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DE LOS

FALSOS CRONICONES.

I.

Estado moral de España en la segunda mitad del siglo XVI.-Espíritu de profecía. Pergamino de la torre Turpiana.-Antigua y moderna crónica del rey don Rodrigo.—Cuestiones del primado y de la venida de Santiago.-Román de la Higuera.-Cronicones de Flavio Marco Dextro, de Máximo y Eutrando. - Don Juan Bautista Perez.- Carta del rey don Silo á Cixila.

REPRIMIDOS los conatos de introducir la reforma luterana, España siguió el movimiento de reaccion contra el renacimiento y sus tendencias, que cundió en la sociedad católica de la segunda mitad del siglo xvi. La reforma de costumbres, impuesta por la reina Isabel y por Cisneros, pasó con sus promovedores. La Italia escéptica nos inoculó por medio de sus dominadores el gusto de las fiestas y del lujo, de la literatura ligera y de la galantería libre y refinada. Pero al promediar el siglo, un soplo, que parece escapado del sepulcro del autor de la Imitacion, recorre toda España; su literatura se hace mística, la severi

dad de su carácter se extrema, márcase enérgicamente la tendencia á la unidad religiosa, que pasados algunos años será incontrastable; los cenobios se multiplican; y la nacion que en lo que iba de siglo no contaba más varon eminente en santidad que el soldado de genio que aplicó los principios de la milicia á un instituto organizado maravillosamente para el combate, ve surgir por todas partes entusiastas reformadores, que devuelven momentáneamente á las decaidas instituciones monásticas el espíritu de sus primitivos fundadores. De nuestros puertos salen misioneros para evangelizar el mundo; y la fe se exalta con las relaciones de los trabajos de su apostolado, de su abnegacion y de su martirio. Apenas hay ciudad ni aldea que no cuente favorecidos del cielo, que obren milagros, conversen con los bienaventurados, lleven sagrados estigmas y den ejemplo de todo género de austeridades y mortificaciones. Pero el más extendido de los dones sobrenaturales fué el de profecía: el pueblo español, sin tener escuelas de profetas como el hebreo, los veia brotar por todas partes. Pretendió encauzar un tanto el en este punto desbordado sentido público don Juan de Horozco y Covarruvias, entonces arcediano de Cuéllar en la catedral de Segovia, y luego obispo de Guadix, componiendo un libro sobre la verdadera y falsa profecía, cuyo objeto no era declarar pseudo-profetas todos los que pululaban en la nacion, si

no dar reglas para distinguir los verdaderos1. Publicóse el libro en 1588, cuando cabalmente se hallaba España bajo el terror de un pronóstico que le anunciaba para dentro del mismo año su destruccion, de que solo algunos escogidos se salvarian en

▲ Tratado de la verdadera y falsa prophecia. Hecho por Don Iuan de Horozco y Covarruvias, arcediano de Cuellar en la santa Yglesia de Segovia. Con privilegio. En Segovia. Por Iuan de la Cuesta. Año 1588. 1 t. en 4.°

Despues de hablar del don de profecía que tuvo la madre Teresa de Jesus, y que el autor experimentó en negocios propios, continúa: «Resta decir que por ser tan verdaderas estas y otras revelaciones y prophecias que en estos tiempos se han visto, ha querido el demonio deslumbrar la verdad dellas con otras fingidas, pretendiendo el mismo crédito, para engañar, y por lo menos desacreditar lo que fuere verdadero y cierto, y de lo que en esto se debe advertir para conocerlo y diferenciarlo se tratará en los capítulos que siguen.» (Cap. VIII.)

..... Dígolo por muchas gentes que en realidad se han hallado estos dias con ramo de esta locura, y alguno tan adelante en ella, que decia era el segundo Baptista, y que hacia diez años que tenia don de prophecia, y no solo en un lugar ha habido de esta gente, sino en muchos, y por medio de ellos se ha comenzado á sembrar las malas nuevas que vendrán por ellos, y se ha creido de algunas personas cuerdas de manera que pone espanto, pudiéndose ver evidentes señales del engaño, por lo que luego diremos, y se via en algunos sueños, como es amenazar con grandes mortandades y destruyciones, y que se habian de salvar los escogidos en cuevas para salir á reparar lo perdido y poblar de nuevo.» (Cap. xv.)

Horozco tenía cualidades de exegeta; él fué el primero, que sepamos, que señaló el camino para descifrar el enigma del número 666 del Apocalípsis, aconsejando dirigir la investigacion á otras lenguas que al latin. Como hace algunos años se movió tan

la cueva de San Gines de Toledo, como semilla de repoblacion. La profecía hacia en España el mismo oficio que en los demas países de Europa la cábala, la astrología y la magia, artes cuyo ejercicio ofrecia aquí graves inconvenientes. Fué la más célebre de aquel año la de san Juan evangelista, que se descubrió en Granada. Derribábase allí un viejo torreon para desembarazar el solar en que Diego de Siloe levantaba la bella catedral greco-romana, cuando una mañana los obreros, que retiraban los escombros del dia anterior, hallaron en ellos una caja de plomo, que abierta mostró contener reliquias y un pergamino grande1. Servian de cabeza á este docu

reñida contienda entre los teólogos Fritzsche, de Rostock; Hitzig, de Zurich; Benary, de Berlin, y Reuss, de Strasburgo, sobre quién habia hallado la solucion, no aquietándose hasta que se convino en que todos cuatro la habian encontrado, parece acreedor el arcediano de Cuéllar á que no quede ignorada la pequeña gloria que puede caberle en haber sido el primero que designó la senda para llegar á aquel resultado.

El obispo de Segorbe, don Juan Bautista Perez, tambien nos da noticia de aquel furor profético : « Estando yo en Madrid el año de 1572, me acuerdo que se hallaron junto al rio algunas piedras tan grandes como la mano, con letras relevadas, que contenian ciertas profecías con palabras dudosas, y las andaba la gente glosando; y despues vine á saber quién tal hacia, y me lo confesó el propio autor, y que lo hacia por burlar y hacer pecar.» De las profecías del zapatero portugues Bandarra, que eran de las más populares, existe coleccion MS. en la Bibliot. Nac., dedicada al arzobispo de Braga.

A estos objetos añade el Marqués de Estepa: «Una imágen de la Vírgen pintada en una tablica; era pintada muy á lo anti

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