Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CAPÍTULO VI.

Continuacion del reinado de Garlos III. Mejoras hechas en los ramos mas importantes de la administracion pública. Fomento de la agricultura é industria: sociedades económicas y otros medios con que aqueIlas se promovieron y adelantaron.

Indicadas en el capítulo anterior las principales providencias guhernativas encaminadas al mejor régimen de la sociedad española, daré á conocer en el presente y el que le sigue los esfuerzos hechos en aquel reinado para fomentar la agricultura, la industria y el comercio, facilitar las comunicaciones interiores, mejorar el estado de la hacienda pública y dar el debido aumento á la marina.

Al hablar del fomento que recibieron en este reinado la agricultura y las artes industriales, lo

primero que se ofrece á nuestra consideracion es el establecimiento de las 'sociedades económicas debidas al celo del sábio Campomanes, y á la ilustrada proteccion del conde de Floridablanca. Este espíritu de asociacion, cuyo primer ejemplo dieron las provincias vascongadas (1), se propagó por todo el reino, y las diversas clases del estado participaron de este movimiento que se habia dado á las mejoras industriales. Las principales sociedades de esta clase ofrecieron estimulos al trabajo, y publicaron memorias utilísimas, entre las cuales

(1) La sociedad vascongada se estableció por sí misma y obtuvo la aprobacion del rey en 1765. Su digno presidente el conde de Peña-florida, que tantos esfuerzos hizo para promover la ilustracion en aquel pais, publicó en 1766 un ensayo sobre la sociedad vascongada en que se encuentran muchos datos y observaciones útiles y curiosas sobre el cultivo de las tierras y la economia rural, mejoras de que es susceptible el comercio de los vascos españoles, y otros puntos de suma utilidad. Ocupóse diez años esta sociedad vascongada en los asuntos propios de su instituto sin ser imitada por las demas provincias del reino, hasta que en 1775 algunos habitantes de Madrid se dirijieron al consejo de Castilla para establecer una asociacion semejante en la capital, á fin de que pudiese servir de modelo á las demas del reino, como asi se verificó. El trabajo que mas honra á la sociedad madrileña es su escelente informe sobre el espediente de ley agraria estendido con tanta maestria por el Sr. Jovellanos.

descuella por su buena doctrina económica y altas miras políticas el Informe del ilustre Jovellanos. Ningun escritor español habia presentado hasta entonces un cuadro tan filosófico y razonado sobre las causas fisicas, morales y políticas que babian influido en el atraso de la agricultura española. Comparando su estado progresivo desde el tiempo de los reyes católicos hasta el de Carlos III, traza con mano maestra el siguiente bosquejo en que reune los principales puntos de sus investigaciones.

«Cierto es, dice, que conquistada Granada, reunidas tantas coronas y engrandecido el imperio español con el descubrimiento de un nuevo mundo, empezó una época que pudo ser la mas favorable á la agricultura española, y es innegable que en ella recibió mucha estension y grandes mejoras. Pero lejos de haberse removido entonces los estorbos que se oponian á su prosperidad, parece que la legislacion y la política se obstinaron en aumentarlos. Las guerras estrangeras distantes y continuas que sin interes alguno de la nacion agotaron poco á poco su poblacion y sus riquezas; las espulsiones religiosas que agravaron considerablemente entrambos males; la proteccion privilegiada de la ganaderia que asolaba los campos; la amortizacion civil y eclesiástica que estancó la mayor y mejor parte de las propiedades en manos desidiosas; y por último la diversion de los

capitales al comercio y la industria, efecto natural del estanco y carestia de las tierras, se opusieron constantemente á los progresos de un cultivo, que favorecido por las leyes hubiera aumentado prodigiosamente el poder y la gloria de la

nacion.

>> Tantas causas influyeron en el enorme desaliento en que yacia nuestra agricultura á la entrada del presente siglo; pero despues acá los estorbos fueron á menos, y los estímulos á mas. La guerra de sucesion, aunque por otra parte funesta, no solo retuvo en casa los fondos y los brazos que antes perecian fuera de ella, sino que atrajo algunos de las provincias estrañas, y los puso en actividad dentro de las nuestras. A la mitad del siglo la paz habia restituido al cultivo el sosiego que no conociera jamas, y á cuyo influjo empezó á crecer y prosperar. Prosperaron con él la poblacion y la industria y se abrieron nuevas fuentes á la riqueza pública. La legislacion no solo mas vigilante, sino tambien mas ilustrada, fomentó los establecimientos en Sierra-morena, en Estremadura, en Valencia y otras partes; favoreció en todas el rompimiento de las tierras incultas, limitó los privilegios de la ganaderia; restableció el precio de los granos; animó el tráfico de los frutos y produjo, en fin, esta saludable fermentacion, estos clamores que siendo para muchos

una prueba de la decadencia de nuestra agricultura, es á los ojos de la sociedad el mejor agüero de su prosperidad y restablecimiento." (1)

Mucho se hizo efectivamente para mejorar el estado de la agricultura en el feliz reinado de Carlos III, como puede verse asi en el citado informe de Jovellanos, como en la memoria presentada al rey por el conde de Floridablanca en noviembre de 1789, que es propiamente una apologia de su ministerio. La providencia mas acertada para el fomento de nuestra agricultura fue sin duda la real pragmática de 11 de julio de 1765, por la cual se abolió la tasa de los granos, y se permitió el libre comercio de ellos. Los beneficios que de esta oportuna determinacion debian resultar estan detenidamente espresados en la apreciable obra intitulada; Recreacion política, que su autor D. Nicolas de Arriquivar presentó á la sociedad vascongada en las juntas generales que celebró mes de noviembre de 1770 (2).

por el

Contribuyó tambien mucho al fomento de la agricultura la mejora que recibió en tiempo del ministro Roda el establecimiento de los pósitos,

(1) Informe sobre el espediente de ley agraria, edicion de Sancha, año de 1775.

(2) Se imprimió por orden de la misma en Vitoria año de 1779.

« AnteriorContinuar »