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SILVERIO LANZA

Desde 1882 al 83 diéronse á luz los primeros tomos, rotulados El año triste y Mala cuna y mala fosa. Tenían 100 páginas el primero y 76 el segundo, y cada página 45 renglones de 50 letras; el precio de cada tomo era dos reales; pero á pesar de su abundante lectura, de su reducido coste y de su forma popular, no se vendieron como el editor, sin duda, esperaba, ni fijaron las atenciones de la crítica y del público en el nombre, hasta entonces ignorado y desde entonces obscuro, de Silverio Lanza, cuyas restantes obras no se dieron á luz, deshechas las ilusiones por el desaire de que fueron objeto sus hermanas.

Sólo cinco años más tarde volvióse á pronunciar el nombre de Silverio; esta vez acompañado del de su testamentario D. Juan B. Amorós, que, al frente de los Cuentecitos sin importancia, escribía lo que sigue, á guisa de prefacio:

«¡Cuánto trabajo he perdido en coleccionar los cuentos de Silverio Lanza! ¿Y para qué?...

>>Luchando heróicamente con mi pobreza, he logrado de ella algunas pesetas con qué publicar este tomo.

>>¡Quizá no publique otro!

>>Por eso he reunido en él cuentos de casi todas las colecciones, no los mejores ni los más malos (que yo no sé distinguir en estas cosas), sino aquellos que, á mi juicio, sintetizan mejor el carácter de cada colección. Sentiré haberme equivocado.-J. B. A.»

Estas iniciales, que algunos años antes, impresas en las advertencias de los tomos primero y segundo, habían sido tan indiferentes á la curiosidad pública como la memoria del muerto, en 1888 fueron interpretadas por muchos que debajo del nombre de Silverio Lanza imaginariamente leían el de Juan B. Amorós, quien no era ya el último llegado ni el más desconocido; pero si su reputación literaria iba en aumento, á sus nuevas obras no les cabía mejor suerte que á las publicadas desde 1882 á 83.

En 1889, casi del todo desesperanza

do, encabezaba sus Noticias biográficas acerca del Excmo. Sr. Marqués del Mantillo, con un proemio, del que copio los párrafos que dicen:

«En ocho meses he vendido ocho ejemplares» de Cuentecitos sin importancia. «<Los tres tomos que llevo editados han sufrido la misma suerte.>>

«No es posible dudar aún: la opinión pública rechaza las obras de Silverio Lanza.»>

«Ningún periódico me ha dado sitio en sus columnas para publicar los escritos de Silverio.>>

«He dicho que Lanza es el más fecundo y original de nuestros escritores contemporáneos, y, aunque lo segundo es difícil probarlo, la demostración de lo primero es facilísima: es cuestión de di

nero.»

Subrayo una frase demasiado atrevida, pero de la cual prescindiré, pues de mi estudio, y no de los deseos de un hombre que se declara inepto para juzgar estas cosas (en el prefacio de Cuentecitos sin importancia), he de sacar mis afirmaciones.

Ni en la vida ni en la muerte y los

Cuentos políticos han aparecido recientemente, ocasionando la primera de dichas obras al testamentario de Silverio Lanza, gastos, molestias y angustias, con cierta filosofía sobrellevadas.

De los volúmenes que hasta el día se dieron á luz, nada más los dos primeros llevan en su portada el número de orden; aun el tercero (que ya no se lo llama explícitamente), conserva el título general (Obras completas, etc.) y la clase del papel de los anteriores, cambiando la tipografía y el precio (cuesta 2 pesetas.) Los demás aparecen independientes y en forma distinta, pero copiando siempre con fidelidad la lista de obras próximas á publicarse.

Doy todas estas noticias, que parecerán tal vez triviales á determinados lectores, para que algunos, á quienes averiguarlas interesa, imaginen las dificultades que se oponen á un desconocido, por muchos que sean sus méritos y sus medios, cuando pretende que lea el público sus obras. Las de Silverio-dignas de atención, interesantes y agradables,no lograron vencer la indiferencia de los lectores, ni en edición popular, ni en for

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