Biblioteca de autores españoles, Volumen34

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Bonaventura Carles Aribau
Ediciones Atlas, 1872
 

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Página 380 - Que de noche le mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo.
Página 39 - Dirás que muchas barcas con el favor en popa, saliendo desdichadas, volvieron venturosas. No mires los ejemplos de las que van y tornan, que a muchas ha perdido la dicha de las otras.
Página 39 - Ya fieros huracanes tan arrogantes soplan que, salpicando estrellas, del sol la frente mojan ; ya los valientes rayos de la vulcana forja, en vez de torres altas, abrasan pobres chozas. Contenta con tus redes, a la playa arenosa mojado me sacabas ; pero vivo, ¿qué importa? Cuando de rojo nácar se afeitaba la aurora, más peces te llenaban que ella lloraba aljófar.
Página 39 - Al bello sol que adoro enjuta ya la ropa, nos daba una cabana la cama de sus hojas. Esposo me llamaba, yo la llamaba esposa, parándose de envidia la celestial antorcha. Sin pleito, sin disgusto, la muerte nos divorcia: ¡ay, de la pobre barca que en lágrimas se ahoga!
Página 6 - Dijeron que antiguamente se fue la verdad al cielo ; ¡ tal la pusieron los hombres, que desde entonces no ha vuelto...
Página 39 - Qué jarcias te entretejen ? qué ricas banderolas azote son del viento y de las aguas sombra ? En qué gavia descubres del árbol alta copa, la tierra en perspectiva, del mar incultas orlas ? En qué celajes fundas que es bien echar la sonda, cuando, perdido el rumbo, erraste la derrota ? Si te sepulta arena, qué sirve fama heroica i que nunca desdichados sus pensamientos logran.
Página 39 - Adonde vas perdida, adonde, di, te engolfas, que no hay deseos cuerdos con esperanzas locas? Como las altas naves te apartas animosa de la vecina tierra y al fiero mar te arrojas. Igual en las fortunas, mayor en las congojas, pequeña en las defensas, incitas a las ondas.
Página 28 - Así lloraba Fabio del mar en las riberas, la vida de Amarilis, la muerte de su ausencia. Cuando atajaron juntas con desmayada fuerza, el corazón las ansias, las lágrimas la lengua. Amor, que le escuchaba, dijo: «La edad es esta de Píramo y Leandro, de Porcia, Julia y Fedra; que no son de estos siglos amores tan de veras, que ni el morir los cura, ni el tiempo los remedia.
Página 380 - Aguarda», responde el eco. ¡Muerto yo! Pero es canción que por algún hombre hicieron de Olmedo, y los de Medina en este camino han muerto.
Página 28 - Levanto el rostro á verla, Las lágrimas la miran, Porque los ojos ciegan ; Mas no podrá quejarse De que otra cosa vean, Aunque mirase flores, Sin parecerme feas. Tan triste vida paso...

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