Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Alonso Fernandez de Lugo, máxime tratándose de un caballero, en cuyo pecho no debia anidarse ninguna clase de dolo; pero así pasaron las cosas, y ya hemos visto en el discurso de estos Estudios, de parte de quien aparecian siempre la nobleza y la lealtad.

Vuelto Fernandez de Lugo á su campamento, mandó colocar, segun dice la tradicion, una gran cruz de pino inmediato al barranco de las Nieves, en el mismo sitio que hoy ocupa la Alameda. Esta cruz fué conocida por mucho, tiempo con el nombre de Cruz del Tercero, porque un fraile de la Órden de S. Francisco era el encargado de adornarla el dia de la festividad; hasta que fué arrancada por el aluvion del 3 de Octubre de 1783, que tanto destrozos causó, y arrastrada hácia el mar por las aguas torrenciales.

Hemos dicho que la expedicion arribó á la isla de la Palma el 29 de Septiembre de 1492, terminando la conquista el 3 de Mayo de 1493. Esto es lo cierto, á pesar de que los historiadores no están contestes, ni pueden estarlo, dada la diversidad de criterio, referente al dia de la llegada de las tropas conquistadoras á Tazacorte.

Por eso Abreu Galindo que dice que aportaron el 29 de Septiembre de 1490, señala la terminacion de la conquista el 3 de Mayo de 1491, lo mismo que Castillo: el Dr. Marin de Cubas, que fijó el desembarco en 1491, dá por terminada la guerra en 1492, y Andrés Bernaldez, Nuñez de la Peña, Porlier, Viera y Clavijo y Miliares en 1493.

Hace sobre esta diversidad de opiniones, algunas consideraciones nuestro historiador D. José de Viera y Clavijo, expresando que en el Diccionario geográfico de Echard, se dice que la Palma se conquistó en 1486, y el P. Fabro, en su Historia Eclesiástica, la fija en 1495, y luego anota las fechas de los demas historiadores y cronistas, y hace ver que si la conquista de Tenerife principió en 1.° de Mayo de 1494, debió terminar la de la Palma en 1493; pues el gene>>ral Lugo no hizo más que dar un corto descanso á sus >>tropas victoriosas, en Canaria, para llevar la guerra á los »Guanches con los mismos bajeles.»>

CAPÍTULO OCTAVO.

CONQUISTA DE TENERIFE.

Último baluarte de la antigua raza que poblaba las islas de Canaria, era Tenerife; pero la lógica de los acontecimientos patentizaba que aquellos habitantes no disfrutarían por mucho tiempo de la paz de sus dominios, y que el fuego de la guerra habría de formar singular contraste con el fuego que vomitaban las entrañas del gigantesco Teyde; convirtiendo en campos de sangre aquellas quebradas tierras cubiertas de bosques, cuya variada flora excitaba la codicia de los conquistadores.

Segun ya hemos indicado, no nos es posible poner nada de nuestra parte al relatar acontecimientos pasados, sobre los cuales cronistas é historiadores parece que debieran haber dicho la última palabra; y sin embargo, navegamos, á veces, según se ha visto, por un mar de dudas, sin que nos sea posible salir airosos en nuestro empeño; y otras, nos consideramos en posesión de la verdad, en fuerza de documentos y antecedentes que disipan con su claridad las tinie. blas del pasado. Seguimos con fé nuestro empeño garanti. zado por la bondad del deseo.

Ya hemos hecho notar la diversidad de criterio referente á sílaconquista de la isla de la Palma precedió ó fué poste rior á la de Tenerife, y ahora veremos la diversidad de opiniones respecto á la fecha en que dió principio la de esta última.

(

Gomez Escudero, que fué el primer cronista, y que en la época de la conquista se encontraba en las islas, no indi• ca la fecha en que tuvo principio la de Tenerife; pero si di. ce que fué anterior à la de la Palma: (1). «Viéndose solo 1). Alonso de Lugo empezó á vender toda su hacienda «que cra muy lucida; pasó á España, presentóse á «sus Altezas, que lo estimaron mucho por ser gran soldado, pidióles hiciesen merced de la conquista de Te«nerife y la Palma, holgóse de concederle lo que pidió: «con que aprestó con brevedad juntar gente, municio«nes y demás pertrechos; y después de algunos dias de navegación, llegó con sus navíos á el puerto que ahora «llamamos de Santa Cruz: en el nombre de la cual salieron «á tierra escuadronada su gente comenzó á marchar: Las «espias de la gente Guancha de Tenerife apellidaron la Isla en un punto que se juntaron tantos no veian los cristianos «por onde juir que apenas podian cojer las lanchas pra «embarcarse, y el Sr. Adelantado D. Alonso de Lugo perdió un caballo en la escaramuza, y otro caballero conquista«dor le dió el suyo, en que escapó herido en la boca de una «pedrada; y él y los que escaparon, que fueron pocos, se embarcaron y los Guanches los sigieron hasta el agua á «los pechos para ganarles las lanchas.

«Considerando la poca gente que tenia para empresa de «tanta, acordaron de pasar á Canaria, consolóles el Goberna«dor Francisco Maldonado socorriéndoles en su aflicción y dándoles cien hombres de pelea, y por Alferez á Juan Mellian <<yerno del Alferez Jaimez de Sotomayor, gran soldado, diole cincuenta caballos suyos. Tambien la Sra. D.a Inés Pera«za viuda de Diego de Herrera y otras personas le ayudaron

(1) Gomez Escudero, M S. cit. cap. XVI, p. 39.

"con bastimentos, y viéndose ya sano de su boca,volvió segunda vez. Volvió allí á Santa Cruz, onde echó su gente «y fué marchando hasta la ciudad que, hoy se dice de la Laguna, donde esperaban los Guanches muy armados con dardos, piedras y montantes de palo de acebuche y sa«bina, que partian á un hombre y á un caballo. Y allí se «embistieron unos y otros y ahora como hubo mas caballos «y otra gente que no la primera que por visoños y no saber "pelear con isleños se perdieron. Fué Dios servido de darle «victoria, hizo en fin retirar los Guanches, habiendo prime«ro defendidose muy valerosamente que puso mucho cuida«do en apretar las manos á los cristianos. Fueron en su «seguimiento hasta del todo auyentarlos, y se hicieron fuertes en un cerro que llaman la Matanza, y cada dia veniań «de socorro de toda la Isla tantos que para un español ve«nia á caber diez ó doce de ellos. Viendo esto Lugo cerró «con ellos antes que cargasen más: fué esta guerra tan re«ñida que de ambas partes murieron muchos, y como los «cristianos eran los menos, sc sentia de día en dia la falta «y en ellos acudian como enjambres y pareciendo (como era «cierto) que fuerzas humanas ó ejército tan pequeño era «imposible conquistarlos, fueron poco á poco los nuestros ⚫retirándose à tomar un sitio fuerte en la noche de aquella "pelea haciéndose reparos para asegurarse.

«Hecho alto en este sitio, hizo juntar sus Capitanes, "Oficiales soldados de quenta sobre la resolución que se «habia de tomar y acordóse por los más que para otro año «dando aviso de ello á sus Altezas y que se inviase mas socorro, y otros eran de contrario parecer sino proseguir, «lo cual era perderse: ya estando de el primero en aquel «dia y el siguiente hubo nuevas que entre los Guanches «habia tambien pestilencia, que en pié se caian muertos, y «fué de la mortandad de el año antecedente que no hubie«ron de enterrar los cuerpos porque huian de cosa ensan«grentada y de mal olor; así se apestaron todos y nada de «este achaque tocó á los cristianos que fué particular pro«videncia de Dios.

«Sabiendo en el Real de los Cristianos lo que pasaba en «los Guanches, salió Lugo con su gente y peleó valerosa«mente, y al tercero dia,y ahora reñian muy desmayados sin fuerzas ni valor, desbaratáron los por dos ó tres veces y á «<los que venian de socorro desmandados, viéndose pocos y «perdidos, se huian y metian en las orillas de el mar; escon«didos allí se dejaban morir como bárbares y el Adelanta. «do los mandaba traer y hacia bautizar lo cual hacian sin «ninguna resistencia de bonisima gana, y viendo que no se «<les hacia más mal que éste, se entregaban pocos que mas «querian morir los Guanches en el tér«mino onde estaba la Santa Imágen que se habían estado quietos sin pelear á ver en que paraba el vencimiento de «los nuestros y viéndolos venirá onde ellos estaban, y como «entrasen á adorar la imágen y no les hicieron mal ninguno, «alzaban las manos al cielo y sabian que por aquel respeto «no los agraviaban, fueron todos amigablemente cristianos; «y los nuestros les amaban mucho, y ellos á los nuestros; y «así tuvo fin aquella penosa y casi imposible victoria que «siempre que se acometia á el enemigo todo era llamar á «Santiago y á sus devotos cada uno y como por milagro «de la Reina de los Angeles abogada de los pecadores, se «venció ésta como las otras islas cada uno lo atribuia á el Santo de su devoción. Tomóse el nombre por sus Alte«zas, puso justicias en todos los lugares, y dejando la Isla capaciguada, intentó Lugo con menos gente pasar á con«quistar la Palma».

Y en cotradiccion con éste, otro cronista, Andres Bernaldez, manifiesta como Alonso Fernandez de Lugo, después de haber terminado la conquista de la isla de la Palma, pidió al Rey y á la Reina emprender la de Tenerife á cuyos hechos de armas dió principio en 1494: «Despues que Alon«so de Lugo ovo la victoria de la isla de la Palma, deman«dó al Rey y á la Reina la conquista de la isla de Tenerife, «que era la última y setena de las Canarias, y una de las mejores, y la mayor de gentes, que en ella habia infi«nitos ganados y de cabras, y ovejas, y puercos, y muchas

« AnteriorContinuar »