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viar tropas de que podia disponer para sujetar algunas ciudades rebeldes, á renovar rigorosos edictos contra los predicadores protestantes que infestaban todo el pais, y á tomar otras medidas para ver de reprimir la audacia y atajar los vuelos de los disidentes, que en ciudades de importancia, como Amberes y otras no menos populosas, habian procedido á crear sus consistorios, nombrar magistrados y establecer su forma de gobierno como si ellos fuesen ya los dominadores. Pero aquel mismo rigor habia exasperado á los confederados, y los mismos que hasta entonces respetaran mas su persona, proclamaban que, pues la gobernadora recurria á la fuerza, ellos tambien mostrarian que tenian gente y entendian de manejar las armas. Y hasta el de Orange, que pidió ir á su gobierno y estados de Holanda, ya que no se le concedió que gobernara en su nombre aquel pais Brederode, gefe de los insurrectos, dijo á la gobernadora que el único remedio que á tantos males veia era el que se permitiese la libertad de religion y de conciencia, y que se dejara á cada uno profesar la con

de tres meses que se levanta antes de amanecer, y los mas de los dias tiene consejo por mañana y tarde: el resto del dia y de la noche la invierte en dar audiencias, en leer las cartas y avisos que recibe de todas partes y en contestar á todo.» Carta de Armenteros á Antonio Perez, de Bruselas á 24 de diciembre de 1566.-Archivo

de Simancas, Estado, legajo 531.

Y podia haber añadido: «Y en escribir al rey su hermano tantas y tan largas cartas que parece imposible que tuviese tiempo y valor para ello.» Nosotros hemos visto centenares de cartas estensísimas escritas por ella sobre todos los sucesos y negocios del Estado.

fesion de Augsburgo ó vivir en su casa á su libertad, con tal que en público no escandalizara.

Habiendo llegado las cosas á este estremo, Felipe II., consultados los de su Consejo sobre el partido qae en los negocios de Flandes deberia tomar, y oidos los diversos pareceres, adoptó, como era de esperar, el del duque de Alba, que siempre habia aconsejado que se empleara la fuerza y el rigor contra los hereges. Y ademas le nombró general en gefe del ejército que habia de ir á los Paises Bajos, y preparó todo lo necesario para la espedicion, que habia de ejecutarse tan pronto como apuntara la inmediata primavera, y escribió á la princesa su hermana (desde el Escorial, 31 de diciembre, 1566) anunciándola haber elegido al duque de Alba como capitan general del ejército que tenia determinado enviar á Flandes, y siempre asegurándola que iria tambien él mismo en persona.

Tal era el estado de las cosas al terminar el año 1566, donde suspendemos este capítulo, porque hasta aqui llega el que podemos llamar primer período de las turbulencias de Flandes (1).

(1) Hemos sacado este estracto del origen, causas y principios de las turbulencias, y preparacion de los grandes acontecimientos de Flandes, de mas de quinientos documentos originales y auténticos del Archivo general de Simancas, que constituyen una gran parte del tomo I, de la publicacion de Mr. Gachard, de los publicados

por Foppens en el Suplemento á la obra de Estrada, de la Historia de éste, Década 1. libros I. al VI., de la Historia de las Guerras de Flandes del cardenal Bentivoglio, lib. I. á IV., de la de Felipe II. de Cabrera, lib. V. y VI. y de los Comentarios de don Bernardino de Mendoza, lib. I.

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CAPITULO VII.

EL DUQUE DE ÅLBA EN FLANDES.

SUPLICIOS.

1567.-1568.

Aconsejan todos al rey que vaya á Flandes.—Lo ofrece muchas veces y muy solemnemente, y no lo realiza.-Disgusto de la princesa gobernadora por la ida del duque de Alba.-Situacion de los Paises Bajos á la salida del duque de España.-Rebeliones que habia habido.-Alzamientos de ciudades: Tournay, Valenciennes, Amberes Maestrich, Bois-le-Duc, Utrech, Amsterdam, Groninga.-Nobles conjurados: nobles adictos al rey.-Enérgico y heróico comportamiento de la princesa de Parma para sofocar la revolucion.-Va sujetando las ciudades rebeldes de Henao, Brabante, Holanda y Frisia. Castigos.-Restablece la paz.-Nuevo juramento que exije á los nobles. Quiénes se negaron á prestarle.-El príncipe de Orange se retira á Alemania.-Desconcierto y fuga de los rebeldes. -Castigo de hereges y restablecimiento del culto católico.-Paz de que gozaba Flandes cuando emprendió su marcha el duque de Alba. Llega á Bruselas.-Su entrevista con la princesa Margarita. -Resiéntese la gobernadora de los ámplios poderes de que iba investido el de Alba, y hace vivas instancias al rey para que la releve del gobierno.-Instituye el de Alba el Consejo de los Tumultos, ó Tribunal de la Sangre.-Engañoso artificio que empleó para prender á los condes de Egmont y de Horn y otros personages flamencos. Los encierra en el castillo de Gante.-Sensacion de ter

ror en el pueblo.-Admite el rey la renuncia de la gobernadora.— Pesadumbre de los flamencos por la marcha de la princesa Margarita: sus últimos consejos.-El duque de Alba gobernador de Flandes. Gobierno sanguinario del duque de Alba confesado por él mismo.-Suplicios.-Espíritu del pueblo y del tribunal contrario á su sistema. Invasion de rebeldes en los Paises Bajos.-Derrota de españoles en Frisia.-Sentencia del duque de Alba contra el principe de Orange.-Sentencia contra los condes de Egmont y de Horn. -Son decapitados en la plaza de Bruselas.-Sentimiento é indignacion general.-Síntomas de futura venganza.-Miserable suerte de la virtuosa condesa de Egmont.-Notable correspondencia entre el duque de Alba y Felipe II. sobre este asunto.-Tiránicas medidas del duque de Alba en Flandes reveladas por él mismo.

Lo que la princesa Margarita gobernadora de Flandes, pedia incesantemente al rey Felipe II. su hermano, lo que le suplicaba mas de un año hacía en todas sus cartas con el mayor ahinco y empeño, era que pasase en persona á los Paises Bajos, como único medio para aplacar aquellas turbulencias. Lo mismo le rogaban todos los nobles flamencos que se le conservaban adictos y trabajaban por el mantenimiento de su autoridad y de la religion católica. Otro tanto le aconsejaba desde Roma el cardenal Granvela. En el propio sentido escribian todos los personages que mantenian correspondencia con su secretario Gonzalo Perez, y despues con Antonio Perez, su hijo y sucesor en aquel cargo. El pontífice Pio V., que habia sucedido á Pio IV. en enero de 1566, le exhortaba igualmente, ya por cartas, ya por medio de su embajador en Madrid, á que se apresurara á sosegar

con su presencia los pueblos sublevados, diciéndole que si lo difería, ó lo encomendaba á alguno de sus ministros. «Flandes perderia la religion, y el rey perderia á Flandes. >>

Todos recordaban, y los que mas confianza tenian con el rey le traian á la memoria el ejemplo de su padre Cárlos V., que para sosegar el motin de una sola ciudad flamenca, Gante, no habia vacilado en partir rápidamente de Madrid, aventurando su persona hasta ponerse en manos de su gran rival Francisco I. pasando por Francia para llegar mas bre

vemente.

Mas de un año hacía tambien que Felipe II. contestaba á todos anunciando su resolucion de marchar á los Paises Bajos, dejando unas veces entrever esperanzas, y asegurando otras en términos esplícitos la proximidad de su viage ("). Sin embargo, tanta ditacion en verificarle pudo inspirar á algunos cierta desconfianza en las reales promesas, y ver en ellas una política de entretenimiento. Mas todos estos recelos, cualquiera que los abrigara, parece debieron quedar desvanecidos al ver al rey afirmar solemnemente en las Córtes de Castilla, que siendo como era tan necesaria y urgente su presencia en los estados de Flandes, no podia menos de dejar tempo

(4) Correspondencia de Felipe II., tom. I de los publicados por Gachard.-Colección de documentos inéditos, tom. IV.-Her

rera, Cabrera, Estrada, Bentivoglio, Mendoza, en sus Historias, Passim.

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