Imágenes de páginas
PDF
EPUB

al ornato seductor de la poesía el sencillo arreo, y á veces la árida desnudez de la verdad histórica. Dispuestos estamos, como siempre, á modificar nuestro juicio, si nuevos descubrimientos viniesen á hacer variar la faz de los hechos por nosotros relatados (4).

(1) Sobre el proceso del príncipe don Carlos, y sobre el del principe de Viana que se pidió á Barcelona, dice Cabrera:

en

"Ambos procesos están >el archivo de Simancas, don»de en el año 1592, los metió >>don Cristóbal de Mora, de >>su cámara, en un cofrecillo >>verde en que se conservan.» Esta noticia la repite Llorente en su Historia de la Inquisicion, añadiendo que alli debe permanecer (el cofrecito), «si no se ha traido á París (como se divulgó en España), por orden del emperador Napoleon.>>

Sobre una y otra especie diremos lo que hasta ahora hemos podido averiguar.- Mr. Gachard, gefe de los archivos de Bélgica, en una Memoria que escribió hace pocos años para dar cuenta al gobierno de su pais del desempeño de su comision y resultado de su viage literario á España dice (pág. 261): «En cuanto al depósito »de la causa (la del príncipe Cár>>los) en los archivos de Simaucas, »hé aqui un hecho cuya autenti>>cidad puedo garantir. Cuando eu >> la guerra de la independencia el »general Kellerman ocupó á Va»lladolid, los sabios de alli se »apresuraron á provocarle á que »abriese el cofre que segun la tra»dicion general recibida, que to> davía se conserva en España, de>>bia contener el proceso. El ge>>neral Kellerman envió á Siman>>cas para esta operacion al canó

»nigo Mogrovejo, que despues fué

empleado en los archivos del im»perio. El cofre misterioso fué >> abierto, y en vez del proceso de >>don Cárlos se encoutro el de don »Rodrigo Calderon. Esto prueba »>que no debe creerse ciegamente » en las tradiciones.>>

Nosotros, que creemos conocer los papeles relativos al príncipe Cárlos que existen en Simancas, no hemos podido hallar este documento: bien que no es estraño que nuestras diligencias hayan sido infructuosas, cuando lo han sido tambien las de nuestro amigo el entendido y diligente archivero don Manuel García Gonzalez, el cual solo ha podido rastrear que tal vez existiese en algun tiempo, si acaso le envió el secretario de Felipe II. Gabriel de Zayas entre los papeles de don Cárlos que el archivero Diego de Ayala le pedia.

Habiéndonos informado despues una persona muy ilustrada de que por orden de Fernando VII. habia sido enviado ó traido de Simancas el proceso del príncipe por el archivero don Tomás Gonzalez, y que á la muerte de aquel monarca se conservaba entre otros papeles importantes y reservados en un arca ó armario que existia en su real cámara, hemos procurado indagar tambien lo que sobre esto pudo haber de cierto. El resultado de nuestras averiguaciones es, constarnos de una manera positiva que el archivero don Tomás Gonzalez no envió tal

proceso á Fernando VII. Nos consta igualmente por mas de una persona autorizada, que no se hallaba entre los papeles que quedaron á la muerte del rey en su aposento, los cuales eran de otra época, y se conservan hoy en el archivo particular de S. M. la Reina. Como por otra parte se nos hubiese dicho que el misterioso proceso se hallaria quizá en la Biblioteca del Escorial, donde afirmaban algunos haberse enviado el año 1806, le hemos buscado alli, tambien inútilmente, y el actual bibliotecario tainpoco ha sido mas afortunado que nosotros.

En vista de todo esto hemos llegado á presumir si el famoso proceso (si es que proceso formal hubo), sería de los papeles que Felipe II. mandó se quemasen, en un codicilo hecho en San Lorenzo á 24 de agosto de 1597, ante el secretario Hierónimo Gassol, al tenor de la cláusula siguiente, que es la 14.a

«Y porque es justo poner cobro >>en muchos papeles que yo que>>ria poder reconocer si mis indisposiciones y ocupaciones dieren »lugar, mando y es mi voluntad »que si no lo hubiere hecho en vi>> da, fallecido que yo haya, se en>> treguen á don Cristóbal de Mo>>ra, conde de Castel-Rodrigo, to»das las llaves que yo tengo, asi >>maestras y dobles como de es»critorios, las primeras para que »las dé al principe mi hijo (al »> príncipe don Felipe), á su tiempo »y haga dellas lo que mandare, y »>las de los escritorios para que el >> mismo don Cristóbal y don Juan >>de Idiaquez se junten con fray >>Diego de Yepes mi confesor, con >>la mayor brevedad que fuere po»sible, y que hallándose presente

»>Juan Ruiz de Velasco, que les po»drá advertir donde estarán algu»nos papeles, abran y vean los tres todos los escritorios que yo »tengo y se hallaren, asi en el lu»gar donde fuere mi fallecimiento >> como en la villa de Madrid, si » fuera della sucediere, y quiero que todos los papeles abiertos »ó cerrados que se hallaren de fray » Diego de Chaves, difunto, que »>fué mi confesor, como se sabe, >>escritos dél para mí, ó mios para »él, se querien alli luego en su »presencia, habiendo reconocido »primero sin leerlos si entre ellos >>habrá algun breve, ú otro papel »>de importancia que convenga guardar, el cual se apartará en »tal caso, y otros papeles de otras >>cualesquier personas que tratá>>ren de cosas y negocios pasados »>que no sean ya menester, espe»cialmente de defunctos, y cartas »>cerradas se quemarán tambien »alli en presencia de los mis»mos, etc.»-Archivo de Simancas, Testamentos Reales, legajo número 5.

Celebrariamos que alguno, con mas fortuna que nosotros, topase al fin con un documento que acabaría de disipar las dudas que aun pudieran quedar acerca de los verdaderos motivos que tuviera el rey don Felipe para formar tan ruidosa causa á su hijo. Entretanto insistiremos en la- opinion que dejamos manifestada en el testo. Mr. Gachard espera todavía adquirir una carta reservada que dirigió Felipe II. al pontífice, pues á

principios del presente año escribia el archivero belga: «On me fait esperer la fameuse lettre á Saint Pie V.» Tal vez diera alguna luz esta carta, si en efecto pareciese.

CAPITULO X.

GUERRA DE FLANDES.

RETIRADA DEL DUQUE DE ALBA.

1568.-1573.

Campaña del duque de Alba contra Luis de Nassau.-Le derrota y ahuyenta de Frisia.-Excesos del ejército real: castigos.-Guerra que mueve el príncipe de Orange por la frontera de Alemania. -Marcha el de Alba con ejército á detenerle.-Provoca el de Orange á batalla al de Alba y éste la rehusa.-Franceses en auxilio de los orangistas.-Derrota don Fadrique de Toledo al de Orange y los franceses.-Conducta de las ciudades flamencas.-El príncipe de Orange en Francia.-Contratiempos.-Retírase á Alemania.Termina esta primera guerra.-El duque de Alba solicita ser relevado del gobierno y salir de Flandes.-Honores que recibe del papa.-Rasgo de orgullo que irritó á los flamencos y le indispuso con la córte de España.-Envia tropas de socorro al rey de Francia contra los hugonotes.-Temorés de rompimiento entre Inglaterra y España, y la causa de ellos.-Continúan las vejaciones y los suplicios en Flandes.-Célebre proceso y horroroso suplicio del baron de Montigny.-Abominable conducta del rey en este negocio. Casamiento de Felipe II. con Ana de Austria.-Avisos del embajador de Francia al rey.-Comienza otra guerra en los Paises Bajos.-Sublevaciones en Holanda y Zelanda.-Rebelion en la frontera francesa.-Cerco de Mons por don Fadrique de Toledo.Segunda iuvasion del príncipe de Orange en Flandes con grueso ejército.-Sucesos espantosos en Francia.-La matanza de San Bar

1

tolomé (Les massacres de la Saint-Barthelemy).—Lo que influyó en la guerra de Flandes.-El de Orange se retira á Holanda.-Memorable sitio de Harlem.-Heróica defensa de los sitiados.-Trabajos y triunfo de los españoles.-Toma de Harlem.-Insurreccion de tropas españolas. Noticia de las tropas que componian el ejército de Felipe II. en los Paises Bajos.-El duque de Alba y el de Medinaceli. -Ambos renuncian el gobierno de Flandes.-Es nombrado don Luis de Requesens.-Sale el duque de Alba de los Paises Bajos, y viene á España.

Ejecutados los memorables suplicios de los condes de Egmont y de Horn, de que dimos cuenta en el capítulo VII., consideróse el duque de Alba desembarazado para hacer personalmente la guerra, y partiendo de Bruselas, se encaminó á la Frisia ansioso de vengar la derrota y muerte que al conde de Aremberg habia dado Luis de Nassau, hermano del príncipe de Orange. El 15 de julio (1568) entró en Groninga, y habiendo salido sin apearse del caballo á reconocer el campo enemigo, distante tres millas de la ciudad, determinó acometerle al dia siguiente.

Llevaba el de Alba diez mil infantes y tres mil caballos, veteranos los mas. Inferior en caballería era el ejército del de Nassau; y aunque éste se habia retirado unas seis millas, y rodeádose de trincheras y fosos de agua, arremetió con tal brio la infantería española, y anduvo tan cobarde y floja en su defensa la gente del de Nassau, que huyendo en desórden despues de incendiar los cuarteles, ahogáronse muchos en los fosos y pantanos, acosando á los demas

con sus espadas el conde de Martinengo y César Dávalos, hermano del marqués de Pescara. Animado el general español con este primer triunfo, desde Groninga, donde habia vuelto á darse un pequeño descanso, salió de nuevo en busca del enemigo, que haIló acuartelado y fortificado en Geming, en la Frisia Oriental, entre el rio Ems y la ensenada de Dullart (24 de julio). Las lagunas que cubren aquel pais, y que casi se nivelan con los caminos, eran poco embarazo para la decision de los españoles; y una insurreccion de las tropas alemanas del campamento enemigo, siempre en reclamacion de sus pagas, alentó á los capitanes del de Alba en términos de disputarse los de todas las naciones quién habia de embestir primero sus baterías. Cupo la honra de ser elegido para esta peligrosa empresa al español Lope de Figueroa con su tercio de mosqueteros, é hízolo con tal gallardía, que se apoderó de los cañones Ꭹ abrió camino al resto del ejército que acabó de desalojar á los rebeldes, dándose estos á huir, en especial los mal disciplinados alemanes, por los lagos y las márgenes del rio, con tan ciega precipitacion y tan de tropel, que los que no eran alcanzados del acero, se lanzaban á las fangosas aguas, y se hundian con el peso de las armaduras, siendo tal el número de sombreros alemanes (bien conocidos por su forma) que andaban sobrenadando y llevaba la marea, que por ellos entendieron los mercaderes que navegaban el

« AnteriorContinuar »