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nuestros al príncipe de Orange.-Conducta de Felipe II. en este negocio.-Célebre sitio de Leyden por los españoles.-Rompen los rebeldes los diques y sueltan las aguas.-La armada enemiga navegando sobre los campos y por entre las poblaciones.-Socorro de Leyden. Los españoles peleando entre las aguas, Amotínanse otra vez nuestras tropas.-Próspera campaña en Holanda.-Peligrosísima y temeraria espedicion á Zelanda. Los españoles vadeando á pié los rios y los brazos de mar.-Zierickzée.-Heroismo inaudito de los capitanes y soldados de España.-Triunfos.-Conquistas en Zelanda.-Nuevos tumultos y sediciones de tropas.Muerte del comendador Requesens. Gobierno del Consejo de Estado.-Levantamiento general en Flandes contra los españoles.Apurada situacion de éstos, y su heroismo.-Teson lamentable de los amotinados.--Combate sangriento en las calles de Amberes.Triunfo de los españoles: dominan la ciudad. Don Juan de Austria es nombrado gobernador de Flandes.

La guerra de los Paises Bajos continuaba consumiendo á España sus tesoros y sus hombres. Dejamos en el capítulo X, de este libro á don Luis de Requesens, comendador mayor de Castilla, antiguo embajador en Roma, lugarteniente general de don Juan de Austria en el mar, acreditado de capitan valeroso y esperto en la guerra contra los moriscos y en el combate naval de Lepanto, de prudente como gobernador del estado de Milan, dejámosle, repetimos, en posesion del gobierno y vireinato de Flandes (fines de 1573), en reemplazo del duque de Alba, tan aborrecido de los flamencos.

El carácter templado, afable y benigno de Reque-sens, tan opuesto á la dura severidad del de Alba, hacia esperar que le atrajera las voluntades y la ad

hesion de los de Flandes, tanto como su antecesor las habia enagenado. La primera alocucion á los Estados de las provincias, las arengas de los diputados de los cuatro miembros de Flandes y de los Estados de Brabante al comendador y las respuestas de éste, lo hacian tambien esperar asi (1), Procuró desde luego corregir y enfrenar en lo posible la licencia de los soldados, nacida principalmente del atraso de las pagas, que mas que á otros cuerpos se debian á los viejos tercios y á la caballería ligera de España. Entre las medidas del nuevo gobernador hubo dos de que muy especialmente se felicitaron los flamencos, el perdon general á los rebeldes ausentes con tal que volvieran á la obediencia de la Santa Sede y del rey, y el haber mandado quitar de Amberes la estátua del duque de Alba, que miraban como un^ultraje y un insulto hecho al pais. Esto último les causó un verdadero regocijo, asi como lo primero fué considerado por algunos como indicio de temor ó de debilidad (2). Asi fué que si bien muchos se acogieron al indulto implorando el perdon de sus estravíos, otros se envalentonaron mas con la indulgencia, y prosiguieron con mas ardor la comenzada lucha.

No fué afortunado Requesens en las primeras operaciones de la guerra. Dueños los orangistas, no

(1) Archivos de la ciudad de Brujas, reg. Vittem bock, A.-MS. de los archivos de negocios estrangeros en París.-Coleccion de

Gachard, tom. II. pág. 745 á 718.

(2) Estrada, Guerras de Flandes, Decad. I. lib. VIII.-Cabrera, Hist. de Felipe II. lib. X. cap. 15.

solo de la isla de Walcheren, sino de toda Zelanda, á escepcion de Middelburg, su capital, y de dos pequeños castillos, harto apretados todos por los rebeldes, recibió aviso del coronel Mondragon del apuro en que se hallaba en Middelburg, que hacía dos años habia podido ir sosteniendo à costa de esfuerzos heróicos; pero reducida ya á menos de la mitad su gente, agotados todos los mantenimientos, devorados hasta los animales inmundos, y no teniendo cada soldado por todo sustento sino dos onzas de pan de linaza por dia, que tambien se acababa ya, era imposible resistir mas si inmediatamente no recibia socorro (enero, 1574). Activo y diligente el comendador mayor', aprestó con la mayor rapidez dos escuadras que desde Amberes fuesen al socorro de Middelburg por los dos brazos del Escalda', una al mando de Sancho Dávila, otra, que habia de ir mas derechamente, compuesta de sesenta y dos navíos, al del maestre de campo Julian Romero, dándole por vice-almirante á Glimeu.

Inauguróse esta jornada naval bajo los mas siniestros auspicios, y concluyó desastrosamente. Al disparar un cañonazo de saludo el navío en que iba el capitan Bobadilla, y era uno de los mayores y mejor armados, se abrió de manera que se le tragaron todo las aguas, no pudiendo salvarse sino el capitan con muy pocos, ý todos mal parados. Al encontrarse la armada con la de los enemigos, que siempre habia sido superior y mas numerosa, especialmente en bajeles pequeños,

encallaron la mayor parte de los de España en los bajíos, aferrándolos y ofendiéndolos á mansalva la escuadra enemiga. Combatiendo Julian Romero esforzadamente en auxilio del vice-almirante Glimeu, que se hallaba asi barado, abrióse tambien su navío y se fué á fondo, teniendo Romero que arrojarse al agua y llegar nadando hasta el dique de Bergen, donde se hallaba el comendador presenciando la catástrofe sin poder remediarla. «V. E. bien sabía, le dijo Romero >> al comendador, que yo no era marinero, sino infan>>te. Asi no me entregue mas armadas, porque si cien→ >>to me diese, es de temer que las pierda todas.» El comendador le tranquilizó diciendo que no era culpa suya el infortunio, sino de la mala suerte, y que sus soldados habian peleado con tanto arrojo y valor como tantos millares de veces lo habian hecho (1).

Perdiéronse en esta espedicion nueve navíos armados, ademas de los que se sumergieron, y sin contar los que llevaban las vituallas. Murieron setecientos soldados walones y españoles, entre ellos el vicealmirante Glimeu y varios capitanes. Retiráronse las naves que quedaron hasta ponerse en salvo. se avisó á Sancho Dávila que diera la vuelta á Amberes, y se dió conocimiento del desastre al coronel Mondragon, facultándole para que, toda vez que se habia hecho imposible socorrer á Middelburg, pudiera capitular

(4) Don Bernardino de Men- de Flandes, lib. XI.-Estrada, doza, Comentarios de las Guerras Guerras, Dec. 1. lib. VIII.

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con el enemigo bajo las condiciones mas ventajosas que ser pudiese. En su virtud capituló el bravo y aguerrido coronel Mondragon la entrega de Middelburg bajo las siguientes bases: que él y sus soldados saldrian con armas y banderas, cajas, ropa y bagages, pero sin deshacer las fortificaciones ni llevar la artillería, ni tampoco las mercancías, que eran las que constituian la riqueza de aquel pueblo; y los que lo contrario hiciesen, serian castigados á discrecion por el príncipe de Orange: que el dicho coronel Mon⚫dragon daba su fé y palabra de poner dentro de dos meses en manos del príncipe de Orange á Felipe de Marnix, conde de Santa Aldegundis, y á otros tres capitanes que estaban en poder de españoles, y de no hacerlo, el mismo Mondragon se obligaba á ponerse á disposicion del de Orange: que los frailes, clérigos, comisarios y contadores saldrian con sus respectivos trages, papeles y criados, y el príncipe de Orange se comprometia á darles navíos en que fuesen con toda seguridad hasta la costa de Flandes (18 de febrero, 1574). Capitulacion ventajosa, atendida la situacion al estremo apurada y crítica en que aquel valeroso caudillo se hallaba, pero que dejaba á los orangistas dueños de toda Zelanda y señores del mar, y les proporcionó grandes recursos con la venta de las inmensas mercancías que aquella ciudad encerraba (").

(1) Los autores antes citados, respectivas historias. y Cabrera y Bentivoglio en sus

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