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Conceptos que comprende.-La nota de católica comprende los tres conceptos de universalidad de la doctrina (1) đè tiempo y de difusión, porque siempre, en todo tiempo y en todo lugar ha de ser la misma.

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San Agustín dice á este propósito hablando de la Iglesia; Totum possidet, quod à viro suo accepit in dotem, lege tabulas matrimoniales ejus. Recitabo. Oportebat Christum pati, et resur. gere à mortuis, et prædicari in nomine ejus penitentiam et remissionem peccatorum per omnes gentes. Omnes gentes totus mundus est. Ecclesia totum possidet. quod à viro sup accipit in dotem (2).

En este mismo sentido se expresan otros Santos Padres y los símbolos de fé.

En qué consiste la nota de apostolicidad. Lu nota de apostolicidad consiste en la pública, perenne y no interrumpida sucesión de ministros desde los Apóstoles hasta nosotros por medio de la ordenación y la conservación de la unidad de fé y comunión con la cabeza de toda la Iglesia, que es lo que constituye el centro de, unidad.

Esta idea de la apostolicidad no puede negarse, á ménos que se impuguen las sagradas Escrituras, y la divina revelación, puesto que en aquellas se dice terminantemente que Jesucristo eligió sus apóstoles (3), encomendando á ellos y sus legítimos sucesores el gobierno de su Iglesia (4)

Modo de conocerla.-La nota de apostolicidad de la Iglesia se conoce fácilmente, fijándose en=

a) La sucesión no interrumpida de ministros desde el príncipe de los Apóstoles, de modo que donde se halle á Pedro, ó al que forma el último eslabón de la cadena que da principio en

(1) PERRONE: Id. ibid.

(2) Inst. Jur. Canon, por R. de M., lib. I. cap. II, art. 2.°

(3) Luc, cap. VI, v. 13.—JOANN., cap. XV, v. 16. 1 al Corinth.. capí

tulo I. v. 1.

(4) MATTH., cap. XVI, v. 18 -Cap. X.-Cap. XXVIII, vv. 19 y 20. - Capí tulo XVIII, v. 18.-Epist ad Ephes., cap. If, v. 20. --Cap. IV, v. 11.

S. Pedro, allí está la Iglesia de Jesucristo, porque aquél es su fundamento y su cabeza, y así como no puede vivir un cuerpo sin cabeza ni subsistir un edificio sin cimiento, tampoco puede existir la Iglesia sin Pedro, que es la piedra sobre que está edificada.

b) La serie no interrumpida de obispos desde los Apóstoles, que se han venido sucediendo en línea recta, ó que al ménos traen su origen de los que inmediatamente descendieron de los Apóstoles, permaneciendo en la unidad de fé y comunión con la cabeza de la Iglesia (1).

Diferencia entre las notas y propiedades de la Iglesia.-Quedan explicadas las propiedades y notas de la Iglesia, y es fácil por lo mismo comprender la diferencia que media entre unas y otras.

Las propiedades son esenciales é intrinsecas á la Iglesia, y las notas son extrínsecas á la misma, no teniendo otro objeto que el de poner de manifiesto á los hombres las señales que puedan servirles de guía para conocer la sociedad fundada por Dios para la salvación del género humano (2).

ARTÍCULO III.

DE LA EXISTENCIA DE ESTAS NOTAS EN LA

IGLESIA CATÓLICA.

Si las notas de la verdadera Iglesia se hallan solamente en la Iglesia católico-romana.-Es muy fácil probar que la Iglesia católico-romana reune en sí todas las notas de la verdadera Iglesia (3), y que las sectas disidentes no se hallan en este caso. A este efecto bastará considerar:

(1) DEVOTI: Inst.Canon. proleg., cap. 1, pár. 14.

(2) PERRONE: Pralet. Theolog. tract, de locis theolog., part. 1.2, capítulo III,

art. 2.

(3) Inst. Fur. Canon., por R. de M., lib. I, cap. II, art. 2.", namero 2.", prop. 4, y sig.--PERRONE: El Protestantismo y la regla de jë.

I. En la Iglesia católico-romana existe la unidad de fé y comunión con el principio de autoridad, base y fundamento de aquéllas. Por una serie no interrumpida de Romanos Pontífices se viene á parar desde S. Pedro hasta León XIII, sin que esta misteriosa cadena se encuentre rota en ningún tiempo, pues la historia eclesiástica presenta con toda claridad el largo catálogo de Papas que han ido sucediéndose en el primado, de modo que es muy fácil llegar desde León XIII hasta S. Pedro (1), y desde éste hasta el que rige hoy con tanta gloria la Iglesia de Jesucristo (2).

Todos los miembros de esta sociedad se adhieren á las decisiones de aquélla, profesando la misma fé y participando de los mismos sacramentos bajo el régimen de los legítimos pastores, y principalmente del Romano Pontifice; así que los doscientos millones de católicos extendidos por toda la tierra están intimamente unidos á su cabeza el Romano Pontífice, y lo mismo se cree por los católicos de Italia que por los de España, Francia, Inglaterra, Austria, América, Oceanía, etc. (3).

Veamos si sucede, otro tanto con el protestantismo, que reune en sí todos los errores y herejías antiguas y modernas. Los protestantes, partiendo de su principio fundamental del espíritu privado ó razón individual, no están conformes entre sí sobre el número de los sagrados libros; no reconocen una regla invariable de fé, opinando cada cual como le parece en materias de religión, y de aquí la infinidad de sectas en que se hallan divididos (4).

II. La Iglesia católico-romana tiene la nota de santidad, porque ella profesa y enseña una doctrina que condena todos los vicios y aprueba todas las virtudes, teniendo en su seno fieles que la practican hasta en grado heróico, como lo demuestra el martirologio.

(1) Véase el apéndice núm. 3 del lib. I de esta obra.

(2) PERRONE: De locis theolog., ibid., art. 3.*

(3) PERRONE: De locis theolog., part. I, cap. III, art. 3.o (4) DEVOTI: Inst. Canon., proleg., cap. I., párrafo 15.

TOMO I.

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Esta fecundidad, unida á los dones sobrenaturales que la acompañan, como los milagros y profecías con que el Espíritu Santo favorece á algunos de sus miembros constantemente, es la prueba más acabada de la santidad de la Iglesia, en cuyo seno se hallan los que poseen dones tan insignes (1).

No es posible encontrar nada de esto en las sectas protestantes, porque para estos sectarios basta creer que Jesucristo nos perdona los pecados, imputándonos sus méritos para que en efecto estén perdonados. Para ello las buenas obras y la penitencia son inútiles, y los consejos evangélicos, palabras sin sentido. Así lo enseñaron sus grandes doctores, que en lugar de milagros, como prueba de su misión, legaron a la posteridad ejemplos de perdición en sus costumbres disolutas (2).

III. La nota de catolicidad existe como las anteriores, en la Iglesia católico-romana. La palabra católica ó universal cuadra perfectamente á esta Iglesia, porque se extendió en un corto espacio de tiempo por todo el mundo entonces conocido (3); y apenas se descubrieron las Indias y el Nuevo Mundo, predicó allí el Evangelio, haciendo numerosos prosélitos, de modo que no podrá citarse parte alguna del mundo conocido, en donde no cuente mayor ó menor número de miembros, existiendo en todas partes entre ellos identidad de fé y de comunión, que es lo que constituye con su gran extensión material la nota de católica (4).

Ninguna de las sectas protestantes, ni todas juntas, pueden llamarse católicas, porque no tienen universalidad material ni formal. Son infinitamente inferiores á los católicos en Europa y en todas las demás partes del mundo. Les falta además la identidad de fé y comunión, puesto que se hallan divididos en una infinidad de sectas, creyendo unos lo que rechazan otros;

(1) PERRONE: Id. ibid.

(2) DEVOTI: Instit. Can, proleg., cip. I, párrafo 15.--PERRONE: De locis theolog., part. 1.a, cap. III, art. 3.o

(3) Epist. ad Roman., cap. X, v. 18.--Epist. ad Coloss, cap. I, v. 6. (4) PERRONE: Id ibid.

y no podía menos de suceder así, si se tiene en cuenta que su principio fundamental rechaza la autoridad, base de la unidad, colocando en su lugar el espíritu privado, elemento de desunión y de desorden (1).

IV. La Iglesia católico romana es apostólica, porque se fundó por los Apóstoles. Nadie ignora que Pedro, príncipe de aquéllos, estableció su silla en Roma, haciendo á la antigua capital del imperio romano, capital del reino de Jesucristo (2). Desde S. Pedro hasta León XIII vemos una no interrumpida sucesión de Romanos Pontífices en aquella silla, lo mismo que de obispos en las iglesias fundadas por los Apóstoles ó sus legíti mos sucesores, que permanecen unidas á la de aquél por la unidad de fé y de comunión; las cuales son como una multitud de ramas enlazadas entre sí, que si bien son materialmente distintas, reconocen un tronco comun que las sostiene y da vida, formando con él un solo árbol (3).

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Esta consideración hacía decir á S. Agustín: Lo que me > detiene en la Iglesia es la sucesión no interrumpida de obispos desde S. Pedro, á quien Dios confió el cuidado de sus ovejas, >hasta el que en el día de hoy ocupa la cátedra de este Após>tol (4).

>Tertuliano, hablando de los herejes de su tiempo, dice: >Si pretenden recurrir á los Apóstoles para hacer creer que de »ellos han recibido su doctrina, podemos nosotros contestarles que nos enseñen el origen de sus iglesias; que nos hagan ver la lista de sus obispos: por una sucesión así tomada desde el >principio, es como será fácil conocer, si el primer obispo que »>han tenido era un sucesor legítimo de los Apóstoles, ó un pastor enviado por ellos (5).»

DEVOTI: Id. ibid.

(2) Inst. Jur. Canon., por R. de M., lib. I, cap. II, art. 2.o, núm. 2, prop. 4.* (3) PERRONE: De locis theolog., part. I, cap. III, art. 3.

4 AUBERT: Tratado de las notas de la Iglesia.

5) AUBERT: Id. ibid,

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