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Coligny, el mas valeroso y activo capitan de los hugonotes; el que mas auxiliaba á los protestantes flamencos, al príncipe de Orange y á su hermano Luis de Nassau; el que convidado antes por el rey Carlos IX. á ir á la córte, se habia negado con justo recelo, contestando: que en Francia no habia condes de Egmont(); el mismo Coligny se resolvió por último á ir á París, fiado en que no habia de engañarle el rey, que le llamaba siempre su padre. ¡Cuán cara pagó su confianza en el amoroso dictado!

Celebrábanse en París las bodas con alegres y vistosas fiestas, alternando los bailes y los banquetes con los torneos y otros espectáculos. Este fué el momento que escogieron la reina madre y los Guisas para realizar su plan de esterminio contra los hugonotés, haciendo en ellos otras Visperas Sicilianas, no menos horribles y sangrientas que aquellas. Todas las disposiciones estaban tomadas para una matanza general, que comenzó el 24 de agosto (1572), dia de San Bartolomé, de que tomó el nombre aquella memorable jornada. El primero que fué sacrificado y en quien se estrenó el puñal asesino fué el almirante Coligny, á quien el rey habia acariciado con palabras tan cariñosas y dado tantas seguridades. A la voz de «¡Mueran los hugonotes! El rey lo manda,» se derra

(1) Aludiendo á la confianza con que el de Egmont en Flandes -se habia entregado en manos del

duque de Alba, que despues le hizo ahorcar.

maron los asesinos por todas las calles y plazas de París, inmolando con bárbaro y desapiadado furor cuantos hereges ó sospechosos de no católicos encontraban, buscándolos por las casas, persiguiéndolos por los tejados, en los sótanos, y alli donde los hallaban, aunque la enfermedad los tuviera postrados en el lecho del dolor, los clavaban los aceros, y sin reparar en que fuesen ancianos ó niños, los arrojaban á las calles y los arrastraban y mutilaban, estendiéndose el frenesí hasta á las infelices mugeres, y haciendo con sus cuerpos cuanto puede imaginarse de mas horroroso. En los dias que duró esta carnicería perecieron sobre cuatro mil personas, entre ellas los mas ilustres personages del partido hugonote. De París se propagó el furor, como se trasmitieron las órdenes de esterminio á las provincias, y se ejecutaron iguales ó parecidas atrocidades en Meaux, en Troyes, en Orleans, en Bourges, en Sancerre, en Lyon, en Auvergne, en Bayona, en Tolosa, en Ruan, y en otras muchas ciudades y poblaciones, pudiendo decirse que se empapó en sangre de los hugonotes todo el suelo de la Francia (1),

La nueva de esta catástrofe desalentó al príncipe de Orange, que sobre no poder esperar ya recibir mas socorro de los franceses de su partido temia que le

(1) Diario de Cárlos IX., tomo. Las historias de Francia, donde se leen largos y espantosos

TOMO XIII.

pormenores de aquella horrible mortandad.

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desampararan los mismos que defendian á Mons con su hermano: y como no consiguiese ni romper los reales del de Alba, ni comprometerle á pelear, picando ya tambien las enfermadades en su ejército, determinó retirarse á Malinas, dejando á su hermano abandonado á la suerte. Persiguiéronle en su retirada unas compañías de españoles con ochocientos caballos encamisados todos, los cuales pasaron á cuchillo mas de cuatrocientos soldados, y tal vez le hubieran sorprendido á él mismo en su tiennda, si los ladridos de una perrilla que llevaba consigo no le hubieran avisado y apercibido del peligro que corria. No creyéndose, pues, seguro en Brabante, levantó de nuevo el campo, y se retiró á Delft en Holanda. Luis de Nassau, sabida lá muerte de su favorecedor el almirante Coligny y la retirada del príncipe, capituló con el de Alba con no despreciables condiciones la entrega de Mons, y él se trasladó á Dillemburg, asiento principal del estado de Nassau. Con esto las tropas reales fucron fácilmente recobrando lo que en Flandes y Brabante habia tomado el de Orange. El duque de Medinaceli, don Fadrique de Toledo, Berlaymont, Noircarmes y todos las gefes del ejército entraron en Malinas, la ciudad que se habia mostrado mas adicta al príncipe rebelde, y la castigaron permitiendo tres dias de saqueo (2 de octubre, 1572), «que es muy necesario ejemplo, le decia el de Alba al rey, para todas las otras villas que se han de cobrar, porque no

piensen que á cada una dellas sea menester ir al ejército de V. M., que seria un negocio infinito (").»

Siguieron las tropas reales en pos del enemigo. Los duques de Alba, y de Medinaceli determinaron pasar el Mosa, y avanzaron á Maestricht y á Nimega. El coronel Mondragon y Sancho Dávila. enviados á Zelanda con dos mil españoles escogidos, ejecutaron operaciones admirables, ya atravesando con su gente una parte del Océano, ya vadeando rios con el agua hasta el pecho, y acometiendo incontinenti con heróica audacia huestes y poblaciones enemigas, destrozando las unas y apoderándose de las otras, siendo una de sus mas notables empresas el modo como hicieron levantar el cerco de Ter Gves, puerto del Escalda, que defendia Isidro Pacheco. Por su parte don Fadrique de Toledo guerreaba en Güeldres, reconquistaba á Zuphen, y reducia á escombros la villa de Naerden, abrigo de hereges, que le quiso resistir, demoliendo muros y casas, y pasando á cuchillo á todos sus habitantes sin escepcion (2); venganza escesiva y cruel, que puso en desesperacion toda la parte su

(1) Cartas del duque de Alba á Felipe II. desde el campamento frente de Mons, y desde los reales cerca de Malinas, fechas en setiembre y primeros de octubre. Archivo de Simancas, Estado, legajos 552 y 553.-Estrada, Década I., lib. VII.-Mendoza, Comentarios, lib. VII.-Cabrera, lib. X., cap. 4.-De Thou, lib. LIV.

Mendoza, que se halló en el cerco de Mons, inserta las condiciones de la capitulacion.

(2) Degollaron burgeses y soldados, sin escaparse hombre nascido, decia el duque de Alba en carta a Felipe II. desde Nimega, á 19 de diciembre de 1572.-Archivo de Simancas, Estado, leg. 552.

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blevada de Holanda. En los meses de noviembre y diciembre la Frisia fué reducida á la obediencia del rey, y el conde Vanden Berghe, lanzado de alli, se refugió á Westphalia, desbalijado por su misma gente. Todo esto se hacía permaneciendo el duque de Alba en Nimega, lejos del teatro de la guerra (".

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Pero el acontecimiento mas notable y digno de memoria de esta guerra fué el famoso sitio de Harlem, bella ciudad de Holanda, en que los rebeldes se atrincheraron, menospreciando con altivez toda propuesta de perdon, y donde se defendieron heróicamente contra todo el ejército de Felipe II, mandado por don Fadrique de Toledo, hijo del duque de Alba, por espacio de ocho meses que los tuvo cercados (desde diciembre de 1572 á julio 1573). Todas las hazañas y todos los padecimientos, todo el valor y toda la constancia, todas las calamidades y todos los recursos, todas las artes é industrias y todos los males que se pueden emplear y sufrir en el mas porfiado ataque y en la mas obstinada defensa de una plaza, todo se empleó y todo se sufrió en el cerco de Harlem por sitiados y sitiadores, y podria escribirse del sitio y defensa de Harlem un volúmen entero. Bástenos notar, á nosotros que no podemos detenernos á referir los particulares lances de cada guerra ni

(1) Mendoza, Coment., li bio VIII.-Estrada, Dec. I., libro VII.-Cartas originales del du que de Alba, del de Medinaceli,

del contador Alameda y otros, al rey y al secretario Gabriel de Zayas; Archivo de Simancas, Estado, legajo 552.

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