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que

de Europa, y aquel mar de las Antillas hemos descrito como un mediterráneo con muchas bocas, han influido. poderosamente en el progreso de la sociedad en la isla de Cuba y en las hermosas provincias de Venezuela: en ninguna parte de la América española ha tomado la civilización un aspecto más europeo; el crecido número de Indios cultivadores que habitan en Méjico y en el interior de la Nueva Granada da á estos vastos países un caracter par· ticular, acaso más exótico, pero en la Habana y en Caracas, apesar de la población de negros, se cree uno estar más cerca de Cádiz ó de los Estados Unidos que en ninguna otra parte del Nuevo Mundo."

Mr. Depons observa además cierta disolución de costumbres en Caracas y habla de los frutos de uniones clandestinas con los esclavos y gentes de color.

Mr. de Segur, quien viajó por Puerto Cabello, Valencia, Aragua y Caracas en 1782 habla ya de los deseos de In dependencia que se agitaban en los es

píritus de los criollos, de su cultura francesa, y del caracter levantisco de los caraqueños.

La legislación civil y penal y militar era la misma de España, con las excepciones y ampliaciones de las leyes de Indias, gozando los militares del fuero de guerra y los clérigos del fuero ecle

siástico.

La organización militar consistía en la más absoluta centralización de la autoridad en el Capitán General, y á este propósito dice Depons: "Los Gobernadores tenían el derecho de tomar provisoriamente todas las medidas que las circunstancias indicaban ser

sarias; pero debían dar cuenta al Capitán General y ejecutaban definitivamente sus órdenes. A primera vista parece que todas las provincias, obran do bajo un mismo plan, debían hacer una defensa mejor entendida y más eficaz que si cada una obrase separadamente, Esto sería efectivamente cierto, si ellas hubiesen estado suficiente

mente cercanas para poderse socorrer mutuamente."

Había fortificaciones en Pto. Cabello, La Guaira, Cumaná, Guayana, Margarita, Barcelona, La Vela y Maracaibo; y la fuerza pública se componía de un batallón veterano, mandado por un oficial que se titulaba teniente de Rey, fuerza que unida á las Compañías de milicias de blancos y pardos, hacía el servicio militar de la colonia, pudiéndose clevar el total á catorce mil hombres, en caso necesario.

Terminaremos esta breve reseña haciendo constar que el poder del Capitan General no era tan omnímodo como tanto se ha dicho y repetido. En primer lugar, elemento extraño en esta región, encontrábase cohibido y aún hostilizado por la aristocracia territorial que disponía de los Cabildos, las milicias y las riquezas todas del país. En segundo lugar, la Audiencia era el Supremo Tribunal completamente independiente, á cuyo dictamen debía so

caracter.

meterse aquella autoridad, que la presidía, y ejecutaba sus determinaciones. Esos Tribunales entendían en casi todas las meterias de Gobierno, y estaban compuestos casi siempre de hombres de ilustración, integridad y gran Las Rentas y demás asuntos de Hacienda tampoco dependían directamente del Capitán General, sino que las primeras se administraban por un Intendente nombrado por la Corona, la cual instituyó además un Tribunal independiente, llamado el Consulado, para resolver los asuntos del Comercio, y atender al fomento y obras públicas de la Colonia. Añádanse á esto finalmente, el poder formidable del Clero que era un Estado dentro del otro, los fueros de los militares y eclesiásticos, y el juicio de residencia á que después de su Gobierno quedaban sometidos los Capitanes generales, y dígasenos si estos funcionarios tenían mayor ó igual poder al de los Presidentes de la República, que no tienen contrapeso alguno sino en la olvidada letra de las leyes.

CAPITULO VI

Estado de la América durante la Colonia

El Imperio español en América abarcaba desde los 41° 43' de latitud austral hasta los 37° 48' de latitud boreal, una superficie de 371.380 leguas y una población de 16.000.000 de habitantes, territorio dividido en los virreinatos de Méjico, Nueva Granada, Perú У Bue. nos Aires y las Capitanías generales de Guatemala, Puerto Rico, Caracas, Chile y la Habana.

He aquí el cuadro publicado por

Humboldt:

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