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este gefe como Francisco Valdés, Mr. de Liques, Luis Gaytan, Rodrigo de Toledo, Gonzalo de Bracamonte, Julian Romero y otros caudillos, fueron apoderándose de varias islas, villas y lugares holandeses, y construyendo fuertes á las márgenes de los lagos, canales y rios, hasta el número de mas de sesenta, y hasta un cuarto de legua de Leyden, estrechando el sitio de esta ciudad y dándose la mano unos á otros. Mas por otra parte, la muerte de Pedro Melendez, el almirante de la armada de Santander, ocurrida á esta, sazon, fué causa de que aquella se detuviese y de que acabara de perderse el resto de los navíos que el rey de España tenia en Flandes, y que habian de haber obrado en combinacion con la armada de Castilla. Y fué, que habiéndose alejado de Amberes los navíos españoles por temor de que los tomáran los amotinados, dieron sobre ellos los de Orange, y los apresaron todos sin dejar uno, por un descuido de que con dificultad pudo justificarse el vice-almirante (). De modo, que en los pocos meses que llevaba Requesens de gobernador y capitan general de los Paises Bajos, tuvo la desgracia de perder cuantas naves tenia en aquellos estados la España.

(4) Es muy estraño que el jesuita Estrada, escribiendo de propósito de las Guerras de Flandes, no nos diga una sola palabra ni de esta segunda catástrofe, ni de la armada de Santander, ni de la multitud de fuertes que constru

yeron nuestros caudillos para estrechar y aislar la ciudad de Leyden. Afortunadamente llena bien don Bernardino de Mendoza este vacío, como otros muchos que dejó el historiador religioso.

Faltaba ver el resultado del famoso sitio de Leyden, que tan memorable habia de hacerse en la historia por las singularísimas circunstancias que luego

veremos.

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La imparcialidad histórica nos obliga á cumplir antes con un deber enojoso, á saber, el de revelar los reprobados y abominables medios que en este tiempo. estaban empleando los enemigos de España para deshacerse del comendador mayor de Castilla, y los de la misma índole que á su vez empleaban el comendador y la córte de España para deshacerse del príncipe de Orange. Segun se ve por los documentos oficiales que se conservan en nuestros archivos, unos y otros procuraban valerse de asesinos pagados para quitar la vida alevosamente y á traicion, asi al gobernador español de Flandes como al gefe de los rebeldes flamencos. Esté criminal arbitrio, de que acaso no tuvieron noticia los historiadores que nos han precedido, pues nada hablan de él, parece haber sido intentado primero por los enemigos de la dominacion española en Flandes. Con fecha 30 de marzo (1574) escribja el embajador Antonio de Guarax desde Lóndres al comendador mayor Requesens, avisándole que habia partido de alli un Tomás Bac, irlandés, que en los Paises Bajos se nombraba Mos de la Chausse, el cual habia recibido varias veces dinero de la reina de Inglaterra, y de quien se tenian noticias y vehementísimos indicios de que TOMO XIV. 2

iba con la mision aleve y el malvado designio de asesinarle (1).

Pero tambien los nuestros intentaban lo mismo con el de Orange, segun se ve por el siguiente fragmento de una carta del comendador mayor Gabriel de Zayas, secretario de Felipe II (9 de abril, 1574): «De hacer » matar al príncipe de Orange, si Dios no lo hace, no >> tengo esperanza; que tres meses ha que no ha vuelto >>el inglés que me la habia dado. No sé si ha sucedido » desgracia, ó si era trato doble; que no hallo hombre

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(1) De aqui ha partido (decia >>Guarax) uno nombrado el capi>>tan Tomás, irlandés, que por otro >> nombre se llama ahí Mos de la Chausse; habla buen francés, y >>está aposentado en esa villa en » un meson que se dice del Yelmo »>dorado. Partió de ahí á los 43 de »este para Alemania, y llegó aqui » á los 18, y le dieron en corte cien >>libras en soberanos, y el mismo >> dia los trocó por angelotes. Par>>tióse á los 19 para ahí. Otra vez >>que vino de ahí aqui le dió la >> reina otras cien libras. Esto sé >> de persona que ha estado en su >> compañía, y esta tal me ha dicho »que por alguna murmuracion que >>ha oido en el aposento de un » grande á quien el capitan Tomás » se llegaba de que algunos envia» ban á matar á V. E. (á quien Dios >> guarde), sospecha la dicha per>>sona que el dicho Tomás es par>>tido para ahí con este propósito » tan malo; y mas entendió que >>decian por palabras generales, » que si antes que el rey de España » viniese ó enviase sus grandes >> fuerzas contra el de Orange mu>riese el gobernador de Flandes,

»que seria necesario á la reina ré»cibir de mauo del d'Oranges á >> Zelanda, pues hallándose él y su >> hermano Ludovico tan prósperos »y armados, no podrian dejar de >> enseñorearse de todos los Esta»dos, por lo mucho que Anvers y

otros pueblos desean recibirlos, »y del todo echar los españoles de » la tierra. Y esto me certifica que »>cyó á personas de estimacion, y »que tiene gran sospecha de que »procuran tan malos deseos por mano del dicho Tomás ó de otro. >> Teniéndosele oido á sus tratos, »podrá descubrirse por indicios algo de su pretension, que no »puede ser sino mala. Llámase acá >> Tomás Bac. Es hombre de me»>diana estatura, de 35 á 40 años, >> no flaco, y de barba algo roja; >> conocido por malo, etc.... etc.»

Esta carta la vió el rey don Felipe, y puso al márgen de su mano: «Escribid al comendador ma»yor que procure de haber á este, »y hacer dél lo que será justo ha»cer, y muy justo.»-Archivo de Simancas, Estado, Flandes, legajo 557.

>>de quien pueda fiar que emprenda esto, por mucho >>que prometa. No sé si ellos hallarán los que buscan >> para acabarme á mí; y beso los pies á S. M. por el >> cuidado que v. md. me escribe que tiene de que yo » guarde mi vida, en la cual iria muy poco si no estu>>viese lo de aqui á mi cargo; y envio á v. md. dos avi»>sos que en un mismo dia tuve de Inglaterra, el uno >> de Guarax, y el otro de un inglés de los que aqui se >entretienen, que dijo habérsele enviado una dama de >> la misma reina, que dice es católica, por donde verá »v. md. la obligacion que yo tengo á la reina; y de Ale>> mania ha dias que tuve avisos que hacian la misma >> diligencia, pareciéndoles que el mas corto camino pa>>ra acabar lo de aqui, era acabar al que estuviese en>> cargado de ello, y yo me puedo guardar mal, no con>> viniendo mostrar que se teme esto, y habiendo de dar » siempre audiencias públicas, y salir fuera á misa y á »otras cosas, y en campaña; y un arcabuzazo pasa >> muy bien entre alabarderos y archeros, que es la >> guarda que yo tengo; pero confio en Dios que él me » guardará, y asi me da esto mucho menos cuidado que > las otras cosas públicas de estos Estados (").»

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Confesamos haber sentido el mayor disgusto al ver que el rey Felipe II. no solamente sabía y autorizaba semejantes planes, sino que los alentaba y promovia, y que hemos visto con amargura escrito de su letra y

(4) Archivo de Simancas, Ne- gajo. 557, fol. 428. gociado de Estado, Flandes, le.

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(4) Aludia el rey al perdon ó

indulto que el comendador habia
publicado para los rebeldes que
dentro de cierto plazo se presen-

tasen y volviesen á la obediencia

de su soberano, de que hicimos
mérito mas arriba.

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