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Barcelona se había alborotado contra ellos, y de esta manera se está hasta hoy 22, que habiendo venido aquí el Señor Marqués de Montardina á V. E., lo demás y en el particular de nuestro gobierno, hacía necesario viéndonos faltos de todo ayudarnos, pero nuestro Señor lo ha dispuesto de manera que todo ha pasado dichosamente; porque gran provisión que la ciudad hizo de harina fué suficiente para prestarnos la mitad de lo que cotidianamente. se gastaba con los soldados, lo cual se mezclaba con otra tanta de la podrida que aqui nos metieron, para que disimulara en alguna parte su malignidad.

La ciudad lo hizo muy honradamente no sólo en esto; pero no siendo ocasión de que los soldados pasasen sólo con el pan, dieron el sustento para ochocientas raciones ó más, repartidas entre sus habitantes, y para toda la demás guarnición, caballería é infanteria, Oficiales mayores y menores, prestaron dinero para socorrerles con un real cada día por ración, lo cual se ha continuado hasta ayer que avisé al Señor Marqués de Aytona para que fuese servido disponer el cómo comerán estos soldados de aquí adelante, porque que hasta aquí me había tocado lo había hecho.

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Los muertos de nuestra parte son dos Sargentos mayores, un Capitán de caballos, cinco de infantería, y de setenta hasta ochenta soldados; los heridos entre Oficiales y soldados pasan de doscientos cincuenta, y no es mucho según ha sido el contraste. Esto es lo que puedo referir á V. E. que guarde Nuestro Señor, etc.-Gregorio de Britto.

A la espalda de la última hoja, dice:

Copia de carta de Don Gregorio de Britto, para el Señor Don Luis de Haro.

COPIA

DE OTRA CARTA DEL MISMO Á DICHO DON LUIS DE HARO

SOBRE LO MISMO

Porque el Príncipe de Condé no acaba de dar lugar á que yo pueda ir á besar á V. E. la mano, he resuelto que el Sargento mayor Juan González, que lo es de esta plaza, vaya en mi nombre

ha hacerlo, y de parte de toda esta guarnición dará V. E. la bienvenida, pues parece deberse á V. E. la libertad de todos, considerándose que el moverse para venir á socorrernos con la celeridad que nos dicen, lo executó con los primeros avisos de nuestro aprieto; bastó para que los enemigos no se atreviesen á perseverar más en él, ni á experimentar los efectos de la venida de V. E., los cuales en nuestro favor esperamos ver llenos de felicisimos sucesos, particular con la asistencia de su persona, y toda esta guarnición se halla en grande aliento.

Luego que el enemigo nos dejó libres escribí á V. E. en respuesta de una que V. E. fué servido mandarme escribir desde Madrid en 8 del pasado. Juzgo las habrá recibido V. E. en el camino, en ella daba parte á V. E. de lo que se ofrecía, y lo que ahora puedo añadir es lo mismo que V. E. habrá entendido por el Marqués de Mortara, á quien por puntos voy avisando lo que ocurre, y en particular del viaje que el Príncipe de Condé hizo hacer á París á la posta por la montaña al Mariscal do Chatillón, y cómo la artilleria la ha acabado de retirar á Balaguer y Cervera, se va estrechando de víveres, por lo que parece este exército tiene traza de deshacerse por sí mismo sin que nadie le obligue à ello.

Yo, Señor, quedo herido como tengo escrito á V. E., y aunque me ayudo todo cuanto puedo, el sitio y su temperamento desayudan y son contrarios, y así suplico á V. E. sea de su gusto en yéndose el Príncipe de Condé de donde está llegue yo á esa ciudad á echarme a los piés de de V. E. y á acabar de curarme y porque éste no puede ser de perjuicio en tiempo que el enemigo se retira y no debe negarse á un soldado honrado que se cure donde haya mayor facilidad, no habiendo cosa que lo impida, tocante al servicio de S. M. Si acaso el beneplácito no llegare antes. que el enemigo se vaya de donde está, yo iré á encontrarle por el camino, seguro de que V. E. me la concederá.-Guarde Dios. á V. E., etc.-Gregorio Britto.-Sigue la rúbrica.

A la espalda de la última hoja, dice:

Copia de la carta de Don Gregorio Britto para el Sr. Don Luis. de Haro.-De Lérida, á 23 de Junio de 1647.

CONSULTA

DEL PRESIDENTE SOBRE LA SEGURIDAD CON QUE SE DEBÍAN TENER LAS PLAZAS DE CATALUÑA, SIN EMBARGO DE LA VICTORIA DE LÉRIDA, Y RESOLUCIÓN DE S. M.

Señor:

La seguridad con que suele dejar una victoria, ha trocado muchas veces las manos y hecho vencedores á los vencidos. En los nueve años que estuve en Roma observé algunos casos, y no se puede olvidar el caso de Juan de Vert, principio de las pérdidas de Alemania, que habiendo vencido las tropas de Veimar, quedó prisionero junto à Rinfelden. Nuestra Armada socorrió á Orbitelo con gran gloria, y juzgando que quedaba asegurada Italia se volvió, y revolvió la de Francia con mayor poder y sin impedimento. Esta obliga a mayor cuidado en el suceso de Lérida, porque la soberbia de Harcourt, hasta ahora vencedor, y ya vencido con circunstancias tales en un sitio que intentó y mantuvo contra el parecer de su Rey y de su exército, es fuerza le obligue á intentar cualquier sorpresa, valiéndose de la gente que ha quedado, de la que tiene en presidios y naturales de la tierra, para saldar esta quiebra, y solicitar para adelante mayores socorros de Francia, con mayores ofrecimientos á que le asistirá Mazarino, como discípulo y sucesor del Cardenal de Richeliu, que siempre buscó la satisfacción en el lugar donde recibió el daño.

No dudo que el General y los Cabos estarán con gran atención á todo, que dejarán las plazas con la prevención de gente, víveres y municiones que es necesaria, así por lo que puede suceder este invierno, como por los sitios que pueden tener para más adelante, habiéndose de encaminar la guerra por diferente parte que hasta aquí. Pero en materia que tanto importa, ninguna cautela ni advertencia sobra; aunque sea mía, remítola á V. M. más por satisfacer á mi afecto que por entender se necesite de ella.-Madrid 28 de Noviembre de 1646.-Sigue la rúbrica.

A la espalda de la última hoja, dice:

Señor.-28 de Noviembre de 1646.-El Presidente del Consejo.-Sobre la seguridad de las plazas de Cataluña.—Lo que aquí me representáis es muy de mi servicio y reconozco el celo y amor con que me servis; ya he enviado las órdenes convenientes sobre esto, y siempre se encargará á los Cabos velen con gran cuidado en lo que tanto importa.-Sigue la rúbrica.

OTRA

SOBRE LA FORMA DE DISPONER LAS PREVENCIONES
PARA LA CAMPAÑA

Señor:

El tiempo camina por la posta á la campaña, y si no van á este paso las prevenciones se acabará con todo, como he representado á V. M. algunas veces. Para esto conviene que los Ministros sean ejecutivos y desembarazados de sí mismos y de otras ocupaciones; que sean los menos que sea posible, porque en juntarse y resolver se pierde mucho tiempo, y es dolor ver con gran flema en el proponer y decidir cuando se necesita de mucho ardor en todo.

La junta de guerra se había de servir V. M. se redujese á tres, y que para las milicias concurriese Don Pedro Pacheco y Don Gregorio de Mendizábal, por la experiencia que tienen, y porque creo muy atrasado este punto respecto de la materia, que no corre igual en todas partes y de la división de pareceres y diferencias (según me han dicho) de instrucciones.

Otro punto es de gran consideración y pide remedio. Vuestra Majestad ha cometido á diferentes Ministros, juntas ó consejos las prevenciones militares, cada una es necesaria en su género, y si faltase serían de poco fruto las demás. Todos tiran de tal manera por la suya y procuran aplicar los medios y efectos, que suelen quedarse otras sin dotación, mirando más á cumplir consigo mismos que al tolo de la materia y gobierno que, componiéndose de sus partes, peligra igualmente en la falta de cada una.

Para esto es precisamente necesario que V. M. por sí mismo, ó por un Superintendente, conozca de lo universal, graduando la instancia y necesidad de las prevenciones, prefiriendo las presentes que no pueden esperar, y perdidas se perdería todo, á las que reciben alguna mayor dilación aplicando, según la orden y ocurrencia, los efectos á cada una. Convendría se hallasen á esta distribución el Conde de Castrillo, el Presidente de Hacienda, el Licenciado José González por parte del Consejo, y si alguno otro pareciere á V. M., encargándose esta junta de la disposición del todo y aplicando los efectos conforme la exigencia de los casos.

Cuando se obrase todo lo conveniente y necesario por mar y tierra en esta Corte, serviría de poco si se divirtiese en Aragón por malicia de los Cabos ó por omisión de los Ministros. Para la campaña pasada se remitieron tres mil infantes y cinco mil caba

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Os; la más de la gente se volvió ó derrotó por aquel Reino y el de Valencia, habiendo sido de tan gran costa y trabajo su conducción. Los testimonios de la entrega vienen cabales, pero los intereses lo pervierten y menoscaban todo.

En los carros hubo muy mal cobro. De las carretas se perdieron muchas. Los mozos y dueños se vienen quejando de que no se les asiste para el sustento del ganado, ni se les da la satisfacción de lo perdido como V. M. lo mandó, con que las especies se acaban, y es indecible el horror con que vienen todos y lo que publican del mal tratamiento que se les hace. Esto dificulta mucho se hallen personas que quieran ir á servir.

Conviene mucho que V. M. provea de personas que, con inteligencia y satisfacción, se encarguen de recibir, entregar y conservar los soldados en sus puestos, que se los dé el sustento necesario, porque dicen que no se les dá más que el pan de munición y en toda la compañía dos medias pagas. Para sustentar los carros también se necesita de comisarios y que V. M. dipute en Zaragoza una junta como en Madrid que cuide del todo y señale las personas que importan para cada uno de los Ministerios, á quien se tome cuenta de lo que hicieren y castiguen al que faltare.

No aseguro & V. M. habré acertado en lo que propongo; pero

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