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admirado el conde Ramon Berenguer Mas.... si alguna traicion amenazara á mi hermano........ ó á mí, casi no dudo de que el halcon del sueño nos vengara....

-

- Pues confia en tu halcon.... ¡ Ja, ja, ja, ja!.... — dijo con tono burlesco el otro hermano, prorumpiendo luego en una carcajada que prolongaron todos los de su cuadrilla. Al oirla, se acercó á su hermano Berenguer y le alargó la mano para vencer los recelos que entonces sentia. Pero los recelos crecieron mas aun en Ramon, al sentir el frio de la mano de Berenguer, y al observar la admiracion que causó á este el calor de la mano de Ramon.

Aquí el inocente hermano, empezó á recordar todo lo del sueño, se le figuró ver en Berenguer á su asesino, y poco hubiera faltado para que se retirara á la ciudad; pero reyes y vasallos se olvidaron de todo en aquel momento, al ver que se presentaban ya dos aves, con las cuales se podia dar principio à la partida muy bien.

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Por qué quedan paradas sus altezas, con el arco en la mano, ante la caza?...

La sospecha habia detenido la mano de Ramon, y la perfidia la de Berenguer.

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Guardo mi vira para mejor presa.... respondió el último; y á estas palabras cruzó por sobre de su cabeza un agorero buho, y por sobre la de Ramon, una blanca

cilla paloma torcaz.

y sen

- Es hora de empezar ya la batida. continuó el mismo; y dando espuelas á su caballo, se separó de la cuadrilla y echó á correr por la llanura.

-¿Dónde nos reunimos? — gritó el otro hermano -Junto al lago. - replicó Berenguer (1).

¡Pues al lago!... ¡Adelante!.... - y repitiendo la última palabra, todos los de la cuadrilla de Ramon; sonaron luego las trompas, y se dirigieron hacia el lago, por otra vereda diferente de la que seguia la cuadrilla de Berenguer.

-¡Oooooe...! ¡Oooooe...!

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¡Cuán bello es el campo! ¡qué bellos son los árboles y las flores, cuando no cubre el corazon ningun recelo y late tranquilo en medio de tan hermosa soledad!

¡ Todo parece bello entonces, porque el que vive solo no conoce las intrigas cortesanas y los peligros de una corte! ¡Los abrojos son flores y enramadas, los montes son pinturas, las aves son cantores, las yerbas son tapices, los árboles son tiendas y el agua es luciente plata, y hasta espejo del que contempla tantas bellezas !

Divagando solo y separado de su cuadrilla, junto al lago, está el conde Ramon Berenguer, que, confiado y bueno, espera en el lugar que le ha sañalado el hermano, para completar su obra de caza. Todo, hasta la misma caza, le parece triste al Conde en tal soledad: á sus ojos ni el campo es bello, ni el ambiente agradable, ni hermosa el agua del apartado lago, pues negra y espumosa se le presenta, bulliendo como una laguna infernal.

En vano quiso mirar el Conde dentro las aguas, pues en el mismo instante su halcon dió un chillido no acostumbrado que le hizo retroceder.... El ave extendió sus alas sobre el pecho del Conde, y este levantó las manos hácia la cabeza... ¡Quién sabe si el buen Rey, al asomarse al lago, vió retratada su cabeza sin corona, ó convertido en puñal el cetro del hermano!

Ya se le acaba la esperanza al Conde. El azor se ha replegado bácia la parte del corazon, y ha cerrado los ojos como si le deslumbrara el brillo de algun hierro, que cruzara entre los árboles. Al conde se le figura tambien ver aquel brillo ante sus ojos, y los cierra, acordándose de la tradicion y de un coplero que cantó, entre aquellos árboles, la caza de Cain.

¡Ay! cuanto mas baja la cabeza el Conde, mas se levan ta el puñal que asoma entre los árboles.

- ¡Guarda; que al levantar tú la cabeza, no baje algun puñal hasta tu frente!....

Cuando el confiado hermano la levante, no quedará ya tras de la tradicion, mas que la venganza del tiempo: la justicia de Dios.

-¡Ay!!!..... El Conde quiso levantar la cabeza...... ¡La tradicion se ha cumplido!

No querais molestarme, caballero. ¡ Dejad que llore á mi difunto hermano!....

No os coloqueis para ello, señor Conde, en el lugar que él ocupó en el trono. La sangre que llevais en vuestra túnica, acaso manchará su silla excelsa..... ¿Qué hicisteis del puñal, sensible hermano ?....

El Conde busca precipitadamente por su cinto el arma que ha olvidado en la herida. El caballero recuerda á Berenguer, que el puñal del asesino tiene las armas del Rey, pero el Rey no podia haberse muerto á sí mismo; porque su puñal estaba limpio, y la herida era por la espalda. ¿Sabeis Conde Berenguer, quien mató al Conde Ramon?... Confuso el fratricida á tal pregunta, apela al último recurso que le puede salvar.

Solo la tradicion nos dirá el reo que una ave ha de acusar ante mi trono. Mas.... ¿quién es reo, si no viene el ave? (2)....

-

Descubrid las cabezas, cortesanos: exclama el caballero, mandando luego á los pajes que abran las ventanas para que la tradicion se cumpla del todo; y señalando pri– mero al ave, y luego al Conde, añade con voz fuerte. ¡Ahí va el acusador!.... ¡Este es el reo!....

Al mismo tiempo que el caballero soltaba estas palabras, entró por la ventana el azor del Condé Ramon, y se dirigió hácia el trono donde estaba el Conde fratricida. Quedóse allí el ave suspensa, mirando la sangre que manchaba la real púrpura; mas posándose luego sobre la cabeza del traidor, empezó á rascársela como queriendo derribarle la

corona.

Aho

¡Ya veis la tradicion cual se ha cumplido! — exclamó el caballero acusador, mirando á los demás nobles. ra castigar conviene al reo.

El tiempo hizo mediar cierto espacio entre el cumplimiento de la tradicion, y el castigo del culpable. Este espacio empezó ya á ser un castigo para el criminal, que no habia sentido remordimiento sino en el acto de oir el canto funerario de la comitiva religiosa, que acompañaba el cadáver de Ramon Berenguer, encontrado junto al lago.

Ante el cadáver del hermano, el fratricida quiso mostrar aun cierta serenidad é impavidez, pero no fue así al observar detrás de la comitiva la larga espada del difunto; joya que Ramon Berenguer, antes de su muerte, habia cedido al caballero que despues le vengó.

El temor de Berenguer, vino á ser luego espanto ; cuando oyó la voz del caballero acusador que, empuñando la espada, le decia : ¡En Castilla te espero, fratricida!...... Ante el trono que ocupa el Rey Alfonso (3). ..

En Castilla perdió la corona el fratricida, y en Cataluña quedaron las armas de Ramon Folc de Cardona, como recuerdo siempre de las hazañas que hizo este caballero vizconde en tiempo de los condes Ramon Berenguer y Berenguer Ramon (4).

LEYENDA IX.

El salto de la Reina mora (1). — Año 1089.

(Época de Berenguer Ramon II, el Fratricida, décimo conde soberano. )

Hay en Ciurana una montaña, de extraña forma é inconcebible altura, que se levanta con asombro de la naturaleza, y en cuya cima se distingue todavía un castillo árabe con su compuerta y torre de homenaje.

La montaña es el extremo de una larga cresta, y á su borde está el castillo, que queda aislado de la cordillera por una ancha cortadura abierta á pico, y de una profundidad inmensa, la cual sirve de foso y separa la montaña, haciendo inexpugnable el fuerte. Las murallas parece que forman un mismo cuerpo con la montaña, pues vienen en línea con la cortada peña del extremo, tan lisa y perpendicular que puede igualarse á la pared mejor formada.

Inmediato al castillo, y á cuatro pulgadas solamente del precipicio, se halla en la peña un hueco semejante al que dejaria la pata de un caballo al pisar el barro. Sin embargo, cuando el castillo estaba entero y se veian tras de sus aspilleras cabezas de moros que siempre tenian la vista fija en la compuerta, entonces no se conocia aun la señal del caballo junto al precipicio, ni menos podia creerse que jamás osara acercarse allí ni ningun caballo perdido, ni ningun ginete buscador. Ni aun el caballo de la Reina mora que habitaba el castillo, pudiera señalarse como capaz para asomar á la cima sin espantarse. Y esto que el caballo de la Reina mora era fuerte, valiente y atrevido, sobre todo cuando su carga consistia en llevar á su señora.

Resuelta y atrevida era tambien la Reina por su carácter altivo y malicioso, pero no dejaba por esto de vivir muy

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