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ir todo en crecimiento, de bien en mejor, así lo espiritual como lo temporal, por su prudencia y acertada governacion, máxime en los naturales, que á todos pone en admiracion, y á los indios, é tanto sosiego y descanso y policía, ques para loar á Dios, y para con los españoles su gran sufrimiento y ejemplo, que acá es mas menester, por tener tan bien entendído todo lo de acá; y así da tanto contentamiento en su regir y órden que dá en todo y en saber llevar, aun los religiosos, segun la condicion y manera de cada uno, y así tiene ganadas á todos las voluntades y hace de cada uno y de todos lo que quiere, y es amado y temido super modum, generalmente. Lo cual se ha visto bien claro en el sentimien-to que los ciudadanos de México en todos los Estados han mostrado, no menos que si fuera padre de todos, en esta grave, peligrosa, única enfermedad que ha tenido; y lloravan generalmente lo mucho que esta tierra perdia en perder tal padre y señor, sin les quedar esperanza de merecer otro que así los supiese regir y consolar. Y ciertamente, Su Magestad y Vuestra Alteza perdian uno de los mayores y mas fieles servidores que han tenido y tienen y esta tierra toda un grandísimo pilar. Y comun decir es que, pues Dios con tantas oraciones le quiso dar vida, no la tiene olvidada. Y no dudamos que uno de los mayores daños que esta tierra pudiera recibir, en el estado en que está, fuera carecer de la persona de D. Antonio de Mendoza, porque ya que otro tal pudiese venir, hasta acabarlo de entender como él lo tiene entendido, corria grande riesgo. Ni podemos callar nuestra admiracion, bajando nuestras cabezas con la reverencia que devemos, sin presumir que lo alzamos ni estendemos, con tales in extremis, de le haber alargado

tanto las manos, antes de tener entendido ni visto lo que habia de gobernar, y agora que lo tiene tan bien entendido, acortárselas tanto. Y no podemos bien sentir de la grande osadía (porque no digamos malicia) de quien de acá ha informado á su Rey, tan en contrario de la verdad, de su Visorrey, como acá parece y allá parecerá. Y no podimos menos de decir esto á nuestro Príncipe. Y si fuéremos creidos, sino, con se lo escrebir, pensamos que cumplimos.

Asimismo se maravillan muchos porque Su Magestad haya concedido licencia al licenciado Ceynos para se ir de esta tierra, que tanto le ama, en especial los naturales, que le tienen por su padre y madre, y así le llaman. Y es evidente á todos cuanto servicio Dios y nuestro Rey y los naturales beneficio y toda la tierra provecho reciben de su estada en ella. Y tenemos así entendido que con gran dificultad se hallará otra persona de su elemento que así cuadre á estos naturales, que es cosa increible el trabajo contínuo que con ellos pasa, y dice ques su descanso estar siempre rodeado de mil indios é indias, averiguando sus menudencias y quitándolos de tener entre si diferencias, y haciéndolos curar en su casa los enfermos. Y como suele caer en cama en graves enfermedades, y los médicos afirman á su muger ques del trabajo demasiado, y es corta su vida si lo continúa, y él no quiere menos, y verse la muger con ocho hijas; le pone contínuas espuelas á que se vayan á su tierra, para remediar sus hijas lo mejor que puedan, antes que se le acabe la vida. Y por muy cierto tenemos que Dios y Su Magestad serán muy servidos en no se lo consentir ir de esta tierra tal hombre, y fuese ayudado á le casar algunas hijas. Y somos ciertos que los indios, de

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su pobreza, le ayudarian porque no se les fuese, y no hay duda que su ausencia sentirán cuanto ellos manifestarán, si se vá. Todos afirman que no habrá hombre que pueda sofrir lo que él, y todos le hecharán menos; al tiempo por testigo.

Y en lo que Su Magestad nos manda y encarga por sus Reales provisiones, católica instruccion y carla, sóbranos ha voluntad de lo así al pié de la letra cumplir y guardar. Plega á la divina bondad cumplirle sus cristianísimos deseos á Su Sacra Católica Magestad, y guardarle como Vuest ra Alteza desea, y á nuestro natural Príncipe, Princesa é Infantas, nuestros señores, como todos deseamos y siempre pedimos á Dios.

De este monesterio de San Agustin de Chilapa, 21 del mes de Febrero de 1545-Muy alto y muy poderoso Principe nuestro señor, que Dios nos le guarde.-De Vuestra Real Alteza muy ciertos contínuos capellanes que sus Reales manos besan.-Fray Juan, obispo de México. -Fray Domingo de Betanzos.

En la cubierta dice: «A su Alteza, del obispo de México y de Fray Domingo de Betanzos, de 21 de Hebrero de 1545.-Vista. >>

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CARTA DEL OBISPO DE CUBA, D. JUAN DE CASTILLO AL PRESIDENTE OVANDO, en que dice REMITIA EN LA flota de Don CRISTÓBAL DE ERASO UNA CAXA CON LOS HUESOS Y ARNESES DEL DOCTOR CARRILLO, ALCALDE DE CASA Y CORTE DE S. M. Y JUEZ DE COMISION, QUE SE EXHUMARON DE LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL DE LA HABANA, DE LO QUE ACOMPAÑA TESTIMONIO, Y TRATA DE

OTROS ASUNTOS DE RELIGION Y GO

BIERNO. (9 de Agosto de 1572.) (1)

Ilmo. Sr.-El año pasado rogé á Diego Flores llebase los huesos del señor Doctor, y le mostré una carta de Vuestra Señoría Ilustrísima, que Vuestra Señoría me inbió para el dicho effecto; pensó que los huesos de los muertos alteran la mar, yo le dixe que mas la alteraban los pecados de los vivos; encomendé á un caballero desta villa, amigo mio y hombre de mucha confianza, que se dize Gerónimo de Abellaneda, que los entregase á algun fraile, como screbí á Vuestra Señoría, porque estos no temen á los muertos como los marineros; y así se hiziera, pero yo tuve necesidad de venir á esta villa á algunos negocios, y este fué el principal, y tambien á inbiar quatrocientos pesos al colegio, y otros ciento al collegio de Sig. (sic), donde primero tube aquel hábito, porque á mí, que yo pienso que hize en los collegios todo lo que los otros, en estudiar, y que no soy en mas cargo que generalmente los demas, todavía entiendo que, para satisfacer con aquel pan, debe hazer un hombre mucho; y tambien yo era menos que todos los que traxeron aque

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(1) Archivo de Indias. Patronato, Est. 2.o, Caj. 1.o

Ilos hábitos, y así soy mas obligado á la gratificacion que se les debe; yo determiné inbiar los huesos del señor Doctor en la flota de Nueva España, porque, si aguardase á galeones, conforme á la priesa que traen, no me sucediese lo que el año pasado, que aguardé así y quedé burlado; de todos los religiosos, me pareció de mas confianza fray Diego de Mendoza, y de los legos, D. Luis de Velasco, y de mas autoridad, así para que los huesos del señor Doctor los llebasen semejantes personas, como para que estubiese confiada mi señora doña Maria que esos mismos son los huesos de su marido, y no en duda si los abian echado á la mar y tomado otros de algun osario de muertos en Sevilla; encomendélos á dos, porque, si uno muriese, otro diese cuenta dellos, yo se lo supliqué y lo azetaron de mucha voluntad, y los rescebieron con este testimonio que inbio á Vuestra Señoría Ilustrísima; mande sea rescebida esta carta, mandaré luego lo que se deba hazer de los huesos.

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En mis negocios, lo que tengo que suplicar á Vuestra Señoría Ilustrísima, que estando yo en esa córte, Vuestra Señoría deseó y procuró que se me diese el obispado del Cuzco, y el señor Cardenal lo tubo por hecho, y Vuestra Señoría sabe que no eran muy buenas voluntades' las que me lo quitaron; despues acá yo no he desmerecido nada, antes he trabajado en mi estudio y oficio lo que todo el mundo sabe, ni nunca supe estar ocioso una hora mas que Vuestra Señoría, y por los capítulos de cánones glosas y columnas de (ilegible) que he leido, quando otra cosa no supiera, ciertamente merezco un benefi'cio curado en ese reino, aunque yo tengo buen provisor como muchos obispos de Castilla; en otras he avisado á Vuestra Señoría los obispados vacos y que algo valen;

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