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Pero hay más: la estúpida pobreza en que ya· cen los indios, nuestros hermanos. Las pesadas contribuciones que gravitan sobre de ellos toda. vía. El abandono lamentable á que se halla reducida su educación primaria. Por otra parte, la intolerancia política por la que se persigue y se aborrece al hombre, porque haciendo uso de su razón, piensa de este ó del otro modo. El menosprecio de las artes y de las ciencias. El aborrecimiento al trabajo, y el amor á los vicios y á la holgazanería. El deseo de vivir de los destinos públicos y á costa de los sudores del pueblo. En fin, la protección que se dispensa al hombre inepto y prostituído, y la persecución innoble que se declara al ciudadano honrado, que conocien do la dignidad de su ser, no se doblega á los caprichos de otro hombre. Todos estos defectos son todavía las reliquias del gobierno colonial, son los resabios de su política mezquina y miserable, son los verdaderos obstáculos de nuestra felicidad y son los gérmenes positivos de nuestras disensiones intestinas.

Si, pues, tan funestos males han producido esas máximas inicuas, la razón, la prudencia y la propia conveniencia nos aconsejan huir de ellas, como de una fuente venenosa, y desecharlas de nuestro sistema social.

SEGUNDA PARTE.

España las adoptó, porque al fin era conquistadora y se propuso oprimir y sojuzgar una colonia de esclavos.

Pero nosotros que formamos una nación libre y soberana: nosotros que hemos adoptado la forma del gobierno republicano: nosotros que no somos señores de vasallos degradados, debemos seguir las reglas de una política ilustrada y justa: debemos proteger al hombre, librándolo de los tributos que lo agobian y que menoscaban el sustento de sus hijos: debemos remover todos los obstáculos que impiden el libre ejercicio de sus derechos: debemos premiar la virtud y el merecimiento donde quiera que se encuentre, y despreciar á aquellos hombres que careciendo de méritos personales, intentan asaltar los puestos públicos por la adulación, por la bajeza, por la vil superchería y por la infamia: debemos respetar al ministro del santuario que predica la moral pura del Evangelio, y que hermanándola con la política, cual otro Hidalgo, siembra en nuestra juventud las semillas del patriotismo, de la libertad y de las demás virtudes: debemos tributar nuestro reconocimiento al militar que se ha cubierto de honrosas heridas, peleando por la independencia y la libertad nacional: debemos, en fin, proteger la ilustración de todas clases, teniendo presente que sólo los tiranos que gobiernan en las tinieblas y los que viven de los

abusos y de la ignorancia de los hombres, son los que temen y aborrecen el progreso de las luces.

Arreglando nuestra conducta á estos principios, seremos entonces verdaderos independientes de las armas de Castilla y también de sus añejas y perniciosas costumbres. Entonces no habrá sido estéril el sacrificio que de su vida hiciera el hombre singular, cuyas heroicas hazañas hoy recordamos. Entonces nuestra libertad no será para nosotros un vano nombre ni una red que se tiende al pueblo para sacrificarlo. Entonces nos temerán nuestros enemigos, y nos respetarán nuestros vecinos. Entonces la paz y la concordia reinarán entre nosotros y nuestra patria llegará á ser la tierra clásica del honor, de la moderación y de la justicia; y entonces, finalmente, el árbol santo de la libertad echará raíces muy profundas, y á la sombra de sus frondosas ramas descansarán felices nuestros hijos y nos colmarán de eternas bendiciones.-Dije.

Octubre 29 de 1847

Discurso pronunciado ante las honorables cámaras por el Excmo. Sr. D. Benito Juárez, después de haber prestado el Juramento como Gobernador del Estado de Oaxaca

Señores diputados y senadores:

I

El juramento que acabo de prestar, es la

1 El día 28 de Octubre de 1847 se expidió un decreto firmado por los señores Marcos Pérez y Manuel Ruiz, que dice:

"El congreso séptimo constitucional del Estado libre y soberano de Oaxaca, ha tenido á bien decretar lo siguiente: Art 1 A las

garantía que por ley debo ofrecer, de que corresponderé con lealtad á la confianza que me habéis dispensado nombrándome gobernador del Estado libre y soberano de Oaxaca. Es un deber de los ciudadanos prestar sus servicios, por insignificantes que éstos sean, cuando la patria los llama en algún puesto público. Sin embargo, yo he dudado si debería admitir el difícil encargo con que me habéis honrado, porque veo entre mis compatriotas multitud de ciudadanos ilustres, que por sus servicios y capacidades pueden llevar dignamente las riendas del gobierno. En otra época que no fuera de transición y de prueba, como la presente, yo habría rehusado el distinguido honor con que me veo abrumado, aun cuando apareciera marcado con la nota de egoísta. Pero hoy que el poder no tiene los atractivos ni los encantos que tanto lisonjean el amor propio en días de calma y de bienandanza, hoy que las fuentes del erario se ven agotadas y relajados los resortes de la obe

doce del día 29 del mes actual prestarán el gobernador y vicegobernador del Estado el juramento prevenido por el art. 134 de la constitución.".

Dice el art. 134 de la Constitución particular del Estado de Oaxaca: El gobernador y vicegobernador, nombrados periódicamente, se hallarán el día 12 de Agosto en la capital del Estado ó en el lugar donde resida el Congreso, y prestarán ante él el juramento comprendido en la fórmula siguiente: Yo, N., nombrado gobernador ó vicegobernador del Estado libre de Oaxaca, juro por Dios y por los santos evangelios que defenderé y conservaré la religión católica, apostólica, romana, sin permitir otra alguna en el Estado: que guardaré y haré guardar la Constitución federal, la Constitución política y leyes de este Estado, y que ejerceré fielmente el cargo que el mismo Estado me ha confiado."

diencia y de la moral, por consecuencia de nuestras revueltas intestinas; hoy, en fin, que el injusto invasor ocupa la capital de la república y amaga con la conquista completa de nuestro territorio, la primera magistratura del Estado no es más que un puesto avanzado de inminente peligro y una pesada carga que sólo produce desvelos, fatigas y sinsabores. En tal concepto, ya no he debido vacilar, y veisme aquí, señores, pronto á arrostrar con todas las consecuencias que ofrece el destino, cuyo fiel desempeño os he prometido ante Dios y los hombres.

Sabéis, señores, cuán débiles son mis fuerzas, cuán cortas mis luces; pero cuento con vuestra cooperación, cuento con el apoyo del pueblo oaxaqueño, y con tan poderosos auxilios, yo me prometo que marcharemos venciendo las resistencias que una ingrata situación nos ofrece.

Afortunadamente, no una facción, no el favoritismo, no la intriga; sino la voluntad libre y espontánea de los escogidos del pueblo me ha colocado en este puesto. No haya, pues, temor de que en mi gobierno se oprima á una clase, ó á una parcialidad de mis conciudadanos. No. El bien procomunal, el bienestar de todos los oaxaqueños serán los objetos preferentes que ocupen mi atención.

Tenemos una carta fundamental donde están consignados los derechos y los deberes de los gobernantes y de los gobernados. Esa carta, pues, será mi único norte, y su exacta observancia y el

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