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cierto, lo que no esté verdaderamente probado por documentos irrecusables.

1821. Octubre.

Sobresaltados los españoles con lo acontecido con D. Manuel de la Concha y con la idea de que el gobierno no habia tenido empeño en aprehender á los culpables, buscaban la manera de dirigirse á Veracruz, y del modo mas seguro. El conde de la Cortina, que habia sacado ya el pasaporte del gobierno, temió ponerse en camino de la manera franca con que lo habia dispuesto, y verificó su salida ocultamente, desde su hacienda de Tlahuelilpan, acompañado de un solo dependiente y de algunos criados, atravesando la Huasteca hácia Tuxpan para embarcarse en este punto, dirigiéndose desde él á Veracruz, donde habia buques de mayor porte en que hacer el viaje a España. Descubierto y conocido en Tuxpan por el alcalde, fué puesto en prision mientras se daba parte al gobierno para ver si se le debia ó no permitir el embarque. Entre tanto que el alcalde esperaba la contestacion, el conde de la Cortina logró evadirse de la prision encerrado en una caja que el dependiente hizo embarcar en una canoa como si fuese de efectos, logrando así salir de la barra, donde estaba esperando un buque de corto porte que con anticipacion habia fletado, en el cual se dirigió inmediatamente á Veracruz.

La Junta en sus determinaciones dispuso que la Regencia, en los encabezamientos de sus decretos usase la siguiente fórmula: «La Regencia del imperio, gobernadora interina por falta del emperador,» prefiriéndola á otras varias que se propusieron con el nombre de Fernando VII. Ordenó tambien que á la Regencia se le diese el tí

tulo de «Alteza Serenísima,» y se reservó para ella el de <<Majestad.» Respecto del órden que debia observar en sus deliberaciones, resolvió sujetarse al reglamento establecido en las córtes de España: habilitó y confirmó á todas las autoridades para la legitimidad del ejercicio de las funciones que tenian á su cargo; y anhelando hacer una manifestacion sincera y solemne de su reconocimiento á la primera garantía de la union, ordenó que se hiciesen por espacio de tres dias, rogativas públicas, implorando para el acierto en las disposiciones del gobierno, el auxilio de la Divina Providencia, y un solemne aniversario por las víctimas pertenecientes al ejército que perecieron defendiendo la causa de la independencia. Posteriormente la misma Junta dió varios decretos. Entre ellos se hallaban los que determinaban la bandera y armas que habian de ser las del imperio, que son las mismas que actualmente usa la nacion mejicana, sin otra diferencia que la de haberse suprimido una corona imperial que el águila ostentaba sobre su cabeza. Respecto de la moneda que debia adoptarse, la Junta resolvió que se siguiese acuñando en el año de 1822, con el mismo tipo que hasta entonces, por la imposibilidad de mudar de pronto de troqueles. Con el fin de que todo siguiese sin encontrar tropiezo, arregló la planta de las secretarías del gobierno, así como el órden del despacho de los ministros, y dictó otras muchas disposiciones de bastante importancia con una actividad y empeño dignos de elogio.

Al mismo tiempo que se ocupaba la Junta de todos los puntos referidos, recibia las felicitaciones de las diversas comunidades religiosas de uno y otro sexo, las de todas

las corporaciones y autoridades, y las de los cabildos eclesiásticos de Méjico y de Guadalupe que presentaron personalmente, lo mismo que lo hicieron el ayuntamiento, consulado y otros cuerpos de la capital, verificando los demás, unos por medio de comisiones y otros por escrito.

Dotada la nacion mejicana de nobles sentimientos religiosos, de esperarse era que los que se hallaban al frente del gobierno hiciesen una manifestacion solemne de gratitud al Eterno por el feliz éxito que habia alcanzado el plan de independencia. Así fué, con efecto. El 12 de Octubre se celebró con esplendor notable, en el grandioso Santuario de Guadalupe, una misa de gracias al Todopoderoso por la terminacion de la guerra y consecucion de la independencia. Iturbide, la Regencia y todas las autoridades asistieron á la funcion, y la iglesia se veia llena de gente de lo mas granado de la sociedad de Méjico.

1821.

Creyendo, con justicia, conveniente que Octubre. se proclamase y jurase solemnemente la independencia en la capital y en otras ciudades y pueblos, como se habia hecho en diversas poblaciones, mandó la Junta que en Méjico se verificase el 27 de Octubre, debiendo verificarlo en los demás puntos en el término de un mes, despues de recibida la órden. En el mismo juramento se expresaba tambien el de obediencia á la misma Junta, pues no solo se juraba observar las garantías expresadas en el plan de Iguala y tratado de Córdoba, sino tambien reconocer la soberanía del imperio, representada por la Junta provisional gubernativa y obedecer lo que esta decretase. En todo esto se seguia exactamente lo que

TOMO XI.

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las córtes españolas habian hecho al instalarse en la isla de Leon en 1810. Observando la costumbre practicada en las monarquías al advenimiento de un príncipe al trono ó en el nacimiento de un príncipe heredero, se concedió un indulto general amplísimo y otro particular á todos los militares por delitos propios de la carrera de las

armas.

La jura se celebró con una magnificencia extraordinaria. Hablando de ella D. Lúcas Alaman, la describe en los siguientes términos. «Anuncióse por bando imperial el 13 de Octubre, y para la ceremonia del juramento, se formó en la plaza Mayor un templete decorado con pinturas y poesías, que ocultaba la estátua ecuestre de Cárlos IV, que estaba entonces colocada en el centro del recinto enverjado y adornado con buen gusto que la circundaba, haciendo una plaza de armas. El 27, que fué el dia designado, se reunió el ayuntamiento en la sala capitular á la que concurrieron dos individuos de cada corporacion, y despues de prestado el juramento segun la fórmula prescrita, el alcalde de primera eleccion coronel D. Ignacio Ormaechea, sacó al balcon del centro de las casas consistoriales el pendon con las armas del imperio, que fué saludado con los vivas de la muchedumbre Ꭹ el repique general de campanas. Publicóse en seguida el bando del indulto general, y en la tarde, reunidas en sus respectivos salones la Junta soberana, la Regencia y la Diputacion provincial, pasó la Regencia acompañada de la Diputacion provincial al salon de la Junta: la Regencia ocupó el dosel, y habiéndose presentado una comision del ayuntamiento á pedir permiso para proceder á la ceremo

1821. Octubre.

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nia, lo concedió Iturbide: el alcalde primero dió entonces á cada uno de los individuos de la Regencia y de la Junta, una moneda de oro y otra de plata con las armas del imperio, acuñadas para perpetuar la memoria de aquella celebridad, y presentó tambien en un azafate las que Iturbide habia de arrojar al pueblo, cuando pasase la comitiva formando el paseo. Esta salió de las casas municipales con acompañamiento de música y cuatro reyes de armas, que precedian al ayuntamiento, bajo cuyas mazas se incorporaron los individuos mas distinguidos de la ciudad y del clero secular y regular. El pendon imperial era conducido alternativamente por los individuos del ayuntamiento, y abrian y cerraban la marcha las compañías de granaderos del Comercio, lujosamente vestidas. El paseo anduvo por las calles de costumbre, y habiendo pasado delante de los balcones del palacio, en seis de los cuales estaban colocados indistintamente los individuos de la Junta y Regencia, llegó al templete en donde estaba de antemano la diputacion provincial, que se incorporó al ayuntamiento. Allí se leyeron por un rey de armas la acta de independencia, el plan de Iguala y tratado de Córdoba, y el alcalde tremolando el pendon, hizo la primera proclamacion con estas palabras: «Méjico, Méjico, Méjico, jura la independencia del imperio mejicano, bajo las bases fundamentales del plan de Iguala y tratado de Córdoba:» el pueblo respondió: «Así lo juramos.» Arrojáronsele entonces monedas, é igual proclamacion se hizo á los cuatro vientos, volviendo la comitiva á las casas consistoriales, en las que se sirvió un espléndido refresco. La ciudad se iluminó en la

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