MIEMBRO DE LA ACADEMIA FRANCESA, SECRETARIO PERPETUO DE LA
ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLITICAS,

IMPRENTA DE D. JUAN OLIVERES, EDITOR,

CALLE DE ESCUDELLERS, N. 53.

1845.

PRÓLOGO DEL AUTOR.

ESTE libro es un extracto del Diario de los Sabios, y lo componen los artículos que sobre Antonio Perez y Felipe II, he publicado en esta gran coleccion. He procurado reunir en él de consuno la explicacion y narracion de sus trágicas desavenencias. La existencia azarosa de Perez ofrece un cuadro de vicisitudes, por su naturaleza, á mi modo de ver, interesantes é instructivas. En sus primeros años asistió al reinado y á la corte de Cárlos V, de quien su padre, Gonzalo Perez, era secretario de estado; y el mismo, siendo aun muy jóven, fue nombrado ministro de Felipe II, que le dispensó por un momento todo su favor, y en cuyas miras y política .entró, prestándole sus servicios, hasta el extremo de desembarazarle por medio de un asesinato del secretario y confidente de D. Juan de Austria, su hermano. Perdió en seguida la proteccion de su temible amo por haberse atrevido á ser su rival en amor. Encerráronle en una fortaleza, condujéronle ante el tribunal secreto de Castilla, y diéronle tortura, tras una larga cautividad, sembrada de varios contrapuestos incidentes, y finalmente libróse de la muerte que le aguardaba, por medio de una dichosa fuga, y se refugió en Aragon, en donde el célebre tribunal del Justicia mayor le patrocinó, y el del santo Oficio se apoderó de su persona. Libertado de nuevo por la

sublevacion del pueblo de Zaragoza, que le salvó del suplicio de los herejes perdiendo sus propias libertades, acogióse á Francia, y despues á Inglaterra; en donde Enrique IV le concedió una pension y el conde de Essex su amistad; y desde entonces tomó parte en todas las negociaciones contra Felipe II, hasta la paz de Vervins y muerte de este príncipe. Perez terminó sus dias en París, en el destierro y en el mas completo olvido, en cuanto hubieron desaparecido de la escena los grandes personajes, á cuyo lado habia representado papeles tan diversos por espacio de mas de cuarenta años.

Para llenar las lagunas que presentaba esta historia y disipar sus obscuridades, he tenido á mi disposicion materiales tan preciosos por su novedad como por su abundancia. Citaré en primer lugar un manuscrito perteneciente al ministerio de los negocios extranjeros, y que contiene copia de todas las piezas del proceso á que se sujetó á Perez en Castilla, desde su primer encarcelamiento, hasta su tortura y su evasion. En este manuscrito existen numerosos y positivos testimonios, que no dejan lugar á duda alguna acerca la realidad de los amores de Perez con la princesa de Eboli, así como ponen de manifiesto las verdaderas causas de la muerte de Escovedo. Su lectura me sugirió la primera idea de este trabajo. Figuran en él tambien los principales documentos del proceso que se intentó contra Perez en Aragon. Pero para referir los hechos históricos que despues de su fuga tuvieron lugar en este país, y determinaron una verdadera revolucion, he recurrido á una coleccion manuscrita de la mas alta importancia. Esta es la coleccion en diez volúmenes

sobre los actos de la Inquisicion de España, cedida por Llorente á la Biblioteca real. Cinco de estos volúmenes, de considerable tamaño, contienen, en doce tomos, todas las piezas originales, interrogatorios, deposiciones, órdenes, folletos, cartas, narraciones y sentencias, que ponen de manifiesto, con la mas minuciosa exactitud y el mas extremado interés, el conflicto que tuvo lugar por la competencia jurisdiccional suscitada entre el tribunal del santo Oficio y el supremo del Justicia mayor, en el asunto de Perez; las dos revueltas del pueblo de Zaragoza, en los dias 24 de mayo y 24 de setiembre de 1594; la libertad de Perez; la derrota de los Aragoneses por los Castellanos, y la ruina de sus privilegios nacionales. A estos documentos debo especialmente el haber podido expresar en su pasmosa realidad los últimos actos de independencia del noble reino de Aragon, que despues de la insurreccion de Zaragoza sufrió una esclavitud análoga á la que habia experimentado el reino de Castilla tras la insurreccion de los Comuneros.

No son estos los únicos manuscritos de que he hecho uso. La correspondencia de los embajadores español, francés é inglés, que se encuentran entre los papeles de Simancas, en el State paper office, y en la Biblioteca real; las cartas inéditas y los manuscritos de Perez, conservados en este último depósito, me han permitido extenderme en los hechos acontecidos durante su permanencia en Inglaterra y Francia. Era este un vacío que importaba hacer desaparecer en su historia, lo que creo haber conseguido, poniendo en evidencia sus vengativos manejos, sus suplicantes ardores y su triste fin.