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aviesa, que ó mal hallada con la sujeción inherente al ejercicio de un arte mecánico ó de una profesión lentamente lucrativa, ó temerosa de los fallos de los tribunales, ó viciada con la vagancia, ó desesperada por la miseria, busca rápidos medros á favor del desorden y de la vida aventurera (tendencia que por desgracia ha distinguido siempre á los hijos de nuestro suelo), y se arrima á una causa á cuya sombra tan fácil es cometer á mansalva despojos á que antes se daba otro nombre, y cuyos perpetradores se disfrazan con dictados. políticos, menos mal sonantes que los que en otro caso hubieran merecido." Y añade que ha sido muchas veces causa de descontento y de insurrección la falta de un buen orden administrativo, "laga que parece incurable en España."

En 1899 se contaban tres órdenes religiosas, 1684 frailes que vi ven en 161 casas religiosas, 14.592 monjas en 1.027 conventos; hay 33.000 sacerdotes, 65 Catedrales, 30 Seminarios, 18.564 Iglesias parroquiales y

11.202 Conventos, Capillas y Casas religiosas. Solo hay 1654 protestantes, 402 judíos y 9645 racionalistas.

No entra en nuestro propósito denigrar de España como lo hacen los que pretenden echarla de patriotas exaltados. Señalamos los hechos y sus causas. reconociendo no obstante que en la época de la colonización ella nos dió

lo que poseía, es decir, el grado de cultura que alcanzaba, sin que hayamos de pretender que nos trasmitiese usos, costumbres é ideas que prevalecieron en épocas posteriores, ó que apenas se esbozaban en los pueblos del Norte y Centro de Europa. De más de esto basta comparar el modo, de colonizar de ingleses, franceses, holandeses, portugueses y norte-americanos, para convenir en que ningún otro como el pueblo español ha sabido llevar á tan alto grado de perfección el arte de crear pueblos y conquistar razas y fundirlas en una, como se ve por esa constelación de repúblicas del continente ame

ricano, perpetua gloria de la noble raza hispana.

Con todos los recursos de la civilización moderna, los pueblos más adelantados del orbe, Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, no han podido fundar en sus colonias una masa homogénea; manteniéndose en ellas infranqueables las divisiones de raza, el envilecimiento de los conquistados, ó extinguiéndose estos por el hierro y el fuego de los conquistadores. España dió á América su sangre, sus glorias y su lengua. Nuestro pueblo vive de esas tradicio nes caballerescas, y estima como propias las heroicas empresas y los nobles frutos del ingenio con que nuestros an tepasados ilustraron por siempre los fastos de la historia. El pueblo que asombró á Escipión y detuvo á César ; que paseó victoriosas sus enseñas sobre el mundo entero; que ha dado á la historia los nombres de Trajano, Séneca, Cervantes, Lope, Calderón, Castelar, etc.; que engendró las nacionalidades americanas; que detuvo en su carrera

de triunfos al César francés; ese pue blo que ha preferido siempre las grandezas de ensueños generosos á las pe queñeces de la vida materia, merece los homenajes del Universo y con mayor razón los de nosotros sus hijos por la sangre y el espíritu.

CAPITULO III

Los indígenas

Á la llegada de los castellanos al continente americano, la mayor parte de su extenso territorio ofrecía á la contemplación de los descubridores, junto con los magníficos y no superados dones con que la había favorecido la Naturaleza, el contraste de ser habi

tada por naciones У tribus salvajes que apenas sabían aprovechar las grandes y codiciadas fuentes de bienestar que por donde quiera se derramaban. La caza, la pesca, escasas plantas cultivadas, y los frutos que abundante y expontáneamente se producían, cons tituían los medios de que estas gentes derivaban la subsistencia. La inercia, engendradora de vicios, era

esas regiones una cualidad distintiva, y solo el grito de guerra, en ellas siempre feroz, de astucias

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