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y de Jaen. Aquella se entregó al infante D. Alonso, hijo de San Fernando, y que se apellidó el Sábio; pero se perdió luégo, pues ni Lorca ni Cartagena quisieron entregarse á los cristianos.

Corría el año de 1245, segun los cómputos más probables, cuando se puso San Fernando sobre Jaen, plaza entonces cási inexpugnable. El Rey moro de Granada, mal avenido con los suyos, hizo paces con el santo Rey: declaróse aquel feudatario suyo, y se ofrecieron ambos Monarcas tener unos mismos por amigos y por enemigos. Entregada la ciudad de Jaen, consagróse á Dios la mejor mezquita por D. Gutierre, Obispo de Córdoba, que iba con el Rey en aquella jornada (1).

Cuatro años despues se trasladó allí la Cátedra episcopal de Baeza. La traslacion se hizo con anuencia del Papa Inocencio IV, siendo su primer Obispo D. Pedro, que lo era de Baeza, y quedando dependientes de la Metropolitana de Toledo, tanto Jaen como Córdoba, por estar aún Sevilla en poder de infieles.

Alteróse con esto completamente la antigua geografia eclesiástica, pues desaparecieron los Obispados de Beatia, Tucci, Mentesa, Elepla y Castulo, absorbidos aquellos por la moderna Silla. De paso las Ordenes militares, que entonces trabajaron con mucho brio, fundaron allí grandes Encomiendos y Prioratos, achicando el territorio de la jurisdiccion ordinaria, del modo embrollado que ha tenido hasta nuestros dias. La Orden de San Juan planteó el gran Priorato de Consuegra, casa matriz de la Orden en Castilla la Nueva. En el de Tucci (Martos) planteó otro gran Priorato la Orden de Calatrava. Hubiera importado esto mucho ménos sin las malhadadas exenciones. Por otra parte, el Arzobispado de Toledo llegaba cási á las puertas de Jaen en el adelantamiento de Cazorla, absorbiendo tambien otros Obispados en su vastisimo territorio. Contribuyó tambien no poco para esto la grande importancia del Arzobispo D. Rodrigo, que alcanzó todavía hasta el año 1245, en que fue ganada la ciudad de Jaen.

(1) La Historia de la iglesia de Jaen es de las más embrolladas, por lo mucho que Rus Puerta y Jimena se dejaron llevar de los falsos cronicones. Tampoco la puso en claro Gil Gonzalez Dávila.

Entretanto D. Fernando preparó el asedio de Sevilla, reuniendo para ello fuerte escuadra y los mejores auxiliares suyos para tales empresas, la oracion, la confianza en Dios y la devocion á la Santísima Virgen, cuya efigie llevaba consigo siempre con tierna y ferviente devocion. Diez y seis meses duró el asedio: ganóse á 27 de Noviembre de 1248. Bendijo la mezquita mayor D. Gutierre, Obispo de Córdoba y electo de Toledo, que había bendecido la de Jaen. Con solemne procesion de Obispos y clerecía, señores y caballeros, entró San Fernando en la iglesia de Santa María, donde ofició el Obispo D. Gutierre: notable procesion en la que iban varios Santos, y entre ellos San Pedro Nolasco con frailes y con varios caballeros de su Orden, armados, pues eran militares (1).

Puso San Fernando por prelado de Sevilla, con título de Administrador, á su hijo el infante D. Felipe, habido en Doña Beatriz, Abad de Valladolid y Covarrubias, discípulo del Arzobispo D. Rodrigo y de Alberto Magno. Dióle por consejero y director á Fr. Raimundo de Losana, fraile dominico muy sábio, y Obispo de Segovia, que sucedió á D. Felipe en el Arzobispado. Como Sevilla no había perdido su carácter metropolítico durante la dominacion sarracena, disfrutó de él desde el momento de la reconquista, á pesar de no tener iglesias sufragáneas, pues Córdoba se había agregado á Toledo; Cabra, Niebla, Itálica y Martos no volvieron á tener Silla episcopal, y por lo que hace á Granada y Málaga, estaban en poder de infieles. D. Sancho el Bravo escribió una carta muy sentida á los Obispos de Jaen y Córdoba, por no someterse á su Metropolitano hispalense (1290); pero prevaleció sobre la justicia de este la influencia de los Prelados de Toledo (2). Clemente IV á peticion del Rey trasladó la silla de Sidonia á Cádiz (1266). El Obispo de Avila puso pleito sobre la posesion de aquella isla, y fueron nombrados los Obispos de Córdoba y Cuenca para componer aquel litigio (3).

(1) El traje de los caballeros de la Merced, segun se ve (ó ṣe veía, pues ignoro si existe ya), en la Iglesia de Nuestra Señora del Puig cerca de Valencia, era túnica corta, escapulario hasta las rodillas, mangas ajustadas, capa corta, casquete de guerra y escudillo de Aragon al pecho. (2) Defensa cristiana de la primacia de Toledo, etc., fól. 115.

(3) Odorico Rainaldo, tomo XIV de los Anales, n.o 44 del año 1266,

Durante el sitio de Sevilla surgió un conflicto grave sobre la posesion de Murcia. Logró D. Alonso transigirlo con su suegro el Rey D. Jaime, trazando la línea divisoria entre Valencia y Murcia, quedando por Aragon y Valencia, Játiva y Biar con otros pueblos inmediatos, y por Castilla y Murcia, Almaden y otros de las márgenes del Cabriel.

Todavía D. Jaime se apoderó de Murcia (1266), habiéndole pedido auxilios para ello su yerno D. Alonso el Sábio, despues de la muerte de San Fernando; de modo que, cuando llegó con sus tropas, halló ya ganada la plaza, que le entregó el aragonės, su suegro, segun lo pactado años antes: accion generosa que no es de las que ménos realzan al generoso Don Jaime (1).

Es notable el silencio que guardan todos los historiadores acerca de la toma de Cartagena, como si fuera una cosa de poca importancia por aquel tiempo.

§. 82.

Milagros célebres y prodigios durante este riodo.

No sería posible descender aquí á referir las muchas apariciones milagrosas de santas efigies de la Vírgen, que de aquel siglo, y de otros anteriores se refieren. Historiadores piadosos las han coleccionado y llenan enormes volúmenes. Créese que muchas de ellas habían sido ocultadas por los visigodos al tiempo de la invasion musulmana, ó en algunas de las persecuciones que padecieron los mozárabes.

No puede decirse lo mismo acerca de los Crucifijos, que se suponen antiquísimos y del tiempo de los visigodos, pues estos, si bien no se abstenían de pintar á Jesucristo, segun la opinion más notable, con todo eso, en las iglesias sólo tenian cruces sin la efigie de Jesús crucificado, supliendo

donde habla tambien de gracia que hizo á Soria del título de ciudad, para que pudiera ser catedral.-Item, n.o 32 del año 1267.

(1) Entregó la ciudad y veintiocho castillos á D. Alfonso García de Villamayor, el cual tomó posesion por el Rey de Castilla. (Comentarios de D. Jaime, cap. 15).

esta cuando más con el simbólico cordero. Tambien los mozárabes usaron poner Crucifijos en los altares; y de cruces y cruces preciosas hablan siempre sus escritos, sin que se halle noticia de ningun Crucifijo hasta muy entrado el siglo X. Las cruces toledanas halladas en Guarrazar, la de la Victoria, la Angélica de Oviedo, la Compostelana y otras que se conservan ó de que hablan nuestras crónicas, ningun vestigio ni remoto tienen de Crucifijo, debiéndose fijar por tanto el siglo X al XI como la época en que principiaron á generalizarse los Crucifijos en España. Mal pueden ser por tanto de los primeros tiempos de la Iglesia, ni aún de los visigodos, algunos de los que por antiquisimos se citan, y como ocultos al tiempo de la invasion sarracena (1).

De la época que vamos recorriendo son las santas Faces ó Verónicas que se veneran en Alicante, Jaen y Madrid y que, confrontadas con la de Roma, difieren bastante. De la de Jaen se dice que es venerada allí desde la época misma de la reconquista por San Fernando (2), aunque otros suponen la trajo de Roma un Obispo en el siglo XV.

Hablando del lienzo ó sudario del Señor, en Oviedo dice Ambrosio de Morales: «Está tendido y prendido sobre el lienzo el Santo Sudario, que es un lienzo delgado de tres cuartas en largo y media vara en ancho y lleno en muchas partes de Sangre divina de la cabeza de nuestro Redentor, de diversas maneras y tamaños; donde algunos notan señales del Divino rostro y otras particularidades ». Debe tenerse en cuenta que además de la santa Faz de Roma, y la Sábana Santa de Milan, y las de la Santa Capilla de París, tenemos en España esta Sá

(1) Además del Cristo milagroso de Búrgos, que se dice traido allá por un mercader que lo encontró en el mar, hácia el año 1184, hay otros vários que se suponen fábricados por ángeles, como el de Calatorao, otros por Nicodemus, otros venidos de Berito, y otros aparecidos milagrosamente ó venidos por el Ebro arriba, hasta Balaguer, Zaragoza y Tudela. En Palencia se venera en el convento de Santa Clara una efigie prodigiosa de Cristo en el sepulcro, hallada en alta mar por el Almirante Enriquez, á principios del siglo XIV. Es flexible, como el Cristo de Búrgos. Tambien es portentosa la Cruz de carne que se venera en la Catedral de Zamora, y trajo un ángel al Abad Ruperto, benedictino.

(2) Así lo sostiene Rus Puerta, asegurando que se ignora la proce

dencia.

bana Santa en Oviedo y otra en Campillo (pueblo de Aragon), y las santas Faces de Jaen, Alicante y capilla del Príncipe Pio en Madrid.

solían po

En defecto de reliquias, y áun al par que estas, ner en las aras, altares consagrados, y aun en las cabezas de los Crucifijos, formas consagradas, de las que se han hallado algunas incorruptas milagrosamente (1). El año 1251 se colocó una hostia consagrada en la frente de un Crucifijo en la iglesia de San Juan de las Abadesas, la cual se halló incorrupta en 1426, y tal se conserva.

Los militares de aquellos tiempos no se desdeñaban de comulgar ántes de entrar en batalla, y ántes cumplían con este deber cristiano. La preparacion para la batalla de las Navas la describe D. Rodrigo con su lacónica y enérgica frase. A la media noche el clarin llama á todos á confesar, se dice la santa Misa al amanecer, y en seguida toman las armas para el combate (2). Tampoco los aragoneses en el Puch omitieron tan santa práctica ántes de romper contra los moros, consiguiendo de este modo 3.000 cristianos derrotar á 60.000 musulmanes (3).

Pero aún es más celebre el suceso de los corporales de Daroca, ocurrido pocos años despues en el castillo de Chio (4). Seis nobles aragoneses, con unos 1.000 hombres de las comunidades de Calatayud, Teruel y Daroca, sitiaban aquel castillo, cuando viniendo sobre ellos todos los moros del país se hallaron sitiados en su campamento. Iban á comulgar los seis capitanes, cuando los centinelas dieron el grito de alarma. No

(1) En San Cugat de Vallés se conserva una, que se dice ser del año 993. El Teatro eclesiástico de Aragon trae la descripcion de un ara consagrada por San Ramon de Barbastro, con reliquias de Corpore Domini, y pudieran citarse otras várias.

(2) Circa mediam noctem vox exultationis et confessionis iñsonuit in tabernaculis christianis... Celebratis itaque Dominica Passionis mysteriis, et facta confessione, sumptis sacramentis, acceptis armis, ad campi certamina processerunt (Cap. 9, lib. IV de Rebus Hisp.).

(3) Refieren constantemente este suceso todas las historias de Aragon: véase sobre ello el tomo III del Viaje literario de Villanueva.

(4) Entre los vários que han escrito acerca de este milagro, además de los historiadores aragoneses, que todos le refieren, puede contarse Fr. Alonso Fernandez, autor de várias obras de historia eclesiástica.

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