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par el bajo Magdalena. Amador sostenia muy seriamente. que el gobierno de la provincia se hallaba ultrajado, por no haber obedecido el general Bolivar la órden que le dió de que no pasara de Mompox, y que él haria respetar su autoridad. Contra esta resolucion qui jotesca nada influian en su ánimo, las órdenes contrarias del gobierno de la union, la pérdida de setecientos á ochocientos hombres en Mompox, y la de mas de cuarenta mil pesos gastados inútilmente. En cuanto á auxilios se denegaron con tenacidad bajo los mismos pretestos anteriores rebatidos victoriosamente por Revenga. Lo único que se concedia eran las pocas armas y municiones que habia en la línea del Magdalena, pero no quisieron dar la órden para que se entregaran á Boli

var, sino que las tomara por la fuerza.

Año de 1815.

Año de 1815. Entretanto se supo que las tropas del

general Bolivar se avanzaban hácia Cartagena. El comisionado del congreso Marimon, que babia salido á encontrarse y tener una confereneia con Bolivar, tuvo la vergonzosa debilidad de regresar á la plaza desde San Estanislao, huyendo de una columna de tropas de la union que supo haber llegado á Arjona. Revenga le manifestó lo infundado de su pánico terror, pero nada consiguió. Desde aquel momento no se trató de otra cosa que de obligar á Bo. livar por la fuerza á que retrocediera á Barranca segun la opinion del gober nador, y á ocupar la línea del Magda Marzo 22. lena conforme á la de Marimon, que al fin prevaleció, suspendiéndose toda negociacion hasta que lo verificase. Marimon le dirigió una órden perentoria para que contramarchase á la línea,

y que con las armas y municiones que Año de 1815. allí existian, únicos auxilios que podian dársele se pondria tal vez en aptitud de adelantar sus operaciones contra Santa Marta.

El gobierno y gefes de Cartagena no perdieron un momento y se prepararon para la guerra con la mayor actividad. Se declararon suspensas las leyes, y se dió autoridad ilimitada al gobernador. Este creó una Junta de seguridad pública, compuesta de los doctores Ayos y Garcia Toledo, asociados con el teniente coronel Juan Narvaez, la que podia obrar discrecionalmente y condenar á destierro, deportacion, calabozos y á otras penas. El gobierno ofreció pasaportes á todos los que fueran de opinion que debian darse los auxilios á Bolivar, y que no quisieran sufrir un sitio, aun cuando fueran mi

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Año de 1815. litares. Algunos lo pidieron y con felonía se les prendió encerrándolos en calabozos. Mas de sesenta personas de las adictas á Bolivar sufrieron esta suerte en ménos de dos dias, por la activa inquisicion de la Junta de seguridad, número que despues ascendió á cerca de cien la mayor parte fueron deportados á paises estrangeros con bárbara crueldad, pues se los puso en un mal buque y con muy pocos víveres. Treinta y siete dias gastaron para llegar á Jamayca, y sinó ha sido por la generosidad de un barco inglés que les dió provisiones, todos perecen de hambre. Entre ellos iba el coronel D'Elhuyar natural de Santafé, el mismo que en Venezuela se cubrió de gloria bajo las órdenes del general Bolivar en 1813 y de donde vino emigrado á Cartagena: quiso reunirse á su antiguo gefe, su

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gratitud le costó un calabozo y la es- Año de 1815.
pulsion á paises estrangeros. Esta fué
'causa de su muerte, pues regresando
de Jamayca á Cartagena en los últimos
meses del año, con el noble designio
de ayudar á defender la libertad mori-
bunda de su patria, naufragó desgracia-
damente y se perdieron las esperanzas
brillantes que daba aquel jóven en la
carrera de las armas.

Un gobierno que
dictaba tales pro-
videncias era verdaderamente tiránico;
pero él consiguió disipar el partido que
tenia Bolivar dentro de la ciudad, sa-
crificando á cuantos le eran adictos; de
esta manera frustró las esperanzas que
acaso alimentaba de apoderarse de la
plaza por una conmocion ó intriga de
su interior. Tampoco descuidaba el go-
bierno de Cartagena los preparativos
militares. Mandó armar buques y alis-

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