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resolución que se deba tomar; y siendo la plaza que se había resuelto sitiar Ath, se manejó con tan poco secreto lo que se debía disponer para el sitio, que tuvieron los enemigos los avisos tan anticipadamente que pudieron meter tres mil infantes y ochocientos caballos en la plaza, conque la dexaron enteramente asegurada, moviéndose á este mismo tiempo el Príncipe de Condé de su campo, poniéndose de la otra parte de la Sambra, entre Thuin y Maubeuge, para observar nuestros movimientos, y aunque el día 7 de Septiembre habíamos movido al Príncipe Carlos de Lorena con seis mil caballos de los tres exércitos para que fuese á tomar los puestos à Ath, teniendo noticia de lo bien proveida que estaba se le mandó se retirase, y se juzgó por más conveniente el sitiar á Audenarde, y habiéndose de executar, le pareció al Príncipe de Oranje que era conveniente dexar las plazas del País de Hainaut bien guarnecidas, conque quiso se guardase en ellas el regimiento de alemanes del Conde de Boomont, que era la única infantería del Rey que teníamos en el exército; habiendo nosotros llegado á tal estado, que así nuestra gente como nuestras plazas parece que quedan á la disposicion del Príncipe de Oranje; domingo 9 de Septiembre marchó Don Francisco Antonio de Agurto la vuelta de Bruselas con tres mil caballos de los tres exércitos, para que, pasando por Gante, tomase los puestos á Audenarde de la otra parte de la Esquelda, y el exército, martes 11, se movió de sus cuarteles llegando al Hamaide en tres marchas, de donde salieron á las once de la noche el Príncipe de Oranje y el Conde Souches con seis mil caballos á tomar los puestos á la punta del día, sábado 15, á Audenarde, como lo había de executar Don Francisco de Agurto de la otra parte de la ribera al mismo tiempo, lográndose muy felizmente y dando luga á que llegase todo el exército por la tarde y que so acabase aquella noche el puente de comunicación cerca de la Abadía de Eenaeme, guardándole éste y otro, que se hizo por mañana los tercios de Don Pio de Aldado de españoles, y del Duque de Havré de valones que acababan de llegar de Gante. Todo el domingo por la mañana y por la tarde se empleó en acuartelarse y cerrar enteramente la plaza, quedando las tropas del Rey hacia Peteghen, y Courtray, siguiendo las de Holanda hasta el puente de comunica

ción, y de la otra parte del río, que mira hácia Ath quedaron los Imperiales en una montaña, que manda la villa, en donde aquella tarde plantaron una batería, que por lo distante podia incomo

dar poco.

Aquella noche se resolvió ganar una iglesia que estaba cuatrocientos pasos de la plaza y que incomodaba á los holandeses, pues habían de abrir el ataque por allí, y aunque parece que les tocaba á sus tropas el hacer esta función, se la encargaron á las del Rey, que lo executaron felizmente, haciendo prisioneros á los que la defendían, aunque la plaza tiró cantidad grande de artillería, pasando un cañonazo muy cerca de la cabeza del caballo del Duque de Villahermosa; lunes 17 llegó el Marqués de Ossera, General de la artillería con un convoy considerable, y con los tercios de infanteria española del Marqués de Belveder, Don Diego de Espinosa y Duque de Montalto, y por haber llegado estos tercios cansados y ser tarde, resolvió el Sr. Duque de Villahermosa, que aquella noche abriese la trinchera el tercio de Don Pio de Aldado, y atento que el Maestre de Campo estaba malo, el Duque de Montalto, que había estado hasta entonces de aventurero en el exército, entró en su lugar å abrir el ataque, acompañado del Duque de Havré con cuatrocientos hombres de su tercio y de Monsieur de Lovigni, y se avanzaron mil pasos; á la segunda noche entraron en la trinchera el Conde Rachi con los tercios de Don Diego de Espinosa y del Marqués de Belveder, éste de segunda y el de Don Diego de primera, y avanzaron en el ataque seiscientos pasos; en la tercer noche se quedó el Conde Rachi por haber aquel día herido de un mosquetazo en una mano á Monsieur de Lovigni, entrando el Duque de Montalto con su tercio ayudado de trescientos hombres del de Havré, en que se trabajó quinientos pasos; y habiéndose avanzado á tiro de pistola de la primer estacada, y habiéndose también comunicado, con el ataque de los holandeses, en cuyas tres noches se perdió muy poca gente, y hallándose ya en tan buen estado el ataque se descubrió el enemigo por el camino de Peteghen con veintidos batallones de caballería á poca distancia del cordón que se había echado à la villa, cuya cercanía, originando los recelos de que el Príncipe de Condé se arrojase á introducir el socorro por el cuartel que ocu

paban las tropas del Rey, embarazaron que los que entonces allí se hallaban pudiesen acudir á mudar el tercio del Duque de Montalto, que con los trescientos hombres del del Duque de Havré sostenía el ataque, por cuya causa le fué orden de que subsistiese en él; y aunque así el atender tan avanzado el trabajo del ataque, como el considerar los muchos extragos que habían obrado las baterías que jugaron incesantemente contra las fortificaciones y casas de la villa pudieran prometer muy próximas esperanzas de llenar el sitio con toda prosperidad, al fin, precaviéndose los Generales de los efectos que podían producir las tropas avanzadas del enemigo, pues era lo más practicable inducirse á romper un cuartel, y recelando sin mucha dificultad logrado el golpe de este intento, juzgaron por más conveniente resolución levantar el sitio y buscar al enemigo, como al amanecer lo executaron, siendo el ataque sostenido de las tropas del Rey el último que se desalojó, logrando la fortuna de que la densa niebla que hubo aquella mañana soldase el riesgo que las amenazaba la plaza, habiéndose retirado á las ocho, en cuya hora, & haber alumbrado el sol, hubieran experimentado el rigor de la artillería. De allí salieron y se incorporaron con la demás gente, así infantería como caballería del Rey, y se pusieron en las líneas en batalla, creyendo tenerla con el enemigo, para cuya función se aprestaron, executando algunas diligencias que pod an influir en el próspero éxito, pero atendiendo después á que ni el cuerpo de batalla le guarnecían holandeses, ni el cuerno derecho le sostenían los alemanes (cuya forma era la acordada), pues ya éstos (aunque sin dar parte ni avisar al Duque de Villahermosa el motivo de faltar á lo ajustado, ni el camino que tomaban, ni adonde iban) se habían puesto en marcha, les fué preciso á las tropas del Rey el seguirlos, marchando en batalla á ocupar un puesto cercado todo de bosques, executando esta retirada las tropas del Rey con honra, y con dicha de que el enemigo no les atacase, pues es cierto hubieran sido deshechas y batidas enteramente. Al fin, å las cuatro de la tarde se juntaron con lo restante del exército, que no pudiendo mantenerse mucho tiempo, respecto de hallarse sin bastimentos por haber enviado á Gante el bagaje, cuando se levantó el sitio fué forzoso desocuparle y marchar la

vuelta de Gante, causando algunos recelos los avisos que hubo de que los enemigos hacían la misma marcha, con intento de cortar el paso al exército, pero habiendo salido con prosperidad de las estrecheces y desfiladeros, donde podía padecer este contratiempo; llegando á legua y media de Gante, donde han estado acampados cuatro días sin emprender operación alguna.

Acumúlanse unos á otros el Conde Souches y el Principe de Oranje la causa de no haber avisado al Duque de Villahermosa en la retirada, no dejando la malicia encontrar razones, que con probabilidad persuadan á que este descuido fuese en el Conde Souches con cuidado, pues por la noche desmembró de sus tropas cuatro escuadrones de infantería y seis de caballería, cuya separación es muy reparable en la cortedad de su gente, y de que podían haber surtido muy nocivos efectos, habiéndole originado entre él y el Marqués de Grana muy discorde, pues atento à la conocida falta que podían hacer estos escuadrones (entre los cuales iba él con el suyo) quiso expresarle las malas consecuencias de tan errado dictamen, cuya exposición sólo labró una disensión entre los dos, no intrincado signo de no querer remediarlas, confirmando la lesión de su ánimo algunas circunstancias en el reencuentro de Seneffe, pues habiendo ordenado aquel día al Principe Pio fuese con tres escuadrones á escoltar el bagaje, å haberlo puesto el Príncipe en execución se hubiera indubitablemente experimentado el pernicioso fruto de sus máximas, malográndose aquel día la próspera fatiga de nuestras armas, y perdiéndose enteramente la batalla, cuyos accidentes, aunque tan clareados de la expeculación, es fuerza los atienda la modestia por inciertos, aunque no, que á no haber la providencia divina auxiliado con sa infinita misericordia las armas del Rey, hubieran inevitablemente lamentado la más deplorable tragedia, pues se vieron patentemente á la puerta de la postrer ruina.

El sitio de Grana continúan los holandeses, aunque observando la lentitud que en tales ocasiones acostumbran.

El exército del Emperador en el Palatinado se halla con treinta mil hombres en busca del Mariscal de Turena, pero tan discorde en sus empresas, que es bosquejo de nuestro método.

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DE LOS COMBATES DE SAINT DENIS Y CASTEAU (1)

(Biblioteca Nacional.-Sala de Ms.-H., 111.)

Para que S. A. se halle con noticia individual del combate, empezaré desde la marcha que se hizo á Enghien (por la vecindad de Gaerbeck) deteniéndose tres días el exército, así para aguardar el refuerzo de tropas de Brandebourg, Osnabruck, Munster y Paderboune, que conducía el Barón de Spaen, como para que llegase un convoy de pan que había salido de Bruselas; ocupáronse estos tres días en distribuir municiones á todo el exército, y en reconocer los caminos por los cuales se había de acometer á los enemigos, cuyo campo se extendía con el ala derecha á Soignies, y la izquierda á Neufville, puestos casi inaccesibles respecto de su aventajada situación. Juntóse consejo de guerra para deliberar sobre el camino por donde se había de atacar, en que algunos fueron de parecer de que se embistiese su ala izquierda, campada en la llanura de Cambron; más al fin se resolvió encaminarse á ellos en derechura por Soignies, no obstante que este fuese el camino más dificultoso y en el cual se juntaban más desfilados; venciendo estos obstáculos la consideración de que por esta parte se facilitaba y aseguraba más que por otra los convoyes y víveres; respecto de tener siempre Bruselas á las espaldas, y que, si bien los enemigos tenían consumido y destruído todo el forraje, se hallaria forma de que no deteniéndose de una noche arriba en cada puesto, pudiesen subsistir los caballos, como efectivamente se consiguió; y en esta conformidad se marchó el día 11, pasando de Enghien con intento de llegar con nuestra izquierda á Braine y la derecha & Steenkerke, desfilando á la izquierda en dos lincas, que es la forma er que estaba dispuesto el campo. Habiendo llegado á Steenkerke, se reconoció alguna caballería de los enemigos, sostenida

(1) Esta relación está escrita por el Príncipe de Rache.

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