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algunos tiros que les tiraron los hicieron apartar, y la gente >>se pudo embarcar, y el Capitan Pedro Hernandez Cabron >>volvió al punto herido de una pedrada en la cabeza, y des>>embarcó la gente y municiones que le habian quedado y los >> mantenimientos; y vista la discordia que habia entre el go>> bernador y el Dean contra Juan Rejon, y que el Obispo no >>habia podido componerlos ni acordarlos, acordaron se em>>barcase Juan Rejon en los navios y se volviese á España y »daria cuenta á los comisarios de como las desgracias suce>>didas habian sido causadas de las discordias que traian los »>que gobernaban la conquista; y así volvió Pedro Hernan>>dez Cabron á Castilla á buen tiempo y trajo consigo á Juan >>Rejon y dieron cuenta á los comisarios de la gran necesi»>dad en que quedaban los de la conquista de la isla de la » Gran Canaria.»>

De suerte que, segun este historiador, volvió Juan Rejon á Canaria por tercera vez para llevar á efecto la ejecucion en el cadalso de Pedro del Algaba, con el destierro del Dean Bermudez y demás sucesos que quedan referidos.

Nuñez de la Peña nada dice referente à los particulares que Abreu Galindo reseña; pero el P. Fr. José de Sosa expone, que habiendo tenido los Reyes noticia de la ejecucion de Algaba, enviaron al Obispo Frias en la armada de Pedro Cabron para establecer la paz y reducir á los infieles; y que en este tiempo fué cuando se presentaron los portugue ses, cuyo desenlace hemos referido; y termina diciendo que habiendo leido los reyes con detencion los papeles en que se trataba de la conducta de Rejon, mandaron á Canaria á Pedro de Vera.

A su vez el Dr. Marin de Cubas (1) acepta el relato de Abreu Galindo, incurriendo por lo tanto en iguales errores, y dialoga la discusion que, dice, tuvo lugar cuando se celebró la reunión; en la que hace hablar al Obispo, á Algaba, á Rejon y á otros de los que figura presentes, y al detallar el desastre de Tirajana, dice que «andaban los Canarios tan

(1) Dr. Marin de Cubas: M. S. cit. lib. II, cap. IV, p. 102.

TOMO III-11.

>>descomedidos y atrevidos que hacian en los cristianos »grandes burlas y maldades, haciendo de noche rebatos ar»ma falsa, y al soldado que veian apartado ó solo, lo pro>>curaban matar, y la mayor fuerza de ellos estaba á la par»te opuesta de la isla, en unas sierras y barrancos agrísi. >>mos llamados Tirajana, donde viven en cuevas y grutas >> altísimas como las aves, de donde las mujeres arrojan pie»dras y palos para su defensa; y el almirante con alguna »gente suya y otros veteranos y canarios prácticos amigos »y enemigos de los suyos por delitos, embarcados en tres >>navios fueron al fin de la isla y dia 24 de Agosto de San >>Bartolomé, llegaron al pueblo que está al pié de las sie>>rras y lo hallaron sin gente, bien prevenidos de carne en »>cecina, ganados, cebada, manteca y miel silvestre en ollas »y odres higos pasados; y recogida la presa, queriendo ve>>nir á embarcarse, ya cerca de noche, le dijeron á Pedro >>Hernandez que no convenia, porque habia cierta emboscada >>de canarios á la retirada: respondió que tenia los navios »sin gente y que habia de dormir en ellos y no temia á >>hombres desnudos. Yendo de marcha una cuesta arriba, »ágria y de malos pasos, salieron los canarios dando silbos, >>gritos y pedradas en lluvia y palos con que mataron veinte >>y seis cristianos y más de cien heridos, y desbaratados ca»minaron á la marina y ellos en su seguimiento, que fué >>menester que de las lanchas se disparasen armas de fuego »y ballestas. Salió Pedro Hernandez con una pedrada en la »>cabeza, y quedó sin algunos dientes y la boca torcida que >>no pudo hablar ni comer bien: vino renegando de los ca»narios, de la conquista de tales fieras.>>

Por lo trasuntado se vé que Marin de Cubas casi copia, con algunas adiciones, á Abreu Galindo, sin que Castillo esclarezca nada este particular, y concretándose Viera á glosar al mismo Abreu Galindo, si bien revistiendo su na. rracion con galas literarias, con objeto de dar cierto atractivo y sabor á aquello que se duda; siendo muy de lamentar que nuestro ilustre historiador coetáneo Don Agustin Millares, acepte lo escrito por los dichos Abreu Galindo,

Marin de Cubas y Viera y Clavijo, cuyos hechos no es posible por nuestra parte aceptar dado el crédito que como cronistas nos merecen Gomez Escudero y Antonio Cedeño, el primero capellan, y el segundo soldado de los tercios del propio Juan Rejon, que afirman que el Obispo Don Juan de Frias no vino con aquel, sino que fué recibido por éste á su llegada en los buques de la armada de Pedro Cabron, lamentando los acontecimientos ocurridos con la muerte de Pedro del Algaba; pero disimulando su disgusto y dando cuenta de ello á su Alteza.

CAPÍTULO CUARTO.

PEDRO DE VERA.

No podian los Reyes Católicos mirar con indiferencia lo que ocurria en el Real de Las Palmas, en vista de las manifestaciones hechas, no sólo por el Obispo Don Juan de Frias y el almirante Pedro Cabron, sino tambien por las quejas angustiosas de Doña Leonor Xuarez Gallinato, viuda del infortunado Pedro del Algaba y de sus dos hijos Andrés y Jerónimo, cuyas quejas llegaron à convencer á los Reyes de la urgente necesidad de enviar inmediatamente un General de condiciones relevantes y excepcionales que, con un acertado mando y delicada diplomacia, cortase las desavenencias y pusiese fin á la comenzada conquista.

Fué elegido para tan importante cargo Pedro de Vera, natural de Jerez de la Frontera, de ilustre nacimiento, y caudillo afamado de gran pericia militar y de reconocido valor.

Merece este personaje, que tanto figura en la historia de nuestras islas, por haber terminado la conquista, y haber efectuado los repartimientos de tierras y aguas, mencion muy especial. Y al efecto, veamos como le pintan los historiadores, para que luego nuestros lectores puedan juzgarle

por sus hechos.

El célebre cronista bachiller Andrés Bernaldez (1) dice, refiriéndose á este nombramiento: «Fué por capitan Pedro »de Vera, Alcaide de Arcos, que fué allá desterrado e por >>capitan, e con él Alonso de Lugo e la ganaron. El dicho >>Pedro de Vera partió de Jerez en el mes de Julio del año »de 1480, e fué desterrado de Castilla por la muerte de Ba>>surto, el Alcaide de Medina Sidonia, que en tiempo de la »guerra del Duque Don Enrique y el marqués D. Rodrigo >> Ponce de Leon, hurtó á Medina, y diola al marqués. Murió »>allí el Alcaide Basurto que se habia hallado fuera de la fortaleza una noche, y el Alcaide Pedro de Vera le tomó >>toda su hacienda; e dieron en penitencia que volviese lo »>que tomó, e fuese á conquistar aquella isla, de la cual ovo »victoria segun adelante se dirá.»>

Preséntale Viera y Clavijo como caballero intachable. cuando dice (2): «Para este nombramiento no hay duda que »concurrian en Pedro de Vera las más sobresalientes y dis>>tinguidas cualidades.....» Y pone como comprobante la siguiente nota respecto á su genealogia: «Pedro de Vera des>>>cendia del ilustre linaje de este nombre, y era hijo de »Doña Maria de Vera y de Diego Gomez de Mendoza, noble >>caballero de la casa del Señor de Hita y Buytrago. Nues>>tro Pedro tenia el empleo de Alguacil y Alferez Mayor de >>Xerez de la Frontera, y gozaba un juro de 70.000 mara>>>vedís por premio de su mucho valor. Asimismo fué Alcay»de de Ximena, por merced del Rey Don Enrique IV, de »>quien se intitulaba criado y á quien el mismo Rey honra>>ba escribiéndole de este modo: Alcayde Pedro de Vera, »amigo: Yo he sabido este caso de Ximena, sobre lo qual »embio allá á Alvaro de Castro mi Maestre Sala, para que »fable con el Duque, y asimismo con vos. Yo os ruego, y »>mando sea creido. De Madrid año de 1470. Yo el Rey. Pe>>dro de Vera, que era deudo y aliado de la Casa de los

(1) Andrés Bernaldez: op. cit. tomo I cap. XXXV, p. 100.
(2) Viera y Clavijo: op. cit. Lib. VII, tomo II,
p. 59.

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