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filaderos por donde necesariamente habia de pasar. Habíase atrincherado en ellos Enrique IV., y nunca creyó este príncipe mas seguro ni mas cercano el momento de rendir todo el ejército del de Parma, pero tampoco se vió nunca tanto como en esta ocasion la serenidad, el grande ánimo, la astucia, la resolucion y la fecundidad de los recursos de Alejandro Farnesio. Decidió, pues, atravesar el Sena con todo su ejército; y el paso de aquel anchuroso rio, con tantos bagages y artillería, á la vista de un enemigo tan poderoso y de un gefe tan vigilante como Enrique IV., y la industria con que encubrió su designio, y la habilidad con que ejecutó la operacion (24 de mayo, 1592), fué una maniobra que por sí sola hubiera bastado para dar reputacion á un general, y con que dejó tan asombra

do y burlado á Enrique de Borbon, como admirado Ꭹ atónito á Mayenne y á todos sus capitanes y amigos.

Puesta toda su gente en salvo con este golpe admirable de estrategia, marcha Alejandro Farnesio sobre París, y llega con su ejército cargado de las riquezas, ganados, frutos y manjares de todo género que va recogiendo de las tierras enemigas. Llenos de gozo los ciudadanos de París, le convidan con hospe dage, pero Alejandro, temiendo que se relajen sus tropas con las delicias de una gran ciudad, y con el ócio y la lascivia de la córte, no tuvo por conveniente que entrára alli la gente de guerra. Antes dispone su vuelta á Flandes, repasa el Sena, visítanle en Guisa

las princesas de Nemours y de Montpensier, da un descanso y una paga á sus tropas en Thierry, recibe nuevas de los triunfos que los coligados habian alcanzado en algunos puntos de Francia con las armas y auxilios del monarca español, escribe al rey que le envíe sucesor, porque su salud no le permite continuar con el cargo de las armas y del gobierno de Flandes, y que los médicos le ordenan como indispensable que vuelva á tomar las aguas de Spá, y da la vuelta otra vez á los Paises Bajos (julio, 1592).

El rey accedió á que repitiera el uso de aquellas saludables aguas, más con respecto á relevarle del gobierno, no solamente le denegó su solicitud, mirándole como el solo capaz de llevar á feliz remate sus proyectos, sino que le rogaba, y si era menester le mandaba, que fuera preparándose para hacer la tercera jornada á Francia, porque queria que asistiera al parlamento que habian convocado los coligados para la eleccion de rey, y que con sus armas y su prudencia diera peso y autoridad al partido español y á la persona que Felipe intentaba sentar en aquel trono. Alejandro, achacoso, hidrópico y herido, no quiso dejar de obedecer á su soberano, y se dispuso á consa— grarle las pocas fuerzas corporales que ya le quedaban. Pero no recibia de España socorros de hombres ni de dinero. La desastrosa espedicion á Inglaterra, los grandes gastos que estaba haciendo en Francia y los recientes sucesos de Aragon de que daremos cuen

ta después, lo tenian consumido y apurado todo; y para mayor desventura, los ingleses habian apresado uno de los grandes galeones que venian de la India con cargamento de barras de oro. Suplió esta falta Alejandro negociando por su cuenta con los asentistas de Amberes 300,000 ducados, con cuyo auxilio envió delante á Francia algunas coronelías de tudescos, y él se trasladó á Arrás (octubre) para dar calor y órden á la empresa.

Pero si el ánimo del duque se conservaba al parecer vigoroso y fuerte, decaian visiblemente las fuerzas de su cuerpo, agravándole la enfermedad la misma actividad con que se dedicaba al trabajo. Ultimamente, el 2 de diciembre (1592), sintiendo aproximarse su última hora, hizo su testamento, firmó algunos despachos, pidió él mismo y recibió los sacramentos, y acabó al siguiente dia con una muerte ejemplarmente cristiana, á los cuarenta y siete años de su edad, dejando á su ejército sumido en duelo y en tristeza. Llevado su cuerpo á Bruselas, donde se le hicieron suntuosos funerales, se puso sobre su sepulcro el epitafio siguiente: Alejandro Farnesio, vencidos los flamencos, y librados del cerco los franceses, mandó que se pusiese su cadáver en este humilde lugar, á 2 de diciembre, Año 1592.

«Gran capitan (dice un historiador católico), y de nombre tan claro sin duda alguna, que su fama puêde colocarle entre los mas célebres de la antigüedad.>>

-«La muerte de Alejandro (dice otro historiador religioso) se recibió como grave herida de la república cristiana... Perdian los flamencos un justísimo gobernador, los italianos un restaurador de la antigua gloria de sus armas, los franceses al libertador de la religion católica dos veces reducida al estremo. Ni los enemigos tuvieron por lícito alegrarse de la muerte del duque, porque era temido, no aborrecido de ellos.»>«Asi murió (dice un escritor protestante) Alejandro Farnesio, duque de Parma. Se granjeó la admiracion de su siglo y la de los posteriores, por su prudencia y su gran sagacidad. Su talento para los negocios políticos, y mas para los de la guerra, le valió la gran reputacion de que goza.... Menos por la fuerza de las armas que por su moderacion, su prudencia y habilidad en manejar los corazones, restituyó á la obediencia del rey de España una gran parte de los Paises Bajos; y si Felipe hubiera seguido sus consejos en todas las ocasiones como los siguió en algunas, es muy probable que hubiera recobrado toda aquella hermosa porcion de Europa; la Inglaterra habría quizá sido conquistada, y la Francia oprimida despues bajo el peso enorme que hubiera entonces tenido la potencia española... El duque de Parma, siempre fiel y sumiso á su soberano, cumplió tambien siempre con la mas escrupulosa exactitud todas las obligaciones que contrajo con los pueblos de Flandes que sometió por la fuerza de las armas.»

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Política de Felipe II. en los negocios de Francia.-Su empeño en escluir de aquel trono á Enrique de Borbon.-Conducta del papa Sixto V. hostil al rey de España.-Firmeza de Felipe II. con el pontifice.-Fuertes contestaciones.-Dureza con que trataban al papa los embajadores españoles.-Peligro de rompimiento con Roma.Muerte de Sixto V.-Los papas que le suceden favorecen al rey de España.-Importante y curiosa instruccion de Felipe II, sobre el negocio de sucesion á la corona de Francia.-Descúbrense en ella todos sus planes y manejos políticos.-Pretendientes á aquella corona.-Partidos en Francia.-Situacion singular de Enrique IV.— Cómo se fueron frustrando los planes de Felipe.-Asamblea de los Estados generales en París.-Deséchanse las pretensiones de España.-Abjura Enrique IV. la heregía y se convierte al catolicismo. -Robustécese su partido.-Entra en París.-Guerra entre Felipe II. y Enrique IV.-Hechos de armas.-Gastos enormes de una y otra parte.-Cansancio y casi imposibilidad de continuar la guerra.Mediadores para la paz.-Paz de Vervins.

Indicamos en el anterior capítulo que Felipe II. habia intervenido sin alzar mano en los asuntos, guerras y turbaciones de Francia, no solo como protector

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