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APÉNDICES.

I.

COPIA DE UNA CARTA ORIGINAL DEL SECRETARIO ESTEVAN PRATS, SOBRE LOS MEDIOS DE QUE S. M. DEBERIA VALERSE PARA ATAJAR LA REBELION DE LOS PAISES BAJOS.

(Archivo general de Simancas, Estado, leg. 549, fól. 10-1.)

S. C. R. M.

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Como quizá por otras mis cartas y relaciones que de cuatro meses á esta parte entre otras he embiado, asi al Consejero Hoperus como al Secretario Zayas, V. M. habrá podido entender por menudo las ocurrencias y miserable estado de los negocios públicos de este su pobre pais, el cual va cada dia en mayor ruina y perdicion por las causas y razones por mí estensamente deducidas á las dichas relaciones, á las cuales me refiero por haber tocado en ellas á mi parecer todo lo que entonces se ofrecia y podia representar á V. M., asi para la inteligencia del dicho estado como para el remedio de la calamidad presente: Todabia por la natural obligacion que tengo á su Real Servicio, y por continuar en mi oficio que he hecho desde mi mocedad, señaladamente de lo de acá y Alemania, siguiendo la córte y ejércitos del Emperador nuestro Señor que Santa gloria haya, siendo aun V. M. Príncipe, y habiendo quedado por Gobernador general en esos

sus reynos, y esto por la relacion que siempre le hizo de mis cartas el Secretario Gonzalo Perez (que Dios perdone), so humilísima correccion de V. M. diré aqui, que ningun otro remedio veo ni se juzga haber para atajar la rebelion, revueltas é incendio de este su pobre pais, sino sola la Real Clemencia de V. M., usando de ella como Príncipe Clementísimo con todo el pueblo generalmente, asi por las ofensas y revueltas de los años pasados, como por la última rebelion, ó por mejor decir insania de este año, esceptuando empero de la gracia de V. M., como se hizo en el perdon de Nápoles y Gante, todos los autores y principales promotores de las dichas revueltas y rebeliones, y con la clausula espresa que de aqui adelante todos vivan católicamente y en conformidad de los placartes y ordenanzas de V. M. Tambien hay algunos caballeros que firmaron la requesta de los confederados, los cuales se retiraron luego de su compañía, protestando no haberla firmado en perjuicio ni ofensa de la Religion Católica ni de V. M., y se han estado hasta hoy quietamente en Lieja y otras partes católicas fuera de la jurisdiccion de V. M. por obediencia, y han sufrido y sufren con mucha paciencia gran pobreza y calamidad con sus mugeres é hijos, teniendo esperanza que un dia V. M. por su inmensa clemencia les ha de perdonar; á estos tales por ser personas de cualidad, respeto y servicio, no habiendo tomado jamas las armas ni adherido á los reveldes, siendo de ello V. M. servido, se podria impartir la dicha gracia con mandarlos restituir las haciendas, y lo mismo á la generalidad desterrada, asegurándome yo que la mayor parte de ellos se quietarian y serían adelante muy buenos y leales vasallos como lo eran antes; y en lo que toca á la religion, si no se conformasen con los placartes, se podrian mandar castigar rigurosamente conforme a ellos; y cuanto á la restitucion de las haciendas en general, es cierto que las mas de ellas estan cargadas ó deben lo que valen ó poco menos, y hay un mundo de acreedores y sobre ellos los cuales han padescido y padescen, aguardando ser despachados, y con todo esto lo que agora el fisco goza y se aprovecha es poco ó nada, descontados los salarios y otras costas que se hacen con los recibidores.

Pensar que por otra via se podrá llegar al cabo de quietar y sosegar este pueblo, y principalmente los rebeldes y levantados en tan gran número y poder por mar y por tierra en deservicio de Dios y V. M. y ruina del pais, no se ha de creer ni V. M. se lo deje persuadir, asi por la mala vecindad que hay de todas partes como por la multitud de navíos armados que tienen los dichos rebeldes, con toda la artillería, municiones, pilotos y marineros

de la mar, los cuales faltan para las armadas de V. M. señaladamente para la navegacion de estos bancos y riveras.

Y aunque se cobren todos los lugares que al presente ellos tienen ocupados, como lo espero en breve, mediante el ayuda de Dios, no por eso será acabado el negocio, ni estaremos acá en paz, mas siempre quedaremos en sospecha, y de hecho seremos continuamente trabajados y robados por mar y por tierra, mientras vivieren los desesperados y rebeldes, quedando ellos siempre señores y superiores en fuerza por la mar, como lo son hoy, y por tierras no les faltarán medios y fabores de vellacos vecinos que los ayudarán como hasta agora para robarnos el pais; otramente V. M. será forzado á mantener muy grandes armadas por la mar y un grueso ejército por tierra, el cual será necesario tener repartido por las fronteras y donde hay bosques, para impedir que no entren los enemigos y evitar los daños y males que hacen aun hoy una infinidad de Siccarios y Vellacos que andan por todo el pais, sin haber quien les persiga como combiene y se solia hacer por lo pasado en todas estas provincias.

Por otra parte á causa de la guerra civil no se cobra hoy aca ni por V. M. ni por particular alguno tributo, gabela, censo ni renta, y asi no se pueden pagar los salarios á los oficiales, y los unos y los otros en general mueren de hambre; y es aparente, faltando la Real Clemencia de V. M., y no usando de ella como dicho es, la tierra se despoblará sin falta y V. M. será forzado á proveer de dinero de los otros sus reynos y señorios, no solamente para la paga de los salarios de los dichos oficiales, pero tambien para el entretenimiento de la armada y ejército que necesaria y perpetuamente han de quedar para la guarda y defensa del país, el cual hasta agora ha seido comido enteramente por la gente ordinaria de guerra, allende de los robos, contribuciones, agravios, concusiones, estorsiones, violencias, raptos y otras maldades y vellaquerias que han hecho en todas partes, las cuales han dado principal ocasion, y no la beregia, como algunos lo quieren atribuir, á que el pueblo en general y particular haya venido en desespe

racion.

En los tiempos pasados la gente de guerra solia estar repartida y alojada en las fronteras, y nunca S. M. Cesárea, que está en gloria, ni tampoco la Reyna de Ungria, el Duque de Saboya, ni la Duquesa de Parma la quisieron alojar dentro del Pais, por no gastarle, ni querer que por razon de los alojamientos se escusasen los estados de pagar los servicios ni ayudas ni se perturbase la negociacion y trato en que consistia la bondad de ellos. Y estando asi alojada la gente de guerra en las fronteras, pagando

lo que comiesen y vistiesen, guardarian la entrada á los enemigos, ́ los cuales otramente podrán entrar en el país y hacer otro tanto como las otras veces. Empero seria necesario, para evitar todas ocasiones de hacer mal ni agravio á nadie, que se proveyese de ordinario para la paga del sueldo de la dicha gente de guerra, á lo menos de tres en tres meses, sin que en ello hubiera falta alguna, y de esta suerte se podrian castigar los malhechores y desordenados, lo cual hasta agora no se ha podido hacer ni se hará mientras se les debieren tantas pagas.

Estas, muy fácil y seguramente se pudieran sacar de los de Malinas por la pena de la ofensa (1), sino se saqueára y arruinára por los soldados, como se ha hecho tres ó cuatro dias arreo, al contrario de Italia y en tierras de enemigos que nunca se saquearon mas de veinte y cuatro horas, y acá no se ha tenido miramiento ni respeto á eclesiásticos, seculares ni religiosos, ni á los del gran Consejo, Casa Real, Consistorio, grefía ni Secretarías de S. M., y menos á la casa del Cardenal de Granvela, ni de sus ministros y oficiales, sola la casa de la condesa de Hochstratte fué reservada; en fin, ello pasó igualmente como si fueran todos bárbaros, y que la villa, ó por mejor decir ciudad Metropolitana del pais, fuera del Turco; lan limpia y asolada la han dejado, que á manera de decir, y no mentiria, no han dejado clavo en pared, y robado todas las aldeas y ganado hasta casi las puertas de este lugar, como si fuera hacienda de los de Malinas, y so tal título y color corrian la campaña, y se lo llevaban todo al campo por otra parte á vender sin contradiccion ni impedimento alguno, y aun hoy dia dura el saco y rebusca que se hace por algunos Comisarios, y á provecho particular de las granjas y Caserías, que no se deja nada a la pobre gente que las tenian alquiladas de los Malineses; y lo que peor fué de todo, los tormentos que dieron en Malinas á muy muchas pobres mugeres casadas, mozos y mozas, para sacar por aquella via el dinero, oro y plata que se habia escondido, hasta acabarlos de matar, y sobre ello hicieron los soldados otras cient mil crueldades y vellaquerías, que por acatamiento de V. M. no se sufren escribir aqui, mas podianlo testiguar mejor los que lo vieron, y una infinidad de mugeres casadas y doncellas que no se pudieron salvar de sus manos, cuyos maridos y padres con una multitud de otra buena gente que por miedo se han absentado, y lo mismo de Terramonde, y antes de la villa

(1) Al márgen de este párrafo, dice:

«Muy pocos hombres ó ninguno

quedó en Malinas; las mugeres por la mayor parte van mendigando.>>

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de Mons, y no menos número se habrá agora retirado de Zutphen de los otros lugares que se han cobrado en Güeldres, y se absentarán muchos mas de los que se cobrarán en Holanda, placiendo á Dios, pues nos da tan buen tiempo para ello, los cuales andarán desesperados, y se juntarán con los otros rebeldes y vagabundos, y procurarán juntamente por todas las vias que podrán mientras, viviesen de repatriar y volver á sus casas, y para ello se ayudarán de todas las ocasiones y amistades que se les ofreciese, cuando vieren que V. M. no les quiere perdonar ni usar con ellos de su real clemencia, como dicho es

Para lo cual se ha de considerar que en Malinas, Mons, Terramonde y en los otros lugares habia muy muchos, digo infinitos Católicos y buenos cristianos, y una infinidad de gente eclesiástica, religiosos y beguinas, y los hay tambien en Holanda y Zelanda, los cuales por la mayor parte de pusilanimes han desamparado y desamparan sus casas, y no osarán volver á ellas de miedo, y lo mismo ha sido en las revueltas pasadas, y á causa de las modernas, si se procediere en ellas como en las otras, y segun se haya comenzado muy mucho mas gente se absentará, y al último faltando la negociacion y comercio, como ya falta, el pais se despoblará poco á poco, no solamente de los naturales, que algo podrán, pero ningun estrangero quedará en él, como lo vemos ya claramente por la esperiencia.

Los males y daños que han hecho los enemigos cuando vino el malvado de Oranges con su gente para socorrer á Mons, y despues á la vuelta, no se pueden creer; tantos y tan execrables fueron; y al último se llevaron mas de tres mil carros cargados de los robos sin que nadie lo impidiese, empero no fué nada el respecto de las insolencias, sacrilegios, latrocinios y maldades que han hecho los cavalleros del duque Adolf de Holstain, y condado de Xamburg, no solamente á la pobre gente, mas aun han tratado peor á los eclesiásticos é iglesias, no dejando cosa entera en ellas, y despojándolas enteramente de todas cosas, y abusando bestialmente del Santísimo Sacramento del altar, de las fuentes del bautismo y otros ministerios, y á la fin sin haber servido ni un solo dia se han llevado un tesoro de su sueldo, y un mundo de carros cargados y ganado robado, y se ha tenido todo por bien con solo haberlos despedido y sacado del pais; tan diabólicos y mala gente era. Como quiera que la que queda no es santa, ni deja de hacer todo el mal que puede segun la perversa costumbre de los Reytres; quien se pudiese escusar de ellos y aun de la infantería Tudesca haria muy acertadamente, porque los unos y los otros son muy costosos, mas que todas las naciones, y sirben de muy poco

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