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caja, ni medios de subvenir á los gastos ordinarios (4).

Dispuso pues el duque de Alba su partida, y salió de Bruselas para España (18 de diciembre, 1573), despues de haber gobernado á Flandes seis años, trayendo consigo á su hijo don Fadrique con cinco compañías de caballos, con los cuales se embarcó en Génova, dejando aquellos paises en guerra, y á los hombres políticos haciendo los mas diversos cálculos y encontrados juicios sobre la conveniencia ó inconveniencia de su retirada á tal tiempo y en tales circunstancias. Al decir de un historiador no iban descaminados los que juzgaban que al modo que en Roma se dijo de Augusto César, «que ó no hubiera debido nacer, ó no debiera haber muerto, asi se podia decir del duque de Alba, «que ó no debiera haber ido nunca á Flandes, ó no debiera haberle dejado á aquel tiempo.» Ocasion tendremos nosotros de emitir nuestro juicio los sucesos lo irán mostrando tambien, y solo apuntaremos al terminar este capítulo, que el gobierno de Requesens, tan diferente en carácter del duque de Alba, no podia menos de dar nueva fisonomía á la situacion de los Estados de Flandes.

al

(1) Carlas del duque de Alba rey, de Bruselas, 2 de diciembre, y de don Luis de Requesens,

4 de diciembre, tambien de Bruseis. Archivo de Simancas, Estado, leg. 555.

CAPITULO XI.

LOS MORISCOS.

EL MARQUES DE MONDEJAR Y EL DE LOS VELEZ.

- 1569.

Primeras operaciones de campaña del marqués de Mondejar.-Paso del puente de Tablate.-Atrevida resolucion de un fraile franciscano. Fuga de los moriscos.-Sitio y socorro de Orgiba.-Los cristianos en Pitres, Poqueira y Jubiles.-Gran degüello de mugeres moriscas. Diego Lopez Aben Aboo.-Discordia entre el rey Aben Ilumeya y sus parientes.-Tratos de paz.-Accion de Paterna.-El marqués de Mondéjar en Andarax y Ujijar.-Su política con los rendidos.-Espedicion del de Mondejar á las Guájaras.-Conquista del Peñon.-Fuga y suplicio de el Zamar. — Crueldad del marqués con los vencidos.-Reduccion de los lugares de la Alpujarra.—El marqués de los Velez en la sierra de Filabres y en la de Gador.Sus triunfos sobre los moriscos en Huécija y Filix.-Indisciplina de sus tropas.- Atrevida espedicion de don Francisco de Córdoba.—El marqués de los Velez en Ohanez.-Escenas trágicas.-Pacificacion de la Alpujarra.-Riesgo que corrió Aben Humeya de ser cogido.— Sálvase mañosamente.-Acusaciones é intrigas en Granada y en la córte contra el marqués de Mondejar.-Da el rey á don Juan de Austria la direccion de la guerra.-Don Juan de Austria en Granada.

De índole completamente diversa y nada parecida á la guerra de Flandes era la de los moriscos insur

rectos del reino de Granada, que al apuntar el año 1569, dejamos como anunciada al final de nuestro capítulo VIII. Producidas ambas por motivos semejantes, por no querer sujetarse, asi flamencos como moriscos, al rigor con que Felipe II. se empeñaba en establecer la unidad religiosa en todos sus dominios, y por sacudir el peso de los onerosos tributos con que los oprimia, el carácter de la rebelion y de las guerras de cada uno de estos dos pueblos tenia que ser de todo punto distinto, por la diferente condicion de los naturales de cada pais, y por las circunstancias de localidad.

Habitando los moriscos la parte mas montañosa y áspera del reino de Granada, rústicos é inciviles los mas, divididos en grupos de pequeños pueblos llamados tahas, sin una ciudad ni plaza fuerte, sin ejército organizado, tan valientes y feroces como fanáticos por los ritos de su antiguo culto, irritados como los leones en sus cuevas con la opresion y los malos tratamientos de los cristianos, la guerra que estos hombres hicieran necesariamente habia de ser, como lo fué, una lucha de esfuerzos parciales, de asaltos y sorpresas, de rústicos é improvisados atrincheramientos, de acometidas y defensas heróicas y feroces, de incendio, de saqueo y de asesinato, guerra en fin de montaña, y lo que en nuestra vecina nacion llamarian de brigandage, como lo habia empezado á ser. Mas no por eso dejó de ser fecunda y variada en notables TOMO XIII. 26

accidentes, que los historiadores de aquel tiempo y que se hallaron en ella nos han trasmitido, á los cuales nosotros no podemos seguir por no ser de nuestro objeto, en sus diarios lances y pormenores, bien que en ellos figuráran personages y generales de gran cuenta, algunos de los cuales ganaron no poca reputacion y lauro, y fué el principio de sus grandes glorias militares.

Dejamos en el final del precitado capítulo al marqués de Mondejar en el Padul, dando principio á la campaña contra los rebeldes moriscos, con la gente que habia podido recoger en Granada, mas fuerte por el valor y la decision que por el número y la disciplina, que aquel era bien escaso para sujetar un pueblo insurrecto, y esta no era para elogiada, en especial la de la gente concejíl, que iba movida del deseo y la esperanza del pillage; asi como se distinguian por su lucido y aun lujoso porte los aventureros y gente noble que por aficion á pelear acompañaban al capitan general de Granada. La estacion era la mas cruda del año (principio de enero, 1569), y mas en un pais erizado de altos riscos y nevadas sierras. Y sin embargo, no se interrumpieron un punto, antes menudeaban maravillosamente los combates y los movimientos y operaciones de la guerra. Ya desde el Padul tuvo que rechazar un grueso peloton de moriscos mandados por Miguel de Granada el Jabá, que en una acometida nocturna habia sorprendido su

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vanguardia en Durcal, y herido de un flechazo al capitan Lorenzo Dávila. Y aqui se comenzó á ver tambien el carácter religioso que se dió á esta guerra. Cuatro frailes de San Francisco y cuatro jesuitas pelearon en este reencuentro en favor de los cristianos. Uno de los primeros arengaba con un Crucifijo en la mano á los suyos, cuando una piedra lanzada por un moro vino á herirle fuertemente en el brazo, dando en tierra con la sagrada insignia, cosa que irritó tanto al capitan Gonzalo de Alcántara, que embravecido como una fiera, y no contento con haber arrancado la vida al perpetrador de aquel sacrilegio, arremetió furioso con su espada jurando degollar á cuantos descreidos se le pusieran por delante. Sin embargo, hubiéranlo pasado mal aquella noche los cristianos, si un ardid del marqués de Mondejar no hubiera ahuyenta do á los audaces moriscos.

Rechazado el Jabá, y reforzado el marqués con las milicias de Ubeda, Baeza, Porcuna y otras villas (que á esta guerra concurrian, como en lo antiguo, los señores con sus vasallos, los concejos con sus pendones), sometiéronsele los moriscos de las Albuñuelas, temerosos de que descargara sobre ellos toda la furia de los cristianos. Abastecíale de mantenimientos desde Granada su hijo el conde de Tendilla, que dividiendo en siete partidos los lugares de la Vega, hacía que cada uno en un dia de la semana llevase diez mil panes de á dos libras al campo del marqués su padre;

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