Austria, irritada por aquel contratiempo, mandó al general Schulemburg que fuese á someter á toda costa la soberbia y rebelde república. El 10 de abril un ejército austriaco se puso en movimiento por la Bocchetta, é intimó la sumision á la capital de la señoría: rechazáronla con altivez los genoveses, diciendo que esperaban conservar la libertad y la independencia en que habian nacido, y los austriacos no consiguieron sino hacer un leve daño á la ciudad. El 30 de abril llegó á Génova el duque de Buffers

(1) Botta, Storia d'Italia, L. 44.-Ojeada sobre los destinos de los Estados italianos.-Beccatini, Vida de Cárlos III, lib. II.-Muratori, Anales.

(2) Circunstancias muy curiosas de esta sublevacion, que á nosotros no nos toca referir, pueden leerse en la Storia d'Italia de Botta, y en la Continuacion y notas del traductor Dochez.

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